En la aldea
06 diciembre 2024

Silvia y Rafael decidieron encerrarse en la dignidad de su apartamento.

“¿Cuánto tiempo toma morirse por desnutrición?”

Los hermanos Silvia y Rafael Sandoval Armas sintieron la llegada de la muerte mientras se quedaban cada vez más débiles. Primero, tendrían sed, luego un enorme agotamiento, después la ceguera y, al final, el shock. No quisieron caridad. No quisieron quitarles a otros. Eran venezolanos en los años de la miseria.

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Milagros Socorro | 02 noviembre 2020

“Cómo es posible que no hubiera un vecino caritativo que le llevara aunque fuera una arepa”, comentarios como este, no muy inteligentes, pero sí frecuentes, vimos en las redes sociales, cuando la periodista Lysaura Fuentes escribió en Twitter que dos ancianos habían sido “encontrados muertos en estado de descomposición, dentro de su apartamento en el piso 9 de las residencias Villa II, en Puente Hierro #Caracas”. Se trataba de los hermanos Silvia Margarita Sandoval Armas, de 72 años, quien vivió en ese apartamento con la madre de ambos hasta que esta falleció, momento a partir del cual lo compartió con Rafael David Sandoval Armas, quien también terminaría muerto, a los 73 años, por “desnutrición proteico-calórica”, según establecieron las autoridades.

Pero, ¿en verdad no hubo un alma caritativa que les diera una arepita? Claro que hubo. De esto nos hemos enterado por sucesivas notas de prensa de que “los hermanos Sandoval Armas eran muy reservados”, como estableció la reportera de Efecto Cocuyo, quien agrega que tenían más de 40 años viviendo en ese edificio. Los vecinos, de hecho, les llevaban la caja CLAP, cada dos o tres meses, cuando esta llegaba y con frecuencia les daban algo de comer. Pero ellos no lo pedían. Era evidente que no querían que nadie viera la extrema necesidad en la que vivían, porque incluso cuando iban a preguntarles que cómo estaban, decían que estaban bien. Mentían. En Venezuela, cuando alguien pregunta: ¿Cómo estás?, la gente suele decir: Bien, en medio del desastre. O fórmulas de este tipo. Los hermanos Sandoval Armas, con las fuerzas justas para respirar unas horas más, decían: Bien. Mentían.

Agotamiento, ceguera, shock

-¿Cómo se determina que alguien ha muerto por desnutrición? -le pregunto a la médica nutróloga Marianella Herrera Cuenca, profesora de la UCV, directora del Observatorio Venezolano de la Salud y miembro del consejo directivo de Fundación Bengoa.

-No es fácil de determinar. Sobre todo en adultos, es difícil establecer una muerte por desnutrición, porque, en general, esta se enmascara debajo de otras enfermedades. Por supuesto, si se tiene evidencia de que la persona ha pasado un periodo importante sin consumo de ningún tipo de alimento, pues obviamente se facilita llegar a la causa de la muerte.

-En el caso de los hermanos Sandoval Armas, quienes no tenían familia y permitían poco acceso a los vecinos, se sabe que por mucho tiempo no tuvieron un consumo adecuado de alimentos.

-En este caso, el de unos ancianitos encerrados en su apartamento, es probable que la causa de muerte no fuera solo la desnutrición sino la deshidratación. La desnutrición lleva a fallas en órganos, porque cuando hay una deficiencia total del consumo energético y proteico, la poca proteína que hay se deriva hacia la producción de energía. Y cuando ya falla la energía, se produce un estado de shock, que lleva a la muerte.

-¿Cómo impacta la desnutrición en ancianos?

-No es tan fácil darse cuenta de que la gente se está muriendo de desnutrición, porque, en general, esto viene de larga data. El deterioro no se percibe de un día para otro. Lo más evidente es la pérdida de masa muscular. Al ver un anciano encorvado, se suele pensar que tiene un problema en la columna. Pero no. Lo más probable es que, por mala alimentación, haya tenido una pérdida de masa muscular hasta el punto de no tener forma de mantenerse en una postura erecta. También está el déficit de micronutrientes, la falta de ácidos grasos esenciales, que afecta muchísimo la parte neurológica y la función cerebral. Y luego, la falta de calcio y vitamina D en personas mayores ocasiona cambios a nivel óseo, que se manifiestan en osteopenia y osteoporosis. Por otra parte, no todos los desnutridos están famélicos. También están los obesos, que están rellenitos de nada, porque les hace falta calcio, hierro, ácido fólico, ácidos grasos esenciales, omega 3,… Es una malnutrición por exceso, con hambre oculta asociada. Son procesos que, con frecuencia, se manifiestan de manera crónica, continua, y de repente puede venir la muerte súbitamente, lo cual es dramático porque son muertes totalmente prevenibles.

-¿Cómo son los últimos días de unas personas que van a morir por desnutrición?

-Experimentan fatiga exagerada, no pueden pararse de la cama, les sobreviene ceguera o trastornos visuales que vienen de manera abrupta, tienen cambios en la coloración del cabello, asociados a déficit de diversas vitaminas, sobre todo, vitamina A y betacaroteno, hay que  tener cuidado con esto, porque a veces oímos decir de alguien que se está volviendo catire (eso se llama Signo de Lavandera) y lo que está es muriéndose lentamente de hambre.

-¿Cuánto tiempo toma morirse por desnutrición?

-Depende del estado previo a la fase aguda. Hay gente que se ha muerto en 15 días, pero los periodos son variables. Desde luego, si las condiciones son de deterioro absoluto donde, además, se asocia a deshidratación, la muerte sobrevendrá mucho más rápido.

-El caso de los ancianos muertos de hambre en el centro de Caracas, ¿es aislado?

-Dista mucho de ser aislado -concluye la doctora Herrera-. Lo que pasa es el seguimiento con adultos mayores ha sido muchísimo más difícil en las circunstancias venezolanas. Es más sencillo en niños, que siempre ostentan signos que llaman la atención. Los ancianos, en cambio, pasan más desapercibidos, pero la realidad es que están en una situación de absoluta desprotección y desventaja y solos, porque su familia ha tenido que irse y no queda nadie que vele por ellos.

Convite lo advirtió

En noviembre del año pasado, la ONG Convite publicó el estudio “Evaluación rápida de necesidades para las personas mayores en Venezuela”, elaborado a partir de entrevistas a 903 personas, mayores de 55 años, en Bolívar, Lara y Miranda. Ya a finales de 2019; el 77% de los adultos mayores en Venezuela manifestaban no tener acceso a suficientes alimentos. “Tres de cada cinco se acuesta con hambre con regularidad; y una de cada diez duerme con hambre todas las noches”.

Esto fue antes de la pandemia. Antes, pues, de que las remesas se redujeran en cantidad y asiduidad; antes, incluso, de que para muchas familias cesaran por completo.

“No es tan fácil darse cuenta de que la gente se está muriendo de desnutrición, porque, en general, esto viene de larga data. El deterioro no se percibe de un día para otro. Lo más evidente es la pérdida de masa muscular”

Marianella Herrera Cuenca, médica nutróloga

A finales de 2019, según el estudio de Convite, el 67% de las personas mayores dependían de familiares y amigos para cubrir sus necesidades básicas. El 65% manifestaban requerir apoyo adicional para salir adelante, mientras que 21% sentía que no podía hacer nada para lograrlo. Del 23% de las personas mayores encuestadas que viven solas, 95% no podían acceder a suficientes alimentos, y 81% informó que la comida al alcance no era la apropiada para sus necesidades específicas.

Convite es una organización defensora de derechos humanos, que trabaja en todo el país, con el apoyo de HelpAge International. En el momento de terminar el estudio, Venezuela estaba, según reza en él, “experimentando una de las crisis económicas más graves en la historia del país, y la peor de cualquier país fuera del tiempo de guerra desde mediados del siglo XX”. El resultado es “el 94% de la población viviendo en pobreza, migración masiva a países vecinos y un colapso completo de las provisiones de alimentos, mercados locales, empleo y sistemas de salud. Esto se ha agravado por la hiperinflación, con el costo de los bienes duplicándose cada semana durante 2018, y la violencia política. Siete millones de personas necesitan asistencia humanitaria, y las prioridades son agua, saneamiento e higiene, alimentación, salud y protección”.

Para entonces, hace ahora un año, 46% de las personas mayores vivían con una discapacidad, que en muchos casos les impide caminar; y 56% de las personas mayores tienen muchas dificultades para ver o no pueden ver. “Según fuentes oficiales, 100% de las mujeres mayores de 55 años y los hombres mayores de 60 reciben una pensión. Sin embargo, según socios locales, solo alrededor de uno de cada cinco de los elegibles lo reciben. La pensión en Venezuela actualmente equivale a 2 dólares al mes. En agosto de este año, el costo de las necesidades alimenticias básicas mensuales se estimó en 1.224 dólares, debido a la hiperinflación. Las pensiones, por lo tanto, solo cubren el 1,14% de los costos de los alimentos básicos”. Al punto de que 80% de los encuestados informaron que no podían acceder al tipo de alimentos que quieren comer.

Esas cifras empeoraron, con mucho, en los meses que seguirían. La pensión se reduciría. Los precios se multiplicarían y la inflación aumentaría, incluso en dólares. Venezuela es el único país del mundo con hiperinflación en su moneda local e inflación en dólares.

Murieron por ser venezolanos

En suma, si hace un año 80 de cada 100 encuestados decían que no podían comer lo que querían, en la actualidad ese porcentaje debe arañar el 100%. Entre ellos estaban los hermanos Sandoval Armas, de quien se ha sabido que una trabajaba en el Ministerio de Defensa y el otro era profesional universitario. No, no tenían familia. No era, como dijeron otras lumbreras, que habían sido tan mala gente que no hubo quien los premiara con tres comidas diarias, más medicinas y atención para las probables dificultades motoras, de visión y de hipertensión.

Silvia y Rafael decidieron encerrarse en la dignidad de su apartamento. Quizá hubieran podido pedir y, sí, lo más probable es que, en medio de sus dificultades, los vecinos hubieran compartido lo poco que seguramente tienen. No quisieron caridad. No quisieron quitarles a otros. Eran venezolanos en los años de la miseria.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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