–Yo le pedí que no se fuera. Estábamos muy felices de estar juntos. Hacía unos pocos días que nuestros hijos y yo le habíamos celebrado su cumpleaños, el 1º de octubre. Había cumplido 56 años. Pero me dijo que no podía quedarse. Tenía que regresar a Venezuela. Se fue el jueves 4, y el domingo 8 ya estaba muerto.
Meudy Osío de Albán atiende la entrevista desde su residencia, un pequeño apartamento en Brooklyn, Nueva York. Habla de su esposo, el político venezolano Fernando Alberto Albán Salazar, nacido en Palmira, Colombia, el 1º de octubre de 1962.
Este día sería el cumpleaños de su marido y dentro de una semana se cumplirán dos años de su muerte. Pero, en medio de la desolación, ha ocurrido algo que, según dice, le ha dado esperanza. “Llegará el día en que se sepa lo que pasó y los culpables paguen sus delitos”. Se refiere al Informe de la Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre Venezuela, donde el caso de Fernando Albán es citado en varias ocasiones, una de ellas con mucho detalle.
Meudy Osío nació en Caracas, en 1967. Es contador público, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), y abogada de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Tiene varias especializaciones en Derecho Tributario y en Finanzas. Su infancia y juventud transcurrieron en Caricuao. Su padre, que aún vive, es contador. “Se desempeñó por muchos años como auditor en el Banco Mercantil, que tenía un programa de pasantías para los hijos de sus empleados. Al graduarme de bachiller, en el liceo Francisco Fajardo, fui a hacer una pasantía en la oficina del Mercantil en Caricuao. Tenía 17 de años. Allí conoció a Fernando, quien era cajero del banco. Fue mi único novio. De esto hace 36 años… pero tuvimos 34 años juntos”.
-¿Hablaron ustedes de que algo así podía ocurrir?
-Nunca imaginamos que algo así podía ocurrirle a Fernando. Recibíamos amenazas, claro, pero ¿qué político de oposición o periodista no ha sido objeto de amenazas desde que Chávez llegó al poder? Cuando mi hijo, que se llama igual que su padre, fue amenazado, logramos sacarlo del país; y mi hija y yo nos fuimos también, cuando la intimidación arreció. En las vacaciones de 2018, Fernando viajó a Nueva York para reunirse con nosotros. Fueron dos meses muy buenos, porque Fernando consiguió trabajo en labores de limpieza de un edificio, de manera que pudo ganar un dinerito que no nos venía nada mal. Cuando llegó el momento de regresar, le pedí que no lo hiciera, pero él tenía que terminar su gestión en el Concejo Municipal, en diciembre. Sabíamos que él corría un riesgo, que podían detenerlo, que podían maltratarlo… Fernando era político, pero aún así nunca pensamos que podían asesinarlo.
“Si lo inculpo me liberan”
-Él se fue -cuenta Meudy Osío– de Nueva York el jueves 4 en la noche. Llegó a Maiquetía el viernes en la mañana, tras una escala en Panamá, y me escribió un mensaje de WhatsApp para decirme que estaba aterrizando. Poco después me llamaron sus compañeros que lo estaban esperando a la salida del Aeropuerto, porque había pasado mucho tiempo y Fernando no salía. Lo habían detenido dentro del Aeropuerto. Lo tuvieron 24 horas incomunicado. El sábado pudo llamarme. Me dijo que lo estaban acusando de lo mismo que a Requesens, [terrorismo, intento de asesinato de Maduro y del alto mando militar, traición y asociación para delinquir], que estaba en el piso 10 del Sebin de Plaza Venezuela. Me dijo que me quedara donde estaba, que no me fuera a Caracas, que eso sería demasiado peligroso. Me dijo que estaba preocupado por sus padres. Y me encomendó que sus voceros fueran sus compañeros de partido, los diputados Dinorah Figuera, Juan Matheus y José Guerra. Me dijo que lo estaban obligando a decir todo lo que supiera de Julio Borges, que lo inculpara de querer matar a Maduro y que si lo hacía, él saldría libre. El domingo lo presentaron a los tribunales y, aunque no hubo despacho, los abogados pudieron verlo. Eran los abogados nombrados por el partido y el de la familia, un amigo de muchos años. Este lo vio preocupado, pero bien, en líneas generales. No estaba esposado y en ese momento no estaba golpeado. Incluso, habían permitido que su hermana le llevara comida y ropa. Ella lo vio mortificado, consciente de que le venía un problema serio y largo, pero no deprimido ni con pensamientos malos.
“El domingo 8 me llamó Julio [Borges] y me dijo lo que había pasado. Al colgar el teléfono, ya sabía que Fernando había sido asesinado. Y luego, aunque no lo necesitaba, las evidencias me lo confirmaron. A los abogados les fueron llegando fotografías del cadáver de Fernando, con señales de cortes, laceraciones, quemaduras, moretones y, por cierto, todo indica que el cuerpo no tenía fracturas, de manera que ni se lanzó ni lo lanzaron. Eso lo dijeron porque fue lo primero que se les ocurrió. Una explicación, por cierto, que suelen usar las dictaduras que matan a los presos políticos. Se comprobó, por ejemplo, que los baños no tienen ventanas y la ventana que hay tiene una abertura de 30 grados, por la que no podría pasar un hombre. Fernando medía 1,72m. Y pesaba 75 kilos. Por las diversas filtraciones, los especialistas han concluido que Fernando fue asfixiado… se les fue la mano con las torturas… y, para tapar el crimen, dijeron que se había suicidado arrojándose por la ventana del baño, al que según ellos había pedido ir y al que le permitieron acudir sin esposas y sin escoltas.
“Todo esto hemos tenido que deducirlo de informaciones aisladas, porque no nos permitieron lleva un patólogo de confianza. Y, encima, lo cremaron sin autorización de la familia, que se negó expresamente a ello. Como lo dice el Informe de la ONU, la autopsia no cumple con ningún parámetro internacional, mucho menos tratándose de una persona que estaba en poder del Estado. A los abogados no les dieron, ni siquiera, acceso al expediente; y no tardaron en recibir represalias. De hecho, el abogado de la familia tuvo que salir del país”.
-¿Por qué insistían en que Albán culpara a Julio Borges?
-Fernando tenía muy buena relación con Julio [Borges]. Una relación que iba más allá de la política, eran amigos muy cercanos. De hecho, Fernando había participado con Julio en las reuniones con la ONU, cuando estuvo en Nueva York, poco antes de su muerte.
-¿Usted ha responsabilizado a Borges?
-Jamás. Al contrario, Julio siempre lo apreció, lo distinguió y lo apoyó. Fernando era libre de hacer lo que quería. Le gustaba la política. Sabía lo peligroso que es hacer política en dictadura. Y jamás hizo algo por obedecer ciegamente a Julio o al partido. Más bien, él proponía actividades. Cuando nosotros insistimos en que Fernando Albán era inocente no nos referimos a que no estuviera haciendo nada. Fernando estaba en contra del régimen. Su trabajo político iba en ese sentido, enfrentar la dictadura. Pero jamás estuvo involucrado en intento de magnicidio a Maduro o de conspirar para tumbarlo. Él hacía trabajo político contra la tiranía, que es distinto. Cuando me preguntan si estoy de acuerdo con los diálogos con la dictadura digo: Yo, Meudy Osío, no, no soporto la idea de estar en una mesa con asesinos, pero sé que Fernando sí estaba de acuerdo con eso. Porque él era político y decía que la solución estaba en la negociación con quienes tienen secuestrado al país. En fin, yo responsabilizo a los responsables, a sus asesinos.
-¿Hay algún detenido por la muerte de Albán?
-Al principio, ellos detuvieron a dos custodios porque, según dicen, Fernando se les escapó y corrió a la ventana desde la que se lanzó. Otra burla. Detuvieron a los más débiles y les dieron seis meses de cárcel, sabe Dios en qué oficina de ellos mismos. Y luego, cerraron el caso. A los cinco meses de matar a Fernando, allanaron nuestra casa y nuestra oficina.
-¿Qué siente usted?
–Dolor. Odio no. Ni deseos de revancha. Yo lo que quiero es justicia, que quienes secuestraron y asesinaron a Fernando paguen por sus crímenes. Por eso, el Informe de la ONU me ha dado esperanzas. Ese informe no es la solución, yo estoy consciente de eso. Pero es un relato detallado de lo que han sufrido las víctimas, la barbarieque está padeciendo el país, y eso ya es un consuelo para nosotros. En nuestro caso, el Informe analiza los pormenores de lo que le hicieron a Fernando y confirma que él no se suicidó, que lo mataron. Dios quiera que las instancias internacionales abran los ojos ante lo que está pasando en Venezuela, porque ocurrió y está ocurriendo, y que los culpables comparezcan ante los tribunales.
Donde está, está en paz
-Yo sé que él está bien -dice Meudy, soltando una especie de risa tensa al final de la frase-. Está con Dios. Está tranquilo. He soñado con él y en vigilia he sentido su presencia. Y me ha transmitido su paz. Lo mismo, por cierto, le ocurre a su mamá.
“Como le dije, nosotros nunca pensamos que una monstruosidad así podía ocurrir. Pero, otra vez, Fernando era político y sabía con quienes se estaba enfrentando. Fue fundador de Primero Justicia y antes estuvo en Acción Democrática. Veía en la política un instrumento para el bien común. En 2014, cuando ya había carencia de alimentos para muchos venezolanos, creamos el programa la “Olla Solidaria” en la Parroquia Universitaria, con el Padre Raúl Herrera, muy buen amigo nuestro. Cuando yo me fui del país, él siguió con eso y entonces ya no se hacía una olla sino tres, y atendía hasta 400 personas. Como Concejal tenía programas sociales también, en los que involucraba a todas las iglesias. Fernando era un conciliador. No perdía energías en odios ni en diferencias. Así lo decía. Por eso tenía buenas relaciones con los concejales chavistas”.
-¿Alguno la llamó?
-¿Del chavismo? Nadie. Ni quiero. De esa gente solo espero que los alcance la justicia.
-¿Hay algo que no le haya preguntado y usted quisiera decir?
-Sí. Yo sé que en Venezuela hay mucho miedo. Y con razón. El Informe de la ONU demuestra que hay muchas razones para tener miedo. Aún así, quiero recordarles a los venezolanos que tenemos el derecho de exigir justicia y de querer salir de esta terrible situación. Hay que protestar. No nos podemos acostumbrar a la esclavitud. Nosotros tenemos derechos. Y tenemos que reclamarlos. Yo jamás dejaré de luchar para que se haga justicia, con Fernando y con los miles de venezolanos asesinados por el régimen de Maduro.