A Ivonne Barrios se la llevaron detenida el 12 de septiembre de 2020 y el 15 de ese mes tuvo su audiencia de presentación. Cinco meses después tuvo su audiencia preliminar y cinco meses más tarde comenzó el juicio. Transcurridos seis meses más, el juicio volvió a comenzar. Así han pasado tres años y diez meses desde la detención de Ivonne y todo esto porque, como dice ella misma: “Quedé implicada en el caso de Matthew por ser la dueña del vehículo en donde él iba [junto con el sargento Darwin Urdaneta y Marco Antonio Garcés]. Iba manejando mi esposo, Daeven Rodríguez. Yo no iba en el carro”.
Matthew Heath es conocido como “el gringo espía” detenido en septiembre de 2020 y que, en octubre del año pasado, el gobierno estadounidense canjeó por Efraín Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, los “narcosobrinos” de Cilia Flores.
Cuenta Daeven: “Ese traslado lo hice porque Andry Finol [primo de Ivonne] y su amigo Leonardo Primera fueron hasta mi negocio [de venta de repuestos automotrices] y me lo pidieron. Me dijeron que el señor que los llamó era Asterio González y que era un empresario con quien habían trabajado hace tiempo. Nada más. Yo acepté, porque tenía que hacer magia para seguir llevando el pan a la casa”.
De manera que solo por ser la dueña del vehículo y esposa de chofer, el fiscal general Tarek William Saab anunció, en cadena nacional, que Ivonne fue “parte del equipo logístico para el ingreso irregular y traslado del agente norteamericano en territorio venezolano” y así, también anunció que se le imputaron los delitos de traición a la patria, terrorismo, asociación para delinquir y tráfico ilícito de armas, aunque, como afirma Daeven, en el carro no había armas ni municiones, ni explosivos, ni nada ilícito.
Ivonne todavía no entiende muy bien qué fue lo que pasó, pero recuerda: “El 12 de septiembre de 2020, entre las 11:00am y las 12:00pm, fueron hombres del FAES a mi casa [en el Zulia]. Me hicieron preguntas y me grabaron, y me llevaron a la sede principal del FAES en Maracaibo. Nunca me golpearon, pero en plena declaración, el funcionario me hizo preguntas locas, me agarró mis manos a la fuerza para que le tocara sus partes íntimas. Quería besarme, que le enseñara mis tatuajes. Ahí me mantuvieron siete días, en un cuarto con puros hombres, sin comer bien. No tomaba agua, porque no me daban y cuando pedía o pedía ir al baño, me llevaban a una parte muy retirada donde había puros hombres bañándose desnudos. Como me daba miedo que me hicieran algo, casi no pedía agua ni ir al baño, ni nada”.
De acuerdo con un entrevistado que pidió no relevar su nombre, las “preguntas locas” que el funcionario le hizo a Ivonne nada tenían que ver con el caso: “Le preguntó si ella era caliente en la cama y si lo hacía mucho [es decir, si tenía sexo a menudo]. Ella no cuenta esto, porque le da pena, pero sabe que eso no debe ser así”.
Sobre su reclusión en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) de Boleíta, en Caracas, a donde fue trasladada de manera arbitraria desde la sede de las FAES en Maracaibo, Ivonne también recuerda: “Nunca me torturaron ni me maltrataron. Llegué deshidratada y débil, muy mal. De una vez, llamaron a un médico, me dejaron hacer una llamada a mi familia y fue cuando me dijeron que mis amigos fueron a llevarme cosas al FAES y que fueron unos abogados. En la DGCIM me dieron comida. Dios me protegió”.
El 30 de abril de 2021, Ivonne fue trasladada, otra vez de manera arbitraria, al Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF). Su permanencia en este centro la resume así: “Es una cárcel para mujeres fuertes. Acá la vida no es fácil y menos siendo inocente. Aquí sobrevivimos… Me ha tocado tomar agua del tanque de una poceta”.
Se sabe que la dieta actual del centro penitenciario es de frijoles chinos con pasta o frijoles chinos con arroz y, si hay, con trocitos de mortadela. A diferencia de otras detenidas, Ivonne no recibe comida, alimentos imperecederos, artículos de higiene personal ni medicamentos por parte de su familia, pues no pueden costear el viaje desde el Zulia hasta Los Teques. “Nosotros somos de bajos recursos. Mis papás viven en un pueblo y no tienen teléfono, nunca han tenido, y si tuvieran casi no hay cobertura donde viven”, explica.
Ivonne tampoco recibe medicamentos del INOF, ni siquiera por sus frecuentes cuadros gripales o para su actual dolor en el pecho y al respirar. Desde su reclusión en dicho centro ha recibido atención médica solo dos veces. Ana de Zárraga, esposa del ingeniero Guillermo Zárraga e imputado en la misma causa, ha visto a Ivonne en las audiencias a las que ha podido asistir. En una de las más recientes, vio que “llegó muy muy muy cansada a la sala, le costaba mucho respirar. Me dijo que se sentía mal, que se siente enferma, cree que tiene problemas pulmonares… Estaba muy decaída, como deprimida”.
La abogada Stefania Migliorini, de la ONG Foro Penal, advierte la irregularidad: “Hemos visto que Ivonne no está bien de salud, pero no sabemos qué tiene. Yakeline Herrera, abogada del Foro Penal y encargada de su defensa, ha hecho todas las solicitudes para su traslado médico, pero, igual que a Emirlendris Benítez, el INOF no la traslada… Además, el juicio está prácticamente desde el principio desde que liberaron a Matthew”.
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*Nota de la autora: A petición de los detenidos, se reserva el derecho de la fuente de sus testimonios y de la foto de la detenida.
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*La fotografía de Ivonne Barrios fue facilitada por la autora, Kaoru Yonekura, al editor de La Gran Aldea.