En la aldea
10 octubre 2024

Venezuela 2023, condiciones predemocráticas: un diagnóstico de nuestra pecera

“Estamos frente a una profunda crisis de representación en un contexto autoritario y amenazante dominado por la incertidumbre, se ansía seguridad y confianza. Esas dos condiciones se pueden encontrar en personas ‘honestas y transparentes’, que sean capaces de portar la verdad y animar la esperanza. Debemos hacer crecer nuestro músculo social. De la fortaleza de estos espacios dependerá su verdadera capacidad para representar y movilizar a la sociedad. El verdadero reto de nuestro tiempo es ganar la democracia”.

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Lech Walesa ofreció una conferencia en Madrid el 24 de mayo de 2005. Miguel Ángel Martínez Meucci se encontraba en el público. El joven venezolano cursaba estudios de doctorado en la Universidad Complutense y actualmente es colaborador cercano del Instituto FORMA. Cuenta Miguel Ángel que el expresidente polaco dijo lo siguiente:

Convertir a una sociedad capitalista en una sociedad comunista es fácil: es como hacer sopa de pescado a partir del contenido de una pecera…  solo hay que darle calor al recipiente y hervir lo que contiene. Pero, hacer lo contrario…  convertir a una sociedad comunista en una sociedad capitalista, es difícil: es intentar construir una pecera a partir de lo que ofrece una sopa de pescado.

El símil anterior refiere a la naturaleza del estudio que hicimos público el pasado viernes 21 de julio, en Caracas. En términos de Walesa, la calidad de la pecera son las condiciones predemocráticas. Son las disposiciones estructurales que promueven y sostienen la democracia en distintos entornos. Desde hace meses, el equipo investigador del Instituto de Estudios Políticos FORMA se dispuso a profundizar en este particular y ahora presentamos al país los resultados.

“Después de casi veinticinco años de chavismo-madurismo, las condiciones predemocráticas en nuestro país están debilitadas”

“Venezuela 2023: condiciones predemocráticas” es nuestro primer estudio cuantitativo-cualitativo. Lo hacemos con perspectiva de futuro. Es nuestro mayor deseo que estos hallazgos estén al servicio de quienes trabajan por la liberación de nuestro país y permitan impulsar acciones que contengan el avance autoritario que nos acosa.

En este artículo presentaré las diez conclusiones alcanzadas y los tres desafíos que nos planteamos. Estos párrafos buscan ser carnada. Habremos cumplido nuestro cometido si, al finalizar de leerlos, van a nuestra página web y bajan la versión completa del informe completo.

Snorkel y chapaletas

Antes de avanzar, un breve inciso metodológico. El diagnóstico sobre nuestra pecera se hizo en cuatro fases: documental, cualitativa, cuantitativa y análisis.

En la fase documental, nos dedicamos a revisar la literatura sobre condiciones predemocráticas. Este ejercicio nos permitió identificar los ámbitos estructurales que queríamos estimar y analizar. Identificamos seis dimensiones: lo económico, los mecanismos de control social, la percepción sobre los derechos políticos, el alcance de la corrupción, la calidad del músculo social y la psicología del cambio político.

En la fase cualitativa, hicimos seis grupos focales para validar las dimensiones estructurales que seleccionamos previamente. Obtuvimos impresiones que nutrieron el cuestionario de que aplicamos en el estudio cuantitativo.

“El desafío pedagógico es desarrollar programas de formación política que atiendan con sentido de integralidad la erosión de la cultura democrática en nuestro país”

En la fase cuantitativa, hicimos un “estudio telefónico nacional a personas inscritas en el Registro Nacional Electoral, aplicando el sistema CATI con grabación y gestión automática de llamadas, escucha y monitorización del trabajo”. Aplicamos 1.500 cuestionarios, el error muestral es de +/- 2,53% y el nivel de confianza es del 95%. El campo se hizo entre el 27 de abril y el 5 de mayo de 2023.

La fase de análisis fue deliberativa y multidisciplinaria. Contamos con el apoyo de especialistas en distintas áreas del conocimiento que nutrieron la investigación.

Diez ideas sobre nuestra pecera

A continuación, compartiremos diez ideas que describen el estado de nuestra pecera.

  1. Círculo de dependencia. Los mecanismos de control social que ha establecido el Estado venezolano se soportan en la dependencia que genera la pobreza, están extendidos a través del carnet de la patria y están más consolidados en la población que se autodefine como “oficialista”. La pobreza crea un círculo vicioso que funciona de la siguiente manera: El punto de partida es la miseria. Las personas que sufren necesidades materiales graves acuden a los canales de dependencia que ofrece el Estado venezolano en busca de alivio; ese paliativo exige fidelidad política y puede llegar a generarla. Pero, como no se subsana el problema de fondo, quien padece los embates de la pobreza queda atada a los potenciales mecanismos de control social. A más pobreza, más vulnerabilidad social y más posibilidades de control estatal.
  1. Sector privado bonsái. Uno de cada diez venezolanos trabaja en la empresa privada. Actualmente, el sector privado formal es pequeño. Sus dimensiones no se compadecen con el esfuerzo que han hecho los empresarios del país, quienes durante décadas han resistido políticas expropiatorias y acoso estatal, entre otras adversidades. Esta extensión limita su incidencia en el entorno actual.
  1. Dependencia y supervivencia. Los venezolanos nos debatimos entre la dependencia y la supervivencia. Cuatro de cada diez consultados trabajan “por cuenta propia” y cinco de cada diez tiene relación ocupacional con el Estado. Ambos estadios obstaculizan el desarrollo integral de la persona, nos reducen a un estado de naturaleza, nos hacen vulnerables y atentan en contra de nuestra dimensión social. En términos de Rómulo Gallegos, nos acercan a la barbarie.
  1. Plata y plomo. Los mecanismos de control social más utilizados por el Estado son la plata y el plomo. La plata es el dinero que llega a través de los canales de dependencia y el plomo refiere al miedo que causa el eventual uso de la represión y de la fuerza bruta.
  1. Perfiles políticos. Las autodefiniciones políticas se diferencian por sus hábitos sociales y preferencias normativas. A continuación, presentaremos una aproximación a los perfiles de los “oficialistas” y “opositores”:

-Los oficialistas tienden a ser más susceptibles a los mecanismos de control social del Estado que refieren al dinero. Cuatro de cada diez tienen como fuente principal de ingreso al Estado. Valoran positivamente -en algún grado- los beneficios que reciben por el carnet de la patria. Y la moneda que más utilizan es el bolívar. Cuando observamos su opinión sobre valores democráticos, encontramos cosas así: la mayoría estima positivamente la censura que puede ejercer el Estado sobre los medios de comunicación, desestiman la importancia de la alternabilidad en el poder y asocian la democracia a la dimensión asistencial del Estado. Son más tolerantes frente a los escándalos de corrupción y ven con buenos ojos “a los ricos”. Aunque padecen el mismo grado de ansiedad que los demás, manifiestan tener menos miedo.

-Los opositores son menos susceptibles a los mecanismos de control social del Estado que refieren a la “plata” y más vulnerables al “plomo”. Uno de cada diez tiene como fuente principal de ingreso al Estado. Aunque tienen habilitados los canales de dependencia y los potenciales mecanismos de control social, consideran que lo que por ahí circula es insuficiente para subsanar las carencias. Al analizar sus opiniones sobre valores democráticos encontramos que casi todos consideran que la propiedad privada es importante para el desarrollo económico; la gran mayoría rechaza la censura que emplea el Estado en los medios de comunicación; valoran especialmente la alternabilidad en el poder y son más sensibles ante el tema de la corrupción. Manifiestan sufrir ansiedad y sentir temor.

  1. Anomia. Ante la pregunta: ¿Democracia es para usted…? únicamente 22% respondió que es “respeto a la ley”. Oficialistas, opositores y no alineados coinciden en restarle importancia a esta propiedad de la democracia.
  1. Símbolos de dependencia. El bolívar es la moneda de la dependencia y el dólar es la moneda de la supervivencia.
  1. Venezuela invertebrada. Ocho de cada diez consultados manifestaron no ser parte de alguna asociación civil y nueve de cada diez de ningún partido político. Partidos políticos y sociedad civil están igual de debilitados. La diferencia estriba en la valoración que se hace de ambos espacios. Los primeros están más desprestigiados que los segundos. Sin embargo, ambos están disminuidos y no son vistos como cantera de liderazgo. En términos de Ortega y Gasset, más que tener “compartimientos estancos”, estamos frente a un “país archipiélago”. Estamos frente a una profunda crisis de representación en un contexto autoritario.
  1. País deprimido. Ocho de cada diez venezolanos manifiestan sentir algún grado de ansiedad. Este hallazgo es quizás el más preocupante. La ansiedad es temor anticipado y desesperanza aprendida. Es incertidumbre y miedo al porvenir. Esta condición psicológica extendida puede ser un obstáculo real para el trabajo cooperativo en el ámbito político y social. El capital psicológico de Venezuela debe ser regenerado, pues al día de hoy somos una sociedad postraumática.
  1. Buscando esperanza. Oficialistas, opositores y no alineados coinciden en el tipo de liderazgo que desean para el país. Ante la pregunta: ¿Cuál es el atributo más importante que debe tener un líder político para llegar al poder? Coincidieron en responder: honestidad y transparencia (53%). Surge una hipótesis que puede explicar esta respuesta: frente a un contexto amenazante dominado por la incertidumbre, se ansía seguridad y confianza. Esas dos condiciones se pueden encontrar en personas “honestas y transparentes”, que sean capaces de portar la verdad y animar la esperanza.

Desafíos: antropológico, pedagógico y político

Después de casi veinticinco años de chavismo-madurismo, las condiciones predemocráticas en nuestro país están debilitadas y esta realidad nos impone desafíos que debemos atender. Antes de avanzar, debemos hacer una precisión intelectual. El diagnóstico expuesto y los desafíos que describiremos a continuación están escritos desde una perspectiva antropológica que reconoce la dimensión transcendente de la persona humana y su carácter corpóreo-espiritual. Nos alejamos de reduccionismos materialistas y positivistas que, como ha señalado Eric Voegelin, convierten el análisis político y social en un “pantano de relativismo”. Esta opción intelectual puede marcar la diferencia. Analizamos las dificultades que nos han tocado vivir con la esperanza de quienes reconocen en cada persona un ser único e irrepetible con potencias humanas que le permiten regenerarse y buscar el bien. Desde esta elección, el mal diagnóstico no debe abrir puertas al desánimo.

Dicho lo anterior. Veamos los desafíos. Otro inciso: Entendemos que la verdadera solución a los problemas que hemos identificado será posible después de un cambio de régimen. Tenemos claro que el verdadero reto de nuestro tiempo es ganar la democracia. Sin embargo, encontramos ámbitos de trabajo que se pueden y se deben desarrollar mientras alcanzamos ese fin. En tal sentido, identificamos 3 retos que no son únicos ni excluyentes: antropológico, pedagógico y político.

Desafío antropológico: Dagoberto Valdés, activista y pensador cubano, ha escrito sobre lo que ha denominado “daño antropológico”. Lo define de la siguiente manera: “es el debilitamiento, la lesión o quebranto, de lo esencial de la persona humana, de su estructura interna y de sus dimensiones cognitiva, emocional, volitiva, ética, social y espiritual, todas o en parte, según sea el grado de trastorno causado”.

Este estudio muestra signos de este fenómeno en nuestro país. La dependencia, la supervivencia, la ansiedad, el miedo y la incertidumbre son algunos de los síntomas de esta enfermedad. Este desafío es profundo y complejo. No hay ni habrá soluciones inmediatas. Quizás, en esta lesión humana y espiritual podemos identificar el principal obstáculo que enfrentaremos en un eventual proceso de liberación y consolidación democrática.

De manera preliminar, vemos que el desafío antropológico tiene dos áreas de trabajo. Primero, intelectual. Debemos profundizar en las dimensiones y en los rasgos del fenómeno en nuestro país. Por lo tanto, debemos hacer más estudios sobre este particular. Segundo, social. Corresponde desarrollar programas de asistencia y acompañamiento psicológico que ofrezcan herramientas que permitan gestionar la realidad y aliviar los efectos de la presión sostenida en el tiempo. 

Desafío pedagógico: FORMA nació en 2003 como un espacio de formación para jóvenes políticos venezolanos. Durante veinte años nos hemos dedicado a eso. Y, desde hace algún tiempo, hemos percibido cambios sustanciales en el ánimo y la personalidad de quienes se dedican a lo público en nuestro país. Quizás, son signos del daño antropológico que refiere Dagoberto Valdés. Algunas de esas intuiciones, asociadas al miedo y la ansiedad, han sido validadas en este estudio. Por eso, estos resultados nos invitan a repensarnos los contenidos que impartimos y las metodologías que aplicamos.

En esta búsqueda, hemos pensado que conviene abrir una línea de investigación y de trabajo que se dedique al estudio de la psicología del cambio político y desarrolle programas de formación política que atiendan la salud mental de los asistentes. Los aportes de los profesores Tal Ben-Shahar, de la Universidad de Harvard, y Srikumar Rao, de London School of Economics, podrán servir de orientación en esta materia. De esta manera, el desafío pedagógico es desarrollar programas de formación política que atiendan con sentido de integralidad la erosión de la cultura democrática en nuestro país.

Desafío político: Este estudio reveló que ocho de cada diez venezolanos no forman parte de ninguna organización civil ni milita en ningún partido político. Estos datos describen un país invertebrado que huye de lo público y recuerda lo que Anne Applebaum ha denominado “el poder de la apatía” (2023). La autora refiere lo siguiente:

el poder de la apatía es una herramienta política poco valorada. Los demócratas pasan mucho tiempo pensando cómo involucrar a las personas y persuadirlas para que voten. Pero, cierto tipo de autócrata, de quien Putin es el ejemplo destacado, busca convencer a la gente de lo contrario: no participar, no preocuparse y no prestarle nada de atención a la política. La propaganda utilizada en la Rusia de Putin ha sido diseñada en parte con este propósito. La provisión constante de explicaciones absurdas y contradictorias y mentiras ridículas, la famosa “manguera contra incendios de las falsedades”, alienta a muchas personas a creer que no existe la verdad en absoluto. El resultado es un cinismo generalizado. Si no sabes qué es verdad, después de todo, entonces no hay nada que puedas hacer al respecto. La protesta no tiene sentido. El compromiso es inútil.

Identificamos que el desafío político inmediato es rearticular al país. El primer paso para caminar en ese sentido es fortalecer las instituciones de representación política y social. Sin partidos políticos representativos ni organizaciones civiles fuertes será difícil avanzar. Debemos hacer crecer nuestro músculo social. De la fortaleza de estos espacios dependerá su verdadera capacidad para representar y movilizar a la sociedad.

La pregunta inmediata es cómo hacerlo. No hay fórmula única ni respuesta sencilla a esta interrogante. No pretendemos agotar el tema en estos párrafos. Sin embargo, podemos acudir a dos claves. Primero, volver al trabajo político de tierra de las organizaciones políticas y cívicas. Conviene regresar al contacto directo y sistemático. Conocer, escuchar y acompañar a las personas. Y, segundo, reconocer las pistas que el estudio que culmina nos ofrece sobre el liderazgo: acercarnos con honestidad y autenticidad. Superar la atrofia permitirá crear espacios de trabajo coordinado verdaderamente representativos y útiles a la lucha democrática.

La verdadera rearticulación, que se apalanca en el fortalecimiento del músculo social, permitirá tener disposiciones estructurales que promuevan y sostengan la democracia.


*Nota de la autora: El informe completo, el estudio cualitativo, el estudio cuantitativo y la data completa se encuentra en nuestra página web: www.red-forma.com. Creemos firmemente en la data abierta y en el intercambio de conocimiento. Es nuestro mayor deseo que estos hallazgos nos ayuden a mejorar la calidad de la pecera en la que nos tocó vivir.

*Periodista, política e intelectual venezolana. Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Rostock (Alemania). Presidente del Instituto de Estudios Políticos FORMA y editora de la revista “Democratización”.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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