El 13 de marzo fue decretado el Estado de Alarma en Venezuela por 30 días, que fue renovado en dos oportunidades más y está en vigor hasta mediados de junio para contener el avance del Covid-19. Esta es la base legal para declarar una parálisis general de actividades que mantiene al país suspendido y con operaciones mínimas en algunos sectores estratégicos, como salud y alimentos.
Pero la propia estrategia de contención puede terminar por agudizar los males que el coronavirus ya trae sobre la economía, por eso La Gran Aldea consultó a analistas y expertos al respecto, tratando de buscar opciones que ayuden a lograr los objetivos sanitarios sin jugar en contra del sector productivo y de sus posibilidades de recuperación.
Desde este 1ro. de junio las autoridades comenzaron a aplicar lo que llaman el “5×10”, que es un ensayo de flexibilización de la cuarentena, un primer paso para reanimar a los distintos sectores del país.
Para Luis Vicente León, director de la firma Datanálisis, el Estado tiene la responsabilidad de mantener firmes sus medidas de aislamiento preventivo para tratar de contener la propagación del coronavirus, “pero por otro lado tiene que garantizar a la población y las empresas establecer mecanismos de soporte que les permitan subsistir. La política no es solamente de salud sino también económica, que requiere que el país no esté tan destruido al salir de la pandemia, que no sea peor el remedio que la enfermedad”.
Esta parálisis impuesta parecía responder a otros factores distintos del sanitario, como es la escasez de combustible, lo que agrava todavía más el cuadro preexistente. “El Covid-19 y la gasolina o la gasolina y el Covid-19, en Venezuela ¿cuál tapa a cuál?”, se pregunta Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Fundación Educación Industria (Fundei) y ex presidente de Conindustria.
Sin embargo, también desde este 1 de junio se activó en Venezuela un nuevo esquema de venta y distribución de gasolina, que implica la instauración de su sistema diferencial de precios, que abre espacio para las distorsiones y que no termina de garantizar existencias suficientes para atender la demanda interna.
“Nos preocupa mucho el tema del transporte de alimentos producto de la gasolina y no se está sembrando ni siquiera para el ciclo de invierno. Eso es preocupante no solo durante la pandemia, sino que la post pandemia va a ser complicada al no poderse producir los productos elementales de la dieta del venezolano”, alerta Jorge Roig, ex presidente de Fedecámaras.
Lo ofrecido
La administración de Nicolás Maduro dijo haber adoptado medidas para compensar a los distintos sectores por los efectos del Covid-19, incluyendo los coletazos de la cuarentena. Para la economista Tamara Herrera, de Síntesis Financiera, el apoyo que se ha anunciado en este sentido luce insuficiente.
En opinión de Jorge Roig hay recetas que ya son comunes y que los países están aplicando, pero Venezuela, por su deficiencia en materia fiscal no puede proponer muchas de ellas como, por ejemplo, los ajustes fiscales que son la punta de lanza en todos los países. “En Venezuela no se van a poder hacer reducciones de las tasas, créditos del Impuesto al Valor Agregado, esto es complejo porque el Gobierno está viviendo de lo que puede recaudar”.
Por eso lo menos que se puede esperar de las autoridades son políticas claras en cuanto al suministro de combustible, la transparencia en las cifras y cuáles son los remedios y la eventual salida para esto. “Tiene que haber unas políticas post pandemia que se deben comunicar como algunos aspectos importantes en materia microeconómica: Dar ayudas al sector productivo nacional con énfasis especial al sector de medicamentos y alimentos que va a ser lo fundamental para el venezolano”.
El economista Omar Zambrano indica que las medidas de confinamiento han producido un efecto en la producción y la economía, generando una parálisis en términos de oferta. “Es imposible que se reactive, no hay forma de estimular la economía para que la gente gaste, compre o haga más, en un mundo donde lo que se pudiera hacer para estimular la demanda no tiene ningún efecto. Los gobiernos están tratando de compensar a la familia, por un lado, para que tengan ingresos inmediatos quienes perdieron su trabajo y no perezcan durante la cuarentena, lo mismo está sucediendo con las empresas. No es un tema de estimular la demanda y oferta sino de darle flexibilidades a las empresas para que pasen la situación sin que se destruyan en el camino, preservar los empleos, liberar los impuestos para que no despidan trabajadores, y a las personas darles una moratoria para los alquileres, un subsidio para que coman, etc.”.
Pero dado el contexto, la destrucción previa y los desbalances, medidas como la entrega de bonos compensatorios “son inefectivas”, porque los beneficiarios rápidamente buscan gastarlos o tratan de cambiarlos por dólares, complementa Zambrano.
Medidas paliativas
A criterio de Tamara Herrera si la política de contención del Covid-19 dura mucho habrá empresas que no van a resistir y tendrán que cerrar. “Vamos a ver pérdidas de unidades de producción y aquí es muy importante lo que el Gobierno deba hacer”. Para eso tiene el ejemplo de muchísimos países del mundo que se están ocupando de dar apoyo directo y auxilio financiero en la coyuntura. La economista sostiene que hay que engranar al sistema financiero y facilitar los créditos, que es lo que puede subsanar los graves problemas de flujo de caja que ocasiona la parálisis.
Maryolga Girán, presidenta de la Comisión Laboral de Conindustria, propone que, por ejemplo, se utilice el Fondo para la contingencia de Paro Forzoso para atender a todos los trabajadores, independientemente de si pertenecen a una pequeña y mediana empresa o a una gran empresa, como discriminatoriamente lo establece el Plan de Pago de Nómina para la PYME que ha anunciado la administración de Maduro. Explica que patronos y trabajadores que devengan hasta 10 salarios mínimos cotizan al Régimen Prestacional de Paro Forzoso el 2,50% del salario devengado, aun cuando tenemos 16 años con inamovilidad laboral, y por lo tanto, no es posible el despido de ningún trabajador. “Es de presumir que esos recursos no han sido desviados, ni dispuestos en ninguna forma durante estos 16 años”, por lo que pueden ser una opción para mitigar la crisis actual.
Sugiere que si se quiere transitar la coyuntura apuntando a soluciones “lo deseable es que desde ya se instale una Comisión Tripartita en la que estén presentes productores del agro, industriales, comerciantes y sindicatos de distintas toldas”, donde las autoridades puedan asesorarse acerca de lo que están haciendo con éxito otros países, y adaptar esas experiencias para aplicarlas en Venezuela.
No obstante, desde su perspectiva, como esta administración es predecible es de suponer que implementará cualquier medida o elaborará un discurso que le exculpe de la situación. “No es difícil imaginar que no dialogará ni con gremios ni con sindicatos, sino que continuará aplicando las mismas recetas obsoletas de los gobiernos de izquierda, contando con muy poca ayuda puesto que sus aliados naturales España, China, Rusia, México, Nicaragua, Argentina y Cuba tienen sus propios grandes problemas”.
Pero esta no es la solución. En esto coincide Jorge Roig, para quien las empresas deben convocar a un diálogo social mucho mayor con el Gobierno y los trabajadores.
Maryolga Girán es tajante al señalar que si de verdad el Estado quiere avanzar hacia la modernidad deberá prestarse a celebrar un gran Acuerdo Nacional para reformar leyes obsoletas como la Ley del Trabajo, abandonando esas tesis decimonónicas del concepto marxista del trabajo, y cumplir con su verdadera función que es la de mantener un justo equilibrio entre la fuerza trabajadora y los empleadores, sin intervenir en las relaciones que, dentro del contexto legal, establezcan ambos actores.
Un cambio necesario
¿Cómo sobrevivir?, se pregunta Juan Pablo Olalquiaga. Estima que lo primero es tener actividad económica. “Es vital que las empresas trabajen, en condiciones de seguridad y con las debidas precauciones y despistajes de sus trabajadores, pero que puedan trabajar. Lo segundo, es que sostengan a sus trabajadores, solo así se preservarán los años de experticia acumulados y los compromisos, explícitos e implícitos, con aquellos que han contribuido en darle vida a cada empresa. Lo tercero, es relajar las rigurosidades. Aquí se debe ser creativo en formas de producir, de despachar, de cobrar y de captar de clientes. Estas son las cosas que las empresas estarán haciendo en todo el planeta, por tanto, no son exclusivas para nosotros. La diferencia es que los gobiernos de los otros son sus aliados y el nuestro sólo entiende de destruir para controlar. Hay que pensar como los polacos en su historia, tener una espada en una mano para defendernos y un ladrillo en la otra para construir”.
A su juicio, hay que pensar que el país se hizo pequeño y será pequeño por mucho tiempo, y que por más que la industria petrolera se reconstruya no será suficiente para la generación de la balanza comercial que el país requiere. En consecuencia, “hay que pensar en exportar, justamente ahora cuando el mundo se hará más complejo para esto. Exportar es difícil, no solo por la logística misma de exportación, sino por la búsqueda de productos, que, hechos aquí, sean del interés de otros allá. Este es el gran reto de los emprendedores y los empresarios venezolanos ahora y en los años venideros”.
En estos momentos estamos en manos del músculo al que puedan recurrir las empresas privadas del país y que en el espacio nacional haya la fluidez económica para que prosperen, indica Herrera. “Todos estamos en fase de adaptación, nuestros métodos de trabajo, de alimentación, de comunicación, y de compra”.
Luis Vicente León señala que las empresas tienen que tratar de buscar mecanismos creativos para poder subsistir, “porque de la pandemia vamos a salir distintos y tenemos que aprender muchas cosas como, por ejemplo, el uso de la tecnología como sustituto del cara a cara, no solamente ahorita, en los próximos meses vamos a seguir con temas complejos hasta que no aparezca la vacuna”. Esto obliga a aprender de los temas tecnológicos, de cómo manejar los despachos por Internet, cómo los negocios virtuales comienzan a ganar terreno, cómo cuidar los flujos de caja en momentos de debilidad.
Para Jorge Roig laboralmente el mundo va a demandar puestos de conocimiento y “creo que es una buena oportunidad para que Venezuela repiense su modelo, no solamente de educación sino de empleo, un empleo que va a estar signado por la tecnología y también por la igualdad de género”.
Otro modelo
Argumenta Omar Zambrano que el problema de fondo es que el Gobierno se quedó sin los pocos ingresos que tenía, todas las cadenas de abastecimiento están rotas, las cadenas de importaciones probablemente se rompan también por el impacto del Covid-19 haciendo más complejo el ingreso de importaciones.
Explica que Venezuela no tiene ningún tipo de fuente de financiamiento legítima, el precio del petróleo se derrumbó, se dejó de percibir lo poco que se percibía de factura petrolera. “Imagino que incluso la economía ilegal, el tráfico de drogas y oro, también es un mercado que está supercomplicado en este momento. No debe haber mucho movimiento en ninguno de los dos frentes”.
José Guerra, economista y diputado a la Asamblea Nacional, puntualiza que para transitar esta crisis la única forma es “con un paquete de apoyo internacional, de ayuda financiera de los organismos multilaterales”.
En resumen, estamos encarando la necesidad histórica de un nuevo modelo económico productivo, ya la renta petrolera en Venezuela es cero, porque el costo de producción de un barril de petróleo excede al precio de venta de ese barril y con ello el ingreso fiscal de Venezuela es cero. Esto quiere decir para Guerra que es el momento de impulsar un nuevo modelo económico que no necesariamente tiene que prescindir del petróleo sino usarlo como una fuente productiva para el desarrollo económico. Venezuela tiene en el subsuelo una cantidad de recursos que no puede abandonar, sería criminal dejar la producción petrolera pero claramente tiene que hacerse un reenfoque que tome en cuenta al petróleo, pero también otras actividades económicas.
Definitivamente el petróleo no es una de las materias predominantes en el futuro y en Venezuela no podemos descartarlo, pero hay que pensar en nuevas alternativas que nos permitan depender cada día menos de ser monoproductores y mucho menos de un producto que está de salida en el planeta, señala Jorge Roig al analizar este aspecto.
Lo cierto es que la nación se debe construir nuevamente, con nuevas reglas, nuevas relaciones y nuevos consensos, expone Olalquiaga. Esto implica un Estado pequeño y netamente regulador, cuyo propósito es ser árbitro de disputas y creador de propósitos a ser puestos en práctica por otros, los ciudadanos. Un Estado que no es productor de nada, que estimula la competencia y facilita la entrada al juego de nuevos actores.
Además, opina Girán, el trabajador post pandemia deberá entender y asumir que es imposible que sigan existiendo leyes que no guardan equilibrio entre quien contrata una labor y quien la presta. “Ninguno puede existir sin el otro”.
“Es una oportunidad de oro para no perder el esfuerzo de diversificación económica que hayamos hecho y, sobre todo, consolidarlo en el futuro”, puntualiza León.