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01 mayo 2024

Joaquín Crespo (1841-1898). “A Guzmán Blanco no le convenció lo que le propuso el general Crespo: turnarse uno y otro cada dos años en el poder”.

Joaquín Crespo: un hombre de armas y de Misia Jacinta (I Parte)

Desde muy joven empuñó las armas y supo identificar cómo lograr ascensos, tanto en el mundo militar como en el político. De soldado raso a la Presidencia de la República. Aliado de Antonio Guzmán Blanco, fue forjándose un liderazgo propio a sus expensas, lo que al final jugó en contra. Padre de una familia prolífera que formó con Jacinta Parejo de Crespo, conocida como “Misia Jacinta”, la primera dama que lo acompañó. Joaquín Crespo, un militar que gobernó entre las vicisitudes y la fidelidad que suelen exigir los caudillos como Guzmán, más hacia su persona que a sus ideas.

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Rafael Arráiz Lucca | 10 abril 2022

Joaquín Crespo Torres nació el 22 de agosto de 1841 en San Francisco de Cara, un pueblito del estado Aragua que quedó sumergido bajo las aguas cuando se construyó la represa o embalse de Camatagua, en 1969. Era hijo de un curandero, Leandro Crespo, hijo del vizcaíno José María Crespo, y de Aquilina Torres, hija de Antonio Torres, natural de Tenerife. Los Crespo Torres se avecindaron en Parapara, donde el muchacho adquirió las primeras letras, y se le acomodó el espíritu a la largura del llano guariqueño, donde su padre se movía aplicando ungüentos, prescribiendo pócimas y curando enfermos.

De su infancia no hay mayores hechos que resaltar. De su adolescencia sí, cuando el general Manuel Borrego descansó en su casa y se lo llevó entre sus huestes. Tenía 17 años y comenzaba su carrera de hombre a caballo y armado. Corren los días de 1858 y la Guerra Federal está a punto de estallar, y allí está el joven Joaquín, de cabo raso, iniciando el ascenso. Cuando termina la guerra, en 1864, ya es general de Brigada, nada menos, y toma la decisión más importante de su vida: se casa con la viuda del general Saturnino Ramón Silva, quien ha muerto en combate.

El 18 de septiembre de 1864 contrae matrimonio con la joven de 19 años, Jacinta Parejo Parejo, hija de Juan Parejo y María Josefa Parejo. De la unión nacerán once hijos, algunos con nombres singulares: Joaquín Segundo, Tito, Pedro Domingo, Carlos Clemente, Santo Domingo, Estatio, Gonzalo Antonio, Inés, Ana Jacinta, Columba y Aminta. Cuando Crespo muere, el 16 de abril de 1898, deja una fortuna inmensa, quizás mayor que la de Antonio Guzmán Blanco. Entre sus bienes estaba el Palacio de Miraflores, donde no llegó a habitar la pareja presidencial Crespo Parejo.

Joaquín Crespo (1841-1898). “A Guzmán Blanco no le convenció lo que le propuso el general Crespo: turnarse uno y otro cada dos años en el poder”.

“El Consejo Federal, aconsejado por Guzmán Blanco, escogió a Crespo, quien asumió la Presidencia el 27 de abril de 1884”

Durante las refriegas de la Guerra Federal la amistad entre Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo se consolidó como si fuesen mellizos, y en los años del gobierno de Juan Crisóstomo Falcón (1864-1868), Crespo fue diputado en la Asamblea Legislativa del estado Guárico, y luego diputado ante el Congreso Nacional en Caracas (1865-1868), representando a su estado natal.

Cuando viene la crisis del gobierno de Falcón en 1868, y este declina a la presidencia de la República, se abren las apetencias del “viejo” José Tadeo Monagas y encabeza su Revolución Azul, Crespo está entre quienes lo enfrentan infructuosamente. Se refugia en el llano y se arma, esperando el desembarco de su jefe Guzmán Blanco, y lo acompaña en su entrada triunfante a Caracas el 7 de abril de 1870.

Con Guzmán Blanco en el Septenio: 1870-1877

Tienen 29 años el joven Joaquín, al año siguiente lo ascienden a general en jefe y le encargan la jefatura civil y militar de Guárico. Es el “taita” de allá. En 1874 lo designan presidente del estado Guárico, y en 1876 toca un primer cielo con la mano: Guzmán Blanco lo inviste de ministro de Guerra y Marina. Allí estará hasta que termine el Gobierno y, cuando asume el general Francisco Linares Alcántara, y se inicia la reacción contra Guzmán, el fiel Crepo se atrinchera en Guárico hasta que tiene que irse al exilio en Trinidad. De allí se va a París, a juntarse con su jefe y a conocer un mundo en las antípodas de los rigores becerriles del llano guariqueño.

Regresa a Trinidad y estando allí ocurre la inesperada muerte de Linares Alcántara el 30 de noviembre de 1878 en La Guaira, al parecer intoxicado por un jugo de lechosa piche. Entonces, se pone en marcha la recuperación del poder por parte de Guzmán y de esta pieza de relojería será Crespo un factótum principal, controlando los llanos guariqueños. En febrero de 1879 “El Ilustre Americano” está sentado en la silla de nuevo y Crespo es designado jefe civil y militar de Maracay, en 1880. Dos años después es elegido para ser presidente del estado Guzmán Blanco, después de la delirante reforma político-administrativa en la que Guzmán le puso sus apellidos a un estado enorme, y el de su padre a los estados andinos. Allí estaba cuando Guzmán Blanco decide que lo suceda por dos años en la Presidencia de la República.

Joaquín Crespo (1841-1898). “A Guzmán Blanco no le convenció lo que le propuso el general Crespo: turnarse uno y otro cada dos años en el poder”.

“El bienio para Crespo representó una ardua prueba de su fidelidad a Guzmán, ya que no fueron pocos los que se le acercaron con el ánimo de contraponerlo a su mentor y compadre”

Entre las candidaturas del general Venancio Pulgar, el doctor Juan Pablo Rojas Paúl y el general Joaquín Crespo, el Consejo Federal, aconsejado por Guzmán Blanco, escogió a Crespo, quien asumió la Presidencia el 27 de abril de 1884, mientras su antecesor se iba a Europa con su familia con rango de Ministro Plenipotenciario, en junio del mismo año. Primero se instaló en Londres, y luego se mudó a París.

Primera Presidencia del general Joaquín Crespo (1884-1886)

El bienio para Crespo representó una ardua prueba de su fidelidad a Guzmán, ya que no fueron pocos los que se le acercaron con el ánimo de contraponerlo a su mentor y compadre. En este sentido, cumplió con la fidelidad que suelen exigir los caudillos hacia su persona, más que para con sus ideas. Le tocó enfrentar las calamidades que produjo una plaga de langosta que azotó los cultivos hacia finales de 1884. Este hecho vino a sumarse a la ya precaria situación de los precios del café, afectados por la crisis mundial de la economía. La situación de las arcas nacionales era de tal precariedad que se hizo necesario recurrir a un empréstito y a reducir en un 25% el sueldo de los empleados públicos. También, en 1884 tuvo Crespo que presidir las exequias de Antonio Leocadio Guzmán y el inmediato traslado de sus restos al Panteón Nacional.

En 1885 el déficit fiscal se pronunció aún más, mientras se inauguraba el Ferrocarril Valencia-Puerto Cabello, bajo el mismo esquema de garantía del 7% de retorno de la inversión pautado por Guzmán Blanco. También durante este año, el incansable general Venancio Pulgar se levanta en armas y entra al país desembarcando en el puerto de Carúpano. La rebelión es dominada, pero ello supuso un nuevo desembolso no previsto, que engrosó todavía más la insuficiencia económica del Gobierno.

Joaquín Crespo (1841-1898). “A Guzmán Blanco no le convenció lo que le propuso el general Crespo: turnarse uno y otro cada dos años en el poder”.

“Ante las elecciones de 1888, Crespo le propone a Guzmán Blanco que vuelva a apoyarlo, pero este opta por Juan Pablo Rojas Paúl, y se produce una ruptura entre ambos en 1887. Crespo se fue a España”

Contemporáneamente, en la Universidad Central de Venezuela manifestaron en contra de un extraño personaje muy cercano a Crespo y su familia: Telmo Romero, director del Manicomio de Caracas, aficionado a temas médicos, y suerte de “brujo” o “curandero” que profesaba unas insólitas creencias en relación con la cura de la locura. La protesta se concentró en la quema de uno de sus libros. En el fondo, por lo que se protestaba era por la incompatibilidad entre la ciencia médica, que se rige por mediciones confiables, y la práctica sin fundamento científico que desplegaba el señor Romero, con el respaldo del presidente Crespo y su familia, acostumbrados como estaban a lo que hoy se llamaría “el ejercicio ilegal de la medicina”.

Ya cerca de cumplirse el Bienio 1884-1886, el Consejo Federal escogió de nuevo a Guzmán Blanco para regresar a la Presidencia, así lo hizo el 27 de abril de 1886. Sin embargo, “El Ilustre Americano” o no estaba seguro de querer regresar o le gustaba que le adularan, el caso es que tuvo que viajar a Europa una delegación para convencerlo de la necesidad de su regreso, cosa que lograron sin mayores problemas, y el general Guzmán llegó a La Guaira en agosto, en medio de un título que sus adulantes orquestaron con esmero: “El Aclamado de los Pueblos”, mientras al hecho de la asunción de la Presidencia se le llamó “La Aclamación Nacional”. Como vemos, la adulación estaba en su apogeo. Al no más llegar, Guzmán reconoció con grandes epítetos al general Crespo, lo llamó “modelo de hombres dignos”, mientras celebraba su fidelidad, al regresarle el mando sin aspavientos.

El rompimiento con Guzmán Blanco

Quizás por todo lo anterior a Guzmán Blanco no le convenció lo que le propuso el general Joaquín Crespo: turnarse uno y otro cada dos años en el poder, sino que prefirió irse a París. Es muy probable que sintiese que ya su labor estaba hecha, y que le quedaba poco por hacer por el país. En todo caso, en agosto de 1887, sin haber cumplido el Bienio completo se fue a Francia, dejando encargado de la Presidencia de la República al general Hermógenes López. No sospechaba entonces que jamás regresaría a Venezuela. Se iba con la tarea de avanzar en las conversaciones confidenciales con Inglaterra en relación con el diferendo sobre el Esequibo.

Ante las elecciones de 1888, Crespo le propone a Guzmán Blanco que vuelva a apoyarlo, pero este opta por Juan Pablo Rojas Paúl, y se produce una ruptura entre ambos en 1887. Crespo se fue a España. Todo indica que la creciente influencia de Crespo en el Partido Liberal incomodaba a Guzmán, que no quería que nadie le discutiera su liderazgo, y que a partir de entonces no quiso que Crespo se presentara como candidato para el Bienio 1888-1890. Para ello, justo antes de irse a París, estimuló diversas candidaturas en el seno de su partido, con miras a la selección que habría de hacer el Consejo Federal, y luego ratificaría el Congreso Nacional en febrero de 1888.

Crespo se alza contra Rojas Paúl

Lo primero que enfrenta Rojas Paúl, ya electo presidente, es el alzamiento del general Joaquín Crespo, quien se acerca a Coro a bordo de la goleta Ana Jacinta, hasta que es apresado por el general Francisco de Paula Páez el 2 de diciembre de 1888. Luego, es trasladado a la cárcel de La Rotunda en Caracas, a donde va a visitarlo el presidente Rojas Paúl. Entre ambos se llega a un avenimiento. Crespo acepta abandonar el camino de la insurrección armada, Rojas Paúl lo indulta, y Crespo sale hacia Perú en el mismo mes de diciembre. Allá estará entre 1889 y 1890 y, cuando asume la Presidencia de la República Raimundo Andueza Palacio, vuelve Crespo y es electo senador por Guárico.

Crespo contra Raimundo Andueza Palacio

El recién electo quería modificar la Constitución Nacional para extender el período presidencial a 4 años, pero no contaba con suficientes apoyos para lograrlo. Entonces, Andueza Palacio impuso la reforma constitucional desatendiendo al Congreso Nacional, lo que jurídicamente era un golpe de Estado. A partir de entonces la escalada del conflicto era guerrera. Crespo se alza en armas y denomina a su acción como la Revolución Legalista. Buscaba el poder por las armas.

Andueza designa al general Sebastián Casañas al frente del Ejército que combatirá con el de Crespo y el encontronazo ocurre, pero ninguno fue derrotado absolutamente. Casañas regresa a Caracas y es sustituido al mando del Ejército por Julio Sarría, entonces ministro de Guerra y Marina, quien junto al general Domingo Monagas, jefe de la guarnición de la capital, finalmente obligan a Andueza a renunciar. Alegaban que la violencia que sacudía al país se debía a la pretensión continuista del Presidente y que se imponía un retiro. Así ocurrió: Andueza renunció por carta el 17 de junio de 1892, señalándole en ella a su sucesor inmediato, Guillermo Tell Villegas, lo siguiente: “Si mi nombre puede ser causa para seguirse derramando la generosa sangre venezolana, que desaparezca para siempre del estadio de la política y que sea reemplazado por el venerable nombre de usted”. Como vemos, regresaba Villegas a apagar fuegos, ya lo había hecho en tiempos de los Monagas.

Segunda Presidencia del general Joaquín Crespo (1892-1898)

Crespo entra a Caracas el 6 de octubre de 1892 y de inmediato toma medidas. Entre ellas, el embargo de los bienes de 340 funcionarios del gobierno saliente, y anuncia que serían juzgados por responsabilidad política y administrativa. La decisión causó asombro y no poco revuelo.

Bibliografía:

-Landaeta Rosales, Manuel y León LAMEDA (1897). Caracas, Imprenta Bolívar.
-Morón, Guillermo (1996) Los presidentes de Venezuela. Caracas, editorial Planeta.
-Velásquez, Ramón J (2005). Joaquín Crespo. Caracas, BBV N°1, El Nacional y Banco del Caribe.

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