De acuerdo con el conteo del excarcelado Juan*, desde el 28 de julio de 2024 hasta el 23 de enero de 2025, 52 personas del estado Nueva Esparta fueron detenidas arbitrariamente y trasladadas al Centro Penitenciario de Aragua, conocido como la cárcel de Tocorón. Apenas 27 personas han sido excarceladas. 25 esperan su libertad, de la misma manera que los tres neoespartanos detenidos en El Helicoide.
A continuación, el relato de Juan. Se omitió información que suponga algún riesgo de represalia.
«A mí me secuestraron dos veces. La primera vez fue el 23 de julio de 2024, en mi casa. Me torturaron: me golpearon con la mano, me pusieron electricidad, me amarraron una bolsa en el cuello. En la oficina a la que me llevaron, había una cartelera gigante con fotos de gente que yo conozco. Entonces, me interrogaron sobre lo que se iba a hacer en la elección del 28 de julio, sobre los dirigentes, los coordinadores, las estrategias, quién administraba el dinero, pero yo no sabía nada de eso. Me decían que yo era el financista de la logística de la elección presidencial en el estado Nueva Esparta y eso es mentira. Yo lo que tenía pensado era apoyar a los testigos de mesa de tres municipios con hidratación, café, empanadas para el desayuno, arroz con pollo para el almuerzo y para cuidar el voto, pero nada con partidos políticos, sino como ciudadano. Nos estábamos organizando un grupo de personas de mi comunidad para eso. Duré 33 horas detenido.
Me detuvieron por segunda vez el 31 de julio. Tengo entendido que fue orden de la Vicepresidencia de la República. Iba para un funeral en mi camioneta y me tocó pasar por donde habían convocado una manifestación. Ahí estaba la Guardia Nacional Bolivariana, pero sin reprimir a nadie. Yo comencé a tocar bocina, me salí por la ventana y grité: “¡Libertad! ¡Libertad!” Me bajé, saludé a la gente, porque yo soy muy conocido y seguí al funeral.
Cuando llegué, me interceptaron dos vehículos con hombres vestidos de civil, pero encapuchados, con armas largas y sin identificación. Eran nueve, una era mujer. Eran del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Me bajaron. Me llamaron “terrorista”. Me pusieron un pasamontaña y me golpearon con el puño en la boca del estómago, en las costillas y con un arma en la parte de atrás de la cabeza, en la nuca.
Me llevaron a un comando y otra vez me dieron golpes para que desbloqueara mi celular, para que les dijera dónde estaba el dinero… Me volvieron a sacar para tomarme una foto con la camioneta y me sembraron bombas molotov «pa la foto». Por cierto, hasta la fecha, no me han devuelto la camioneta. Después, me dijeron que grabara un video diciendo que yo le daba 50 dólares a los protestantes del 29 de julio, que ese dinero venía de María Corina Machado y que quien me entregaba el dinero era el exgobernador Alfredo Díaz, también detenido después de la elección presidencial. Hice el video: dije mi nombre y que me estaban violando mis derechos. Me metieron una cachetada durísima
Me metieron en una celda chiquitica, un “tigrito” de un metro por metro veinte con cuatro personas. Estábamos apretados. Hacíamos nuestras necesidades en una bolsa. No nos bañábamos.
El 5 de agosto me presentaron en la Fiscalía. Me imputaron por siete delitos: terrorismo, financiamiento a la delincuencia organizada, obstrucción de las vías públicas, daños violentos a la propiedad pública, incitación al odio, instigación pública y uso de menores para delinquir…
El 27 de agosto, otro preso me dijo que me iban a trasladar a El Helicoide, pero no me llevaron para allá.«
En Tocorón
«Llegué el 28 de agosto de noche. Me tocó en el piso 3 de la torre 2. Estaba con otros cinco presos en una celda de tres por tres metros. Había tres literas de cemento.
Dos días después, me mandaron a un tigrito porque me paré a las 5:00 am a cantar el himno nacional como forma de rebeldía. Cuando me volvieron a subir a mi celda, recuerdo que escucho la voz de mi mamá por la ventana, ¡ella estaba montada en una montaña buscándome a mí y a toditos los de Margarita!… En ese tigrito estuve varias veces.
En Tocorón, los funcionarios me llamaron “terrorista”, me pusieron a brincar como rana, me golpearon por la nuca. El que no hacía eso, tenía que estar en “plantón”, o sea, parado como Cristo con una piedra en cada mano. Al que bajara la mano, el custodio le daba con un palo de escoba por la cabeza. Tenían dos palitos con los que presionaban los dedos de la mano, hasta que sonaban los huesos… Me desnudaron, me tocaron mis partes íntimas… Me hicieron lo que ellos llaman “La mierdera”, pues.
No nos dejaban dormir: a las 3:00 y pico de la mañana, pasaban los custodios dándole a las rejas de las celdas con un palo de escoba. Nos paraban y teníamos que estar firmes. En una de esas, dije que eso no era una cárcel, sino un campo de concentración, porque yo había visto un documental de la Colonia Dignidad de Chile y Tocorón era algo parecido, porque también “jugaban” con nuestra comida: el desayuno podía llegar a las 5:00 am o a las 12:00 m, el almuerzo a las 12:00 m o a las 7:00 pm y la cena a las 8:00 pm o a las 3:00 am. Y la comida era de lo último: agua con carne molida o mortadela podrida. Olía horrible y nos enfermamos y ahí no había servicio médico. Quien cuidaba y daba los medicamentos era un preso, pero solo atendía a los que tenían patologías, porque era demasiada gente.
Un día, yo me robé unas pastillas para el dolor de cabeza y unos sueros para darle a la gente de mi piso que no tenía patologías, pero que se sentía mal. Me descubrieron y me castigaron. Un custodio al que llamaban “El matador” me metió en “La cama de Adolfo”. Decían que eso se llama así por el primer preso que murió ahí. Eso es como un contenedor de basura, oscuro y sin oxígeno. No me podía parar, no caminaba, podía estar agachado o acostado, pero sin poder estirarme. No me dieron comida, no me dejaron bañarme. Me dejaron ahí y me hice mis necesidades encima todos esos días. Allí estuve tres días. La segunda vez, estuve siete días. El matador me dijo que era un “terrorista”, un “traidor de la patria”, que María Corina nos abandonó, que se había ido de Venezuela, que Maduro sí respetaba mis derechos humanos, que nunca iba a salir de ahí. También me dio con el rolo y me hizo descargas eléctricas con una maquinita.
Cuando me sacaron de la segunda vez, me metieron a bañar y me mandaron al servicio médico, pero tenía que decir que tenía diarrea, que me sentía débil, deshidratado y me pusieron suero. Después me dieron el agua de carne molida, que era puro sebo. Era asquerosa. Cuando llegué a mi celda, mis compañeros me abrazaron.
Estuve mal, muy mal. Así que un día me tomé un pocotón de alprazolam y convulsioné, por eso fui uno de los primeros en salir: mi boleta es del 15 de noviembre, pero me sacaron el 16. Ahora vengo a Caracas cada 30 días a presentarme por ese pocotón de delitos que me pusieron y que yo no cometí.«
*El nombre real fue sustituido por solicitud del excarcelado.