En la aldea
16 junio 2024

La sociedad del cansancio o la autoexplotación

El síndrome de desgaste ocupacional pone de manifiesto el agotamiento espiritual. La autora cita a dos filósofos que aportan a la sociedad del siglo 21 las reflexiones y advertencias que ponen en contexto los excesos de los que somos víctimas, a veces sin saberlo, y que nos alejan de lo lúdico. “La sociedad del cansancio produce un adormecimiento de los sentidos, un agotamiento que no deja mirar, pensar, crear, ser. Es un cansancio que separa, que destruye la comunidad, la cercanía”.

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Coromoto Renaud | 15 agosto 2022

Byung-Chul Han (Corea del sur, 1959). Doctor en Filosofía por la Universidad de Friburgo. Profesor de Filosofía y Artes Culturales en la Universidad de Las Artes de Berlín. Autor de más de una decena de libros con ideas originales y planteamientos muy personales que sirven como advertencias o reflexión sobre fenómenos de la sociedad actual. “La sociedad del cansancio” es una de sus obras más citadas, en ella Han expone patologías que emergen en la sociedad del siglo XXI, de origen neuronal, psíquico: el trastorno por déficit de atención por hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad, o el síndrome del desgaste ocupacional y el agotamiento espiritual como consecuencia de la autoexplotación.

Estas patologías siguen la dialéctica de la positividad, son estados psicológicos atribuibles a un exceso de condiciones positivas, sin conflictos. El sistema social y psíquico se expande en repeticiones de lo idéntico a sí mismo y no genera defensas como las patologías virales conocidas hasta ahora. Es la violencia de la superproducción, el super rendimiento o la super comunicación. El agotamiento, la fatiga, y la asfixia son las manifestaciones ante esta violencia psíquica. Se despliegan en una sociedad permisiva y pacífica sin que el individuo ejerza contrapeso. La demanda de hiperactividad lo devora todo, el bienestar, lo lúdico, la consciencia del sujeto, la libertad.

La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, con sus muros para hospitales, escuelas, cárceles, etc.; ahora predominan los gimnasios, centros comerciales y las redes sociales. Facebook se convierte en el gran icono de la interacción virtual. Es la sociedad del rendimiento, una sociedad desregularizada, sin límites ni contenciones. El animal laborans o sujetos de la sociedad del rendimiento son emprendedores de sí mismos y se auto explotan, son depresivos y fracasados ante sus propias expectativas. La presión por la super producción conduce a la fatiga. Lo que enferma no es el exceso de responsabilidad sino el imperativo de rendimiento como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna. El síndrome de desgaste ocupacional pone de manifiesto el agotamiento espiritual.

La hiperactividad demanda una atención superficial en múltiples cosas, no ha lugar la serenidad plena contemplativa de la cual nace la creación, el arte, la filosofía, la poesía, la escucha activa y compasiva.

¿Qué lugar ocupa la vida contemplativa en la sociedad del rendimiento?

Hannah Arendt (1906-1975). Filósofa y socióloga alemana utiliza la distinción “La condición humana” para hacer referencia al modo de estar los hombres en la tierra, esto hace posible la existencia humana. El hombre tiene una vida activa y una vida contemplativa. En su vida activa desarrolla tres actividades fundamentales: la labor, el trabajo y la acción.

La labor es la actividad más básica o elemental, corresponde al proceso cíclico de la vida misma correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La condición humana de la labor es la misma vida.

El trabajo es “la actividad que corresponde a lo natural de la exigencia del hombre, que no está inmerso en el constante repetido ciclo vital de la especie… El trabajo proporciona un artificial mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales. Dentro de sus límites se alberga cada una de las vidas individuales, mientras que este mundo sobrevive y transciende a todas ellas” (Arendt, 2005: p.35).

“La vida contemplativa se relega con la modernidad y el cientificismo. El hombre moderno no tiene tiempo para la contemplación, el científico experimenta para buscar la verdad”

El concepto de acción en Arendt es tan rico y polivalente como la libertad misma, pues de alguna manera su obra se justifica en la medida en que la acción de los hombres se soporta en la libertad política y la convivencia humana. Como el ser con otros en el mundo. Por virtud del nacimiento los hombres se prestan a la acción. La vida contemplativa se refiere a la introspección o vaciamiento del pensamiento practicado por el hombre desde la antigüedad, especialmente en culturas orientales. El pensamiento es un diálogo interior, la contemplación es la quietud o liberación del pensamiento. La vida contemplativa se relega con la modernidad y el cientificismo. El hombre moderno no tiene tiempo para la contemplación, el científico experimenta para buscar la verdad.

Arendt al final de su obra cita a Catón “nunca está nadie más activo, que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”. De esta manera, paradójica, introduce Arendt el valor de la vida contemplativa.

La contemplación supone una particular pedagogía del mirar. Aprender a mirar es la primera enseñanza para la espiritualidad. Educar el ojo para una profunda y contemplativa atención, para una mirada larga y pausada, una que descubra los detalles, que ve lo invisible, que capta el instante que separa la oscuridad de la luz. La sociedad del cansancio produce un adormecimiento de los sentidos, un agotamiento que no deja mirar, pensar, crear, ser. Es un cansancio que separa, que destruye la comunidad, la cercanía.

Así interpreta Han el fenómeno de la sociedad del rendimiento. Una advertencia útil sobre el tipo de vida activa que podemos llevar, también un señalamiento del contrapeso hacia el equilibrio: la vida contemplativa, lo lúdico en sí mismo como el arte, la poesía, la meditación y la contemplación. 

Referencias bibliográficas:
Hannah Arendt (2003), La condición humana. Paidós.
Byung-Chul Han (2017), La sociedad del cansancio, Herder.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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