La Abstención ganó la Batalla. El simulacro de jornada electoral realizada este domingo, reitera una verdad innegable. Este 25 de mayo el pueblo habló con su ausencia, el 28 de julio de 2024 lo hizo en las urnas y escogió a Edmundo González Urrutia como nuevo presidente.
Con centros de votación desolados y fachadas vacías en la mayoría de las ciudades, la supuesta «votación» para elegir gobernadores y miembros a la asamblea nacional se transformó en un contundente acto de protesta pacífica. La abstención emerge como la gran vencedora, marcando un hito en la lucha por la libertad y la dignidad.
Esta vez el silencio se transformó en una voz resonante. El régimen intentó orquestar una fachada democrática, convocando a unas elecciones diseñadas para legitimar su control. Sin embargo, la ciudadanía, hastiada de la opresión, de la ola de represión, la voracidad del Estado terrorista y la falta de garantías, decidió no ser cómplice de esta farsa. Las imágenes de los centros de votación vacíos o con escasa participación lo demuestran. Un ejemplo es La Unidad Educativa Andrés Bello de Caracas, una de las más grandes de la capital, que este domingo lució desolada reflejando el sentimiento de una población que se niega a validar un sistema que le ha arrebatado sus derechos y libertades fundamentales.
En las principales ciudades del país, el panorama ha sido el mismo: la gente se quedó en casa. Calles usualmente bulliciosas en jornadas electorales se mantuvieron tranquilas, y los centros de votación, que deberían ser epicentros de participación cívica, lucieron como escenarios de un evento cancelado.
Esta ausencia masiva le dio la victoria a una estrategia deliberada para defender el resultado del 28 de julio, muy lejos quedó la apatía, fue un grito silencioso que resuena más fuerte que cualquier discurso oficialista, aplastando a la tiranía.
La abstención: un voto de confianza en la lucha
La decisión de no acudir a las urnas fue un acto de valentía y resistencia. Es una declaración de principios que demuestra la determinación del pueblo de no prestarse a un juego manipulado. La victoria de la abstención es una señal inequívoca para el régimen y para el mundo: la población no reconoce la legitimidad de este proceso ni de quienes pretenden adjudicarse el poder.
Este resultado es un espaldarazo a la causa de la libertad y un nuevo llamado de alerta a la comunidad internacional. Demuestra que, a pesar de la represión y el control absoluto, el espíritu de la resistencia sigue vivo y se manifiesta de formas innovadoras y poderosas. La abstención masiva no es solo un dato estadístico; es un mandato popular.
Los hombres de negro
Desde hace varios días «los hombres de negro», individuos encapuchados y fuertemente armados, sin ningún tipo de identificación oficial tomaron, sobre todo, las calles de Caracas y este domingo lucían al acecho de quienes pretendían dar recorridos para visualizar la situación, informar y captar imágenes que van a quedar como un documento histórico del día en que la rebelión del silencio venció.
La farsa electoral se efectuó justo luego de la razzia voraz que dejó como saldo al menos 70 detenidos, entre ellos un periodista joven egresado de la Universidad Monteávila, Carlos Marcano y la de uno de los líderes más emblemáticos de la oposición y miembro del equipo cercano a María Corina Machado, Juan Pablo Guanipa.
En este sombrío panorama, las «elecciones» impulsadas por la tiranía no fueron más que un intento desesperado por legitimar un régimen que se sostiene a base de miedo y represión. Las detenciones arbitrarias de líderes opositores, ejecutadas bajo un despliegue desmedido de fuerza y una total impunidad, no solo violan los derechos humanos más fundamentales, sino que también anulan cualquier vestigio de proceso democrático.
Estas acciones son una afrenta a la dignidad de la nación y un claro mensaje de que la disidencia no será tolerada, consolidando así un sistema donde la voluntad popular es silenciada por la bota del opresor.
La comunidad internacional no debe permanecer impasible ante esta flagrante violación a los principios democráticos y a los derechos humanos. Es imperativo que se condenen enérgicamente estas prácticas dictatoriales y se exija la liberación inmediata de todos los presos políticos.
La legitimidad de un gobierno reside en el respeto a las libertades individuales y la participación ciudadana, no en la imposición a través de la violencia y la coacción. Solo a través de una presión internacional sostenida y una condena inequívoca, se podrá aspirar a que la verdadera democracia y la justicia prevalezcan sobre la oscuridad de la tiranía.