En la aldea
10 diciembre 2024

El Béisbol llega a Venezuela

El primer juego formal realizado en el territorio fue promovido por los integrantes del primer club de béisbol fundado en Venezuela: El Caracas B.B.C. A las 3:30 de la tarde del 23 de mayo de 1895, la primera bola del encuentro abandonó la mano del pícher rumbo al plato ante la mirada de más de dos mil espectadores según la reseña del diario caraqueño El Tiempo al día siguiente (la población de Caracas era entonces de 97.000 habitantes). Otro diario de Caracas, El Pregonero, también reportó el encuentro publicando que “… este juego de Base Ball provee salud y fuerza al cuerpo, así como felicidad al espíritu”.

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No se puede acusar de exagerado a quien afirme que en Venezuela nadie escapa a las redes del béisbol. El hecho de jamás haber experimentado en carne propia la adrenalina que produce perseguir una pelota y sentir el impacto cuando entra al guante, no garantiza inmunidad. En estas latitudes todos, de una u otra manera, vivimos este juego, incluso sin estar conscientes de ello. ¿Te consideras la excepción?, ¿jamás has dicho algo como: “Estoy en tres y dos”, “qué bombita”, “esto pica y se extiende”, “no agarraste la seña”, “prevenido al bate”, “no tiene nada en la bola”, “ese es un bate quebrao”?

En entregas anteriores hemos hablado de cómo nació el Béisbol y de cómo se extendió por Centroamérica, el Caribe y Asia. Ahora, ¿cómo empezó esto en nuestro país? El relato de cómo llegó el béisbol a Venezuela y se convirtió en el deporte más popular enraizado en nuestra cultura, estaría incompleto sin hablar del entorno en el que esto se produjo; y para entender ese contexto, nada mejor que empezar por un breve paseo de cómo se llegó a él.

Existen registros de la práctica de juegos en nuestras tierras desde épocas precolombinas. Los indígenas utilizaban pelotas de látex del árbol de caucho, de vejigas de pereza o de cuero, para competir entre ellos haciéndolas rebotar con los brazos, las piernas, la cadera o la cabeza, para mantenerlas en el aire y evitar que tocaran el suelo. Existían también otros juegos inspirados por el arte de la caza y de la guerra, como aquel en el que unos aros hechos de caña se lanzaban al aire para ver quién lograba pasarle una flecha por el medio.

Con la llegada de los españoles al Caribe a finales del siglo XV, comenzó un proceso de transculturización del que no escaparon aspectos como el ejercicio y la recreación. Guerreros y religiosos hispanos introdujeron al Continente el ajedrez; el juego de bolas (que luego evolucionó a nuestras Bolas Criollas); la lidia de toros; las peleas de gallos; las cartas; el papagayo; y el juego de cañas, este último similar al desafío medieval a caballo en el que dos contendientes cabalgaban el uno hacia el otro, lanza en mano -o caña, en nuestro caso-, con el objetivo de tocar o derribar al rival.

Con el tiempo, la lidia de toros dejó de ser a caballo y apareció el torero a pie, como lo conocemos hoy en día, así como otros entretenimientos como el de los toros coleados, inspirado en el trabajo de las ganaderías; donde el llanero perseguía y tumbaba por la cola a los terneros y novillos para herrarlos. Ya entrado el siglo XVIII, los españoles de la Compañía Guipuzcoana introdujeron al país la Pelota Vasca, deporte que en algún momento logró cierta notoriedad entre las élites de Caracas.

“Una de las bellezas del béisbol es el complejo entramado de estrategias que definen el desarrollo del juego”

Con el estallido de la gesta independentista a principios del siglo XIX, el desarrollo del deporte sufrió un período de letargo. Entre los pocos registros que existen sobre el tema, las cartas españolas aparecen como una fuente de entretenimiento de soldados y oficiales durante la campaña libertadora. El mismo Simón Bolívar, en su diario personal, reconoció su afición por un juego de naipes llamado Ropilla, afirmando que le causaba mayor tensión que la que sentía en los mismos campos de batalla… Vaya cuadro el que salta a la mente al imaginar al Libertador levantándose molesto de la mesa por perder una partida de Ropilla con su edecán, el coronel Bernardo Herrera Toro, y el general Carlos Soublette.

Alexander Cartwright II fue acreditado por el Congreso de los Estados Unidos el 3 de junio de 1953 como el inventor del juego moderno del béisbol.

La victoria militar de los patriotas se selló en 1821, dando inicio a más de 80 años de revueltas y luchas armadas por el poder. En 1843, trece años después de la muerte del Libertador y dos de haber culminado José Antonio Páez su segunda presidencia, se firmó en Madrid el tratado mediante el cual Españareconocía a Venezuela como estado independiente. Ese mismo año, a 5 mil 774 kilómetros de distancia, Alexander Cartwright y sus Knickerbocker redactaron en Nueva York las veinte reglas de su versión del Town Ball, hecho que marcó el nacimiento del béisbol moderno.

Lo propio sucedió con el fútbol tres años después cuando, en 1848, representantes de diferentes colegios ingleses se reunieron en la Universidad de Cambridge para escribir las diez reglas conocidas como el “Código de Cambridge”.

Tanto el béisbol como el fútbol empezaron a crecer y a traspasar fronteras. El concepto de disciplinas en equipos que sirvieran de entretenimiento, a la vez que de ayuda para mantener una buena condición física y fomentar el trabajo en grupo, fue bien recibida por empresas y comunidades a lo largo y ancho del planeta. Este proceso coincidió con la exposición de Venezuela y distintos países del Continente a la influencia de otras culturas más allá de la española, como resultado del movimiento emancipador. Así, todo era cuestión de tiempo.

Las empresas mineras inglesas en la zona de El Callao introdujeron el fútbol al país en la década de 1870. Esto sucedió durante la presidencia de Antonio Guzmán Blanco, unos diez años después de que Páez hubiese entregado su tercer mandato. Los ingleses promovieron el balompié entre sus empleados como una forma de distracción en los ratos libres. La práctica del juego se fue haciendo cosa común en las minas y en algún momento se empezaron a conformar equipos que competían entre sí. El primer partido de fútbol del que se tenga algún registro ocurrió el 16 de julio de 1876, en El Caratal, cerca de la mina Perú del estado Bolívar.

Sí, el fútbol llegó a Venezuela al menos dieciocho años antes que el Béisbol. Sin embargo, y quizás por lo aislado que para la época quedaban aquellas minas, la propagación del balompié por el territorio no ocurrió de inmediato. El béisbol, por su parte, se tomó su tiempo. Tenía ya algunos años extendiéndose por el Caribe cuando hace su entrada al país en la década de 1890.Y puede que lo haya hecho con un guitarrón en la mano y repitiendo una frase que había escuchado en su paso por México, aquella que afirma que ‘no hay que llegar primero, lo importante es saber llegar’.

Como ocurrió en otros países, el béisbol llegó a Venezuela de la mano de jóvenes que lo habían conocido y aprendido en universidades norteamericanas. Algunos inmigrantes cubanos, que a raíz de la guerra de los diez años y otros conflictos en la Isla se habían esparcido por el Caribe llevando consigo las ganas de jugar pelota, se unieron al movimiento y pasaron a formar parte importante de la historia. El juego alcanzó a Venezuela a la vez que llegaba a Puerto Rico y Colombia, donde también pisó tierra en las costas. En el caso de Colombia lo hizo en Cartagena, a un mil 78 kilómetros de Bogotá. La distancia con la capital, unido al estallido de la guerra de los mil días, postergó la diseminación del béisbol en el país vecino por 40 años, mientras que en Venezuela y Puerto Rico corrió con mejor suerte.

¿Jamás has dicho algo como: “Estoy en tres y dos”, “qué bombita”, “esto pica y se extiende”, “no agarraste la seña”, “prevenido al bate”, “no tiene nada en la bola”?

A diferencia del fútbol, el béisbol pisó por primera vez suelo venezolano en Caracas, y entre las clases sociales privilegiadas. Cuando el fútbol llegó a la capital, alrededor del año 1900, lo hace entre grupos de inmigrantes españoles, italianos y portugueses; para ese momento ya el béisbol llevaba algún tiempo caminando entre criollos.

El juego de pelota llega al país en una década difícil, como lo fueron todas en el siglo XIX. No hay registros que nos digan el momento exacto en el que algunos de los muchachos que regresaban de sus estudios en el norte sacaron un guante y una pelota del equipaje y salieron a la calle a jugar. Se estima que aquello sucedió un poco antes o un poco después de la Revolución Legalista de Joaquín Crespo, de 1892.

Tres años después de esa fecha aparece el primer registro escrito que se conozca de alguna actividad peloteril en el país: La promoción del que es considerado el primer juego formal realizado en el territorio. El evento fue promovido por los integrantes del primer club de béisbol fundado en Venezuela: El Caracas B.B.C. Este club fue establecido por los hermanos Amenodoro -Emilio, Gustavo y Augusto Franklin-, quienes junto a otros jóvenes que también habían estudiado en los Estados UnidosAdolfo Inchausti, Jaime y Roberto Todd, Mariano Becerra y Alfredo Mosquera– y tres cubanos radicados en Caracas –Emilio Gramer, y Manuel y Joaquín González-, venían practicando béisbol en un terreno baldío en Quebrada Honda, frente a la Estación Caracas del Ferrocarril Central del barrio Santa Rosa, quizás en el mismo lote que hoy ocupa la bella edificación de la Mezquita Sheikh Ibrahim Al Ibrahim. Poco a poco, este grupo de entusiastas fueron sumando adeptos hasta formalizar la creación del club, que al momento del primer juego incluía, además, al norteamericano Fred Rudlof.

A petición de los organizadores del encuentro, el 22 de mayo de 1895 el diario caraqueño El Tiempo publicó en su página tres una nota invitando a los habitantes de la ciudad a presenciar “un nuevo tipo de juego de ajedrez, el Base Bale”. La impresión de la palabra “Bale” en lugar de Ball se debió a un error de tipeo en la comunicación que los promotores del juego hicieron llegar al diario. La alusión al ajedrez como un intento de describir el juego fue decisión del diario. Dicha referencia indica al menos dos cosas: El escaso conocimiento que para el momento existía sobre el béisbol, y la orientación de la promoción dirigida a las clases altas de la época. Sin embargo, la analogía no resultaba tan descabellada: Una de las bellezas del béisbol es el complejo entramado de estrategias que definen el desarrollo del juego.

En todo caso, la promoción resultó un éxito. A las 3:30 de la tarde del 23 de mayo de 1895, la primera bola del encuentro abandonó la mano del pícher rumbo al plato ante la mirada de más de dos mil espectadores según la reseña de El Tiempo al día siguiente (la población de Caracas era entonces de 97.000 habitantes). El impacto fue inmediato. Basta imaginar a los caraqueños vestidos de traje y sombrero, sombrilla en mano, llegando al terreno en Quebrada Honda a pie, en tranvía o en carrozas empujadas por caballos -el primer automóvil no llegaría a Venezuela hasta 1904-, para encontrar a estos hombres uniformados y nada dispuestos a quedarse sentados como jugadores de ajedrez. La emoción de un adulto al ver por vez primera una pelota lanzada hacia un rival que con un palo la golpea y arranca a correr, mientras que otros tratan de eliminarlo alcanzándolo con la misma pelota que él castigó, debió haber sido sobrecogedora en un contexto en el que las únicas distracciones ocurrían sentados ante una mesa, o en actividades individuales, algunas de ellas con toros, gallos o caballos de por medio.

El encuentro se llevó a cabo entre dos novenas conformadas por jugadores del Caracas B.B.C. Para efectos del espectáculo, los equipos fueron presentados como los Rojos y los Azules. La pizarra final fue de 28 a 19 a favor de los segundos.

En su reseña, El Tiempo catalogó el evento como un carnaval de domingo, a la vez que afirmó que “la delicia de la gente era tanta que en toda la tarde no se escuchó una sola queja sobre la pobreza en la República. “Para la fecha, la gestión de Joaquín Crespo había resultado errática en el plano económico, y los continuos conflictos armados mantenían la situación aún más crítica. Otro diario de Caracas, El Pregonero, también reportó el encuentro publicando que “… este juego de Base Ball provee salud y fuerza al cuerpo, así como felicidad al espíritu”.

Entre los espectadores acaudalados de aquel día se encontraba José Antonio Mosquera, padre de uno de los jugadores y dueño de laCervecería Venezuela. El empresario, deslumbrado por el espectáculo y por lo bien recibido que este resultó entre los asistentes, inició la construcción del primer estadio de béisbol del país. El lugar seleccionado fue un terreno cercano a la calle Las Tunitas, en el pueblo de Petare, el otro extremo de lo que para el momento era el tramo culminado del Ferrocarril Central.

El estadio, bautizado como el Stand del Este, se inauguró en septiembre de 1895, a menos de cuatro meses de aquel primer juego histórico. Ahora los caraqueños tomarían “El Pantera”, como llamaban al tren que cubría la ruta Quebrada Honda-Petare, no solo para ir a pasear por los mangares de Los Dos Caminos y Sebucán y visitar el salto de Los Chorros, sino también para ver jugar béisbol.

El juego fue ganando adeptos en Caracas y pronto comenzó a extenderse por otras ciudades del país. En pocos años, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez terminarían con la era de guerrillas y montoneras que había sacudido a Venezuela durante casi 80 años, favoreciendo aún más la propagación del béisbol por el territorio. La pelota había despegado con buen viento y su desarrollo continuó salvando escollos hasta imprimir su marca en el ADN de los venezolanos. Por esa historia pasearemos en la próxima entrega.

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