En la aldea
25 abril 2024

Rubén González, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera Orinoco (Sintraferrominera). De larga trayectoria en la lucha por los derechos de los trabajadores, hoy es preso político del régimen.

Andrés Caleca: “Frente al ‘sindicalismo’ de 4Runner, el de Rubén González es un sindicalismo de honestidad y buseta”

En el Día del Trabajador, el secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera Orinoco suma más de 500 días en la cárcel de La Pica, en el estado Monagas. “El régimen teme a Rubén González, al menos, por tres razones: Su liderazgo independiente, indoblegable y honesto”, señaló Andrés Caleca en entrevista para La Gran Aldea, además de ratificar que “es un líder natural de los trabajadores de Ferrominera, proyectado ya hoy en día hacia todas las empresas básicas”.

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Milagros Socorro | 01 mayo 2020

-Los primeros meses, -dice Yarudid González, hija del líder sindical Rubén González– mi papá pedía que fuéramos todos los días de visita (viernes, sábado y domingo). Entonces no había el desabastecimiento de gasolina que hay ahora, a lo que debe sumarse que por la cuarentena no nos dejan verlo, ni llevarle agua potable, comida y medicinas. Los hijos y nietos nos turnábamos para verlo. A los que juegan beisbol les preguntaba por las prácticas y a veces pedía que llevaran la pelota para practicar con ellos y enseñarles algunas técnicas, porque mi papá jugaba béisbol también. Después, la situación fue empeorando, algunos no podían ir por las dificultades que estamos enfrentando. “No dejen de traerme a mi negrita”, decía siempre, refiriéndose a mi mamá. En diciembre, cuando su estado de salud empeoró hasta agravarse, estaba muy preocupado por no poder ver a los nietos. Yo tenía planes de irme del país, porque el Gobierno me allanó la casa, despidió a mi esposo, dictó orden de captura a mi hermano y a mi cuñado, y todos nos quedamos desempleados. La empresa, Ferrominera Orinoco, nos echó a la calle sin explicación y hasta a los niños les dejaron de pagar escuela y guardería. Era muy difícil para nosotros trasladarnos hasta La Pica desde Ciudad Piar. Y eso aumentó su estrés. Entonces, se puso peor de la hipertensión.

Rubén González es uno de los presos políticos más visibles del régimen de Nicolás Maduro, quien tiene más 400 detenidos por disidencia. De larga trayectoria en la lucha por los derechos de los trabajadores, González, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera Orinoco (Sintraferrominera), ha sido encarcelado dos veces durante las dictaduras bolivarianas. La primera vez, en 2009, en tiempos de Chávez, por liderar una protesta de 16 días, en Ferrominera Orinoco, para exigir el cumplimiento de la convención colectiva. Fue sometido a un proceso judicial que duró cinco años, de los que pasó año y medio en prisión.

El encarcelamiento, arbitrario, según varias organización de Derechos Humanos y, lo más sorprendente, según el patrono, el entonces presidente de Ferrominera, Radwan Sabbagh, quien al presentarse en la audiencia en calidad de testigo del Estado, sorprendió a todos al declarar que el juicio era injusto y que había sido promovido por una fracción sindical adversa y militante del PSUV, y que González no había tenido ninguna responsabilidad en el inicio de la investigación de ese caso.

Ese encarcelamiento no disminuyó en lo absoluto el compromiso de Rubén González con los trabajadores. Al contrario. En marzo de 2011, pocos meses después de haber sido liberado, le declaró a la periodista Clavel Rangel: “No podemos dejar que nos dividan. Cuando se une con conciencia, fortaleza y, sobre todo, con objetivos, podemos lograrlo. Los trabajadores preguntan: ¿Qué vamos a hacer? Y yo les digo: ‘Morir con las botas puestas, más nada’ ¿Cómo reculas? Si se quedan 20 en la protesta, con esos hay que darle. Les puedo decir, aún en las chiquiticas, ustedes van a tener la victoria, pero hay que aguantar”.

“El régimen teme a Rubén González, al menos, por tres razones: Su liderazgo independiente, indoblegable y honesto”

Andrés Caleca, ex presidente de la CVG

En 2018, tras muchas amenazas de volver a detenerlo, de un secuestro exprés y de una orden judicial para impedirle hacer asambleas del sindicato, González fue encarcelado otra vez. No solo había desatendido la prohibición de reunión con los agremiados al sindicato, de la que dijo: “Ante una sentencia inconstitucional e injusta, solo queda la desobediencia y resistencia pacífica”, sino que se fue a Caracas a participar en una protesta para persistir en lo que siempre ha reclamado, el respeto a la convención colectiva y la recuperación del salario, “pulverizado por una dictadura anti sindical y anti obrera”.

El 29 de noviembre de 2018, cuando regresaba al estado Bolívar, fue detenido en una alcabala, en Anaco, estado Anzoátegui, por funcionarios de la Dgcim, entregado a un inconstitucional proceso judicial en la jurisdicción militar y enviado al Centro Penitenciario de Oriente, mejor conocida como la cárcel de La Pica, en el estado Monagas.

El 13 de agosto de 2019, el Tribunal Militar Décimo Quinto de Control de Maturín, estado Monagas, lo condenó a 5 años y 9 meses de prisión por presunto ultraje al centinela y ultraje a la Fuerza Armada Nacional.

-Cuando vamos a verlo a la cárcel -dice Yarudid González, hija del preso político- nos abraza, nos besa. A mi esposo le ha confesado que quiere salir de ahí. “Hijo, ya no quiero estar más aquí, quiero estar con mi familia, me hacen falta mis nietos, quiero acompañar a mi negrita a orar en las mañanas”. A nosotros no nos dice esas cosas porque nos echamos a llorar.

“Todos estamos en la lucha”

Rubén Darío González Rojas nació en Barcelona, estado Anzoátegui, el 17 de marzo de 1959. Es el segundo de los siete hijos de Rubén Antonio González y Juana Rojas de González, oriundos de Bergantín, aldea cercana a Barcelona. Su papá era un agricultor, que tras hacer el servicio militar, se dedicó a la albañilería. Rubén creció en Barrio Colombia de Barcelona. Al graduarse de bachiller, a los 17 años, se fue a Maracay, estado Aragua, a estudiar en la Escuvial, donde se graduó de Vigilante de Tránsito. Luego se trasladó a Guayana, en cuya Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre (Unexpo) se graduó de Técnico Superior en Soldadura. Su currículum se completa con la asistencia a más de 150 foros sindicales y plenarias políticas en todo el país.

Una vez egresado como Técnico Superior, consiguió trabajo en Sidor (Siderúrgica del Orinoco), en Ciudad Guayana. Durante dos años fue Engrasador Móvil, Mecánico de Mantenimiento y Operador Mantenedor de Sistemas Hidráulicos. Regresó a Anzoátegui y se empleó en Honey Casa, empresa de casas prefabricadas, como Jefe de Planta. Ahí estuvo otros dos años y se fue de vuelta a Guayana, donde se enroló en Venalum, en el área de mantenimiento de la gabarra. Un año más tarde ingresó en Edelca como pintor, y un año después ingresó a Ferrominera como soldador. En la actualidad, 35 años después de pertenecer a la nómina de Ferrominera, tiene el cargo de Técnico en Soldadura, que, como se sabe no ejerce porque está en el presidio político.

Desde que llegó a Guayana, González se sumó a las filas de diversas organizaciones políticas: Causa R; Patria Para Todos (PPT); Movimiento Quinta República (MVR); Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), y Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Desde hace dos décadas es cristiano evangélico y se congrega en el Ministerio Cristiano RenovaSión, de Puerto Ordaz.

Yarudid González: “Le gusta versear desde pequeño y todavía a mi mamá le suelta versos con expresiones amorosas. A mí, que soy su hija mayor, me compuso varias canciones”.

A los 19 años se casó con Yadid Ambrosia Rojas Cordova, con quien tuvo cuatro hijos, tres mujeres y un varón, que les han dado 13 nietos. Según narra Yarudid, su padre es un excelente cocinero, así como cantante e intérprete del cuatro. “Todos los domingos preparaba… no sabe lo que me duele hablar así, en pasado… la sopa de pescado más fabulosa que existe. Todos nuestros cumpleaños los cantaba, acompañándose con el cuatro y era muy querido en Ciudad Piar por las parrandas de cuatro con sus amigos. Le gusta versear desde pequeño y todavía a mi mamá le suelta versos con expresiones amorosas. A mí, que soy su hija mayor, me compuso varias canciones y a mi hermana le cantaba ‘La piel de mi niña’, de Alí Primera. Fue muy apasionado con todos nosotros y ahora con sus nietos”.

Al preguntarle si ella preferiría que su padre no estuviera en la lucha sindical, Yarudid confiesa que “ha habido momentos en que no quisiéramos que estuviera en eso, pero la lucha sindical es su pasión. Nos sale mejor apoyarlo y unirnos a él que reprocharle. De hecho, yo formo parte del Comité Ejecutivo del Sindicato y mi esposo es activista político. Todos estamos en la lucha. Él nos hizo entender que debemos luchar para darles un mejor futuro a nuestros hijos, y que para eso son los sacrificios. Mi mamá se deprime, pero nunca le ha dicho que quiere que se retire. Lo apoya en oración y, cuando nos ve afligidos, nos dice que lo comprendamos, que todo este sufrimiento es por nosotros, primero, y luego por toda la nación”.

“Una bofetada a la aristocracia sindical chavista”

Todos estos meses, desde que Rubén González fue arbitrariamente detenido y enviado a prisión por un tribunal militar, el político Andrés Caleca ha mantenido una campaña en las redes sociales para exigir la liberación de Rubén González, informar de sus quebrantos de salud y denunciar que el régimen le niega atención médica al dirigente sindical, quien ha sido sometido a maltratos y aislamiento en una celda sin agua ni electricidad. Caleca trabajó en Ferrominera Orinoco, como asistente a la Presidencia, cuando este cargo lo ocupaba Leopoldo Sucre Figarella, quien a la vez era Presidente de la CVG y ministro de Estado para el desarrollo de Guayana. “Luego fui por varios años gerente de Planificación Estratégica, después Vicepresidente Ejecutivo y por último, Presidente de la empresa, una vez que Sucre Figarella renunció a sus cargos en Guayana, inmediatamente después de la destitución de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la República”, explica.

-Mi solidaridad con Rubén González, -dice Andrés Caleca en entrevista para La Gran Aldea– nace de la valoración que hago de la gran tradición que él representa: La tradición de lucha, de compromiso con el país y de altos valores democráticos, del sindicalismo de Guayana, el más importante del país, junto a los sindicatos petroleros (hoy en minusvalía), y la Federación Venezolana de Maestros. Quien conozca la historia contemporánea de Venezuela, no puede ser indiferente a la suerte de esas importantísimas organizaciones de la sociedad civil y de sus dirigentes, a los cuales el régimen militar quiere desaparecer de la vida y la memoria de los venezolanos.

Andrés Caleca: “Rubén González es una persona de gran valentía: Valentía personal, capaz de poner en riesgo su propia vida, su libertad y su estabilidad”.

Rubén González”, sigue Caleca, “es una persona de gran valentía: Valentía personal, capaz de poner en riesgo su propia vida, su libertad y su estabilidad; y valentía política, capaz de romper su militancia inicial en el chavismo, con todo lo que ello significa en la actual situación venezolana, una vez que comprendió el carácter destructor del régimen militar, así como su atropello a los trabajadores, y el desconocimiento de todas las conquistas que los trabajadores de Guayana habían alcanzado durante años de constantes luchas reivindicativas. Es un líder natural de los trabajadores de Ferrominera, proyectado ya hoy en día hacia todas las empresas básicas. Ninguna de las maniobras que ha ejercido el poder militar de la zona y en las empresas ha podido horadar ese liderazgo, validado una y otra vez en las elecciones sindicales de los últimos años.

Al preguntarle a qué atribuye el ensañamiento de Nicolás Maduro contra González y su familia, Caleca dice: “El régimen teme a Rubén González, al menos, por tres razones: Su liderazgoindependiente, indoblegable y honesto, es una bofetada a la aristocracia sindical chavista; en segundo lugar, para escarmentar en él con un castigo ejemplarizante para toda la masa de trabajadores de Guayana: El mensaje es simple aunque terrible, con la “revolución” todo, contra la “revolución”, la cárcel. Y en tercer lugar, quizás lo más importante, le temen porque fue el primer dirigente sindical de estos tiempos que trascendió la lucha reivindicativa y planteó la incontrovertible verdad de que no hay esperanza para mejorar, y ni siquiera sostener, el nivel de vida de los trabajadores, si no se produce la salida de Maduro del poder y se elimina el régimen militar que lo sostiene. Eso es inaceptable para esta dictadura”.

-¿Cuál cree usted que fue el contexto de la persecución a Rubén González?

-La eliminación del movimiento sindical venezolano ha venido avanzando desde dos vertientes diferentes: Del lado del régimen, al aplastar el movimiento sindical y crear esa aristocracia sindical corrupta, que no cumple ningún papel en defensa de los trabajadores, sino que son, más bien, agentes del régimen para eliminar a los sindicatos. No son si siquiera aquellos comisarios políticos del socialismo real, cuya labor era concientizar y controlar políticamente. No. Estos están allí para eliminar cualquier vestigio de organización sindical y gremial en Venezuela. Y la otra vertiente es la de la oposición venezolana, que frente al descalabro de las organizaciones societarias en general, sindicatos, gremios, centros estudiantiles, etc., no tiene ninguna respuesta, porque es una oposición que socialmente no está insertada a esos niveles de la sociedad, al nivel de los trabajadores y a lo que queda del aparato productivo venezolano. Es una oposición mediática exclusivamente.

“Rubén González no ha sido un hombre de estridencias. (…) Un trabajador que ha usado su representación con determinación para hablar en nombre de todos trabajadores del país”

Clavel Rangel, reportera del Correo del Caroní

“Este es”, sigue Caleca, “el momento más gris de la historia sindical venezolana desde la creación de los primeros sindicatos petroleros en el Zulia, a finales de los años ‘30, una vez muerto el tirano Gómez. Rubén González es el símbolo de la lucha de resistencia de un sector en este momento minoritario del sindicalismo nacional, que se resiste a la desaparición. Ya hemos visto cómo desapareció la CTV (Confederación Venezolana de Trabajadores); la CUTV (Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela); la FVM (Federación Venezolana de Maestros), otrora el gran sindicato gremial del país, prácticamente eliminada. Es increíble, por cierto, el papel que jugó Aristóbulo Istúrz en la FVM y que ahora, como ministro de Educación y agente del régimen, se ha convertido en el destructor del gremio magisterial venezolano. El país no se ha dado cuenta de lo que ha perdido con el exterminio de su movimiento sindical.

-Usted alude a una aristocracia sindical chavista.

-Es de gran significación la honestidad personal de Rubén González, frente a lo que vemos con estos dirigentes sindicales, como el petrolero este, el gordo que contrasta con el dramático enflaquecimiento los trabajadores… que fue mepista, por cierto, mira dónde fue terminar… Bueno, no recuerdo el nombre. Unos tipos que andan en unas camionetotas impresionantes, Toyota 4Runner, rodeados de guardaespaldas… Es insondable el grado de corrupción personal que han alcanzado los dirigentes sindicales. En la Venezuela del pasado, ese ya era un problema, pero un problema en pañales, si acaso González Navarro fue visto como un ejemplo de esa corrupción. González Navarro había tenido una trayectoria estupenda y la echó a perder al final de su vida. Y, ¿cuál era la corrupción de González Navarro?, bueno, que vivía en El Cafetal y se decía que tenía un tigre en su casa. Comparado con estos tipos, que viven ahora en las mejores urbanizaciones, en unas quintas convertidas en búnker, protegidos por la Guardia Nacional, con guardaespaldas, González Navarro era un niño de pecho.

-Hay un caso notable, el de cierto individuo que circula en una comitiva de cuatro o cinco camionetas, también con un ejército de guardaespaldas, a cuyas  espaldas murmuran que hasta hace nada era amanuense de Maduro en el sindicato del Metro.

-Bueno, son muchos los casos. El punto es que contrastan con Rubén González, quien sigue viviendo en su casita de Ciudad Piar. La casita asignada por la empresa a los trabajadores de la mina. Su familia sigue allí, en la más absoluta modestia, padeciendo los inconvenientes que afrontan todos los trabajadores venezolanos en este momento. Frente al “sindicalismo” de 4Runner, el de Rubén González es un sindicalismo de autobús, de buseta. Es un ejemplo, no solo de resistencia política sino su resistencia personal frente al desmadre de corrupción de este régimen.

“Un personaje genuinamente terco”

Consultada para esta nota, la periodista Clavel Rangel, reportera del Correo del Caroní, dice que cuando ella conoció a Rubén González, en 2009, este “era un dirigente más del chavismo, que se hacía espacio tímidamente en Ferrominera, específicamente en la planta en Puerto Ordaz, donde su liderazgo lo hizo ganar unas elecciones de concejales”.

“Todos estamos en la lucha. Él nos hizo entender que debemos luchar para darles un mejor futuro a nuestros hijos, y que para eso son los sacrificios”

Yarudid González, hija del líder sindical Rubén González

-Con el tiempo, -sigue Clavel Rangel- su coherencia en los planteamientos reivindicativos dentro de Ferrominera, su acompañamiento a cada protesta, así como su tozudez en mantener su palabra lo hicieron el dirigente que es hoy: Un trabajador que ha usado su representación con determinación para hablar en nombre de todos trabajadores del país. No creo que esa causa la haya tenido clara en 2008. Me parece un personaje genuinamente terco, con ideas muy firmes sobre la familia y la vida, en general, pero cuya madurez política se cocinó en la confrontación entre el proceso totalitario que vivimos y sus propias convicciones. Sus ideas políticas las plantea con sencillez y casi siempre reflexiona sobre el libre albedrío, la familia y la palabra de Dios.  

Rubén González no ha sido un hombre de estridencias (como los sidoristas, por ejemplo), por eso en ocasiones su templanza llevaba a algunos a sospechar de dobles agendas, sobre todo por su antecedente de militancia en el PSUV. Con el tiempo, lo que he visto es un dirigente que se cuida de no arriesgar y alzar banderas con consignas que él mismo no puede sostener. Por eso se decidió por una que tiene mucho sentido en el movimiento de trabajadores: La libertad sindical, la defensa del salario y los contratos colectivos. Nunca se aleja de esos objetivos en su discurso. No lo hace por ningún cálculo, sino porque conoce sus límites”.

Ese es el hombre que el régimen confina a una mazmorra oscura y sin agua, a quien le impide la visita de su familia y al que insiste en mantener en prisión pese al clamor nacional e internacional en contrario.

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