En la aldea
23 abril 2024

La separación y el desarraigo, heridas de una migración forzada

La migración venezolana avanza masivamente, a su paso va dejando un sentimiento de duelo perenne en quienes la sufren. Según expertos, entre 15% y 20% de los hogares ha despedido a algún miembro en los últimos 5 años e incluso hay familias que están totalmente divididas en diferentes partes del mundo. Este flagelo pone al país, por primera vez, a las puertas de la desfragmentación social.

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Rafael León | 22 junio 2020

Son 5,1 millones la cantidad de emigrantes y refugiados venezolanos que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registró hasta abril. Unas 300.000 personas más del corte hecho en diciembre de 2019. Las fronteras y los aeropuertos venezolanos siguen siendo las puertas de huida de miles de ciudadanos que no ven futuro en el país. Detrás de cada migrante existe una familia rota sometida al dolor de la separación, a la angustia y al miedo pero también con la esperanza de algún día abrazarse de nuevo.

Ese es el deseo de María y de muchas madres más. En 1998, cuando Hugo Chávez llegó al poder, idealizaba que a sus 67 años de edad estaría disfrutando de la vejez junto a sus nietos e hijos, en su casa, lugar que junto a su esposo le costó trabajo y años en construir pero que de la noche a la mañana tuvo que vender. Cuando lo hizo, se sentía ajena al sitio. Camas vacías, domingos de soledad, sobraban tres puestos en la mesa, ya no había a quién buscar en las discotecas en las madrugadas, ni quién llevar al teatro o a algún otro lugar de la ciudad.

Han pasado muchos meses desde que empacó toda su vida para mudarse a otro país. Su hogar quedó dividido entre Nueva York, donde vive su esposo; Colombia donde está su hijo mayor; Miami donde reside su hija; y Chile el destino de la hija menor. El duelo de la separación aún lo mantiene intacto, mientras trabaja en una lavandería de una pequeña ciudad al sur de La Florida.

“Cada vez es una migración menos calificada y más vulnerable a ser víctima de trata de personas, explotación laboral y reclutamiento forzado por parte de grupos armados irregulares”

Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la UCAB

Se le quiebra la voz al hablar, pero avanza y afirma que lo único que la mantiene de pie es el deseo de reunirse con toda su familia. “Me he tenido que conformar con las videollamadas los domingos. Es el día que todos tenemos libre y podemos conversar. Jamás imaginé estar trabajando doblando ropa a esta edad, y mucho menos lejos de mi esposo y de mis hijos”, expresa con tristeza. Su dolor ha hecho recurrente la visita a las terapias psicológicas, un mecanismo que encontró para enfrentar su nueva realidad.

Así cómo la historia de María, hay cien más. Entre 15% y 20% de los hogares venezolanos tiene por lo menos un miembro fuera del país, indica la profesora Anitza Freitez, coordinadora del Observatorio Venezolano de Migración (OVM) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esa institución (IIES-UCAB).

Un trabajo realizado por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) en Perú, señala que la migración tiene un efecto negativo para la salud mental, aún más cuando se trata de migrantes forzados o refugiados. El estudio indica que “las personas venezolanas están llegando a los países receptores con una carga emocional acumulada, producida por la recurrente negación sistemática de derechos. A lo anterior se suman nuevas fuentes de peligro durante el tránsito, tales como riesgos de diversa índole, paso por puntos no autorizados (trochas), violencia y abuso sexual, entre otras”.

El informe indica que la depresión, la ansiedad y la angustia son algunas de las patologías que presentan los migrantes y refugiados venezolanos. El doctor en Psicología egresado de la UCAB, Pedro Rodríguez, quien actualmente vive en Colombia y ofrece terapia a la diáspora, añade el duelo, el dolor y el desarraigo dentro de las afecciones mentales producto de la migración.

“Podemos ver la sutileza del dolor, un sufrimiento psicosocial, cuando entrevistamos a grupos familiares, hay padres que lidian con sentimientos ambivalentes de tristeza y de deseo de ver a sus hijos en mejores condiciones”, expresa.

Rodríguez detalla que la sociedad venezolana ha sufrido traumas por eventos, como la migración, que han cortado el desarrollo normal evolutivo de la familia y los procesos sociales que hacen crecer a una sociedad. Alerta que todo este proceso está dejando una sociedad “vulnerable, herida, de peligro muy significativo”.

Una huida que no se detiene

Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la UCAB y responsable del área de Derechos de Migrantes y Refugiados, explica que el fenómeno migratorio venezolano ha tenido varias etapas, desde una diáspora calificada y organizada hasta la migración masiva de hoy, que consiste en una población vulnerable, tanto emocional como legalmente, con pocas oportunidades en los países a los que llega.

“Cada vez es una migración menos calificada y más vulnerable a ser víctima de trata de personas, explotación laboral y reclutamiento forzado por parte de grupos armados irregulares”, expresa.

“La depresión, la ansiedad y la angustia son algunas de las patologías que presentan los migrantes y refugiados venezolanos”

Informe del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) en Perú

El diputado Carlos Valero, miembro de la Comisión de Política Exterior de laAsamblea Nacional, da fe de ello. Recuerda el caso de las embarcaciones procedentes de Venezuela que el año pasado desaparecieron en las aguas del Caribe y dejaron un saldo de 104 víctimas. Hasta ahora no se han conseguido rastros de ninguna de esas personas, se presume que fueron secuestradas por una red de trata de personas que opera entre Trinidad y Tobago y las costas del estado Sucre.

Esa isla ha sido destino de cientos de miles de venezolanos, muchos de ellos padres que se han visto en la necesidad de emigrar para poder mantener a su familia en Venezuela. Según la OIM, 104 venezolanos desaparecieron en 2019 huyendo del país. Las tres vías más concurridas para escapar de la crisis, aparte del Mar Caribe son el corredor Andino (Colombia) y el Amazónico (Brasil).

Detrás de cada cifra existe un drama que contar, una historia que se narra con dolor y con la esperanza de que todo sea pasajero y algún día volver a la tierra que los vio nacer.

Por lo pronto, ese futuro aún no se descifra. Expertos no vaticinan un reverso en la migración masiva, coinciden en que a pesar de las adversidades que hay en la región, hay venezolanos que no ven otra salida a su futuro que la acogida en otro país.

@Rleon_9

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