En la aldea
19 abril 2024

Rubén González, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera del Orinoco (Sintraferrominera).

Rubén González: “Los perdono, que se entiendan con Dios no conmigo”

El secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera del Orinoco sabe muy bien qué significa ser un perseguido y preso político en Venezuela. En 11 años ha estado 2 veces en prisión, una en el gobierno de Hugo Chávez y recientemente en la gestión de Nicolás Maduro, quien lo incluyó en la lista de 110 indultados. Para el dirigente sindical Rubén González no se trató de un perdón de la pena, sino del fin del secuestro al que fue sometido. A pesar del daño causado a él y a su familia, dice no guardar rencor ni busca venganza porque eso lo haría cometer el mismo error de quienes lo llevaron a la cárcel siendo inocente.

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Vanessa García | 13 septiembre 2020

Cada vez que Rubén González comía sentía que no lo hacía porque perdió el sabor. De un momento a otro dejó de percibir olores, le dio escalofríos y fiebre. Recuerda que los dolores en el abdomen y los huesos fueron tan fuertes que casi no pudo pararse de la cama. La etapa más difícil duró 7 días, pero todo el proceso hasta su recuperación tardó más de 15 días. No hubo un diagnóstico médico; todos los síntomas le hicieron sospechar que se trataba de Covid-19, así que empezó a tomar “guarapos” y paracetamol.

El secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera del Orinoco (Sintraferrominera) no tiene idea de cómo se contagió de coronavirus si solo salía al patio del área de procesados militares del Centro Penitenciario de Oriente en Monagas, conocido como La Pica. Allí pagaba la condena de cinco años y nueve meses que dictó el Tribunal Militar Quinto y ratificó la Corte Marcial, a pesar de que él es civil, por los supuestos delitos de ultraje a la Fuerza Armada y ultraje al centinela.

El sindicalista fue detenido la madrugada del 29 de noviembre de 2018 en una alcabala en el estado Anzoátegui, cuando regresaba de una protesta laboral en la ciudad de Caracas.

“Ser preso político significa que tienes una etiqueta de que eres un opositor. Ahora, ¿opositor porque defiendo los intereses de los trabajadores?”

Rubén González

“Cuando me agarraron en El Tigre me pusieron las esposas, dormí un día a la intemperie esposado en un tubo. Allí llovió y me cayó agua encima también. Ya no aguantaba porque estaba como en un muro sentado, no me podía acostar ni estar en cuclillas, tenía una posición bien difícil, esposado en el tubo. Le dije a un custodio que si yo era un preso me pasara para los calabozos. Yo pedí que me llevaran para los calabozos. Imagina cómo me sentía y donde me tenían”, recordó.

En el lugar había hacinamiento. Los reclusos le proporcionaron una colchoneta para que pudiera dormir. La mañana siguiente lo trasladaron a Maturín. En la noche le tocó dormir esposado en un pasillo. Desde una de las celdas le pasaron una sábana para que al menos no tuviera que recostar la cabeza sobre el suelo. Al otro día lo trasladaron al Departamento de Procesados Militares (Deprocemil), anexo de La Pica, donde estuvo hasta el pasado 1o de septiembre cuando salió en libertad luego de recibir, junto a otras 109 personas, un “indulto presidencial” de parte de Nicolás Maduro.

Durante los 21 meses que estuvo en prisión trató de hacer alguna actividad física para no decaer. Cuando le abrían la celda a las 7 de la mañana optaba por salir al patio, dar vueltas, jugar básquet con otros reclusos o hacer ejercicios. Los últimos seis meses no pudo ver a su familia. Antes de la pandemia podía recibir visitas de viernes a domingo, pero dado que su esposa e hijos debían trasladarse desde el estado Bolívar hasta Monagas, a veces el tiempo juntos se reducía a un día nada más.

Rubén González
“Decirte que yo no he sentido miedo, ¡claro que he sentido miedo, chica! Pero te puedo decir que no he pensado irme del país”

El 31 de agosto de 2020, el sindicalista supo por otro de los reos que volvería a casa. “Yo estaba en el calabozo y vino uno que estaba en otro lado y dijo ‘¿Dónde está el viejo herrero? ¡Lo están nombrando en televisión, parece que le van a dar un indulto!’ Cuando empezamos a ver el televisor justamente habían nombrado González Rojas Rubén Darío, y González Rojas Rubén Darío soy yo. Cuando escuché mi nombre lo que dije fue ‘¡Gloria a Dios! Dios actúa por senderos misteriosos’”.

Para González no se trató de un indulto, sino del fin de un secuestro. Advierte que el Gobierno, el Tribunal Militar de Maturín, la Corte Marcial y la Fiscalía saben que él no cometió los delitos por los que lo encarcelaron. No le importa que hablen de perdón de la pena porque está claro que él se encontraba tras las rejas por una orden política.

“Ser preso político significa que tienes una etiqueta de que eres un opositor. Ahora, ¿opositor porque defiendo los intereses de los trabajadores?, ¿opositor porque les digo que lo que está malo, está malo? Lo que está malo, está malo. Yo no soy aquellos que a lo bueno le digo malo y a lo malo le digo bueno”, expresó.

Ahora está tranquilo, feliz en su hogar y con su familia. Debe recobrar su salud, atender las secuelas que pudo dejar el coronavirusCovid-19, superar la crisis hipertensiva, la infección en los riñones y recuperar el peso que perdió.

En sus planes no está buscar venganza, ni guardar rencores. Eso, según señala, es contrario a la ley de Dios. No obstante, no olvida los nombres de todas las personas que actuaron para que terminara en la cárcel, a pesar de ser inocente.

“A todos esos compañeros que me hicieron ese gran daño de injusticia en este momento yo los perdono, no tengo ningún problema. Yo soy cristiano evangélico desde hace más de 27 años para la Gloria de Dios. ¿Cómo te voy a decir que no los voy a perdonar? Tengo que perdonarlos porque es un mandato de Dios, del Todopoderoso (…) ¿Si nosotros no perdonamos a los que nos ofenden, cómo Dios nos va a perdonar? Dice también la Palabra que no nos podemos engañar nosotros porque lo que el hombre siembra, eso mismo va a cosechar. De ellos se encarga el Señor, no me voy a encargar yo. Yo los perdono y el Señor que haga con ellos lo que deba hacer conforme a la justicia (…) Los perdono, pero ellos hicieron una siembra y que se entiendan ellos con Dios, no conmigo (…) Yo no voy a estar persiguiéndolos, pero sí tengo que decir que cometieron una gran injusticia conmigo, esa es la verdad ¡Ah, bueno! ¿Qué los voy a perseguir, que me voy a vengar? No, yo no voy a hacer nada de eso porque si hago eso sencillamente estoy cometiendo el mismo error que están cometiendo ellos de perseguir a la gente. Para eso hay una Constitución, un Código Orgánico Procesal Penal y para eso están las reglas, para cumplirlas, pero no amañadamente con órdenes político-partidistas, sino para cumplirlas en toda la extensión de la palabra justicia”, afirmó.

“Ustedes están encerrados con su papá también”

El secretario general de Sintraferrominera, Rubén González, fue un preso político durante el gobierno de Hugo Chávez antes de serlo también en la gestión de Nicolás Maduro. En el 2009 lo detuvieron por dirigir una huelga en Ferrominera para exigir respeto a la contratación colectiva. Pasó 18 meses en la cárcel. En 2011, lo condenaron a 7 años, 6 meses y 2 días de prisión, pero el Tribunal Supremo de Justicia tuvo que anular la sentencia en medio de la revuelta regional y nacional que se generó por la decisión. Además, fue sometido a un largo proceso judicial que duró 5 años, pero del que finalmente terminó absuelto.

“Salí libre de todos los delitos, pero me tiré casi 18 meses preso. Ese daño moral, ese daño que me hicieron ¿quién me resarció algo? No, sencillamente, me causaron el daño y más nada. ¿Quién me resarce estos casi 2 años metido en la cárcel?, ¿quién me resarce ese tiempo que no lo pasé con mi gente? Me hicieron otro gran daño más”, comentó.

En 11 años la familia de Rubén González también ha sido víctima de acoso, hostigamiento y persecución por parte de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y la Dirección General de Contrainteligencia Nacional (Dgcim).

“¿Quién me resarce estos casi 2 años metido en la cárcel?, ¿quién me resarce ese tiempo que no lo pasé con mi gente?”

Rubén González

“Realmente, no puedo entender porqué tanto ensañamiento. Se metieron en mi casa la primera vez dos guardias a tomar fotos, ahí tuvimos una trifulca, salieron y después los mismos compañeros me dijeron que me fuera porque esa gente podía regresar a buscarme. Salí y ¿qué hicieron? Rompieron las paredes de mi casa para meterse, le cayeron a golpes a mi nuera que estaba embarazada, a mi sobrina, le rompieron la cabeza a mi hermano, hicieron desastre. Cuando mi nuera fue a dar a luz después de dos meses, los morochos murieron ¿Y tú sabes lo que dijo el doctor? Que los niños habían sufrido un trauma. ¿Quién se hace responsable por eso? Nadie. Pero no se quedaron allí con el ensañamiento. Me botaron a todos mis yernos de la empresa, que son tres, a todos mis hijos de la empresa. A mis nieticos que los tenía en la escuela de Ferrominera me los sacaron. Hasta los nieticos pagaron”, lamentó.

Rubén González se define como un hombre de familia. Tiene 43 años casado con su esposa, 4 hijos, 13 nietos. Por eso al hacer un balance de todo lo vivido le duele ver cuánto han sufrido ellos toda esta situación que les tocó vivir.

“Yo quiero que me digan dónde me he equivocado porque si estoy haciendo las cosas malas, yo voy a rectificar también porque uno no las sabe todas, pero tanto ensañamiento con uno ¿por qué?, ¿por ejercer mi trabajo y la defensa de los trabajadores? Tengo una niñita de 16 años y antes que me liberaran tuvo que ir al psicólogo. Después de hacerle exámenes le dijeron ‘ustedes saben lo que les pasa a las dos, a ti y a tu mamá, que ustedes están encerradas con su papá también’. Se echaron a llorar allí. Tengo otros nieticos que cuando ven a las autoridades se asustan, se ponen nerviosos. Le han creado un trauma psicológico generalizado a toda mi familia. ¿Por qué tanta maldad conmigo y con mi familia? Nosotros no somos ningunos delincuentes. Incluso, yo siempre le digo a mi esposa y a los muchachos que yo no recuerdo hacerle daño a la gente. Siempre he tratado de buscar hacer el bien. Es un ensañamiento visceral. ¿Tú sabes por qué creo que viene el ensañamiento? Porque como estoy en un sindicato y ellos quieren el sindicato, para poder agarrarlo tienen que agarrarme a mí y meterme preso”, señaló.

González nunca quiso ser dirigente sindical. Cuando empezó a trabajar en Ferrominera del Orinoco hace 36 años y veía una injusticia, no podía evitar defender a sus compañeros. En una oportunidad hubo una elección del sindicato, pero no se postuló. Incluso quienes laboraban con él le aconsejaron “que no se metiera en ese lío”. Tiempo después se animó y los trabajadores le dieron la oportunidad de formar parte del comité ejecutivo.

Ante la pregunta sobre si piensa seguir en la dirigencia sindical y por cuánto tiempo, sonríe. No se permite fijar una fecha porque dice que todo está en las manos de Dios. Hasta que el Señor no le diga lo contrario, continuará al frente con la responsabilidad de defender los derechos de los trabajadores, más en estos momentos que califica como cruciales.

“Decirte que yo no he sentido miedo, ¡claro que he sentido miedo, chica! Pero te puedo decir que no he pensado irme del país. Esta es mi Venezuela que yo amo. Donde yo nací. Mi Venezuela que más temprano que tarde voy a ver libre y de bienestar para todos los venezolanos. Hay veces que mi esposa me dice ‘quédate tranquilo chico’. Yo sí tengo que seguir trabajando porque es mi trabajo defender a los trabajadores y reclamar sus derechos”, aseveró.

Para él la única fórmula que permitirá que el país salga adelante es un gobierno democrático, que invierta en las regiones, sus empresas y trabajadores. No ve en las elecciones parlamentarias una solución, pero respeta las opiniones de quienes así lo creen.

Libre, pero sin olvidar a quienes siguen presos o con procesos abiertos

El dirigente sindical recuerda que tiene 7 compañeros que están bajo régimen de presentación, a Abdul Hurtado en casa por cárcel y a Rodney Álvarez que está en Caracas y lleva 9 años privado ilegítimamente de su libertad.

No solo aboga por ellos, sino también por quienes compartió celda en La Pica por casi 2 años. “Como yo estuve en una prisión militar, ellos me dijeron y me consta, no fue que me lo contaron, más del 80% de los que están allí son militares que están por órdenes políticas o por órdenes superiores, pero no cometieron el delito por el cual están allí. Igualmente en Santa Ana, en Ramo Verde. Yo con mucho respeto hago un llamado al ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, a que revise esa situación porque esa es su gente, esas son sus familias, esos son los compañeros que ellos prepararon para defender la patria y todas las instituciones del Estado, para resguardar el Estado”.

Pide que en el país haya hombres e instituciones de justicia porque como dice la Palabra: “Cuando el justo gobierna, el pueblo se alegra; pero cuando gobierna el impío, el pueblo gime”.

@vanessajgarcian

*Las fotografías fueron facilitadas por el entrevistado, Rubén González, al editor de La Gran Aldea.

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