El 51% de las salas operatorias de los principales hospitales del país estuvieron inoperativas en 2019, de acuerdo con datos publicados por la Encuesta Nacional de Hospitales, que elabora Médicos por la Salud. Las unidades de terapia intensiva, pese a que contaron con una operatividad entre 65% y 70%, reportaron intermitencia en un 15% y hubo el cierre de alrededor de 20% de ellas.
Karla acudió al Hospital Clínico Universitario de Caracas tras dar a luz a su tercera hija en un centro de salud en los Valles del Tuy. La pequeña presentaba convulsiones y no recibía la atención requerida en el lugar donde nació. Lleva tres meses internada y aunque recibe algunos de los anticonvulsivos y los teteros cada tres horas por parte del Hospital, para la fórmula y otros medicamentos debe recurrir a las donaciones que hacen fundaciones.
Con 500 renuncias durante enero, un solo ascensor en funcionamiento y fallas en la distribución de agua, el Hospital Clínico hace lo posible por sobrevivir. Sus pacientes, a pesar de las carencias, lo consideran privilegiado. Creen que es el menos afectado de la “gran caída en picada” que enfrenta la salud pública venezolana.
La abuela de Adrián, de 7 años, llevaba once días esperando por la operación de la fractura de tibia de su nieto. Compraron la anestesia y el kit quirúrgico para garantizar los insumos, pero nada pasa. Hasta lo han dejado sin comer con la promesa de que sí será ingresado, pero una contaminación en el quirófano retrasa el procedimiento.
En recintos como el Hospital de Niños J.M. de los Ríos de Caracas, principal pediátrico de referencia del país, cientos de niños atraviesan una peor situación: Servicios clausurados por falta de reactivos, fallas en la distribución de agua, largas esperas por trasplantes y bacterias que han ido acabando con la vida de los menores de edad que allí son atendidos.
“Somos madres de pocos recursos y esta situación que hemos vivido es demasiado fuerte. No se consiguen los exámenes, las quimioterapias, todo es crítico y más en esta condición que sufren ellos”, explica Patricia D’alberti, madre de un pequeño de 3 años que padece Leucemia.
Los familiares de estos jóvenes pacientes, a quienes no les queda otra opción que atenderse a través del sistema público, consideran que la salud venezolana no muestra mejoría.
“Es caótica y vamos en picada. Mi hija se quiere ir, necesita el trasplante, se siente mal. Es horrible tener un paciente así y no saber qué va a pasar mañana porque todo va en picada. Nos están violando los derechos, sobre todo a los niños”, comenta una de las madres.
Entre las medicinas que más escasean en toda Venezuela se encuentran la morfina y los antihipertensivos. Entre ambos suman un desabastecimiento de 81,3%, según reportes de diciembre 2019 y enero 2020. La Encuesta Nacional de Hospitales registró un promedio de 49% de desabastecimiento de insumos y medicinas que, aunque había disminuido en julio de 2019, repuntó nuevamente en noviembre para fijarse en 45,5%.
“Con los antibióticos han cumplido, de la atención tampoco me voy a quejar, pero el tema del agua y la luz sí es grave. Esto da lástima”, dice Duvalier Perozo, de 52 años, quien sufrió un derrame pleural y pasó 22 días ingresado en el Hospital Clínico Universitario de Caracas. Llegó desde el Hospital Doctor Miguel Pérez Carreño (“Hospital Pérez Carreño”), al oeste de Caracas, donde no consiguió ni para una vía intravenosa.
La alimentación que los pacientes deberían recibir en el Hospital Clínico está limitada. Pasta (sin salsa ni acompañante alguno), pasta con caraotas, bollitos solos o arroz es parte del “menú”. Muchos buscan hacerse de sus comidas diarias por fuera del Hospital y tratan de llevarlo todo para no pasar trabajo. Otros carecen de recursos para hacerlo y quedan limitados a la “dieta” del Hospital.
En una protesta llevada a cabo en enero de este año por padres de los niños hospitalizados en el Hospital J.M. de los Ríos, una de las representantes explicó entre lágrimas cómo deben omitirles a sus hijos la realidad que están viviendo en medio de la crisis sanitaria.
“Ella (su hija) a lo mejor no se da cuenta de que no hay batas, que en su pato no hay agua, que las inyectadoras están vencidas, que no hay medicamentos a la mano, que los exámenes hay que hacerlos por fuera. Y es que no lo va a entender y prefiero no decírselo tampoco. La salud pública tiene muchísimas fallas, bastantes, aun cuando tenemos doctores y enfermeras que están atentos”, señaló Mary López.
La huida de los trabajadores
Los bajos salarios que no permiten ni renovar los uniformes, el maltrato de las autoridades gubernamentales y la persecución contra quien alce la voz, ha logrado que cada día merme el personal que labora en los centros de salud pública del país.
Mauro Zambrano, dirigente del Sindicato de Hospitales y Clínicas de Caracas, califica de “precario” el ambiente laboral de los trabajadores del sector. No existen las salas de descanso ni las herramientas para una labor eficaz. “No cuentan con los insumos, ni siquiera con el laboratorio para dar un diagnóstico, ni un tensiómetro. No hay guantes y hay un déficit de insumos muy grande. No hay cloro y el desinfectante es muy poco lo que hay”, apunta.
Los salarios de un profesional de la salud, así como del personal obrero, oscilan entre los 4 y 5 dólares al mes. De acuerdo con Zambrano, esto causa una migración extrema del capital humano no solo hacia otros países, también hacia la economía informal.
“En el Clínico Universitario han renunciado ya 2.000 trabajadores de un universo de 8.000. Hablamos de un promedio de 35% de trabajadores de la salud que han renunciado. Vender hielo da más que tener un trabajo formal. Muchos se quedan porque tienen 2 o 3 y hasta 5 trabajos, pero aun así no les dan los números”, detalla.
El promedio nacional de médicos en áreas de emergencia, según la Encuesta Nacional de Hospitales 2019, es de 23,15. Por cada 10 médicos de guardia, 4,7 son residentes, 3,5 son especialistas y 1,7 son médicos integrales. La disminución de médicos especialistas fue de 10% en 2019, cita el informe.
En el país se registra un promedio de entre 13 y 16 enfermeras durante el turno diurno en las emergencias, mientras que durante el turno nocturno solo se encuentran operativas entre 10 y 11.
La violencia ha pasado a ser una constante en las labores diarias dentro de un hospital venezolano. En 2019 se enumeraron al menos 984 de estos eventos: 662 de ellos protagonizados por familiares de pacientes contra el personal de salud; 164 cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado dentro de los recintos sanitarios; y 158 por grupos irregulares o paramilitares, según denunció la red de Médicos por la Salud.
Los trabajadores de la salud deben lidiar además con las afecciones psicológicas y físicas que dejan tanto las muertes evitables de pacientes, que no lograron ser atendidos en medio de un “apagón” por fallas del sistema eléctrico, o por falta de un antibiótico, y hasta la insalubridad de los cuerpos abandonados por sus familiares.
“Las personas están dejando a sus fallecidos en las morgues de los hospitales porque no tienen como enterrarlos. Hay casos como en el Hospital Clínico donde hay un cadáver desde hace 8 meses y como tiene un problema legal no lo han retirado”, agrega Mauro Zambrano.
“En terapia intensiva, a punto de morir”
Para el doctor Julio Castro, médico Internista Infectólogo, la salud en Venezuela se encuentra “en terapia intensiva y a punto de morir”. Considera que es la evidencia de un “país desestructurado”, que atraviesa la peor crisis sanitaria de su historia.
El también integrante de Médicos por la Salud opina que, aunque es imposible definir el peor de los casos en esta radiografía crítica, son los inmunodeprimidos, entre ellos niños y ancianos, los más vulnerables.
“Hay venezolanos falleciendo porque no hay cómo operar, porque no hay quimioterapia, porque no hay medicamentos para la Diabetes; hay niños falleciendo por Difteria o Sarampión porque no están vacunados. No hay derecho que la gente se muera de mengua como está pasando ahorita por falta de medicamentos”, cuestiona el doctor Castro.
Entre las muertes evitables destacan 2.602 por traumas, 2.256 por causas cardiovasculares y 164 por fallas en la energía eléctrica. Tal como señala el informe de la Encuesta Nacional de Hospitales, estos eventos “no deberían producirse en un entorno normal de disponibilidad de insumos, medicamentos y recursos”.
Castro también se refiere a la ayuda que se recibe desde organismos internacionales. “Es insuficiente y lo han dicho las Naciones Unidas: ‘Tenemos que atender a 6 millones de venezolanos y nada más podemos atender 600 mil’. Se ayuda un poquito, pero queda mucha gente por fuera”.
Desde el Ministerio de Salud se insiste en que la distribución de insumos y medicinas hacia los principales hospitales del país se aplica con regularidad y se acusa a trabajadores de cometer irregularidades y hechos delictivos, pero Castro asegura que existe una forma de monitoreo y descarta que ese sea el problema. “Lo grueso es que tienes 1.000 personas que necesitan y nada más tienes 10 medicamentos, se puede traspasar uno, pero y los otros 990 pacientes se quedaron sin medicamentos. El problema es la brecha entre la necesidad y la capacidad real y operativa. Aquí la crisis es que no hay medicamentos para la mayoría de la población”, manifiesta.
@raylilujan
Conozca más sobre la crisis en salud que afecta al país este miércoles 04 de marzo…