Un año ha pasado desde el inicio formal de las primeras medidas de confinamiento y restricción de movilidad tomadas para enfrentar la pandemia de la Covid-19. En este punto, es bastante preciso decir que esta crisis global agarró a Venezuela en las peores condiciones posibles, al menos por tres razones:
En primer lugar, Venezuela sufría, mucho antes de comenzar la pandemia, los rigores de una depresión económica profunda y prolongada, por lo que se puede decir con bastante certeza que las condiciones económicas y laborales de las familias venezolanas eran, a principios de 2020, comparativamente peores que las del resto de la región. En segundo lugar, a diferencia de las mayoría de los países de la región, el gobierno venezolano carecía (y carece) de capacidad fiscal para poder compensar los ingresos de familias y empresas o para ampliar la capacidad sanitaria para atención de la pandemia. Y tercero, a diferencia del resto de las países, Venezuela desde antes de la pandemia, padece un verdadero blackout informativo sobre las condiciones de salud en general, y cifras epidemiológicas en particular, que hizo (y hace) imposible el seguimiento adecuado de la evolución de la pandemia y sus efectos socio-económicos.
Con el escenario anterior se puede fácilmente comprender que las familias venezolanas se encontraban en una posición vulnerable, y en ausencia de datos oficiales transparentes, no ha sido posible responder apropiadamente a las preguntas sobre la magnitud, extensión y distribución de las fragilidades específicas. En un reciente trabajo publicado por Anova Policy Research, inspeccionamos una fuente reciente de datos sobre familias venezolanas para medir el grado de indefensión de los hogares frente a la Covid-19 y las medidas de confinamiento.
Vulnerabilidad directa e indirecta
Para propósitos analíticos, el informe trata la noción de vulnerabilidad directa, que se refiere a aquellos factores subyacentes en la salud de los hogares venezolanos que los hace propensos a sufrir consecuencias más graves de la pandemia. Por otro lado, se le llama vulnerabilidad indirecta a aquellos factores que disminuyen la probabilidad de que un hogar pueda cumplir con las medidas de confinamiento prolongado, que han sido hasta ahora la respuesta de política pública frente a la pandemia.
A un año del inicio de la pandemia, ¿Qué dicen los datos sobre el nivel de vulnerabilidad directa e indirecta de las familias venezolanas frente a la Covid-19? En cuanto a vulnerabilidad directa:
a. Aseguramiento: En Venezuela el 95,2% de los hogares no tiene acceso a un sistema de aseguramiento de salud efectivo. Esto quiere decir que 95 de cada 100 personas, o no tiene un seguro privado, o está afiliado únicamente al quebrado Instituto Venezolano de los Seguros Sociales o, aún estando asegurados con póliza privada, declaran tener coberturas en bolívares que son irrelevantes frente a los crecientes costos de la salud en Venezuela.
b. Atención médica: En Venezuela el 35,5% de los hogares declara haber dependido exclusivamente de los servicios de salud públicos para resolver afecciones de salud en el último año. La dependencia a los servicios de salud pública en Venezuela es una vulnerabilidad dado los extensivos reportes de limitaciones de capacidad de atención, dotación y calidad en la oferta pública de servicios de salud.
c. Acceso a tratamiento: En Venezuela durante 2020, a pesar de la mejora observada en el abastecimiento de medicamentos, el 19,2% de los hogares declara haber sufrido una afección de salud y que no tuvieron acceso a la adquisición de medicamentos, generalmente por razones económicas.
d. Comorbilidades: En Venezuela el 37,6% de los hogares reporta tener al menos un miembro que sufre una enfermedad crónica como diabetes, hipertensión, enfermedades renales, etc. Está bien establecido el rol que tienen las comorbilidades en la probabilidad de sufrir casos graves o muerte por Covid-19.
e. Higiene: En Venezuela el 38,8% de los hogares no tienen accesoregular al agua potable o, aun teniendo, sus fuentes de provisión de agua son irregulares, escasas y de mala calidad. La imposibilidad de acceso regular al servicio de agua potable limita algunas de las rutinas esenciales en la prevención del la Covid-19, como el lavado de manos.
f.Edades vulnerables: En Venezuela el 32,4% de los hogares declaran tener un miembro del hogar con 60 años de edad o mayor. La identificación de este segmento demográfico es de suma importancia por ser el grupo con la mayor tasa de complicaciones graves y muerte frente a la enfermedad Covid-19.
Por otro lado, a un año del inicio de los confinamientos obligatorios prolongados y las restricciones de movilidad impuestas tras el inicio de la pandemia de Covid-19, ¿Qué dicen los datos sobre el grado de preparación de las familias venezolanas frente a estas restricciones? A continuación, algunos datos sobre vulnerabilidad indirecta:
a. Almacenamiento de alimentos: En Venezuela el 17% de los hogares reporta no poseer una nevera/refrigerador funcional. En ausencia de una nevera, los miembros del hogar se ven obligados a romper el confinamiento con mayor frecuencia puesto que no tienen capacidad de almacenamiento de alimentos perecederos.
b. Inseguridad alimentaria: En Venezuela el 18,3% de los hogares reporta que al menos uno de sus miembros deja de comer una comida al día. Los hogares que enfrentan déficit de alimentación crónicos, no disponen capacidad de almacenar alimentos y deban violar el confinamiento para poder satisfacer sus necesidades calóricas.
c. Trabajo a distancia: En Venezuela el 81,2% de los hogares reporta no tener acceso a un servicio de internet fijo que funcione, mientras que el 70,5% reporta que no tiene computadora/tablet en casa. Para estos hogares es imposible implementar cualquier modalidad del teletrabajo bajo confinamiento prolongado.
d. Educación a distancia: Adicionalmente a las limitaciones tecnológicas de acceso a computadoras e internet, se estima que 38,6% del total de hogares con miembros en edad escolar (entre 6 y 17 años) está integrado por adultos que poseen un nivel educativo menor al de la secundaria completa. Es decir, una porción importante de los niños en edad escolar bajo el régimen de educación a distancia, no tiene un adulto en capacidad de ofrecer una ayuda u orientación efectiva en su proceso educativo.
e. Espacio físico del hogar: En Venezuela 20,2% de los hogares viven en condiciones de hacinamiento, definido como 3 o más personas por habitación. La falta de espacio físico en los hogares es una limitación relevante para la convivencia de sus miembros en condiciones de confinamiento prolongado, y el aislamiento puede incrementar el riesgo de problemas relacionados a la violencia intrafamiliar.
f. Condiciones laborales: En Venezuela casi la mitad (49,9%) de los hogares reporta trabajar de manera informal o por cuenta propia. Este tipo de trabajadores no afiliados a firmas o instituciones, enfrenta serias limitaciones para el cumplimiento de confinamientos prolongados por su rutina laboral, generalmente diaria y en la calle.
Compilando estas cifras, se estima que el 57,6% de los hogares, aproximadamente 15,9 millones de venezolanos, presentan condiciones de vida con elementos de vulnerabilidad directa en salud; es decir, muestran factores en su hogar que incrementan la posibilidad de verse más afectados en caso de contagiarse por la Covid-19. Por otro lado, el 63,4% de los hogares de Venezuela, unos 17,5 millones de personas, viven con elementos de vulnerabilidad indirecta frente a las medidas de confinamiento prolongado; lo que hacen improbable que puedan cumplir a cabalidad con las restricciones de movilidad impuestas durante la pandemia.
La conclusión de estas cifras es una sola: El país está atrapado en una situación caracterizada por hogares que son altamente susceptibles a los efectos directos de la Covid-19, pero que a su vez no tienen condiciones para cumplir a cabalidad con confinamientos prolongados. En presencia de un Estado sin capacidad efectiva de implementar programas compensatorios para familias y empresas, la única salida que queda es presionar por un Plan Nacional de Vacunación Masiva inmediato, con focalización en poblaciones frágiles y sin exclusión de ningún tipo. Es eso, o Venezuela seguirá alimentando las cifras negras de la pandemia.