El 23 de enero, por lo menos desde el advenimiento del chavismo, ha sido la fecha en que se inaugura el “año político”. Este año se adelantó dos días porque el viernes 21 el Gobierno (o el CNE, si mantienen la fe en las instituciones del Estado) anunció la recolección de firmas para el evento revocatorio solicitado por un grupo de activistas. La fecha quizás no fue del todo casual. Pensando mal, bien pudo haber sido decidida con la intención de que dos días después (siempre con el tiempo recortado), los opositores más fogosos salieran a la calle el 23 y, desde el vamos, el año se hundiera en el tremedal que al chavismo le conviene: las protestas “quemacauchos” focalizadas en el Este caraqueño.
Esas son elucubraciones de un opositor cansado (el suscrito), y hay que fijar el foco en lo que ocurre en la realidad, en los hechos, tercos enemigos de la mentalidad mágica. En ese plano, lo que está de bulto es que ya pasaron dos meses desde las elecciones locales, que ya se va enero y la dirigencia de los cuatro principales partidos no ha hecho siquiera un anuncio del camino a seguir. Han guardado un silencio tipo Calvin Coolidge, presidente de los Estados Unidos en los años veinte del siglo pasado. ¿Quién sabe?, a lo mejor es quien los inspira.
Calvin Coolidge es uno de los vicepresidentes que llegó a la Sala Oval por la muerte del presidente, en su caso, Warren Harding. Era un tipo silencioso y contemplativo ante las situaciones que requerían respuestas, fue quizás el inventor del “Do nothing approach” de los gerentes modernos. Y también de la palabra “procrastination”. Cuando era presidente, solía afirmar: “Cuando veo tres problemas que vienen en mi dirección, me quedo tranquilo y espero. Casi siempre ocurre que dos de ellos se encunetan y solo tengo entonces que lidiar con el que llega hasta mí”.
En las elecciones del 21N, el liderazgo opositor, cual Coolidge, ni siquiera dijo “Voten” o “No voten”. Los ciudadanos esperaban que por lo menos tomaran una posición nítida, cónsona con su aspiración de rescatar el voto como instrumento de lucha contra la dictadura. No lo hicieron. Solo quedaba esperar que la lección de los barinenses los hubiese hecho reflexionar.
Vana esperanza. Porque también el silencio fue la respuesta dada a la solicitud de revocatorio liderada por César Pérez Vivas y Nelson Chitty La Roche. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. El mismo jodido silencio con el que Calvin Coolidge “hacía política”. Quizás guardar silencio era en realidad la mejor respuesta ante un disparate (la solicitud de revocatorio) de unos políticos sin agenda ni plan.
Pero se va enero, y tampoco sabemos nada de un plan que la gente común ya repite como un catecismo: democratizar los partidos para elegir nuevas autoridades; fortalecer sus organizaciones devastadas por la represión chavista; coordinarse para llegar a un consenso en torno al plan para desalojar a Maduro de Miraflores (lo que pasa por la elección en primarias del candidato opositor a las elecciones de 2024); y comenzar el titánico rescate de un país destruido. Si lo quieren reducir a cinco palabras: Democracia, organización, coordinación, unidad y rescate.
Solo la realización de un proceso democrático puede dotar a los partidos de un nuevo liderazgo legítimo y creíble. Ese liderazgo tiene la tarea de reconstruir el tramado político de sus respectivas organizaciones, para que lo que se decide en las direcciones nacionales llegue a los últimos rincones del país, para eso son los partidos. Esos líderes deben crear un mecanismo de coordinación de TODA la oposición. De esa coordinación debe surgir una oposición sensata y robusta, capaz de tener una agenda propia y de maximizar los apoyos internacionales. De esa coordinación será posible escoger democráticamente, entre TODOS los que aspiran, al candidato a las elecciones de 2024. (Ojo: Las elecciones presidenciales de 2024 están ordenadas por la Constitución, pero si no tenemos una oposición fuerte, producto de su democratización, organización y coordinación, olvídense que Maduro las va hacer. Ya sabe que Daniel Ortega se salió con la suya, rompió todos los platos y no ha pagado ni uno). Después vendrá lo de gobernar, pero eso es otra película.
Enero se va, quedan dos años y diez meses.