En la aldea
03 diciembre 2024

Mercedes Elena González, artista plástica venezolana (Fotografía: Julio Osorio).

Mercedes Elena González cita a Octavio Paz:

“La irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada”

Colores, crayones, grafito, bolígrafo, marcador, herramientas que en manos de la artista Mercedes Elena González se transforman en arte. “Hoy continúo trabajando sin parar y exponiendo fuera y dentro del país. Me representa la Galería Henrique Faría de Nueva York. Ellos se especializan en arte latinoamericano”. Para esta venezolana sus obras son “un acertijo constante, una escritura continua, una historia hilada”. Forma, diseño y movimiento voltean la mirada para compartir sus pasiones, anhelos, querencias y esperanzas.

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Carolina Jaimes Branger | 19 noviembre 2020

Inteligente, inquieta, hábil. Es una de nuestras artistas plásticas más reconocidas, cuya obra ha estado siempre en el tapete. Irreverente, sensual, las representaciones de vulvas son parte de su concepción del eterno femenino. Desde muy joven fue obvio su talento para las artes visuales, tanto, que se hizo acreedora de una bolsa de trabajo del Conac (Consejo Nacional de la Cultura) para seguir sus estudios en la prestigiosa School of the Museum of Fine Arts en Boston.

Su última colección, “Dilatantes”, según la curadora Tahía Rivero “es parte integrante de un ‘archivo’ o ‘registro’ de sucesivos trabajos anteriores. Con esta recuperación, Mercedes Elena González establece una continuidad formal y conceptual, en función de las trazas de su propio repertorio”. Mercedes Elena se reinventa todo el tiempo, y, a la vez, sigue evocando la línea de sus trabajos anteriores, como quien devela un acertijo.

“Los artistas que admiro me dan energía para continuar investigando y para aprender a contemplar otros puntos de vista, pero trato de no dejarme influenciar por ninguno”

Mercedes Elena González

Es una defensora a ultranza de los derechos de las minorías. Piensa que los líderes no han hecho lo suficiente en ese sentido y por eso levanta su voz ante lo que considera injusto, inhumano, vil.

“Dilatagrama” (detalle). Acrílico, gouache y grafito sobre tela, 27,4cms x 3,34mts – 2017/2019 (Fotografía: Julio Osorio / Cortesía Galería Henrique Faría, Nueva York).

La conocí cuando ganó el Premio del Salón Nacional de Arte Aragua, uno de los concursos más prestigiosos en Venezuela. Desde entonces he seguido su trayectoria, que ha alcanzado una sólida posición en escenarios internacionales. Espera recuperar la intensa actividad artística que una vez tuvimos y sueña con trabajar en la recuperación de Venezuela.

-¿De niña soñabas con ser artista visual?

-Desde pequeña mi pasión fue dibujar y colorear, lo hacía mañana, tarde y noche. Al final del día esperaba, con gran emoción, que mi papá me trajera de la oficina una cantidad enorme de blocks y lápices. No tengo claro si quería ser artista a tan temprana edad, lo que sí sé es que era feliz con un papel y un lápiz.

-¿Cómo fue esa incursión tuya en el mundo del arte y cómo encontraste tu estilo?

-Justamente esa pasión por dibujar y pintar me condujo por el camino del arte. Primero empecé a estudiar Arquitectura, pero no me sentía a gusto, no era mi vocación. Un día decidí inscribirme en dos escuelas de arte, una en Boston y otra en Londres; me aceptaron en ambas, pero me decidí por The School of the Museum of Fine Arts en Boston. Y me gané una “Bolsa de Trabajo” del Conac para ayudarme con mis estudios. Yo no diría conseguir un estilo, más bien es desarrollar un lenguaje. Las buenas escuelas de arte te dan las herramientas tanto materiales como conceptuales para alcanzarlo. Como toda profesión, requiere dedicación y mucha disciplina.

“Ojivas” (detalle). Acrílico sobre panel de madera, 15,2 x 60,8cms (5 piezas) – 2017/2019 (Fotografía: Julio Osorio / Cortesía Galería Henrique Faría, Nueva York).

-¿Qué artistas te inspiran?

-Los artistas que admiro me dan energía para continuar investigando y para aprender a contemplar otros puntos de vista, pero trato de no dejarme influenciar por ninguno. En sus obras descubro claves, mensajes ocultos, asombro. Nunca olvidaré la primera vez que vi a un Francis Bacon en persona, un par de piezas monumentales, en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber en los años ‘70. Me dejó sin aliento. Ir a museos, galerías e intercambiar ideas con colegas amigos alimenta al alma. Bárbaro Rivas, es uno de los artistas venezolanos que más me emocionan. Realmente tenemos extraordinarios creadores en Venezuela.

“La mejor manera de combatir para ver de nuevo a mi país libre es trabajar con constancia y levantarme a luchar por él cada vez que sea necesario”

Mercedes Elena González

-¿Cómo transcurre un día cualquiera en tu taller y si pudieras contarnos algo sobre tu proceso creativo?

-Soy nocturna, me acuesto en la madrugada y me levanto tarde. Voy al taller como a las 11 de la mañana y trabajo unas 8 a 9 horas. Generalmente intervengo varias piezas a la vez, es importante que se enfrenten y dialoguen entre sí. Entre ellas hay una comunión íntima que me ayudan a mirar con profundidad y a descifrar lo que me dicen. Como dijo el poeta Octavio Paz: “La irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada”. Ahora tengo en las paredes de mi estudio varias obras en proceso de la serie “Dilatantes”, en la que vengo trabajando hace varios años. Mientras produzco una serie, esta me irá dando claves para desarrollar una próxima, una se conectará con la otra, un acertijo constante. Es una escritura continua, una historia hilada.

“Dilatantes” (detalle). Gouache, acrílico, lápices de colores y grafito sobre muestras de pinturas, 1,02 x 4,20mts – 2017/2019 (Fotografía: Julio Osorio / Cortesía Galería Henrique Faría, Nueva York).

-El Premio del Salón Nacional de Arte Aragua, ¿significó un antes y un después en tu carrera?

-Me sentí muy honrada de recibir ese premio. Fue un estímulo para seguir laborando con ahínco, cosa que he estado haciendo durante mis 46 años de carrera. Entré por primera vez en el Salón Michelena cuando tenía 22 años. Obviamente, cuando nacieron mis dos hijos, no le dediqué tanto tiempo al taller, pero cuando estaban un poco más grandes continué como siempre. Hoy continúo trabajando sin parar y exponiendo fuera y dentro del país. Me representa la Galería Henrique Faría de Nueva York. Ellos se especializan en arte latinoamericano.

“Definitivamente, el 2020 ha sido un tiempo de cambio y reflexión” (Fotografía: Julio Osorio).

-Además de artista, eres una militante activa por los derechos de las minorías. Háblame de tu experiencia en ese sentido.

-Detesto las injusticias. Recuerdo una vez en el transporte escolar cuando regañaron a una compañera por algo que no hizo. Yo de inmediato me levanté y la defendí con todas mis fuerzas. En este país es lamentable cómo existen tantos prejuicios hacia las minorías y los que son diferentes. Desgraciadamente nuestros líderes no se atreven a abordar con ahínco sobre estos asuntos, tal vez por pacatos y provincianos. Acá pocas veces he visto poner sobre el tapete el tema de los derechos de la comunidad LGBTI, ni se diga el matrimonio igualitario o los derechos reproductivos de las mujeres. El machismo y lo religioso dominan el discurso diario. La intolerancia es un gran mal que aqueja a nuestra sociedad y la educación es la mejor arma para luchar contra la ignorancia. Mi obra no es política, trabajo sobre la intimidad de mi cuerpo de una manera introspectiva. Pero como artista que forma parte de una colectividad, siento la necesidad de denunciar los abusos de esta dictadura sobre los Derechos Humanos; el nacionalismo exacerbado doméstico y por todo el mundo; la discriminación sin argumentos (homofobia, misoginia, xenofobia, islamofobia); respeto a los discapacitados; además de sostener que el cambio climático no es una farsa. Y para esto utilizo las redes sociales.

-La pandemia nos ha cambiado todo. ¿Te preparas desde ya para esos cambios trascendentales?

-La pandemia nos ha cambiado definitivamente, y ha demostrado que somos vulnerables, que no somos todopoderosos. Creo que nos ha enseñado a valorar las cosas simples, pequeñas y valiosas de la vida. Que el dinero no lo es todo, y que lo que más extrañamos es el contacto humano con nuestros seres queridos. Debemos respetar a la naturaleza, creer en la ciencia y esperar la vacuna. Durante este tiempo he trabajado más que nunca. Al principio de esta pandemia, cuando aún no sabíamos mucho sobre ella ni cómo era el tratamiento adecuado, hice un dibujo en bolígrafo, marcador, crayones y grafito, muy largo de 11 metros titulado “Corona Roll”. Lo planteé como un sketch en blanco y negro para un “Film Noir”, cuyos protagonistas son el virus y los pulmones. Bailaban juntos, intercambiaban roles y mutaban. Un escenario surreal y extraterrestre. Definitivamente, el 2020 ha sido un tiempo de cambio y reflexión.

“Dilatagrama”. Acrílico, gouache y grafito sobre tela, 27,4cms x 3,34mts – 2017/2019 (Fotografía: Julio Osorio / Cortesía Galería Henrique Faría, Nueva York).

-¿Qué significa Venezuela para Mercedes Elena González?

-Venezuela es mi tierra, mi refugio, mis olores y sabores. A pesar de tener -como otras tantas familias- a mis hijos y nietos fuera del país, nunca quisiera irme de aquí. Me indigna que muchos de mis compatriotas estén pasando tanta hambre, que carezcan de una atención médica adecuada y ver con dolor cómo un sistema educativo ha sido destrozado. Espero que más pronto que tarde acabe esta pesadilla y que empiece la reconstrucción. Y en cuanto a lo cultural, espero que recuperemos toda la actividad artística que tuvimos. Los museos dan vergüenza por su deterioro, no sabemos cuántas obras se han estropeado o robado. Aquí tenemos artistas estupendos y que, a pesar de todas las vicisitudes, siguen produciendo constantemente. En cuanto a las pocas galerías que quedan, contra viento y marea se mantienen activas y con proyectos frescos. Y la mejor manera de combatir para ver de nuevo a mi país libre es trabajar con constancia, y levantarme a luchar por él cada vez que sea necesario.

*Las fotografías fueron facilitadas por la autora, Carolina Jaimes Branger, al editor de La Gran Aldea.

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