En la aldea
02 diciembre 2024

Miguel Rodríguez Fandeo, economista e ingeniero con doctorado en la Universidad de Harvard y maestría en la Universidad de Yale. Fue ministro de Estado, jefe de Cordiplan, y presidente del Banco Central de Venezuela durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Miguel Rodríguez, ex ministro de Estado, jefe de Cordiplan:

“Nosotros aumentamos la gasolina en 30 céntimos y nos acusaron de querer matar de hambre al pueblo”

Miguel Rodríguez tenía 35 años cuando se unió al equipo de economistas del gabinete del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, que venía a cambiar la economía venezolana. Una de sus primeras iniciativas fue un incremento del precio de la gasolina, anunciado a veinte días de estrenado el gobierno.

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Milagros Socorro | 20 mayo 2020

-En febrero de 1989, el gobierno de Carlos Andrés Pérez aumentó la gasolina en 30 céntimos. Léase bien: 30 céntimos. Nadie puede decir que eso fue lo que puso en marcha una conmoción social, la del llamado Caracazo -afirma Miguel Rodríguez Fandeo, ministro de Estado, jefe de Cordiplan, en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y una de las figuras principales del programa de reformas que se propuso en ese gobierno.

Lo hemos consultado en el intento de responder una pregunta frecuente por estos días en los medios y redes sociales: ¿Cómo es que un pequeño aumento, en bolívares, causó disturbios con decenas de víctimas, mientras la casi absoluta carencia de la gasolina -y la venta de la poca que hay hasta en tres dólares el litro-, parece ser aceptada por la población con sumisa resignación?

-La única respuesta para eso -dice Miguel Rodríguez– es que aquellas manifestaciones, aún desbordadas, tanto en su desarrollo como en su represión, se hicieron en democracia. En la actualidad, Venezuela vive bajo el terror, cualquier manifestación es ahogada con fuerza y crueldad muchísimo mayor a aquellas del ‘89. Aunque siempre ha habido otra interpretación… alimentada por diversas fuentes, que apunta a una agitación atizada por fuerzas que entonces no podíamos imaginar. Cómo podíamos avizorar, por ejemplo, que el país iba a terminar en esta cloaca de ladrones y con la que era la mejor empresa estatal del mundo productora de petróleo y derivados, en 1993, PDVSA, totalmente destruida.

“¿Cómo es que un pequeño aumento, en bolívares, causó disturbios con decenas de víctimas, mientras la casi absoluta carencia de la gasolina -y la venta de la poca que hay hasta en tres dólares el litro-, parece ser aceptada por la población con sumisa resignación?”

-Se ha dicho, también, que el proyecto del equipo de Pérez 2 fue mal comunicado. ¿Qué es lo que el país no entendió?

-En ese momento, nosotros estábamos explicándole al país que íbamos a poner en práctica un gran plan de reformas estructurales de la economía venezolana, que convertiría a Venezuela en un país de alto crecimiento durante toda la década de los años ‘90 y los años posteriores. Eso implicaba una serie de medidas económicas integrales, que abarcaban todos los ámbitos de la política económica de un país que había producido la paradoja de replicar lo que ocurrió en los otros países de América Latina en los años ‘80, la década perdida, con la diferencia de que Venezuela era un país petrolero.

-En marzo de 1979, al asumir su mandato, el presidente Luis Herrera Campíns dijo que recibía “un país hipotecado”.

-Esa es otra de las grandes mentiras de la historia económica de Venezuela: El primer gobierno de Pérez no dejó deuda pública neta. La deuda, al final del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, era cero. Ni siquiera cero, ese gobierno dejó acreencias en dólares; con un endeudamiento de las empresas del Estado, pero donde los activos, (los dólares en el Fondo de Inversiones de Venezuela, PDVSA, que era una empresa del Estado, el Banco Central de Venezuela y otras entidades públicas) superaban a los pasivos de las empresas del Estado. Lo que pasa es que parte del drama de Venezuela es la ignorancia supina conque distintos gobiernos ejecutaron la política económica, desde 1979 hasta el año 85.

En 1986, cambian las cosas porque, con la “botija llena”, como dijo el entonces presidente Jaime Lusinchi, -concretamente, 17 billones de dólares de reservas internacionales que había en el BCV-, decidieron relanzar la economía con un plan de inversiones importantes. Lo cierto es que la economía se reactivó a partir de 1986, coincidencialmente cuando caen drásticamente los precios del petróleo. Sin embargo, sobre la base de esa reserva, se fue ejecutando una política fiscal expansiva, deficitaria, que permitió que en los años 86, 87 y 88 la economía creciera, pero en medio de una alta inflación (promedió entre 30% y 40% en esos tres años); con un déficit fiscal que terminó siendo gigantesco en el año 88 y un déficit en cuenta corriente de balanza de pago, así como el agotamiento total de aquella botija llena, esas reservas internacionales, que habían sido 17 mil millones de dólares y terminaron en 300 millones de dólares hacia febrero de 1989.

“El anuncio de aquel ínfimo aumento de la gasolina, que, por cierto, se hizo cinco o seis días antes del 27 de febrero, no produjo ningún conflicto, porque era un margen insignificante”

Miguel Rodríguez, ex ministro de Estado, jefe de Cordiplan

-Había, también, control de cambio.

-Una política cambiaria totalmente equivocada. Se llegó a comienzos de 1989 con tasas de cambio de 4,30, 7,50, 15,50 y de 48 en el mercado libre; así como una distorsión en la economía por los controles de precio. Uno de los precios controlados era el del transporte público, que estuvo congelado en esos tres últimos años del gobierno de Lusinchi. Y otro era el de la gasolina. PDVSA pasó años suplicando que se hicieran ajustes en el precio de lagasolina y los gobiernos, irresponsablemente, no atendieron esa importante solicitud. El aumento de la gasolina había que hacerlo y se podía hacer gradualmente.

-Quizá porque intuían que ese aumento podía ser muy conflictivo.

-Era una medida que no podía tomarse en solitario. Las correcciones económicas pasaban por una reestructuración del Estado venezolano: No se podía seguir con las pérdidas en las que incurrían las empresas del Estado, el gobierno central, los gobiernos regionales. Era preciso hacer ajustes en todas las áreas de la economía. Por ejemplo, la reforma fiscal que nosotros propusimos empezando el año 1988 modificaba la Ley de Impuestos sobre la Renta, pero además proponía la creación del IVA (Impuesto al Valor Agregado), que no existía en Venezuela; los únicos dos países en el mundo que no tenían IVA eran Arabia Saudita y Venezuela. Y resulta que ya las cuentas fiscales no daban para que Venezuela se siguiera dando ese lujo; por eso propusimos la creación del IVA, con una tasa del 5%. El cálculo lo hice yo, a partir del hecho de que Venezuela tenía una renta petrolera importante, que le permitía al Estado no tener un IVA del 10% o el 15%, como otros países, sino que con una tasa del 5% podíamos asegurar una recaudación sustancial para el fortalecimiento de las finanzas públicas.

“Las protestas de febrero de 1989 fueron provocadas por el aumento del 100% en el precio del pasaje en Guarenas”

Miguel Rodríguez, ex ministro de Estado, jefe de Cordiplan

-¿Qué otra reforma reivindica de aquel gobierno?

-Nosotros postulábamos una reforma comercial profunda, porque teníamos la visión, yo particularmente, de que Venezuela no solo tenía que aumentar la producción petrolera, sino que podía ser un país exportador de otros rubros distintos al petróleo e hiciera sustitución de importaciones. La reforma comercial era fundamental dentro de ese programa de reestructuración, que iba a contravía de la tradición venezolana de estar siempre recortando la producción. Ese empeño hizo que, cuando Carlos Andrés Pérez hizo la nacionalización, la producción había caído por debajo de los dos millones y medio de barriles. Eso lo aprovecharon los otros países de la OPEP para, a costillas de Venezuela, aumentar ellos tremendamente su producción petrolera, liderados por Arabia Saudita, Irán, Irak,… los países con reservas cuantiosas.

-¿Cómo fue el proceso para aumentar el precio de la gasolina en 1989?

-Uno de los cambios que se proponía aquel gobierno era la política petrolera; y una de las cosas a corregir era que en Venezuela se regalaba la gasolina. El precio era ridículo. Nosotros teníamos que empezar a ajustar los precios de la gasolina. PDVSA decía que había que aumentar en unos 5 bolívares el precio de la gasolina. Nosotros estimábamos que con la unificación cambiaria, (que la hicimos en marzo de 1989), la tasa se iba a fijar treintipico de bolívares por dólar, que efectivamente fue lo que ocurrió. Ya eso crearía una estabilidad y propusimos aumentar de manera gradual. Ahí salió el planteamiento mío de aumentar un mediecito mensual hasta llegar a lo que tenía que ser el precio eficiente en un país petrolero (el precio eficiente es el costo de oportunidad de exportar ese litro de gasolina en puerto venezolano en la frontera con Colombia, de manera de no dar incentivo al contrabando de gasolina). Además, era mentira que aquel fuera un subsidio al transporte público, en realidad era un subsidio a las capas de ingresos medio y alto, que eran los mayores consumidores de gasolina.

El primer aumento de la gasolina lo íbamos a hacer en febrero. Ya nosotros estábamos, desde enero, negociando el acuerdo con los organismos internacionales, con el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, porque Venezuela había quedado sin reservas internacionales, de aquella botija llena con la que Lusinchi arrancó, en enero de 1986. En enero, empezamos a negociar el acuerdo más grande de toda la historia del FMI hasta ese momento; porque, en 1989, Venezuela tenía un inmenso déficit de balanza de pagos y de servicio de deuda. Nosotros heredamos la crisis de balanza de pagos más grande de toda la historia de Venezuela, hasta aquel momento.

Teníamos que hacer ese programa de transformación estructural, porque Venezuela, que había perdido esa década de los ‘80, era el país de mayor potencial de crecimiento y desarrollo de América Latina y había que explotarlo con un programa que se inspiraba mucho en lo que habían hecho los tigres asiáticos, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, que de ser países muy pobres se convirtieron en grandes países desarrollados, alguno, incluso, con ingreso per cápita superior a los europeos.

-¿Cómo recibió la opinión pública de 1989 el aumento de 30 céntimos sobre el precio del litro de gasolina?

-Los medios de comunicación tronaban. Decían que venía el “el paquetazo neoliberal”, el “paquete más brutal de la historia”, que iba a “acabar con el pueblo de Venezuela”, el que lo iba “a matar de hambre”… Totalmente falso. Aquel era un programa ultra gradual. Era un programa muy bien pensado. Y, en cuanto al precio de la gasolina, lo que hicimos fue darle un parao a PDVSA, que exigía una subida de precio súbita.

“Lo que proponíamos estaba muy por debajo del precio internacional. Y, definitivamente, muy pero muy por debajo de lo que el pueblo venezolano está pagando hoy por la gasolina, cuando la consigue”

Miguel Rodríguez, ex ministro de Estado, jefe de Cordiplan

-¿Por qué ocurre, entonces, el Caracazo?

-El aumento del precio de la gasolina no produjo ninguna reacción. Las protestas de febrero de 1989 fueron provocadas por el aumento del 100% en el precio del pasaje en Guarenas. Cuando se encarga el gobierno, esto es, 25 días antes del estallido, los transportistas plantean que hay que aumentar el precio del pasaje en un 100%, porque tenían tres años con los precios congelados. En esos tres años, de 1986 a 1988, la inflación promediaba entre 30% y 40%; obviamente, se había encarecido el costo de la vida y particularmente los repuestos, así como la reposición de unidades. Convinimos en hacer un aumento de salarios del 30%, en marzo y encomendamos al ministro de Transporte y Comunicaciones, Gustavo Rada, eminente venezolano, de una gran capacidad técnica y política, negociar con los transportistas un aumento del pasaje para el 1º de abril de 1989, de un 30%, y que después vendrían otros aumentos graduales. Todas las asociaciones de transportistas del país hicieron un acuerdo con el ministro Rada, sobre la base de que en marzo serían los aumentos de salario y ya en abril la gente podría afrontar el de los pasajes.

Entonces, se anuncia que se va a aumentar la gasolina en 30 céntimos. El cálculo de PDVSA era que el impacto de eso en el precio del transporte sería del 3% (y ellos estaban pidiendo 100% de aumento). El anuncio de aquel ínfimo aumento de la gasolina, que, por cierto, se hizo cinco o seis días antes del 27 de febrero, no produjo ningún conflicto, porque era un margen insignificante. El problema ocurrió cuando, el 27 de febrero, una sola asociación de transportistas, la de Guarenas, desconoció el acuerdo con el ministro de Transporte y aumentó el 100% el pasaje a Caracas.

-¿Usted culpa, entonces, a los transportistas de Guarenas del doloroso episodio?

-No. Culpo a la irresponsabilidad con que se gobernaba (hablo en pasado porque lo presente no es siquiera gobierno, es criminal) a Venezuela: Eso de haber congelado los precios del pasaje. Pero el caso es que ellos han debido esperar al momento acordado para subir sus tarifas. A eso hay que añadirle que en Venezuela había un grave desabastecimiento de artículos de primera necesidad. Yo era ministro y en mi casa no había leche en polvo, y así otra cantidad de cosas básicas. Eso se debía a que se habían acumulado las cartas de crédito, se habían agotado las existencias y se había anunciado que vendría un aumento de los precios (no es de descartar que hubiera habido acaparamiento). Ya eso se estaba sufriendo. Quizá por eso, la primera reacción fue saquear los supermercados y se terminó, lamentablemente, por el expolio de televisores y equipos de sonido. En el contexto, por cierto, de una huelga de policías encabezada por Freddy Bernal.

-Después de esos sucesos, ¿cuándo se hizo un nuevo aumento de la gasolina?

-Durante el primer año, después de ese febrero, no hicimos nada, por lo caliente del asunto. Pero después sí, lo aprobamos en el gabinete, y empezó la subida del mediecito mensual que iba a llevar, hacia 1994, a la gasolina a un precio eficiente, el que explicamos antes.

-¿Ese sería el precio internacional?

-No. No tiene nada que ver. Lo que proponíamos estaba muy por debajo del precio internacional. Y, definitivamente, muy pero muy por debajo de lo que el pueblo venezolano está pagando hoy por la gasolina, cuando la consigue. Porque cuando no la consigue paga, incluso, con su vida.

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