En la aldea
19 abril 2024

Una nueva partida de caza

“¿Por qué ocurre que a pesar de ser tan conveniente y beneficiosa la unidad no ha sido posible?” Se pregunta el autor ante la inminencia de las elecciones regionales, y argumenta: “Sería un milagro si se llega a algún resultado positivo, pues ya es obvio que nada se puede hacer en materia de unidad”. Y sentencia: “Lo mínimo sería prepararse para que en las elecciones presidenciales no ocurra igual”. ¿Hasta cuándo el desafecto y desconfianza entre los políticos de oposición estará primero que la emergencia del país?

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Francisco Suniaga | 13 octubre 2021

Uno de los juegos teóricos desarrollados por las ciencias sociales para explicar las conductas humanas ante determinados dilemas es el de la cacería del venado. Cazadores que no se comunican entre sí, tienen la necesidad de cazar un astado. Si cooperan y comparten de manera decidida y honesta las tareas para cercarlo (información), es muy factible que tengan éxito. Si no lo hacen por ponerse a cazar liebres y asegurar su comida particular antes que la colectiva, pues, probablemente cacen alguna, pero se les escapará la pieza mayor.

Es el que mejor aplica a la situación en la que se encontraba hace unos meses (las cursivas son mías) la oposición, o el no-chavismo para no excluir a nadie. Está muy claro ahora que los dirigentes de los diversos grupos (cazadores) han decidido no cooperar y cada uno salió a por liebres. El venado, Maduro y su régimen, es el gran beneficiario, una vez más, de esa falta de entendimiento entre quienes le adversan.

La verdad es que Venezuela no tiene tradición en materia de cooperación y búsqueda de consensos nacionales. Sin que haya obstado su importancia, e incluso en momentos en que nuestra sobrevivencia como nación estaba en juego, siempre hubo quienes prefirieron que el venado escapara. Por eso nuestra historia es una interminable cacería fallida de venados, y hasta de las liebres, porque quienes han sido negadores de la cooperación que se requiere para la grandeza, han sido miserables administrando sus “conejos”.

“Qué importante hubiese sido para Venezuela, y cuán distinto el destino terrible que nos alcanzó en diciembre de 1998, si se hubiese cooperado con Carlos Andrés Pérez y su ‘Gran Viraje’”

El caso más lejano en el tiempo, fue Simón Bolívar, a quien le costó más imponerse a sus adversarios internos, también “libertadores” venezolanos, que a los españoles. El caso más doloroso, por la agonía que ahora se vive y porque en efecto se le destruyó, es el de Carlos Andrés Pérez. Qué importante hubiese sido para Venezuela, y cuán distinto el destino terrible que nos alcanzó en diciembre de 1998, si se hubiese cooperado con Carlos Andrés Pérez y su “Gran Viraje”. Las cifras que lo demuestran están allí, tercas, y Maduro, la prueba material, también. 

Más recientemente, díganme ustedes si lo de Juan Guaidó no ha sido un caso similar. En el presente, en este 2021 marcado por las elecciones municipales y regionales, los cazadores decidieron no cooperar y, además, conspiran contra quienes aún hacen esfuerzos por cazar el venado. Sería un milagro si se llega a algún resultado positivo, pues ya es obvio que nada se puede hacer en materia de unidad. Las elecciones serán por tanto un nuevo fracaso para los demócratas.

¿Por qué ocurre que a pesar de ser tan conveniente y beneficiosa la unidad no ha sido posible? La respuesta apunta en direcciones múltiples. Una primera, que es obvia porque no se hacen esfuerzos para ocultarla, es el desafecto, desconfianza y hasta rencor que existe entre los distintos “cazadores”. Todos argumentan que los otros son unos embusteros y no cumplen los acuerdos, ergo…

¿Qué hacer si necesitamos un plan para salir de Maduro y nadie confía ni cree en nadie? Lo deseable sería comenzar por no repetir lo que se ha hecho y obviamente ha fracasado para estas elecciones. El proceso para tratar de llegar a candidatos unitarios fue opaco, sin reglas ni objetivos claros desde el comienzo hasta hace muy poco, a mes y medio de las elecciones. No hablaron claro sobre sus intenciones, no le dijeron a la gente, “Sí vamos a participar en las elecciones”, y la unidad no aparece por artificios de prestidigitadores. Ahora estamos en un “vamos a ver qué pasa” en el que todos sabemos lo que va a pasar.

¿Qué hacer? Lo mínimo sería prepararse para que en las elecciones presidenciales no ocurra igual. Los políticos deben manejarse con realidades y ya saben que las presidenciales serán en 2024 (bien podrían ser antes, pero solo si le conviene a Maduro, quien buscaría reeditar el escenario de 2018). Eso es lo que quiere el venado y lo que va a pasar si los cazadores no se ponen de acuerdo y le presentan al país a un solo candidato para enfrentarlo.

¿Cómo? Quizás haya llegado el momento que Perogrullo ha planteado una y otra vez: democratizando los partidos, o por lo menos sus liderazgos, por vía del voto universal de sus militantes y simpatizantes. O tal vez crear algo como el Partido por la Democracia, de los ochenta en Chile y elegir democráticamente al ungido. Cuando los ciudadanos voten y se sepa quiénes forman la nueva partida de caza, se acabarán los políticos de internet que viven jodiendo a quienes quieren intentarlo, los apoyados por corporaciones mediáticas, los tirapiedras y espontáneos, vale decir, los caza liebres. Entonces sí, con la credibilidad y fortaleza que tendría un liderazgo legitimado democráticamente, planificar una estrategia común, ejecutarla y derrotar a Nicolás Maduro. 

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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