En la aldea
12 diciembre 2024

Manuel Carlos Piar (1774-1817), héroe de batallas patriotas solo tuvo una derrota en su carrera militar.

Manuel Carlos Piar: preguntas en el aire

De origen incierto hace de su identidad un enigma. Cuando entró en escena no descansaría en sumar apoyos, arrojo e imponer autoridad a la causa patriótica. Fue compañero de lucha de Mariño, Urdaneta, Ribas, Bermúdez, Campo Elías, y también de Bolívar, quien expresó sobre él, once años después de su fusilamiento: “La ejecución del general Piar bastó para destruir la sedición (…) puso a todos bajo mi obediencia, aseguró mi autoridad (…) Nunca ha habido una muerte más útil”. Manuel Carlos Piar un hábil patriota que demostró su convicción y valentía en cada batalla y triunfo, que se impuso con determinación para el rescate del Oriente en tiempos de Boves. ¿Fue Piar enjuiciado, juzgado y sentenciado a conveniencia de la realidad política del momento?

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Rafael Arráiz Lucca | 04 abril 2021

Cualquiera que se adentre en la vida de Manuel Carlos Piar va a hallar un rosario de preguntas respondidas a medias que son las delicias de un detective. Sobre el lugar de su nacimiento se tejen dos hipótesis: Nació en Curazao en 1774; nació en Caracas entre 1773 y 1782.

Sobre la identidad de su padre se presentan cuatro hipótesis: Era hijo de Fernando Piar Lottyn; era hijo de Marcos Ribas y Betancourt (padre de José Félix Ribas); era hijo de Juan Vicente Bolívar y Ponte; era hijo de José de Braganza, príncipe de Portugal. Sobre la identidad de la madre se manejan tres hipótesis: Era hijo de la mulata curazoleña María Isabel Gómez; era hijo de Belén Xérez de Aristeguieta o de Soledad Xérez de Aristeguieta.

Sobre su condición de hijo de una mulata, abundan testimonios sobre su tez caucásica, ninguno sobre apariencia mulata, aunque algunos señalan que era “bachaco”. Sobre la maternidad de María Isabel Gómez, los alegatos que demuestran su imposibilidad son considerables, lo que abona la tesis de la maternidad de la Xérez de Aristeguieta, pero no está demostrada con ningún documento. De tal modo que quedamos en un limbo. Aparentemente, no es hijo de la mulata curazoleña, pero no se puede comprobar quién es su madre en Caracas.

En cuanto al padre, el enredo es todavía mayor. Tanto que no puedo pronunciarme y ni siquiera simpatizar con alguna de las cuatro hipótesis. Algo sí es cierto: Fue criado por Fernando Piar y María Isabel Gómez en Curazao y La Guaira, ya sean estos sus padres naturales o adoptivos.

Las mejores líneas argumentales sobre su origen las lleva Francisco Herrera Luque no en la novela Manuel Piar Caudillo de dos colores, que es pieza ficcional, sino en el Apéndice Documental de la obra, donde entrega un estudio sobre esta madeja de difícil solución. Allí, concluye que es “imposible, desde todo punto de vista, que María Isabel Gómez haya sido la progenitora” (Herrera Luque, 1991:261). Por esta tesis se inclina su biógrafo Fernando Falcón Veloz en Manuel Carlos Piar 1777-1817.No así su otro biógrafo, Asdrúbal González, quien lo tiene sin la menor duda como hijo de Fernando Piar y María Isabel Gómez; tanto en su biografía como en la Entrada del Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, una vez hallada su partida de bautismo, que señala que recibió el sacramento en la Iglesia Santa Ana (Curazao) el 28 de abril de 1774, con los nombres Manuel María Francisco.

Sus primeras actuaciones

Sus primeras actuaciones tienen lugar en una discreta participación en los sucesos de Gual y España en 1797, cuando ha podido tener 20 o 23 años. Poco sabemos de su educación en Curazao o en La Guaira, ya que en la Isla estuvo, según González, hasta los 10 años, cuando se mudó con María Isabel Gómez a La Guaira. No obstante la falta de información sobre el particular, el mismo González dice que conocía el “holandés, español, francés, inglés, el papiamento de su isla natal, el patois o creole de Haití, y el guinés, lengua africana hablada en Curazao entre las esclavitudes”. (González, 1997:626). Con semejante lista debemos concluir que se trataba de un fenómeno políglota o, quizás, que su educación fue mucho mejor de lo que las noticias informan o, quizás, que su autodidactismo fue de dimensiones proverbiales. En cualquier caso, todos los testimonios señalan a un hombre educado, culto, de finas maneras y distinguido aspecto, incluso algunos lo apodaban “El Príncipe”. Además, entendemos que “conocía” estas lenguas, no que las hablaba fluidamente en todos los casos.

En 1804 lo hallamos en Curazao batallando contra los ingleses. Algunos lo ubican, pero no está comprobado, con Francisco de Miranda en la invasión de 1806 en La Vela de Coro. En 1807 está en Haití, al frente de un buque de guerra defendiendo el proceso revolucionario que comenzó en 1804. En 1811 lo hallamos en Cumaná al frente de una lancha cañonera, sumado a la causa patriótica en la ciudad oriental. A partir de esta fecha su rastro es menos impreciso.

En la Campaña de Oriente (1813)

En 1813 forma parte de los 45 patriotas en el islote de Chacachacare, los que redactan la famosa Acta y emprenden la Campaña de Oriente, al mando de Santiago Mariño. En la ínsula de los Mariño, muy cerca de Trinidad y una de las posesiones de la considerable fortuna familiar, se despiden de Concepción Mariño, hermana de Santiago, y zarpan. Invaden por Güiria y alcanzan la primera de una serie de victorias. Entre ellos van los hermanos Bermúdez, José Francisco y Bernardo; los hermanos Martínez, Juan y Francisco; Manuel Carlos Piar, Juan José y Manuel Valdés, Francisco Javier Mayz, José Francisco Azuaje, Agustín Armario, entre otros.

Francisco Javier Cervériz, el temible realista, embiste contra los orientales en Irapa el 23 de enero de 1813 y es derrotado por éstos. Luego, Bermúdez y Piar se dirigen a Maturín, mientras Mariño busca sitiar Cumaná. En febrero toman Maturín. En marzo los realistas Antonio Zuazola y Fernández de la Hoz, al frente de 1.500 hombres, atacan a los patriotas y estos vencen, encabezados por Piar. El 11 de abril insisten y son derrotados, otra vez, por Piar. Entonces, toma cartas en el asunto Domingo de Monteverde, quien se desplaza personalmente e intenta tomar la plaza el 19 de abril, pero ahora el propio Mariño y Piar lo vuelven a vencer. Insiste otra vez el 25 de mayo y Piar, de nuevo lo vence. La seguidilla de derrotas fue catastrófica para los españoles. A Monteverde no le queda otro camino que huir derrotado hacia Barcelona.

“La Batalla de San Félix el 11 de abril de 1817 fue un punto de inflexión importante para los patriotas, comandados por Piar”


En julio, Mariño se dirige a Cumaná a darle combate a Eusebio Antoñanzas. Se rinden a sus pies Cariaco, Carúpano y Río Caribe. El 3 de agosto entra triunfante Mariño a Cumaná. En Margarita, José Francisco Guevara toma el mando, libera a Juan Bautista Arismendi y se suma una nueva plaza a los patriotas. Hasta allá navega Mariño y un joven cumanés que se ha sumado a su ejército, Antonio José de Sucre Alcalá. El 19 de agosto navegan hacia Barcelona y la toman. La legendaria Campaña de Oriente ha sido un éxito.

El país en los meses finales de 1813 tiene dos Libertadores, no uno solo, como cierta historiografía desinforma. El de Oriente y el de Occidente, pero el de esta latitud ha tomado Caracas, y esa fue una diferencia sustancial. Mariño permaneció en sus predios. Casi todos los personajes principales de la epopeya independentista han entrado en la escena: Mariño, Urdaneta, Ribas, Piar, Bermúdez, Campo Elías y, muy pronto, Sucre y Páez dejarán ver su personalidad.

En Oriente al mando de la guerra (1814)

Bolívar y Mariño han sido derrotados por Boves y el mando de la guerra lo toman Piar y José Félix Ribas, después de la tragedia y fracaso de la emigración a Oriente, entre julio y agosto de 1814. La secuencia fue así. Bolívar y Mariño se embarcan en Cumaná el 25 de agosto de 1814 rumbo a Margarita, con el tesoro de la plata labrada de las iglesias de Caracas, con el que vienen cargando desde que salen de la capital, para salvarlo de la tropelía saqueadora realista. Al llegar a Pampatar, Piar impide que bajen del barco, los acusa de traición y desconoce la autoridad de ambos, y regresan a Carúpano.

El 2 de septiembre, en Cariaco, enterado Ribas de los pormenores de la derrota y de los movimientos de los Jefes, es designado Jefe de Occidente, mientras Piar lo es de Oriente, en sustitución de Bolívar y Mariño. Al llegar a Carúpano estos son impuestos de la noticia y se les invita a abandonar el país. Antes, Bolívar publica el 7 de septiembre un texto donde explica lo sucedido. No se declara culpable, alega su inocencia y señala un nuevo argumento: La gente no quiere ser libre. Al día siguiente zarpan Bolívar y Mariño para Cartagena y salen de la escena venezolana (en el bergantín El Arrogante) hasta cuando regresan de Haití a Margarita, el 3 de mayo de 1816, casi dos años después.

No obstante la expulsión de Bolívar y Mariño del territorio nacional, la República sigue en pie, ahora en manos de Ribas y Piar, quienes reorganizan el ejército y deciden enfrentar a los realistas. Por su parte, Bermúdez en Maturín ataca a Morales el 12 de septiembre y lo desconcierta de tal manera que este toca la retirada buscando esperar a Boves, que viene en camino. Piar toma Cumaná el 29 de septiembre, y Morales y Boves lo enfrentan y lo destrozan el 16 de octubre en la Batalla de El Salado. Esta fue la única derrota de su carrera militar. Boves sigue su campaña triunfal y vence a Bermúdez el 9 de noviembre en Magüeyes, quien regresa a Maturín a reunirse con Ribas. Piar después de la derrota se va a Margarita, luego a Güiria, buscando rearmarse infructuosamente, hasta que se dirige a Granada, en 1815, donde pasa una temporada antes de irse a Haití a sumarse al grupo de venezolanos que buscan un destino.

En Haití (1815-1816)

Bolívar en Haití comienza a soñar con invadir a Venezuela, sobre la base de lo que le ha informado el capitán Luis Brión, quien cuenta con armamento suficiente para la operación. Además, el presidente Alexandre Pétion, con quien se reúne en enero, le ofrece apoyo. Así se va organizando la expedición que zarpa el 31 de marzo de 1816, con la mayoría de los venezolanos y neogranadinos exiliados en Haití. El número varía de versión en versión, pero la cifra gira alrededor de los 200. La mayoría venezolanos, alrededor de 30 neogranadinos, 20 franceses, 20 haitianos y algunos de otras nacionalidades. La pretensión es temeraria, ya que las fuerzas realistas en Venezuela son muy superiores a este contingente reducido y conformado, en su mayoría, por oficiales sin tropa. El fracaso estaba cantado, pero veamos los hechos.

De la expedición forman parte los generales Mariño, Piar y Gregor MacGregor. A José Francisco Bermúdez el propio Bolívar le impide embarcarse, en razón de las crecientes diferencias que prosperaban entre ambos. Carlos Soublette, José Antonio Anzoátegui, Bartolomé Salom, Ambrosio Plaza, Pedro Briceño Méndez, el general franco-prusiano Ducoudray Holstein, quien provenía del sitio de Cartagena y, por supuesto, el curazoleño animador de la aventura: Luis Brión. Siete goletas se hacen a la mar, después de que Bolívar en Consejo tuvo que imponer, otra vez, su primacía, y Piar está entre quienes lo respaldan. Antes de recalar en Juan Griego el 3 de mayo de 1816, libran un breve combate naval frente a los islotes de Los Frailes, del que salen bien librados.

En Margarita (1816)

En Margarita estuvo la expedición hasta el 31 de mayo cuando zarpan con destino a Carúpano. Desde allí Mariño es enviado a tomar Güiria; Piar es destinado a Maturín y Bolívar envía mensajes a José Tadeo Monagas, Pedro Zaraza, Manuel Cedeño y Andrés Rojas notificándoles su llegada. Antes, en Margarita, ha sido reconocido como Jefe Supremo el 7 de mayo, de modo que su autoridad está ratificada, una vez más. El 1o de julio decide moverse hacia Ocumare de la Costa, allá llega el 6 del mismo mes. Envía a Soublette a tomar los valles de Aragua y este es avistado por las tropas de Tomás Morales. Bolívar recibe información en Ocumare y advierte la precariedad de su situación y, ante la posibilidad de perder la vida, se embarca a toda prisa hacia Bonaire, el 15 de julio. Allí se reúne con Brión y deciden intentar de nuevo el desembarco y al acercarse a Choroní advierten que el Puerto está ocupado y recalan al lado, en Chuao, pero no hay nadie. Alzan velas y se van a Güiria.

“Los realistas Antonio Zuazola y Fernández de la Hoz, al frente de 1.500 hombres, atacan a los patriotas y estos vencen, encabezados por Piar”


En Güiria, Bolívar es culpado del fracaso por Mariño y es expulsado de Oriente. Recoge sus pasos y navega hacia Haití. Allá recala, abrumado por un nuevo fracaso, en agosto. Antes de zarpar de Güiria, Bermúdez que había llegado por su cuenta, muy dolido porque Bolívar lo expulsó de la expedición en Haití, y ya unido a Mariño, casi da cuenta de la vida del Libertador, cuando le lanzó un sablazo que le rozó sin daño. Por supuesto, una junta reunida ante la expulsión de Bolívar nombró a Mariño Jefe Supremo y a Bermúdez su segundo. Nueva vuelta de tuerca de las rivalidades en el mando patriota y nueva humillación para Bolívar.

Los que han quedado en tierra, Carlos Soublette y Gregor MacGregor, acosados por los realistas avanzan por el centro del país con rumbo a Oriente, buscando unirse a los ejércitos patriotas de Mariño y Bermúdez. Soublette reconoce el mando de MacGregor y van avanzando con pequeñas victorias, sumando soldados hasta llegar a contar casi 2.000. Así fue como se enfrentaron a Morales y Francisco López, ya en Oriente y con el respaldo de Monagas, Anzoátegui y Zaraza. Luego, se les suma Piar con su ejército y, entre todos, le propinan una derrota a los realistas en El Juncal el 26 de septiembre de 1816.

La Batalla de El Juncal (1816)

La Batalla de El Juncal abrió las puertas de Guayana para los patriotas, y hacia allá va Piar el 8 de octubre de 1816. El 20 de noviembre pasa el Orinoco y se suman las fuerzas suyas y las de Cedeño, asumiendo Piar la conducción de la campaña. A finales de diciembre cruzan el Caura y ya en enero de 1817 están en camino de Angostura, allí queda Cedeño sitiándola, en Caicara del Orinoco, mientras Piar sigue hacia Upata.

Antes, a finales de 1816, toman la decisión de enviar a Francisco Antonio Zea a Haití para pedirle a Bolívar que regrese y se ponga al frente del proceso. Así fue. El 28 de diciembre de 1816 lo tenemos de vuelta en Margarita. No deja de ser muy extraña la vuelta que se ha dado: Entre quienes piden que vuelva están quienes lo expulsaron, lo que hace evidente la necesidad de un liderazgo preeminente.

La Batalla de San Félix (1817)

Piar sigue en su campaña. La Batalla de San Félix el 11 de abril de 1817 fue un punto de inflexión importante para los patriotas, comandados por Piar, ya que les dio la llave de una vasta región con comunicación fluvial hacia el mundo, y la consolidación de un ejército de mayores proporciones. Piar, Anzoátegui y Torres se enfrentaron a Miguel de la Torre y Nicolás Ceruti. De los 1.600 hombres del ejército de los primeros, 600 eran indígenas con arcos, flechas y lanzas, mientras los realistas contaban con cerca de 2.000 soldados en su mayoría profesionales. El desastre realista fue considerable: Casi 700 muertos en el campo, alrededor de 500 prisioneros, entre ellos Ceruti, mientras de la Torre logra escapar hacia Angostura, con no más de 30 soldados.

Piar sitia a Angostura a partir del 25 de abril, y Bolívar llega con su tropa el 2 de mayo a respaldarlo. Piar lo reconoce como Jefe Supremo, a instancias del primero, y le entrega su ejército, bastante más grande que los 200 soldados que acompañaban a Bolívar. Este hace cambios que no le gustaron a Piar, comprensiblemente. Designa a Bermúdez y Cedeño para que dirijan el sitio de la ciudad y a Piar lo envía a Guayana La Vieja. El sitio concluye con el abandono de de la Torre el 19 de julio, cuando entra Bolívar y toma la ciudad. En cambio, Piar ha pedido que le admitan separarse del ejército el 30 de junio: Es obvio que está resentido, y también lo es que no le faltan motivos para ello. Se le permite separarse y Bolívar le da dos alternativas: Se queda tranquilo en el país o se le da un pasaporte para que se vaya. Escoge quedarse, pero no se queda inerte, como veremos luego.

El Congreso de Cariaco (1817)

Entre la Batalla de San Félix y el sitio de Angostura ocurre el Congreso de Cariaco. Un evento, por cierto, de mayor importancia que la atribuida por la hagiografía bolivariana. Veamos los hechos: Está de vuelta en Venezuela, después de tres años de cárcel en Cádiz (liberado junto con Roscio, Isnardy, Ayala, Paz del Castillo y otros, en 1815), el presbítero chileno José Cortés de Madariaga, personaje central de los hechos del 19 de abril de 1810, en el famoso balcón. El canónigo le propone a Mariño regresar al esquema federal de la Constitución de 1811 y a este le parece bien, ya que era más proclive a cualquier forma constitucional que mejorara su situación en desmedro de la de Bolívar que, se ha dicho hasta la saciedad, detestaba el Federalismo en aras del Centralismo.

Deciden, entonces, organizar el Congreso (entre el 8 y el 9 de mayo de 1817) y nombrar autoridades sobre la base de las instituciones de cinco años antes. Se forma un triunvirato integrado por Fernando Rodríguez del Toro, Francisco Javier Mayz y Simón Bolívar (sin consultarle, obviamente). Mariño es designado Jefe Supremo del Ejército y Luis Brión de la Armada. En la asamblea estaban presentes Francisco Antonio Zea; Diego Bautista Urbaneja; Luis Brión; Manuel Isava; Diego Vallenilla; Francisco Xavier y Diego Alcalá; Manuel Maneiro; Francisco de Paula Navas y, por supuesto, José Cortés de Madariaga.

“Es difícil imaginar una condena moral peor que la que le asesta Bolívar a la memoria de Piar”


Bolívar en cuanto se enteró de la ocurrencia del Congreso y del proyecto federal, lo desechó rotundamente con su silencio. Como era de esperarse y, en lo sucesivo, ya apuntalado el caraqueño en Guayana, dominando un vasto territorio y con el apoyo de una mayoría que no siguió a Mariño en la aventura, el Congreso de Cariaco y sus decisiones fueron quedando en el olvido, en letra muerta.

Piar no participó en el Congreso de Cariaco, pero suscribió sus postulados. Sin embargo, Mariño no fue juzgado y pasado por las armas, como veremos que sí lo fue Piar. ¿Por qué? Todo indica que para Bolívar era imposible sancionar severamente a un grupo tan significativo de patriotas reunidos en Cariaco, mientras acusar a Piar de insurrección y condenarlo suponía una sola persona y la posibilidad definitiva de hacerle saber a los patriotas dónde residía el mando supremo, y lo que era capaz de hacer para imponer su autoridad.

Por su parte, recordemos que a Piar le ha sido autorizada su salida del ejército a finales de junio y, según sus acusadores, se encuentra soliviantando a la gente con base en la lucha étnica entre los pardos y los blancos criollos. Recordemos también que la hazaña de San Félix, que abrió el paso de Guayana, es de él, y que el propio Piar se vio compelido a entregarle su ejército de casi 3.000 hombres a Bolívar, que llegaba con apenas 200. Ya hemos dicho que sí lo dominaba el rencor había motivos para ello, no era un capricho, pero con su actitud le brindó a Bolívar una oportunidad de oro para un castigo ejemplarizante que desactivara a sus adversarios dentro de las fuerzas republicanas.

Juicio y fusilamiento

Manuel Carlos Piar fue hecho preso y llevado a Angostura el 3 de octubre, cuando se le abrió juicio. El Fiscal acusador es Carlos Soublette y el defensor Fernando Galindo. Lo juzga un Consejo de Guerra presidido por Brión e integrado por Pedro León Torres, José Antonio Anzoátegui, José Ucroz, José María Carreño, Judas Tadeo Piñango y Francisco Conde. Se le halló culpable de los cargos y se le fusiló contra la pared de la Iglesia de Angostura el 16 de octubre de 1817.

Le atribuye Clément Thibaud el fusilamiento a una razón política. Afirma: “A mediados de 1817, casi todos los jefes militares habrían podido ser acusados de insubordinación. Bermúdez, Mariño y sus aliados habían organizado un congreso encaminado a quitarle al Libertador la dirección de la guerra. Zaraza apenas paraba mientes a las “observaciones” del comando general. Pasemos también por alto a José Antonio Páez que, emperador en su reino de Los Llanos entre el Arauca y el Apure, no había reconocido sino en forma del todo simbólica la superioridad del Libertador. Sólo Monagas parece un caudillo bajo sus órdenes. Pero, y en esto está el punto esencial, ninguno de estos líderes tiene la ambición de construir un ejército de soldados de infantería apto para atacar las capitales (Santa Fe y Caracas), como Piar, con ayuda de Cedeño. Al concentrarse en el general pardo de origen extranjero, Bolívar no busca rebajar el poder de los caudillos sino eliminar a un temible rival que compartía su ambición reguladora. Fue esta, sin duda, la verdadera razón del proceso contra Piar” (Thibaud, 2003:317-318).

No obstante lo dicho por Thibaud, hemos de recordar que Piar ha sido despojado de su ejército, de modo que el temor de Bolívar es hipotético, ya que Piar tendría que armar otro. ¿Era posible?, ¿se formaba un ejército como el que le entregó a Bolívar en pocas semanas? No parece probable. Cobra cuerpo la hipótesis del ejemplo sobre los otros caudillos, la necesidad de unificar el mando en torno a él y, eso sí, la cuerda reventó por el que probablemente Bolívar consideraba el más temible rival: Piar; de lo contrario no se entiende la inquina con que lo condena en la Proclama del 17 de octubre de 1817, al día siguiente de su fusilamiento. Dice:

Ayer ha sido un día de dolor para mi corazón. El general Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesa patria, conspiración y deserción. Un tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado ciudadano, que embriagado con los valores de la fortuna y por saciar su ambición, pretendió sepultar la patria entre sus ruinas. El general Piar, a la verdad, había hecho servicios importantes a la República, y aunque el curso de su conducta había sido siempre la de un faccioso, sus servicios fueron pródigamente recompensados por el gobierno de Venezuela… pero este general, que solo aspiraba al mando supremo, formó el designio más atroz que puede concebir un alma perversa. No sólo la guerra civil, sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus propios compañeros y hermanos se había propuesto Piar… El cielo ha permitido que un hombre que ofendía la divinidad y al linaje humano no profanase más tiempo la tierra, que no debía sufrirlo un momento después de su nefando crimen” (Bolívar, 2010:76).

Es difícil imaginar una condena moral peor que la que le asesta Bolívar a la memoria de Piar. Nótense varios vocablos claves: “Embriagado por los valores de la fortuna y por saciar su ambición”, y otros: “El curso de su conducta había sido siempre la de un faccioso”; otros: “El designio más atroz que puede concebir un alma perversa”. En otras palabras: Un ambicioso, perverso y faccioso. Es decir, lo peor para Bolívar: Alguien que le discutía el mando. Pero como bien afirma Thibaud, todos han podido ser acusados de esto.

En fin, cada lector juzgará por su cuenta, lo cierto es que la preeminencia que adquiere Bolívar después de este fusilamiento es indudable, él mismo se lo dice a Perú de Lacroix en 1828, en el Diario de Bucaramanga, once años después: “La ejecución del general Piar bastó para destruir la sedición: Fue un golpe de Estado que desconcertó y aterró a todos los rebeldes, desopinó a Mariño y su Congreso de Cariaco, puso a todos bajo mi obediencia, aseguró mi autoridad, evitó la guerra civil y la esclavitud del país, me permitió pensar y efectuar la expedición de la Nueva Granada y crear después la República de Colombia: Nunca ha habido una muerte más útil, más política y, por otra parte, más merecida” (Bolívar, 2010:250). Como dice el refrán: “A confesión de partes, relevo de pruebas”, Sobre este asunto, afirma O’Leary: “El general Mariño, sin duda mereció la misma suerte que Piar, pero era menos peligroso que él, y bastaba un solo ejemplar” (O’Leary, 1981, tomo 27:429).

Finalmente, leídas las versiones del juicio a Piar, y los delitos de los que se le acusaba, son muchos los testimonios (Bartolomé Salom, José Ignacio Pulido, entre otros) que apuntan que Piar, una vez entregado su ejército a Bolívar, se dedicó a soliviantar a los pardos en contra del Libertador, y a montar tienda aparte, pero esto no era causa como para un juicio sumario y un fusilamiento. La causa de fondo está en las palabras de Bolívar a Luis Perú de Lacroix en el Diario de Bucaramanga, confirmada por lo dicho por O’Leary, en sus Memorias.

Bibliografía:
-ARRAIZ LUCCA, Rafael (2011). Venezuela 1728-1830: Guipuzcoana e
Independencia. Caracas, editorial Alfa, Biblioteca de Autor Rafael Arráiz Lucca.
-BOLÍVAR, Simón (2010). Bolívar esencial. Bogotá, ediciones de la revista Número.
-FALCÓN VELOZ, Fernando (2004). Manuel Carlos Piar (1777-1817). Caracas, Gobierno del estado Bolívar.
-GONZÁLEZ, Asdrúbal (1988). Manuel Piar. Valencia, Vadell Hermanos.
–(1997). Entrada Piar, Manuel del Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar.
-HERRERA LUQUE, Francisco (1991). Manuel Piar. Caudillo de dos colores. Caracas, editorial Pomaire.
-O’LEARY, Daniel Florencio (1981). Memorias del general O’Leary. Barcelona (España), Ministerio de la Defensa de Venezuela.
-THIBAUD, Clément (2003). Repúblicas en armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de independencia en Colombia y Venezuela. Bogotá, editorial Planeta.

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