En la aldea
24 mayo 2025

Juan Pablo Guanipa: la dignidad de la conciencia y el poder de la palabra libre

Lo secuestran, pero no lo callan. Juan Pablo Guanipa es libre, incluso entre muros, porque su conciencia está arraigada en la verdad. Y eso —precisamente eso— es lo que más teme la dictadura.

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Juan Miguel Matheus | 24 mayo 2025

Juan Pablo Guanipa es —como diría su homónimo San Juan Pablo II— un ejemplo vivo “de la dignidad de la conciencia y de la primacía de la verdad sobre el poder”. Su trayectoria pública ha sido un testimonio constante de integridad, valentía y fidelidad a Venezuela. Hoy, al enfrentar el secuestro de su libertad por parte del régimen de Maduro, se reafirma como uno de los principales referentes de nuestra lucha democrática porque encarna un liderazgo moral. Nunca han podido doblegarlo. Y no podrán. Su entereza  es inspiradora y se ha convertido en una reserva viva de esperanza para todos los venezolanos que creemos en la libertad y en la dignidad del ser humano. Su firmeza, arraigada en la verdad, no se expresa con soberbia ni cálculo. Se manifiesta con libertad interior y con coherencia de vida.

Juan Pablo es generosidad hecha deseo de libertad y de patria justa. Por eso, su palabra libre hiere al poder. Representa todo lo que el régimen no puede controlar ni corromper. Su voz es incómoda para quienes han hecho del silencio una política de Estado y de la represión una herramienta de dominación. Y se puede decir más: nos demuestra cómo los regímenes totalitarios se resquebrajan ante la verdad de una conciencia recta. Lo odian porque su mero existir interpela la conciencia culpable de los poderosos. Pero Juan Pablo no odia. Su esperanza no es rencorosa. Es profundamente cristiana y democrática. Y nosotros, los justicieros, tenemos prohibido odiar. Nos aferramos con firmeza a la justicia porque en ella está la semilla de la paz verdadera.

En medio de una Venezuela herida, Juan Pablo Guanipa es una columna de hierro para la unidad democrática. Su liderazgo —junto al de María Corina Machado— representa la esperanza concreta de una transición pacífica y firme hacia la libertad. Ambos han entendido que la lucha por el cambio no puede darse sin principios, sin carácter ni sin verdad. Por eso el país los reconoce, los escucha y los sigue. Se ve representado en ellos.

Juan Pablo ama profundamente a Primero Justicia. Ha visto en nuestro partido un compromiso de vida y una escuela de virtud cívica. Como líder de Primero Justicia, encarna una lucha histórica por lo justo, la verdad y los derechos humanos. Su integridad lo convierte en el mayor activo que tenemos los justicieros en la lucha por la reconstrucción de la República civil. No se ha apartado de ese camino ni ha cedido ante la tentación de la ambigüedad ni de la tibieza. Por eso, su claridad anti relativista nos compromete y edifica a todos.

Aunque hoy esté encarcelado por una dictadura que teme a la verdad, Juan Pablo es y seguirá siendo libre. Su palabra sin ataduras no puede ser encerrada entre muros ni mazmorras. Es faro de luz para la liberación de Venezuela. Dios conoce su fortaleza y le ha confiado esta cruz por el bien de todos. Una cruz que él abraza con fe como signo de amor por su patria y por su pueblo…

Frente a Juan Pablo Guanipa, Nicolás Maduro y su régimen lucen como pigmeos. Enanos opacos ante un brillo humano que no pueden comprender: la claridad de un alma movida por el amor a su país y por la fidelidad a la verdad con la cual expone, con fuerza indomable, toda la miseria del poder envilecido.

Pero sumado a su entereza, Juan Pablo  también ha sido siempre un genio del buen humor (lo cual no es menor en el oficio político). Lleva la cruz con alegría. Bromeando, pero con la hondura de un alma fina ante su poca estatura física, siempre dice: “yo estaré a mi altura en la lucha por el país”. Y se trata de la altura enorme de un hijo de Dios amante de Venezuela y del futuro de libertad que juntos construiremos.

Ahora más que nunca hay esperanza. Como ha dicho recientemente el Papa León XIV: “el mal no prevalecerá”. El régimen que encabeza Nicolás Maduro se devora a sí mismo, como ocurre con todos los sistemas construidos sobre la mentira y el miedo. La verdad es paciente, pero nunca deja de prevalecer… A todos los justicieros: esperanza, esperanza y más esperanza. Nuestra lucha y nuestros sacrificios serán recompensados por la Providencia y por el pueblo de Venezuela. No estamos solos. Juan Pablo Guanipa es prueba de que —incluso en la aparente oscuridad— la dignidad de la conciencia y el poder de la palabra libre iluminan el camino hacia la justicia. La historia hablará. Y hablará en libertad.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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