En la aldea
25 abril 2024

Leopoldo López: “Nos ha faltado desentrañar cómo va la secuencia de pasos más allá de la protesta, cómo concretar la transición política”.

Leopoldo López: En la oposición no todo el mundo está comprometido con el cambio político

El dirigente de Voluntad Popular continúa ventilando los desacuerdos más relevantes que ha tenido con sus aliados políticos en todo este tiempo, ahora que ha quedado disuelto el gobierno interino. Leopoldo López saca su artillería verbal, ajusta cuentas con sus críticos y se sienta a hacer inventario de los posibles errores cometidos. Todas las preguntas se pusieron sobre la mesa.

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Alonso Moleiro | 24 enero 2023

Impedido como está de hacer política dentro del país, Leopoldo López emplea parte importante de su tiempo en tejer alianzas globales y buscar compañeros de causa por todo el mundo. Eso le ha permitido, según afirma, encontrar un parámetro comparativo, identificar fallas y tener una visión mucho más amplia de las exigencias planteadas en el globo en el marco de la eterna pugna entre la libertad y las tiranías.

Junto al ruso Garry Kasparov y la iraní Masih Alinejad, López organizó, en noviembre pasado, en Vilnius, Lituania, el World Liberty Congress, la primera conferencia paraguas de todos los movimientos disidentes antidictatoriales del mundo. Concurrieron activistas de Bielorrusia, Irán, Zambia, Hong Kong, Sudán del Sur, Burundi, Cuba, Nicaragua y Rusia. La próxima cita será en el primer trimestre de este año en Lusaka, capital de Zambia.

Cruzando el desierto en el frente interno, disuelto ya el gobierno interino, con la organización de las elecciones primarias en veremos, López aprovecha la circunstancia  para ajustar cuentas con sus críticos, justificando sus decisiones y reivindicando lo que se ha logrado. De acuerdo a su criterio, ningún esfuerzo para trascender la hegemonía chavista ha colocado las cosas más cerca del cambio político que en esta ocasión. Todas las críticas que han gravitado sobre su persona fueron colocadas en esta conversación para ser respondidas.

Gobierno interino

-¿La Oposición usó los recursos del gobierno interino para lucrarse?

-Eso es absolutamente falso. Yo puedo hablar de encarcelamiento, muertes, torturas, asedio familiar, allanamiento de moradas, órdenes de captura. Algunos son de Voluntad Popular, otros no. Es una opinión muy ligera afirmar eso. Yo puedo hablar sobre los problemas que hubo y los errores cometidos, pero generalizar de esa manera no hace justicia el sacrificio hecho por muchas personas que perdieron sus casas, la posibilidad de volver a su país. Quienes participaron en este proceso, es cierto, no tuvimos el mismo compromiso respecto al desempeño de sus funciones. Algunos usaron sus cargos para sabotear desde dentro al gobierno interino, para evitar que se tomaran decisiones a favor de la democracia, para ayudar a personas de su entorno. La agenda de Voluntad Popular es la misma: salir de la dictadura. No lo hemos logrado, pero no hemos movido un ápice nuestro objetivo. ¿Había que terminar con el gobierno interino porque no se ha logrado el cese de la usurpación? Tampoco se ha logrado mucho en negociaciones o recorridos electorales. Lo cual no quiere decir que no debamos seguirlo intentando.

-Las gestiones para las elecciones primarias lucen en este momento congeladas.

-Hay quienes hablan de Primarias de la boca para afuera, pero no quieren Primarias. Hay quienes quieren ser candidatos, pero no quiere Primarias. Manuel Rosales es un caso. Henrique Capriles tampoco las quiere. Nosotros creemos que una candidatura acordada al margen de la gente está destinada a fracasar en este contexto. Aquí solo se puede avanzar con la gente, en unas Primarias abiertas. El G3 no tiene mucho interés en que la diáspora participe en esa consulta. En este momento no hay unidad en la oposición, ni una visión compartida. Las Primarias deben ser nuestro foco, serán el proceso que garantice una verdadera unidad.

“Cometimos el error de no visualizar completo el panorama de apoyos que tenía la dictadura”

Leopoldo López

-Varias facciones de la oposición venezolana lo responsabilizan del fracaso de la estrategia para lograr una transición a la democracia en el país.

-Entiendo la frustración que tenemos por no haber alcanzado la meta de superar la dictadura, que ha sido nuestro objetivo central. Todas las decisiones que he tomado, -algunas de ellas acertadas, junto a otras que, ciertamente, no dieron los resultados esperados-, las tomé con la información que tenía, en las circunstancias en las que estábamos, pensando en hacer lo mejor para Venezuela. Algunas cosas no han salido como las habríamos esperado. El asesinato del gobierno fue una estupidez, un paso irracional. Algunos sectores del G3 claramente se fueron acoplando y entendiendo con la dictadura con el paso del tiempo. El caso de Tomás Guanipa, embajador plenipotenciario de Juan Guaidó en Bogotá, al que se le dio toda la confianza para el desempeño, incluso en el Palacio de Nariño, de un día para otro, sin notificar a nadie, se regresa a Caracas, es habilitado y comienza a visitar Globovisión para pedir que le levanten las sanciones a Raúl Gorrín. La entrega del gobierno interino es la entrega de un equipo político en Washington, una embajada plenipotenciaria, de la presencia en la OEA, en el BID, es poner en peligro los activos nacionales, perder una vocería específica, reconocida como un interlocutor en el mundo. No habíamos llegado nunca tan lejos en esta lucha contra la dictadura. ¿Quién gana con eso? Nicolás Maduro. Aquí hay un claro interés en entenderse con el Gobierno, en normalizar la presencia de la dictadura en el poder, darle recursos a la dictadura. La propia delegación negociadora de la oposición en México está penetrada por los intereses de la dictadura.

“La Salida”

-La crisis política que se expresa en el episodio de “La Salida”, en 2014, impulsada por usted, hizo que la estrategia electoral de la oposición quedara sobrepasada. Este camino fue muy criticado por sus compañeros, que le recriminan haber tomado decisiones exclusivas.

-“La Salida” es consecuencia de una frustración que se incubó en todo 2013, y que tuvo un pico grave en episodios como “El Dakazo”. Ese año Henrique Capriles le ganó las elecciones a Nicolás Maduro, él mismo lo afirmó en su momento. Sin embargo, decidió no luchar por esa victoria. Lo hablé directamente eso con él, le dije que tenía que defender su victoria. Sabíamos los resultados; desde 2012 había estado participando en la estructuración de los comandos en defensa del voto. Fui coordinador de su campaña. Yo sabía que esa era una elección que se ganaba o se perdía por 150 mil votos. Esa noche, otros políticos se reúnen con él y le dicen que no salga a la calle, que maneje el problema por los caminos regulares. Capriles empieza a titubear y finalmente desconvoca la manifestación en protesta que iba al CNE. Capriles sabía que había ganado esas elecciones. Esa actitud generó una inmensa frustración.

-¿Y de haber ido al CNE a protestar no habrían reventado a plomo la marcha, como ya pasó luego en 2014 y 2017?

-Con esa actitud resignada, de no querer luchar por la libertad, es imposible que se dé el cambio político. La gente tomó la decisión de salir. El liderazgo te plantea esos retos, son riesgos que se asumen.

-Hay sectores de oposición que proponen la tesis de llegar a la democracia con el chavismo, no contra él. Persuadirlo para una apertura democrática que le ofrezca opciones políticas.

-Se puede llegar con el chavismo, pero hablándole claro. Uno no decide el terreno en el cual juega. Mandela es el primero que lo afirma, el terreno de lucha del oprimido lo escoge el opresor. Ahora, si tú no te planteas ni eso, o no quieres asumir que estamos en una dictadura, por supuesto que vienen los errores en el enfoque. “La Salida” es una consecuencia de ese anhelo, que se va concretando a finales de 2013. En todos los pueblos del país la gente lo que pedía era un cambio político nacional, no que tapen los huecos o arreglen tuberías. Es absolutamente falso que eso fuera inconsulto. Todos los dirigentes de la oposición escucharon mi exposición sobre “La Salida”, con todos hablé. El 18 o 19 de enero de 2014 conversé este tema con Capriles en su oficina. Le hice la propuesta, le dije que el país quería vernos unidos, que el llamado convocaba. Ese fue siempre el planteamiento. Capriles me dice “ya yo estuve en la cárcel y no quiero volver a la cárcel. Si tú crees tener esa convocatoria, hazlo”. Yo pienso algo, se lo dije por entonces: no se puede pretender liderar este proceso teniéndole miedo a la cárcel.

“En este momento no hay unidad en la oposición, ni una visión compartida”

Leopoldo López

-¿Asume usted la responsabilidad política de “La Salida” en 2014?

-Absolutamente, la asumo.

-¿Está usted negado a un escenario electoral?

-Para nada, yo no estoy negado a ningún escenario que nos permita retomar el orden constitucional. Es un error aferrarse a afirmaciones y asumirlas como si fuesen verdades escritas en piedra. Cada circunstancia que se presenta viene con sus oportunidades y limitantes, en virtud de ello se interpreta qué se puede hacer.

-Se le acusa de enviar a la gente a inmolarse en unas protestas que serían reprimidas, prometiendo un horizonte imposible de alcanzar.

-Eso es subestimar a la gente, la gente no es pendeja. La gente sabe quién es Maduro, los colectivos, la Guardia Nacional, la policía. La sociedad venezolana estaba perfectamente consciente del desafío, pero tenía sed de libertad, ganas de luchar, disposición a sacrificarse. La gente quería salir. Imagínate que a José Félix Ribas lo hubieran acusado de “mandar a esos muchachos a la violencia” por dirigir la Batalla de La Victoria. Aquí se asumieron los riesgos en primera línea; se han asumido todos los episodios, el hecho de que no hayamos salido de la dictadura no puede significar que no le rindamos homenaje a la valentía, el coraje, el desprendimiento, la sed de libertad, de millones de venezolanos.

-¿Por qué piensa que hay gente que quiere apaciguar?

-Por miedo, por comodidad. Nada de lo que he afirmado pretende negar que no sea pertinente buscar distintos caminos. Lo quetenemos que tener claro es el objetivo. Los caminos para lograrlo pueden cambiar de acuerdo a las circunstancias. Aquí hay un debate muy curioso en torno a los caminos a tomar, de pronto la propia ruta se vuelve un fin en sí mismo.

30A, Cúcuta, “Operación Gedeón”

-Son muchas las personas que piensan que no ha sido ético, ni es procedente, planificar un golpe de Estado para desanudar la crisis política nacional.

-Hay que decir las cosas como son: aquí quien ha hostigado, acosado, reprimido y asesinado, incluso a los familiares de quienes están en la lucha por la democracia, es la dictadura chavista. Ese discurso que me propones plantea el problema como si la dirigencia chavista no tuviera responsabilidades. Entendamos de dónde viene la violencia. Civiles armados, saqueos de casas, invasiones, expropiaciones, todos los atropellos posibles por posiciones políticas. En las circunstancias en las que estamos, con una dictadura criminal, que está absolutamente al margen de la Constitución, que secuestra el futuro y las libertades de los venezolanos, cualquier camino que nos permita restaurar la democracia en Venezuela es válido. Hablar de “golpe” plantea una circunstancia al margen de la legalidad, y quién está en la ilegalidad es Maduro. Nuestra Constitución nos otorga esa facultad, el Artículo 333, para salvaguardar el orden constitucional. El camino nuestro está a la vista: elecciones libres, derechos para todos, alternancia en el poder, respeto a los Derechos Humanos.

-¿Qué falló el 30 de Abril?

-Recordemos el 30 de Abril y su contexto: movilizaciones nacionales, esperanza, decenas de miles de personas en la calle, Juan Guaidó reconocido como Presidente Encargado. Yo estoy preso en mi casa y en marzo de 2019 recibo un mensaje de un alto funcionario militar de la dictadura. Me manda un video con un intermediario. Desde hace un tiempo yo venía teniendo contactos con mis custodios en el Sebin. Ahí comencé a hablar con distintas personas que se acercaban, el director del Sebin, el de la Policía Nacional, del FAES, Comandantes que tenían bajo su responsabilidad tropa. Progresivamente comencé a articular contactos. A esas conversaciones con el sector policial-militar habría que agregar otro esfuerzo con el TSJ. Julio Borges hace un contacto con Maikel Moreno y con un intermediario llamado Framy Rojas, se conversó sobre la posibilidad de sacar una sentencia del TSJ que planteaba el desconocimiento a la Asamblea Constituyente, que desconocía la elección de Maduro y planteaba una nueva elección. Yo no llevé adelante estas conversaciones, -como te digo, eso lo llevaba adelante Julio Borges- a mí me tocó trabajar el sector militar. Pensando en unir ambos esfuerzos se promueven conversaciones entre Cristopher Figuera, Maikel Moreno y Vladimir Padrino. Pensamos en cómo articular las cosas. Estaba la voluntad expresa de Maikel Moreno de emitir una sentencia, y por otro lado, había intención de algunos sectores militares y policiales, relevantes, de acompañar un proceso de transición. Se elabora un documento, de unos 15 puntos, en los cuales se planteaba cómo activar un proceso que nos permitiera convocar a unas elecciones presidenciales libres en el menor tiempo posible. No quisimos organizar un acto de choque ni provocar un conflicto armado en una toma, sino esto, un llamado a una protesta popular en las calles, acompañada finalmente con policías y militares, demandando democracia. Esto fue lo que terminó pasando en Bolivia cuando Evo Morales se hizo reelegir de forma fraudulenta. El planteamiento era articular una secuencia de hechos, en los cuales la gente, policías, militares, avalados por un episodio institucional como la sentencia del TSJ, nos permitiera escalar la crisis en pos de la transición a unas elecciones. En la madrugada del 30 de abril, Guaidó convoca, acompañado de efectivos de la Guardia Nacional, Sebin y Dgcim, comprometidos con la causa, hacen el llamado, salieron miles de personas a las calles. A las 8:00am me doy cuenta de que las cosas no iban a darse en los términos planteados porque los primeros que declaran esa madrugada, precisamente, son Padrino López y Maikel Moreno, con lo cual queda claro que la sentencia no saldría. Esta sentencia no es un invento, existe, se leyó, varias personas lo hicieron, hay muchos testigos que la conocen, sabían cuál era el planteamiento. Maikel Moreno, o no tenía los votos, o decidió echarse para atrás a última hora. Moreno le había pedido a Cristopher Figuera que resguardase la sede del TSJ una vez que la sentencia quedara publicada.

“El camino nuestro está a la vista: elecciones libres, derechos para todos, alternancia en el poder, respeto a los Derechos Humanos”

Leopoldo López

-¿Cómo pudo haber confiado en que Vladimir Padrino o Maikel Moreno tenían algún compromiso con la democracia y no eran dolientes del régimen chavista?

-Eran las personas que estaban a la mano con acceso al poder. Estaba planteada la crisis institucional una vez que el TSJ sacara esa sentencia, que iba a ser el disparador para otros pronunciamientos. Esa mañana se iban a liberar los presos que estaban en el Sebin, era parte del plan. Las cosas se dieron al principio. Lamentablemente, no se terminaron materializando. Varios de los que se habían comprometido en el procedimiento no lo terminaron de asumir.

-Hay observadores que han especulado sobre el hecho de que Padrino López y Moreno eran “topos” de Maduro, que simularon estar interesados en restaurar la democracia para poder desbaratar la operación desde dentro.

-Bueno, no sé, a lo mejor no me hubiesen dejado salir a la calle, yo estaba preso en mi casa. Te estoy refiriendo los hechos, no puedo entrar en especulaciones, cuento las cosas como sucedieron.

-Gente cercana a usted en todos estos esfuerzos, militantes de Primero Justicia por ejemplo, tienen una opinión particularmente crítica con su forma de hacer las cosas esos días.

-Bueno, en el caso de Julio Borges, como ejemplo, hay una postura total y absolutamente hipócrita sobre lo que se hizo. Él estaba en sintonía con el planteamiento, le tocaba articular la relación con Maikel Moreno, con Framy Rojas, y había revisado personalmente la sentencia que iba a salir.

-He oído que algunos le reclaman el hecho de haber adelantado la jugada, de haber salido a la calle antes de tiempo.

-Esa no es decisión mía, yo estaba preso hermano. A mí me llaman a las 12 de la noche el 30 de abril para decirme que la cosa era al día siguiente. Me lo informa Cristopher Figuera, y entiendo perfectamente que haya tenido sus razones. Mi casa estaba rodeada de 30 funcionarios del Sebin, a mí me fueron a buscar. ¿Cómo que yo salí antes? La decisión la tomaron quienes estaban manejando ese ámbito policial-militar, las circunstancias eran las que eran. Esa es una salida fácil para entrar en la guerra de las culpas y desembarazarse del problema. Al día siguiente de lo que sucede, se pone Julio Borges a llamar a Reuter, a Bloomberg, al New York Times para vender esa versión y lavarse las manos en temas en los cuales él tenía una responsabilidad muy clara, que tiene que asumir como la estoy asumiendo yo. Poco después del 30 de Abril, a los 15 días, a mí me contacta Luis Vicente León, con quién casi no tengo relaciones personales, para comentarme que mis números en las mediciones de Datanálisis habían subido 15 puntos, y también los de Guaidó. Para mí eso es muy revelador, indica que la gente no percibió eso como un fracaso, muy al contrario. Eso se pudo haber convertido en una grieta, en una zanja para buscar nuevas oportunidades, pero la propia dirigencia opositora la convirtió en un fracaso. El 4 de febrero de 1992, por ejemplo, fue un claro fracaso militar pero se convirtió en una victoria política.

-Hay otro episodio muy polémico, que se ha traducido en un fuerte golpe a la credibilidad para la oposición: la llamada “Operación Gedeón”. Para muchos, ahí está el verdadero fin de todo el esfuerzo del gobierno interino.

-Así como te digo que asumo toda la responsabilidad de “La Salida” en 2014, y de lo que pasó el 30 de Abril de 2019, debo decir que yo me enteré de Gedeón de la misma manera que te enteraste tú, cuando salió en los medios de comunicación y las redes sociales. Pero digo más: sabiendo lo que se estaba moviendo en Colombia luego de la fuga de muchos militares venezolanos, viendo que, desde semanas antes, tanto Jorge Rodríguez como Diosdado Cabello venían hablando de eso, a mí no me cabe la menor duda de que ese fue un movimiento perforado por el propio gobierno chavista. Se trató de un falso positivo. Sin negar que con eso tomaran en su buena fe a un grupo de voluntarios patriotas que dieron ese paso tan arriesgado.

-Hay personas que han atestiguado que Juan Guaido fue informado de esos preparativos; el propio J.J. Rendón lo relató en televisión.

-Rendón ha declarado que yo no tenía ninguna información de esas conversaciones. Ha declarado, incluso, que rompió con esas personas en noviembre del año anterior, y eso fue en mayo. Aquello siguió su curso, y no tengo dudas de que es una operación fomentada, intervenida por la contrainteligencia de la dictadura para poder reventarla y hacer propaganda.

-Todas estas tentativas se expresan en la frase “todas las opciones están sobre la mesa”.

-Había en 2019 un estado de opinión -por distintas razones, pero sobre todo por la situación terrible que vivía el país en lo económico y social, y por las señales que se venían dando-, de que la intervención internacional era un escenario posible. Recordarás la crítica abierta y permanente que se le hacía a Guaidó desde varios sectores porque no llamaba abiertamente a una coalición militar internacional. Hasta el 25% de la población del país llegó a estar de acuerdo con una salida de ese tipo. Los hechos y las conversaciones nos indicaban que ese no era un escenario posible. Visto en retrospectiva, a mí ese planteamiento no me parece necesariamente errado. Tuvo de malo que no permitió a las fuerzas enfocarse en ninguna alternativa concreta.

-¿Una invasión militar en Venezuela no hubiera redundado en una catástrofe nacional en la cual todos terminaríamos perdiendo?

-Nosotros jamás llegamos a plantear eso, o a asumir abiertamente que esa era una decisión tomada. Tampoco hubo jamás un planteamiento expreso de Estados Unidos en ese sentido, al menos que yo tenga conocimiento. Lo que sí hubo fue mucho ruido comunicacional, mucha opinión creada alrededor de ese tema, que claramente desenfocó las cosas.

-¿Este tipo de confusiones no son las que abonan en la acusación esta según la cual ustedes son peones, o títeres de los Estados Unidos?

-Nosotros somos venezolanos que tenemos hambre de libertad, que queremos tener una Venezuela democrática, libre, con derechos para todos. Estamos dispuestos a sumar todos los apoyos de aquellos que nos quieran acompañar en ese camino. Estados Unidos ha sido un aliado importante en esta lucha, y al ser así, por supuesto que hemos trabajado con ellos, y lo seguiremos haciendo, en función del objetivo, que es volver a la libertad. Y así como los Estados Unidos hay muchos otros países que nos ayudan. Nosotros somos autónomos en nuestras decisiones, somos venezolanos, ansiamos la libertad, al igual que Bolívar, Miranda y otros patriotas que cruzaron el atlántico buscando el apoyo de Inglaterra, de Estados Unidos, de todo el mundo que pudiera hacerlo, de mercenarios incluso, para sus tripulaciones. Cuando se trata de la conquista de la libertad, pues sí, hay que salir a buscar todos los apoyos. Yo estoy dispuesto a enfrentar cualquier discurso de apaciguamiento a nuestra sed de libertad.

-También ha sido muy criticado el procedimiento de Cúcuta, que fue un poco antes: el concierto de la frontera, la pretensión de querer meter en el país los contenedores con la ayuda humanitaria de manera forzada, el haberse expuesto a una masacre de los colectivos y Freddy Bernal.

-Siempre es muy fácil hacer los comentarios del juego el lunes. Lo peor es que hay gente que vive de eso. En la radio siempre oímos a los comentaristas, siempre le cuentan a la gente lo que los jugadores debieron haber hecho. En aquel momento el tema de la ayuda humanitaria tenía una enorme fuerza y movilizó, con toda justificación, a muchísima gente. Hubo una cantidad enorme de gente voluntaria que se alistó para participar. La ayuda humanitaria fue una bandera de lucha, un desafío. No se materializó por razones logísticas. Ahí hubo gente que se comprometió a hacer cosas que no se hicieron. La gobernadora del Táchira de entonces, Laidy Gómez, se comprometió con poner unas dos mil personas y mil y pico de motorizados del lado de Venezuela, y ahí no llegaron ni 100, habiendo tenido los recursos para eso. Hubo otros episodios así. Viendo retrospectivamente, no es de extrañar que esa haya sido su conducta, siendo su partido la AD de Bernabé Gutiérrez. El hecho de que no se haya materializado porque Maduro puso a Iris Varela con unos delincuentes recién salidos de la cárcel a dispararle a la gente y quemar camiones, no quiere decir que el esfuerzo no estuviera justificado. En 2019, Vladimir Putin mandó un bombardero a Maiquetía, hubo un despliegue de tropas rusas en el país, incluso en el anillo de la seguridad presidencial de Maduro. El denominado Grupo Wagner, un escuadrón de mercenarios, con aval diplomático, presente en las guerras en Siria, en África, grupos muy peligrosos, vinculados al cartel de Sinaloa, con el ELN, en los temas de contrabando y extracción de minerales. En el terreno militar y de seguridad, los vínculos con Rusia son muy profundos.

-Se ha criticado la política de sanciones hacia el régimen de Maduro, se afirma que es una medida que le ha regalado argumentos, que lo ha fortalecido mientras ha contribuido al derrumbe de la economía nacional.

-Las sanciones económicas, como siempre se ha planteado, como siempre dijimos, se pueden flexibilizar en el marco de un acuerdo político para solucionar esta crisis. Lo que hemos dicho es que si no hay avances significativos en las conversaciones, si no avanzamos en un compromiso de juego limpio para todos, esa flexibilización se detiene. Las sanciones han hecho posible que el chavismo se siente en una mesa de negociaciones en México. Venezuela está quebrada desde 2013.

-Sus adversarios le critican por un presunto afán protagónico en todos los intentos de estos años para rescatar la democracia.

-Lo que yo he asumido acá desde hace varios años ha sido una posición de segundo y tercer plano. No tuve ninguna posición pública. Me tocó en algún momento tener una aproximación estratégica con el Centro de Gobierno en 2019: el reconocimiento internacional, la crisis humanitaria, el tema de los activos. La última vez que fui candidato fue en 2004, cuando gané la Alcaldía de Chacao. Desde entonces, inhabilitado a partir de 2007, lo único que he hecho es trabajar para otros liderazgos: para Emilio Graterón; para Antonio Ledezma a la Alcaldía Metropolitana, para los diputados al parlamento de la Unidad en 2010, y para Henrique Capriles en 2012 y 2013. Pienso además que el compromiso por trascender el chavismo, por regresar a la alternabilidad política, no ha sido igual de intenso. No todo el mundo está comprometido con el cambio político en la oposición. Hay gente que está dispuesta a posponerlo para fomentar la convivencia con el chavismo. Está este espejismo de “los problemas de la gente, la política de los problemas de la gente”. Los problemas de la gente tienen nombre y apellido: Nicolás Maduro. En muchas manifestaciones que me ha tocado participar -en Cúcuta, por ejemplo, claramente- lo que la gente clama, la consigna central, es el grito de libertad. Queremos regresar a Venezuela, que salga Maduro. La gente no pide comida, pide libertad.

-En estos términos, un gobierno de la Plataforma Unitaria duraría cuatro meses en el poder intercambiando acusaciones de corrupción y echándose la culpa de lo sucedido.

-Hay que pensar muy bien las cosas en el futuro, este episodio del gobierno interino tiene que generar muchas lecciones, y eso debemos asumirlo con desprendimiento. Ni siquiera en un gobierno parlamentario europeo un ejecutivo dependía tanto de un legislativo como en el gobierno interino. Se secuestraron decisiones, se impusieron agendas distintas a las de esos objetivos fundamentales.

Monómeros, Citgo, activos

-¿El fracaso de Monómeros, por ejemplo, guarda relación con lo que usted afirma?

-Es una consecuencia de eso. Una vez que se da la primera discusión de los activos de Citgo, y se nombra una junta directiva técnica, alejada de la política, profesional, con trayectoria, vienen los acuerdos de Monómeros. Entonces se habla más claramente de cuotas y de acuerdos políticos. El que más impulsó esa tesis fue Primero Justicia, dirigentes como Jorge Millán. No se habló con claridad del problema; el planteamiento nuestro era opuesto, pensábamos que debían privar los criterios técnicos. Juan Guaidó lo dijo varias veces en la Asamblea: por un lado públicamente piden despolitización, y por el otro nos atan de manos para tomar decisiones. Es una responsabilidad de los partidos que hicieron esto posible, AD, PJ y UNT. Gracias a esa dinámica, la gerencia de Monómeros quedó controlada por Acción Democrática y vinieron las desviaciones.

-Acción Democrática acusa a Carmen Elisa Hernández, gerente de Monómeros, muy cercana a su persona y a Voluntad Popular, de los desencuentros de Monómeros.

-Te invito a que converses con la gerencia de Monómeros y las personas involucradas en esa experiencia. Carmen Elisa era minoría de minorías: ahí había una junta directiva de Pequiven ad hoc controlada por Acción Democrática, y en la junta directiva, de siete personas, ella era minoría. Gustavo Sol y Guillermo Rodríguez Laprea, los dos presidentes de Monómeros, fueron puestos por AD.

-Ellos lo acusan a usted, y a Carmen Elisa Hernández, de auspiciar una toma hostil en favor de la empresa Nitron.

-Ese planteamiento es una locura, no tiene ni pies ni cabeza. Yo no tengo nada que ver con Nitron, eso un absurdo. De lo que sí hay pruebas es de las irregularidades de la gerencia de Monómeros. Aquí en Madrid hubo una reunión con el presidente colombiano Iván Duque y los representantes de los partidos de la Unidad. Duque plantea el problema de Monómeros y la necesidad de reestructurar esa junta directiva. A pesar del planteamiento, que nosotros acompañamos, para hacer una reestructuración con criterios profesionales, eso nunca se pudo hacer porque tres de los partidos de la Unidad se opusieron y negaron el voto en el Parlamento. Guaidó fue tres veces al Parlamento a proponer esa reestructuración. Tengo que reconocer que subestimé el tamaño del entorno mafioso que había ahí. Los propios representantes de Supersociedades -instancia en Colombia que regula la conducta de las empresas públicas- hicieron los señalamientos sobre la junta directiva de Rodríguez Laprea y sus decisiones. El mismo Sindicato de Monómeros tenía observaciones muy serias a las decisiones que se tomaron ahí, que se hicieron en contra de nuestra voluntad, el acuerdo a largo plazo con esta empresa de maletín que es Lyon Street. La gerencia de Monómeros de ese momento, estas personas que aludo, se montaron en una campaña de lobby brutal, contrataron un escritorio al que le pagaban miles de dólares para montar una matriz con una historia alterada. Contrataron periodistas, Alejandro Hernández de La Gran Aldea, que como todo el mundo sabe, es la mano derecha de Julio Borges en todos los temas comunicacionales, fue contratado por Monómeros para empujar este bulo y hacer una campaña en contra nuestra.

-¿Usted tiene pruebas de lo que afirma?

-La información que yo tengo es esa.

-Es una afirmación delicada.

-Bueno, que me desmientan, esa es la información que yo manejo.

(Nota del editor: En el marco del ejercicio de la libertad de expresión hemos publicado las afirmaciones del señor Leopoldo López contra el periodista Alejandro Hernández, fundador y director de La Gran Aldea. Sin embargo, en aras de la transparencia con los lectores, informamos que nuestro director niega y rechaza las acusaciones que contra él ha realizado el entrevistado).

-Usted afirma entonces que a Julio Borges no le importó saber en qué andaba Guillermo Rodríguez Laprea y pactó con AD solo para perjudicar a Voluntad Popular.

-Así es, no le importó. Son los hechos, eso está a la vista. Si le hubiese importado, atiende las observaciones del presidente Duque y el G3 hubiese aprobado uno de los tres intentos que hizo Guaidó en el Parlamento para tomar correctivos y reestructurar la empresa, librarla de malos manejos. Hubiesen asumido la postura de la Comisión de Contraloría, que planteó esa reestructuración hace más de un año, y que la plenaria echó para atrás con el voto de AD, PJ y UNT.

-¿Por qué se habla de malos manejos en Citgo?

-Hasta ahora no hay un solo señalamiento concreto de absolutamente nada en Citgo. El que lo tenga que lo haga. En Citgo, in situ, hay presencia de funcionarios del Departamento de Justicia de Estados Unidos fiscalizando los procesos. El desempeño de Citgo, por lo demás, a diferencia de lo que ha ocurrido en Monómeros, ha sido muy satisfactorio, esa era una empresa a punto de quebrar, a un paso de que el país la perdiera. Hoy es una compañía con una condición operativa y financiera muy saludable y sigue perteneciendo a Venezuela gracias al gobierno interino y los esfuerzos que hemos hecho.

-A usted se le han hecho señalamientos personales por contratar a Llorente y Cuenca, la compañía donde trabaja su madre, para prestar asesoría a Monómeros.

-Mi madre ha sido víctima de duros ataques durante mucho tiempo. También se los han hecho a mi padre, a mi esposa. Juan Guaidó, Leopoldo López y Lilian Tintori se han llevado el 95% de los ataques más despiadados en las redes, desde el chavismo y desde la propia oposición también.

-¿No es un error político grave colocar a un familiar cercano en un puesto público delicado como ese?, ¿no le perjudica políticamente?

-En 2018, mi madre, en el exilio en España, es asesora de esta empresa de comunicaciones llamada Llorente y Cuenca una compañía española que tiene presencia en muchos países latinoamericanos. En 2019 mi mamá enferma, comienza un proceso de diálisis que duró hasta finales de 2020, tenía que ir tres veces a la semana a un hospital, estaba en condiciones muy alejadas de la vida laboral. Tiempo después, esta empresa presentó una propuesta a Monómeros, de un proyecto puntual, y lo aprobaron. Fue en Colombia, no en España. Yo no estaba al corriente de eso -ni tenía por qué estarlo, no estaba involucrado en los problemas operativos de la empresa-, pero de haberlo estado claro que me opongo. Fue un contrato para un proyecto muy puntual; hay gente que ha dicho que cobraba 70 mil dólares al mes, eso es totalmente falso. Pero es la empresa, no mi mamá, ella no participa en absolutamente nada respecto a Monómeros. Sería interesante que consultaras a la propia Llorente y Cuenca, seguro podrían ofrecer mayores detalles.

-Juan Guaidó pasó mucho tiempo hablando ante la inminencia del cambio político, como si estuviera a la vuelta de la equina.

-Claro que había elementos, el país se movilizó, sí hubo quiebres militares dentro de la estructura de armas de la dictadura, tanto en lo policial como lo militar. Cometemos el error de no reconocer el esfuerzo hecho, los terrenos en los cuales nos hemos batido en esta lucha. En 2015 las fuerzas democráticas obtuvieron una victoria resonante en las elecciones parlamentarias, ganamos los dos tercios de la Asamblea Nacional. Maduro luego desmanteló a la Asamblea Nacional, no la dejó legislar, las hordas chavistas agredieron salvajemente a los diputados. Yo he escuchado luego gente que te dice que fue un error asumir esa victoria como un paso hacia la transición a la democracia, que se crearon unas expectativas muy altas. Que fue un error que la Asamblea Nacional usara sus facultades constitucionales. También cuando hemos ido a negociaciones se nos hacen críticas similares. Hemos dado una lucha muy dura para quebrar le hegemonía de la dictadura, para conquistar nuestros derechos, en las negociaciones, en las elecciones, en las protestas populares, y hemos llegado lejos. Cuando yo comparo la lucha que hemos dado todos, porque todos la hemos dado, con lo que ha pasado en otros países que viven en dictadura, puedo constatar que hemos dado una lucha mucho más consistente, entregando sacrificios, con mucha más unidad, con mucha más determinación que en otros países.

-El gobierno de Nayib Bukele, en El Salvador, se ha caracterizado por sus rasgos autocráticos, el secuestro de las instituciones, la reelección, incluso la persecución de periodistas. Algunos políticos venezolanos de Voluntad Popular forman parte de su equipo de asesores directos; las versiones hablan de que pueden incluso remover ministros, tienen línea directa con el Ejecutivo salvadoreño. Se han mencionado dos nombres, Lester Toledo y Sara Hanna. ¿Cuál es su opinión?

-Estas personas que han trabajado con Bukele lo hacen a título personal, no a nombre de Voluntad Popular. Son dirigentes que están en el exilio trabajando en esos temas por cuenta propia. No creo que se pueda equiparar, en ningún caso, lo que ocurre en El Salvador con lo que ha ocurrido en Venezuela. Que haya una deriva autocrática podría ser, pero no es una dictadura criminal como la nuestra. He escuchado críticas en torno a cómo Bukele ha planteado su reelección. Cierto, es un tema muy latinoamericano, es una enfermedad regional. Es el tema de Uribe y Santos, el de Correa, el que creó la crisis en Bolivia. Son estos dirigentes quienes tienen que asumir su responsabilidad. No Voluntad Popular.

-Sus críticos especulan sobre las condiciones de su exilio, que si el exilio dorado, que si las comodidades. ¿Qué tiene usted que decirle a esa gente?

-Es un señalamiento que se le hace a todo aquel que esté en el exilio. En Hong Kong, por ejemplo, se hacen críticas similares a los exiliados. En Cuba, en Nicaragua. Estuve leyendo que en los años de la independencia se hicieron incluso críticas a Santander en Colombia por la misma causa. A Rómulo Betancourt se le dijeron cosas similares sobre un exilio dorado. Yo no quiero estar en el exilio, como creo que ningún político. No es una decisión personal; yo quiero estar en Venezuela, yo llevo a este país en el alma y en el corazón, es la razón por la cual me despierto y trabajo todos los días, Venezuela es mi razón de ser. No puedo estar en Venezuela. No estoy en absoluto en un exilio dorado, estoy dedicado las 24 horas del día a trabajar por la restauración de la democracia. Claro, trabajo, tengo que ganarme la vida en el exilio, y conseguí un trabajo como fellow en el Wilson Center, en Washington, ahí obtengo mi remuneración, adelanto trabajos de investigación, estoy por terminar y entregar un libro.

-¿Cómo son en este momento sus relaciones con Juan Guaidó?

-Como venezolano, como compañero de lucha, y como amigo mío, sigue teniendo todo mi respaldo. Hablamos todos los días, intercambiamos impresiones, trazamos estrategias. Reconozco en él su máximo compromiso con la misión de salir de la dictadura. Ha asumido todos los riesgos, personales, familiares, sigue en Venezuela, cuenta con mi respeto y mi admiración.

-Viendo retrospectivamente, ¿dónde piensa usted que ha acertado y donde ha errado en los esfuerzos de estos años?

-El error de origen que tuvimos con la gobernabilidad de la presidencia interina fue el Estatuto de Transición. Muchos de los partidos que terminaron acompañándonos no querían al gobierno interino ni asumir el 233. Por eso no quisieron juramentar a Juan Guaidó en la sede de la Asamblea Nacional. Lo que quiso ser una instancia de control político terminó siendo una instancia para quitarle competencias a Juan Guaidó. Las cosas derivaron en chantaje y traición. Desde dentro se trabajó y se intrigó todo lo posible para que el gobierno interino fracasara. Julio Borges, que tuvo una burocracia y administró dinero como canciller del gobierno interno, trabajó para debilitar y menoscabar la autoridad y credibilidad de Juan Guaidó en todo momento. Identifico también como error estratégico dentro de la tesis de la protesta popular, en la cual siempre he creído, el cómo transformar esa energía en resultados. Nos ha faltado desentrañar cómo va la secuencia de pasos más allá de la protesta, cómo concretar la transición política. Eso le ha pasado a los nicaragüenses en 2018, a los de Hong Kong en el 2020, a los bielorrusos en el 2020, a los de Zimbabwe en el 2019, a los cubanos en 2022, ese es el desafío que está presente ahora mismo en Irán. Cometimos el error de no visualizar completo el panorama de apoyos que tenía la dictadura. En 2019, Vladímir Putin mandó un bombardero a Maiquetía, hubo un despliegue de tropas rusas en el país, incluso en el anillo de la seguridad presidencial de Maduro. Ahí estaba el denominado Grupo Wagner, un escuadrón de mercenarios, con aval diplomático, presente en las guerras en Siria, en África, grupos muy peligrosos, vinculados a temas de contrabando y extracción de minerales. Con cierta ingenuidad, llegamos a plantear conversaciones con cubanos, rusos y chinos, planteando garantías, procurando ganarlos a la idea de la democracia, proponiéndoles que eso podía convenirles. En lo relativo al tema interno, debo decir que quizá sí faltó garantizar una mayor cohesión a la hora de concretar acciones en el aspecto policial-militar. Haber planificado con mayor detalle esa articulación desde adentro y desde afuera.

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