Otro ex congresista en la lista roja
El nombre del ex congresista republicano de Estados Unidos, Pete Sessions, lleva algún tiempo sonando por sus vinculaciones poco transparentes con Venezuela. Regresa al tapete por su supuesta participación con David Rivera en un millonario contrato de cabildeo y asesoría a Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) bajo el mando de Nicolás Maduro, el cual aparentemente fue incumplido, lo que terminó generando una demanda que expuso públicamente el caso. Sessions, quien actualmente está buscando volver al Congreso como candidato desde su estado natal Texas, habría estado involucrado en este contrato para mejorar la imagen de la PDVSA rojita. No está claro si Sessions, cuyo padre fue director del FBI, recibió dinero de la estatal petrolera, pero sí es señalado de ayudar a Rivera en la construcción de puentes entre el régimen venezolano y la administración de Donald Trump. En todo caso no hay que olvidar que su nombre sonó como uno de los articuladores en los contactos de Rudolph Giuliani, abogado de Trump, con Nicolás Maduro gracias a la mediación de Raúl Gorrín, dueño de Globovisión, vinculado con el chavismo y sancionado por Estados Unidos. De hecho, Sessions habría viajado a Caracas en 2018 como parte de estas gestiones, de las que muy poco se sabe por ahora.
Negocio petrolero
La escasez de gasolina es un problema para la población venezolana y un peso en el ala para la economía nacional, sin embargo, se perfila como el nuevo gran negocio para el régimen venezolano y sus aliados. Aunque Estados Unidos ha arreciado el cerco a las navieras que toman parte en la comercialización de hidrocarburos de Venezuela, los grupos de poder del chavismo siguen moviendo piezas para abrirse espacios. Tareck El Aissami, a quien no en vano nombraron ministro de Petróleo, viene haciendo gestiones personales para que esto ocurra, en especial luego del ensayo de los cinco cargueros iraníes que llegaron al país con cerca de 1,5 millones de barriles de gasolina, aunque se estima que no toda es apta para surtir el mercado venezolano. Ahora se está cuadrando que Irán se convierta en el gran comercializador del poco crudo que produce el país, que ronda los 700.000 barriles diarios, para compensar la ausencia de Rosneft. En las conexiones y triangulaciones también tiene un rol clave Alex Saab, quien junto con el régimen sacó buen provecho de los manejos irregulares de los CLAP y que ahora navega en el negocio petrolero con sus aliados habituales.
Cercando al socio
Alex Saab se proyecta como un empresario colombiano, aunque el mundo lo conoce como el testaferro de Nicolás Maduro y el artífice de una muy lucrativa red de corrupción en negocios con el Estado venezolano. Así lo determinan abundantes investigaciones internacionales, como las que dieron lugar a las sanciones que le aplicó la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) de Estados Unidos, o las adoptadas por diversas autoridades de Colombia. La Fiscalía colombiana recién impuso medidas contra los bienes de Saab en ese país, que rondan los 10 millones de dólares. Esto ocurrió aun con el arduo trabajo de su abogado, Abelardo De La Espriella, quien proyectaba la imagen de tener todo bajo control para impedir acciones de este tipo en contra de su polémico cliente. Lo cierto es que mientras en el mundo a Saab se le cierran espacios, el régimen venezolano le sigue abriendo oportunidades de negocio por interés mutuo.