Este viernes 19 de abril, la Plataforma Unitaria decidió por unanimidad (importante esta palabra) que el candidato presidencial de la oposición democrática venezolana será el diplomático Edmundo González Urrutia.
La reunión de la oposición democrática para tomar esta trascendental decisión duró horas. Los diferentes dirigentes de la Plataforma Unitaria, incluyendo a Gerardo Blyde, quien llegó tiempo después, y a Delsa Solórzano, quien ha actuado de manera destacada como vocera de todo este proceso, estuvieron encerrados durante el encuentro. Lo ocurrido allí también fue una respuesta a los detractores de María Corina Machado y Manuel Rosales. La primera sigue demostrando el desprendimiento y la visión que se le exige a un líder, mientras que el segundo mantuvo su palabra de apoyar a quien decidiera la Plataforma Unitaria, con la esperanza de que continúe haciéndolo. «No solo estamos unidos, estamos sumamente unidos», afirmó Omar Barboza, secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria. Esperamos que esta unión persista, tanto ahora como en el futuro.
Es importante dejar claro que la ruta electoral para lograr una transición democrática es la que están siguiendo aquellos que creen (y creemos) en la libertad y que anhelamos un cambio, lo cual representa a más del 80% del país. No se ha convocado, ni se convocará, a la abstención. No lo ha hecho ningún partido político que conforma la Plataforma Unitaria ni tampoco María Corina Machado, quien hoy lidera este camino, precisamente, por decisión de la gente. Por los votos de aquella Primaria del 23 de octubre de 2023.
La ruta electoral es tan clara que, a pesar de la ilegal proscripción de María Corina Machado y del bloqueo de la candidatura de la profesora Corina Yoris, la oposición democrática ha continuado adelante con la decisión irrevocable de rescatar la democracia, que constituye la única solución real para Venezuela. El elegido para materializar esta decisión es una persona cuya trayectoria solo inspira respeto, alguien que ha dedicado su vida a servir a Venezuela.
Conocí a Edmundo González hace varios años en Venezuela y volví a encontrármelo tiempo después, ya fuera del país, cuando trabajábamos juntos para organizar acciones en pro de los venezolanos en el exilio y para coordinar esfuerzos internacionales a fin de que Venezuela fuera una prioridad en la agenda de los demócratas del mundo y para obtener apoyo a la causa democrática.
Su experiencia como diplomático fue invaluable para muchos. Ahora será invaluable para todo el país. Su nombre figurará en el tarjetón electoral, el mismo que llevará «la manito» que ya todos conocemos y que podría representar el comienzo de una nueva Venezuela (junto con la de los partidos que decidan apoyarlo también). Ya no es “la tapa” de un puesto guardado, ahora será el rostro que marcaremos antes de darle clic a votar. Sin “pañuelos en la nariz”, porque apoyar a Edmundo es muy fácil. Tan fácil y sano como tomar agua potable… potable.
¿Quién es Edmundo González Urrutia?
Nació en La Victoria, estado Aragua, el 29 de agosto de 1949, por lo que tiene 74 años de edad. Es internacionalista egresado de la Universidad Central de Venezuela y máster en Relaciones Internacionales egresado de la American University de Washington, Estados Unidos.
González Urrutia fue embajador de Venezuela en Argelia (1991-1993) y ocupó el cargo de Director General de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores entre 1994 y 1998. Posteriormente, fue embajador de Venezuela en Argentina (1998-2002), desde donde impulsó la entrada de Venezuela al Mercosur.
Más tarde, Edmundo fue coordinador de enlace internacional de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y continuó con su labor dentro de la oposición en diversos ámbitos. Desde hace varios años, forma parte del Consejo Editorial Internacional de El Nacional.
Estamos ante alguien que no buscaba el poder. Y tal vez todavía no lo busque, pero le ha tocado asumir esta responsabilidad que, de lograrse, lo colocará en los libros de historia como el primer presidente de la nueva democracia venezolana. Suena bien, ¿verdad?.
Es especialmente significativo para alguien que nació en una dictadura (la de Marcos Pérez Jiménez), vivió durante los 40 años de la denostada pero añorada democracia y ha sido testigo, durante el último cuarto de siglo, de cómo Venezuela ha ido perdiendo su libertad. Quizás para atravesar esa zona gris llamada transición sea necesario alguien que aspire a ser más útil que importante.
Aún queda mucho por hacer, tanto dentro como fuera del país (incluyendo a la comunidad internacional), ya que no estamos enfrentando una elección común, sino una en autocracia. En estas circunstancias, el proceso electoral no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un paso hacia la democracia. Y para ello, queramos o no, necesitamos que la otra parte, es decir, la que tiene a todo el país en contra pero las armas a favor, decida también dar ese paso.
No necesitamos un Nelson Mandela, pues el perdón, la negociación y los abrazos han estado y estarán en el lenguaje y en las acciones de la oposición democrática (todo vale para rescatar la libertad), necesitamos que surja un Frederik de Klerk dentro del sistema opresor. Y para ello hay que presionar, mucho. Por eso espero, y seguramente muchos esperan, que los recorridos por Venezuela sean en unidad. No solo Edmundo y María Corina; también Henrique, Manuel, Delsa, Henry, Andrés, Freddy, María Beatriz, Roberto, Omar, los hermanos Tomás y Juan Pablo, y hasta Corina.
No sabemos qué hará ahora el régimen de Nicolás Maduro, su Consejo Nacional Electoral, sus grupos de tarea y sus propagandistas, pero debemos tener claro qué haremos nosotros: avanzar.
Por lo pronto, una consigna: ¡Edmundo pa’ todo el mundo!