En la aldea
09 mayo 2024

Susana Duijm, Miss World 1955

🎥La “reina pepiada” de Venezuela, a cuatro años de su muerte

Radio Caracas interrumpió su programación vespertina para dar el extra. Miss Venezuela, la única candidata que tenía el pelo largo y lo llevaba suelto, se había convertido en Miss Mundo y con ello había ganado una copa de plata, 500 libras esterlinas y un TR-3, modelo deportivo color rojo con el techo crema. Susana Duijm se emocionaba cuando hablaba del cariño que la gente le prodigaba por donde iba. “Todo el mundo me saluda en la calle con mucho cariño”.

Lee y comparte
Milagros Socorro | 18 junio 2020

En 2005, cuando Susana Duijm tenía 69 años, le hice una entrevista para la Revista Bigott, y luego la invité a cenar. Fuimos a un restorán en Las Mercedes, Caracas, cuyo local era alargado y, para llegar al área de las mesas, había que caminar un buen trecho. La señora Duijm, que no podía ser más sencilla en su conducta y modales (cuando el mesonero vino a pedir la orden, ella lo miró y le dijo: ¿Yo quiero un rissotico?), en fin, que sin ninguna afectación, ella caminaba y de todas las mesas se envaraban los cuellos para mirarla. Había allí gente muy joven que podía no saber quién era aquella mujer que parecía flotar, con aquel andar sublime, pero también levantaban los ojos del plato para observarla.

Este 18 de junio se cumplen cuatro años de su fallecimiento en su casa en Porlamar, estado Nueva Esparta, la quinta La Asunción. Había nacido en Aragua de Barcelona, estado Anzoátegui, el 11 de agosto de 1936, con el nombre de Carmen Susana Duijm Zubillaga y con un destino: Ser la primera hispanoamericana que se alzara con la corona de Miss Mundo, hazaña que logró el 20 de octubre de 1955. Tres meses antes, el 8 de julio de ese mismo año, se había convertido en Señorita Venezuela, como se llamaba entonces.

En el curso de aquella entrevista salió el asunto de su mudanza a Margarita y ella me explicó: “Bueno, es que quiera estar cerca de mi padre, tú sabes, por si estira la pata”.

Su ingreso al certamen de Señorita Venezuela se ha contado muchas veces. La joven Susana vivía en un apartamento alquilado en el Edificio Cleopatra, en la Avenida Miguel Ángel, de Colinas de Bello Monte y trabajaba como recepcionista de la Organización Ciudad Balneario Higuerote, propiedad de Antonio Bertorelli. En junio de 1955, de regreso de su trabajo, fue descubierta por Héctor Briceño y Samuel McGill, scouts del Señorita Venezuela, quienes la vieron en la parada de autobús de Chacaíto y le propusieron que se inscribieran en el Concurso. Como no les hizo caso, los scouts de bellezas llevaron a Carola Reverón, organizadora del certamen, a la parada de Chacaíto y con ella Susana sí aceptó conversar.

“Le dije a Carola que yo no tenía disposición de entrar en el Concurso porque lo que ganaba es para los gastos de mi casa; y no tenía vestuario ni joyas ni nada de eso. ¿Cuánto ganas tú?, me preguntó. “Ochocientos bolívares”, mentí, en realidad ganaba la mitad. Ella se comprometió, entonces, a pagarme esa misma cantidad y a darme todo lo que necesitara para presentarme en el Concurso. Acepté. Y en mi puesto de trabajo se quedó mi hermana Gioconda. Ellos me compraron ropa y zapatos; y una amiga de Carola, Beatriz Uzcátegui, que solía participar como modelo en desfiles de caridad, me enseñó a caminar”.

Lo que pasó entonces es historia. El sábado 9 de julio de 1955, el jurado, compuesto por Reynaldo Herrera Uslar, Carola Reverón de Behrens, miembros de la alta sociedad caraqueña; Héctor Briceño, cronista; Rodolfo Belloso, empresario; Reynaldo Espinoza Hernández, organizador del certamen; y Wolfgang Larrazábal, capitán de navío y director del recién creado Círculo Militar, dirimían sus diferencias, tres de ellos se inclinaba por entregarle la corona a Mireya Casas Robles, representante del Distrito Federal y niña conocida en los altos círculos; y la otra mitad pujaba por encumbrar a Susana, que esperaba la decisión con ropa donada por su benefactora y joyas prestadas.

“Aunque Susana arrancaba ovaciones, nadie lo expresó mejor que el arepero que creó la insuperable combinación de pollo mechado y aguacate majado y le puso el nombre de ‘Reina Pepiada’ en honor a Susana Duijm”

Para saldar el conflicto, se sometió a votación popular, que fuera el propio público con sus aplausos, medidos con cronómetro, quien escogiera a la ganadora. La Señorita Miranda, de 18 años, fue la más aplaudida.

El padre Susana se llamaba Abraham Isaac Duijm y era un judío de Surinam, que conoció a la que sería su esposa en Curazao. La pareja se casó en Caracas, donde nacieron tres de los hijos (otro nació en Aruba, donde murió a los nueve meses de nacido).

Cuando Susana tenía cuatro años, la familia se mudó para Aruba, donde permanecieron hasta los doce. Allí ella hizo su educación primaria en inglés, holandés y papiamento (y no debía ser escaso su desempeño en holandés, puesto que cuando la reina Juliana visitó Aruba en los años 40 fue ella la elegida para recitarle unos versos en esa lengua). Tal fue su compenetración con las lenguas extranjeras que cuando la familia se traslada a la calle 700, Campo Sur de San Tomé, por el trabajo del padre, técnico petrolero especializado en pozos, ella hablaba muy poco español y por eso las autoridades educativas le impusieron la repetición completa de la primaria. Por esa imposición, ella no haría el bachillerato.

Cuando Susana tenía 14 años se mudaron a Caracas. Poco después su padre se enfermó y tuvo que retirarse. Fue entonces cuando ella abandonó los estudios y comenzó a trabajar en Almacenes Hudson, una tienda de ropa, en El Silencio. La madre tomó un empleo en Reflejos, una tienda de regalos en Sabana Grande. Una antigua cliente de esa tienda me contó que en una ocasión la señora Duijm llegó a su casa a traer unos paquetes y fue acompañada de su hija adolescente. “Nos quedamos boquiabiertos al ver aquel espectáculo de muchacha. Era impresionantemente bella”, me dijo la cliente.

“Las únicas que íbamos peladas éramos Miss Honduras, Miss Cuba y yo, que estábamos juntas en una habitación”

-Llegué a Londres el 12 de octubre -me dijo Susana Duijm en aquella entrevista-. Me había equivocado de fecha y llegué varios días antes del inicio del Concurso, con el agravante de que el cablegrama que anunciaba mi llegada a Londres nunca llegó. Yo le había dado un papelito con el mensaje y el dinero del franqueo a un señor a quien yo le compraba quintos en la Plaza Bolívar, y le había pedido que me pusiera el cablegrama en el Correo de Carmelitas para que me fueran a buscar al aeropuerto. Cuando llegué no había nadie, el vendedor de lotería se había quedado con el dinero y jamás puso el cablegrama. Cuando llevaba horas en el aeropuerto y me di cuenta de que nadie vendría por mí, me senté sobre las maletas y me puse a llorar. En eso estaba cuando llegó un señor a preguntarme qué me pasaba. Le conté mi aventura y el señor resultó ser un periodista del Daily Sketch, que se ofreció para encontrar al señor Morley. Me sugirió que lo acompañara a la redacción y una vez allí me pidieron que me pusiera el traje de baño para sacarme una fotografía. Al día siguiente apareció en la primera página de ese diario una crónica con mi fotografía, titulada: “Belleza suramericana perdida en la bruma londinense”. Mientras ubicaban a Morley, el periódico sacó una serie de notas, que aparecían cada día conmigo, en distintos lugares de la ciudad.

Casi todas las candidatas llevaban un séquito de modistos, maquilladores, relacionistas públicos y familiares acompañantes. “Las únicas que íbamos peladas éramos Miss Honduras, Miss Cuba y yo, que estábamos juntas en una habitación”.  

Convencida de que sus “patas flacas” la dejarían fuera del cuadro de las cinco semifinalistas, se quitó el traje de noche, se puso uno de calle y se sentó en la primera fila del teatro. “De pronto, vinieron a halarme por el brazo y a decirme que regresara al escenario”. Minutos después recibiría una ovación y la banda de Miss World 1955. “Cuando dijeron que Miss Mundo era Venezuela, yo, me entró un ataque de risa”.

Radio Caracas interrumpió su programación vespertina para dar el extra. Miss Venezuela, la única candidata que tenía el pelo largo y lo llevaba suelto, se había convertido en Miss Mundo y con ello había ganado una copa de plata, 500 libras esterlinas y un TR-3, modelo deportivo color rojo con el techo crema. Muy pronto recibiría un cablegrama del dictador de entonces, que decía: “Su triunfo es el triunfo de Venezuela. Compatriota y admirador, Marcos Pérez Jiménez”. A su regreso lo vería una única vez, en una parrillada en Ramo Verde… nada que ver con los chismes que a ella le producían arcadas.

Al término del año de su reinado, Susana Duijm emprendió una carrera de actriz de cine y televisión con bastante éxito. Pero lo mejor de todo es que el país la adoró. Y aunque Susana arrancaba ovaciones, nadie lo expresó mejor que el arepero que creó la insuperable combinación de pollo mechado y aguacate majado y le puso el nombre de “Reina Pepiada” en honor a Susana Duijm. Lástima que en el camino la palabra “pepiada” salió del léxico y cayó en desuso. Significaba: Chévere, buenísimo, del carajo.

Susana Duijm se emocionaba cuando hablaba del cariño que la gente le prodigaba por donde iba. “Todo el mundo me saluda en la calle con mucho cariño, que me celebran el hecho de que yo hubiera sido una reina de belleza muy natural y sin poses”.

Cuando le pregunté sobre el piropo que recuerda con mayor agrado, de los miles que había recibido, me dijo: “Hace años viajé a Nápoles en un barco donde iba también un grupo de seminaristas. Una tarde yo estaba en el borde de la piscina y pasaron ellos caminando rapidito. Uno se rezagó y me dijo: ‘Bendita seas entre todas las mujeres’. Tenía un clarísimo acento colombiano. Y yo le dije: ‘¿Usted va a ser cura, mijo?’. Me pareció lindo. Ya ves que no lo he olvidado”.

-¿Por qué se echó a reír cuando supo que había ganado en Londres?

-Me estaba cagando en el alma de todos los que me habían insultado y menospreciado, y en la de los que todavía se iban a burlar de mí, como aquella persona, no sé quién sería, que publicó un aviso clasificado que decía: “Solicito cachifa que no se crea Susana”.

https://www.youtube.com/watch?v=_R-D1FCVHfc
Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Históricos