En la aldea
03 diciembre 2024

De izquierda a derecha: Gustavo Machado, Royal Criollos de Sarría 1918, Luis Aparicio «El Grande», Equipo de Magallanes 1930, Alejandro «Patón» Carrasquel.

El Béisbol en Venezuela: La etapa semiprofesional

Detrás del pionero Caracas BBC, fueron muchos los equipos que surgieron en la capital, y la influencia del béisbol también destacó desde la provincia. Entonces algunos equipos comenzaron a surgir en ciudades como Maracay, La Victoria, Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto, Maracaibo, la Isla de Margarita, entre otros. Los triunfos, fuera y dentro del país, tuvieron varias pausas entre los años 1902 y 1935, pero el béisbol siempre volvió a ocupar un lugar de importancia entre jugadores y fanáticos criollos.

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El juego de béisbol realizado en los terrenos de La Hoyada de la ciudad de Caracas el 23 de mayo de 1895, marcó el debut triunfal del juego de pelota en suelo venezolano. El éxito de esa primera experiencia llevó a la pronta construcción del estadio Stand del Este en el pueblito de Petare y animó a otros caraqueños a practicar el nuevo deporte. Este proceso ocurrió con velocidad modesta en un país que atravesaba profundos problemas económicos y en el que los conflictos armados por asaltar el poder no daban tregua, lo que hizo que los primeros signos de vida que el juego había dado en Valencia, Coro y Maracaibo se desvanecieran.

Con el tiempo, en la capital fueron surgiendo otros clubs que comenzaron a enfrentar al pionero Caracas BBC, como el Esmeralda de San José, el Miranda, Los Samanes y el Vargas de La Guaira. Por lo general, estas iniciativas eran asociadas con el sector en el que nacían y se ensamblaban entre las clases altas de la época; adquirir bates, guantes, pelotas y algún tipo de uniformidad, no estaba al alcance de todos.

En 1902, con Cipriano Castro en el poder y el país atravesando un nuevo conflicto armado -en esta ocasión la Revolución Libertadora liderada por una coalición de caudillos-, el buque de la Armada norteamericana, Marietta, ancló en el Puerto de La Guaira. Entre la tripulación del barco se encontraba un equipo de marineros deseosos de jugar béisbol, oportunidad que aprovechó el Caracas para organizar dos encuentros con los militares. Al equipo criollo se había recién incorporado Emérito Argudín, un cubano que venía de jugar en la liga profesional de la Isla y que a su llegada a Venezuela comenzó a crear un impacto importante en el desarrollo de nuestra pelota.

Royal Criollos, 1931.

Ambos juegos se realizaron en La Guaira, en el campo del Bolívar BBC. Los norteamericanos ganaron el primer encuentro en medio de un controvertido episodio en el que, estando los locales arriba en el marcador, el mejor bateador de los gringos tomó el turno al bate fuera de lugar. El infractor conectó jonrón con dos en las almohadillas y la visita tomó la delantera. Cuando el Caracasse dio cuenta de lo ocurrido, elevó el reclamo que luego de varios minutos de discusión fue dejado a un lado aceptando la victoria de los militares. En el segundo encuentro no hubo fallas y, apoyado en la ofensiva de Argudín, que parecía poder hacerlo todo, el Caracas se llevó la victoria de manera contundente.

El episodio con la tripulación del Marietta es considerado el primer encuentro deportivo internacional del país. Su repercusión ayudó a que el béisbol ganara notoriedad, y significó un nuevo impulso para su diseminación por el territorio nacional. Aunque el Caracas BBC se disolvió poco tiempo después, su legado quedó inscrito en la historia.

A partir de ese momento se desencadenó una serie de hechos relevantes. Emérito Argudín tradujo y publicó las reglas del béisbol, que así pasaron a estar al alcance de todos. De igual manera, el cubano, convertido en el primer ídolo del juego en Venezuela, enseñó a los entusiastas del juego las primeras técnicas formales de entrenamiento, lo que sumó disciplina y elevó el nivel del juego que para el momento se practicaba en El Paraíso, Catia, Quebrada Honda, Sabana del Blanco y San Martín. Mientras tanto, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez aplastaron a todos los caudillos a lo largo y ancho del territorio nacional, sentenciando el fin de casi 80 años de continuas guerras civiles. Entonces algunos equipos comenzaron a surgir en otras ciudades, primero en Maracay, La Victoria, Valencia y Puerto Cabello; luego en Barquisimeto, Maracaibo y la Isla de Margarita. Pronto apareció también, en 1907, el primer periódico especializado en béisbol, The Base Ball Herald, redactado por uno de los pioneros de aquel primer juego en La Hoyada, Gustavo Franklin, junto a Rafael Estévez Buroz y Vicente Ortega. Un año después, en 1908, Juan Vicente Gómez tomaba el poder en Venezuela, marcando el inicio de 27 años de férrea tiranía en la que una fuerza armada moderna y profesional garantizaba la paz.

Para 1913 se habían formado en Caracas algunos equipos de clase media, como ElIndependencia, con jugadores de San Bernardino entre los cuales figuraban Manuel y Jesús Corao, Tito Salas, Manuel A. Pellicer y Simón Meneses; también otras escuadras de clase popular, como el Girardot, el Paz Unión y, de La Guaira, el Santa Marta. El surgimiento de estas novenas dio inicio a una época de rivalidad deportiva marcada por los estratos sociales de la capital, disputa que a la larga perderían las clases pudientes cuyos equipos, uno a uno, fueron desapareciendo.

“Alejandro ‘Patón’ Carrasquel, primer grande liga venezolano, quien para el momento contaba con tan solo seis años de edad y pies todavía pequeños, y a quien, por qué no, podemos imaginar corriendo por las calles de La Candelaria con un palo en la mano mientras soñaba con ser beisbolista”

En 1918, Los Samanes, último equipo sobreviviente de la clase alta caraqueña, formado en su mayoría por muchachos de las familias adineradas de El Paraíso en el que alternaban, por ejemplo, los Boulton y los Zuloaga, y cuya tercera base era defendida por el joven Gustavo Machado -quien luego se convertiría en cofundador del Partido Comunista de Venezuela, además de ser candidato presidencial en 1947-;fue disuelto luego de que sus jugadores, avergonzados por perder dos encuentros de manera estrepitosa contra El Independencia, decidieron retirarse y no cumplir con otros tres juegos que tenían pautados con el equipo de San Bernardino. Este hecho fue tomado como una conquista por las clases media y popular de la capital, estratos en los que la expansión del béisbol tomó un ritmo acelerado. De esta manera se sentaban las bases para la formación de los grandes futuros peloteros del país como Alejandro “Patón” Carrasquel, primer grande liga venezolano, quien para el momento contaba con tan solo seis años de edad y pies todavía pequeños, y a quien, por qué no, podemos imaginar corriendo por las calles de La Candelaria con un palo en la mano mientras soñaba con ser beisbolista.

La importancia que la pelota había tomado en el país y el desarrollo de diferentes torneos, como por ejemplo los organizados por los Phelps en Maracaibo, propició -pocos meses después de la desaparición de Los Samanes- la gira por Venezuela del Borinquen Stars, un equipo puertorriqueño que arrasó en cada encuentro que disputó en Caracas, Valencia, Puerto Cabello y Maracaibo, cayendo derrotado solo una vez ante el Santa Marta de La Guaira. La técnica y sofisticación de juego del Borinquen, labrada de la mano de los norteamericanos, estaba muy por encima del nivel de los criollos. Sin embargo, el balance de la gira resultó positivo para nuestro béisbol, ya que la experiencia les enseñó a los equipos locales que existía un estado superior del juego y los llevó a perseguirlo.

Sin embargo, pronto el béisbol se vería obligado a tomar una pausa. El 16 de octubre de 1918 un soldado en La Guaira presentó los primeros síntomas de la Gripe Española, que horas después ya padecerían más de 500 personas. La Primera Guerra Mundial finalizaba en Europa y en el país comenzaba la lucha contra la peste que acabó con la vida de más de 25.000 connacionales -entre ellos el hijo predilecto del Benemérito, Alí Augusto Gómez- en un país que para el momento contaba con una población aproximada de apenas dos millones y medio de habitantes.

Cuando la peste quedó atrás, la práctica del béisbol regresó a la cotidianidad del venezolano y, gracias a las entradas que los aficionados pagaban por disfrutar de los encuentros, comenzó a hacerse un negocio rentable. Entonces ocurrieron otra serie de acontecimientos que resultaron fundamentales para el juego de pelota. En 1925 se fundó en el barrio Sarría el equipo Royal Criollos, conformado solo por peloteros venezolanos y considerado el ancestro de los Leones del Caracas. Este equipo creció con rapidez y se convirtió en el más poderoso de la época, superando a novenas como Santa Marta, Cincinnati, San Martín y Maracay. Dos años más tarde, en 1927, se fundó el primer cuerpo deportivo organizado del país: La Federación Venezolana de Béisbol, comenzando con ella los torneos de primera división. Ese mismo año reapareció el club Magallanes, que si bien había sido fundado diez años antes (1917) en Catia, fue disuelto a los pocos meses luego de sufrir una serie de derrotas y del estallido de la Gripe Española. El Magallanes regresó como un equipo amateur, aunque decidido a escalar al nivel superior. Sin embargo, las derrotas no abandonaron al conjunto en sus nuevos primeros pasos, racha que hace recordar aquel corrido que años después Juan Parao le dedicara al equipo, en el que repite una y otra vez la frase: “Pobrecito el Magallanes, que lo tienen empavao…”.

En 1928, el Magallanes retó a un encuentro al Royal Criollos, que rechazó la propuesta de manera despectiva argumentando el bajo nivel de los de Catia. Este hecho llevó al Magallanes a buscar refuerzos por todo el país, proceso en el que consigue armarse con figuras como el pitcher Balbino Inojosa, el cátcher Manuel “El Pollo” Malpica, el dominicano Ernesto Sánchez, el puertorriqueño Juan Camarón Sosa y el mánager cubano Lázaro Quezada. Así comenzaron a cosechar éxitos que les permitieron competir con los grandes, llegando a derrotar en varias ocasiones al mismo Royal Criollos. Esto inició una nueva rivalidad en Caracas, esta vez entre el Royal y el Magallanes, marcada ahora no por clases sociales sino por un sentimiento genuino de identificación deportiva. El impacto de la rivalidad fue tal, que la barriada en la que el Magallanes realizaba sus prácticas fue bautizada como Los Magallanes de Catia.

El Magallanes desapareció de nuevo en 1933 diezmado por asuntos económicos, y parcialmente desmantelado por la continua deserción de jugadores que, parafraseando al personaje de Vito Corleone en la novela “El Padrino”, habían recibido “ofertas” que no podían rechazar. El depredador era el equipo Las Águilas del Concordia, fundado en 1931 por el hijo del Benemérito, el coronel Gonzalo Gómez, quien en poco tiempo armó una novena de jugadores estrellas con base en La Victoria, estado Aragua. Tan rápida resultó la consolidación del equipo, que ese mismo año se convirtió en el único club criollo que pudo derrotar al York, un equipo norteamericano que vino de gira por Venezuela.

béisbol
Joshua Gibson, considerado uno de los bateadores de mayor fuerza en la historia.

Por el Concordia pasaron luminarias entre las cuales se cuentan tres miembros del Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown: Johnny Mize, y las estrellas de Las Ligas Negras, Martín Dihigo y Joshua Gibson -este último considerado uno de los bateadores de mayor fuerza en la historia-, además del padre del hasta ahora único criollo enCooperstown, Luis Aparicio“El Grande”. La combinación de amor por la pelota y los privilegios del apellido Gómez, permitieron al coronel, como vamos a ver a continuación, iniciar un período que brindó importantes aportes tanto al béisbol en Venezuela como en el Caribe.

En 1932, en su primera incursión en la primera división del béisbol local, el Concordia gana el campeonato al vencer en el juego final al Caribes. En el camino habían quedado relegados el Royal, Magallanes, Santa Marta y Cincinnati. De inmediato el equipo partió hacia Puerto Rico atendiendo una invitación del empresario boricua Tony Luciano. La novena de La Victoria se convirtió así en el primer club venezolano en salir a jugar fuera del país. En la Isla disputó un torneo contra el White Star Line, el Ponce, el Guayama, y el equipo norteamericano El Camden. El equipo venezolano conquistó la serie con saldo de diez victorias y cuatro derrotas, y regresó al país vestido de gloria.

La actividad del Concordia era intensa. Durante 1933, además de participar en el torneo de primera división en Venezuela, realizó una serie de giras por ciudades como Barquisimeto y Maracaibo para enfrentar a equipos locales.

En enero de 1934, el equipo victoriano salió de nuevo a jugar fuera del país. Abordo del vapor “Sebastián Elcano”, los jugadores del Concordia zarparon rumbo a República Dominicana, iniciando así una gira por el Caribe. En Santo Domingo disputaron un primer torneo ante los Tigres del Licey y los Leones del Escogido. El Concordia ganó el campeonato de manera contundente con ocho victorias (una de ellas ante una selección del Escogido y el Licey) y una sola derrota, alzándose con la Copa Presidente Rafael Leónidas Trujillo.

Ante semejante sorpresa, el presidente dominicano propuso a los venezolanos celebrar un segundo torneo, en esta oportunidad disputando una copa de plata en honor a su hijo de catorce años, el coronel Rafael Leónidas Trujillo Martínez, y la bicoca de 200 dólares para cada jugador. El Concordia aceptó la oferta y extendió su aventura en la isla. El resultado fue una segunda decepción para el dictador: Los de La Victoria se llevaron el segundo torneo con un saldo de seis triunfos y tres reveses. Así, el equipo del hijo de Juan Vicente Gómez se alzó con la copa que llevaba el nombre del hijo del Rafael Leónidas Trujillo. Podría uno pensar que, en sentido figurado, todo quedaba en “familia”.

“Las Águilas del Concordia, fundado en 1931 por el hijo del Benemérito, el coronel Gonzalo Gómez, quien en poco tiempo armó una novena de jugadores estrellas con base en La Victoria, estado Aragua”

El Concordia finalizó aquella gira en La Habana, cosechando triunfos que resonaron en todos los rincones del país. Una vez más, el equipo fue recibido con honores en el Puerto de La Guaira.

Nueve meses después, en noviembre de 1934, el equipo aragüeño volvió a dejar suelo venezolano. En esta oportunidad se dirigió a Puerto Rico para participar en un torneo junto a los equipos puertorriqueños Ponce, San Juan, Guayama y Lucky Strike, y los equipos Licey de República Dominicana y el Norfolk de los Estados Unidos de América. La serie terminó en enero de 1935 con los venezolanos al frente, con un impresionante saldo de 21 victorias, 6 derrotas y un empate.

La trayectoria de las Águilas del Concordia permitió recibir en nuestra pelota a estrellas de primera línea del Caribe y Norteamérica, lo que sin duda aceleró el desarrollo de jugadores criollos de alto nivel. La intensa actividad del equipo dentro del territorio nacional resultó también un factor estimulante que contribuyó a elevar el interés por el béisbol. Sus incursiones en República Dominicana, Puerto Rico y Cuba, fueron los hechos que ayudaron a sentar las bases para la eventual creación del torneo anual “Serie del Caribe”.

Se puede decir entonces que el Concordia puso a vibrar el béisbol en Venezuela durante su corto período de existencia, así como también movió las aguas en la región caribeña. La historia de este equipo terminó de manera abrupta, cuando en diciembre de 1935 falleció Juan Vicente Gómez. Luego del sepelio del Benemérito, el Coronel Gonzalo Gómez comunica a los jugadores del Concordia que el equipo llegaba a su fin, asegurándoles que el salario por lo que quedaba pendiente de la temporada sería cancelado. Gonzalo, al igual que todos los herederos del dictador, salió de Venezuela para salvaguardar su vida.

Estar 27 años bajo el régimen implacable de un tirano no es poca cosa. El béisbol, como el país en todos sus ámbitos, se vio obligado a ajustar su marcha; y lo hizo de manera exitosa. De ello hablaremos en la próxima entrega.

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