En la aldea
19 abril 2024

La letra pequeña

El retorno a la libertad de venezolanos injustamente retenidos, no puede más que llenar de júbilo a cualquier ser sensato; pero las “letras pequeñas” obran contra cualquier asomo de libertad de conciencia, aunque las víctimas salieron de las mazmorras, los opresores quieren mantener sus almas prisioneras, y para ello utilizan la amenaza con frases que no tienen nada de inocentes. Por el contrario, buscan doblegar por fin la voluntad del individuo, con la mayoría no lo lograrán pero está claro que no dejan de intentarlo.

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Zair Mundaray | 09 septiembre 2020

Dmitri Agárkov, es un ex policía ruso que tuvo una genial idea que cambió el rol de víctima que todos hemos tenido por una antiquísima práctica. En 2008 recibió por correo una propuesta de crédito de un banco local con un contrato adjunto, cuyas condiciones figuraban en caracteres minúsculos al pie del mismo. Este ingenioso pillo escaneó la propuesta luego de modificar cuidadosamente las condiciones del crédito. Entre otras cosas impuso una tasa de interés del 0%, canceló la comisión por concesión del mismo, e introdujo una cláusula que lo liberaba del pago de cualquier tipo de comisiones. De ñapa, sustituyó en el contrato la dirección de la página web a que el banco remitía al cliente para informarle de las condiciones del crédito, por la de una página creada por él mismo. Toda esta manipulación fue enviada por correo al banco, cuyos empleados firmaron sin reparar y otorgaron el crédito, se salió con la suya, aunque los procesos que vinieron después son como para otro artículo.

Históricamente esas minúsculas letras que acompañan el texto de cualquier contrato o negociación, han sido utilizadas por timadores, pero también por grandes consorcios para sacar injustas ventajas de los consumidores. Cuantas condiciones que obligan a las personas a pagar de forma indebida, con tasas excesivas, que impiden renunciar cuando deseen a un servicio o promoción que han contratado, se encuentran señaladas en esos textos con letras mínimas que casi nadie lee, pero que finalmente nos obligan a cumplir obligaciones que nunca imaginamos.

“Un pequeño gesto disfrazado de humanidad frente a tanta maldad, nos puede a veces impedir ver las letras pequeñas que tanto sirven para fraguar fraudes”

A diario nos enteramos de desacuerdos que surgen entre partes que han pactado, muchas de esas estipulaciones dudosas estaban contempladas en alguna cláusula prácticamente ilegible para cualquier mortal con una capacidad visual promedio. Unos ganan y otros pierden sus reclamaciones, pero la verdad es que para algunos lo firmado aceptado está, cuando realmente no es cierto que la generalidad de las personas haga el inmenso esfuerzo que comporta leer y comprender las implicaciones de cada una de las estipulaciones de un contrato.

En días recientes se produjo en Venezuela un acontecimiento que ha estremecido la dinámica social y política del país. El régimen que mantenía ilegalmente presos a un grupo de ciudadanos venezolanos, cuyo común denominador ha sido su posición crítica y firme contra los desmanes de la dictadura, repentinamente los liberó con dudosas fórmulas jurídicas, y además declaró haber cesado la persecución contra otros que se mantenían en el exilio y la clandestinidad. Esta situación ha producido múltiples reacciones de todos los sectores, muchos han emitido las más variadas opiniones, tanto sobre la libertad de los “secuestrados” utilizados como instrumentos de canje frente a inconfesables pretensiones para el sostenimiento del poder, como de los cuestionables mecanismos jurídicos y de negociación que los precedieron.

El retorno a la libertad de venezolanos injustamente retenidos, no puede más que llenar de júbilo a cualquier ser sensato. Las condiciones infrahumanas de detención; la indefensión; los vejámenes; las torturas físicas y psicológicas; la incertidumbre de las familias frente a la barbarie, constituyen un ejercicio de la maldad inconmensurable, que muchas veces nos ha hecho preguntarnos: ¿Cuál es el origen de esos seres monstruosos capaces de reducir al ser humano en su dignidad tratando de quebrar su esencia?

“¿Cuál es el origen de esos seres monstruosos capaces de reducir al ser humano en su dignidad tratando de quebrar su esencia?”

Estanislao Zuleta refiriéndose a Ricardo III de Shakespeare, parecía retratar nuestra realidad cuando decía: “Así como hay una inflación de dinero, y salen tantos y tantos billetes que no valen nada, nos encontraríamos ante una inflación del crimen: Se cometen tantos que ya no nos impresionan… En Ricardo III es como si encontráramos ante la amenaza de una inflación, en este caso de una inflación del mal, podría decirse, ante una obscenidad del horror”. Un pequeño gesto disfrazado de humanidad frente a tanta maldad, nos puede a veces impedir ver las letras pequeñas que tanto sirven para fraguar fraudes.

Para el relato histórico hay que repetir hasta el cansancio que quienes estaban detenidos nunca cometieron delito alguno, que su situación obedecía a un capricho del poder que es capaz de secuestrar y soltar como lo hace cualquier banda criminal de las que operan en nuestro país. Pero para los recién liberados la situación es compleja, dos de los más esmerados violadores de Derechos Humanos fijaron ya las cláusulas obligantes para mantener esa libertad, cláusulas que al igual que las de los contratos bancarios, no hay derecho a discutir. Iris Varela, con su ya conocido vocabulario de pran, expresó: “El indulto es por los delitos pasados, No significa en modo alguno una patente para que no les caiga la justicia ante nuevas transgresiones”. Cabría analizar si por transgresión se considera cualquier reclamo de un derecho o libertad ciudadana.

Por su parte, complementó Diosdado Cabello: “Este tipo va para la calle, mañana empieza a inventar, pero ya no será por culpa nuestra. Es una decisión de él y siempre estará la justicia para actuar”. Que será “inventar” para un autoritario de su talante, suponemos que hasta protestar por la falta de agua puede constituir un invento que haga actuar a lo que él llama justicia.

Las letras pequeñas obran contra cualquier asomo de libertad de conciencia, aunque las víctimas salieron de las mazmorras, los opresores quieren mantener sus almas prisioneras, y para ello, utilizan la amenaza con frases que no tienen nada de inocentes. Por el contrario, buscan doblegar por fin la voluntad del individuo, con la mayoría no lo lograrán pero está claro que no dejan de intentarlo.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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