El video muestra a Capriles vestido como de costumbre: atuendo deportivo, zapatos de goma y una gorra tricolor con las estrellas de la bandera. En contraste con la vestimenta formal —flux y corbata— de los rectores del CNE, el excandidato presidencial de la oposición se presentó al acto de entrega de credenciales a los ganadores de las elecciones del 25 de mayo con la misma ropa que habría usado para ir a la panadería. Cara afeitada, lentes, expresión adusta. Nada de risitas ni festejos… lo que no ha restado impacto al gesto de estrechar la mano de quien adulteró los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio, cuando el candidato retador, Edmundo González Urrutia, venció por un margen de 70 a 30 al aspirante a la reelección, el tirano Nicolás Maduro.
Algunos lo han percibido como una seña de pragmatismo, aunque no explican qué ganará Capriles con una mímica que, aún ceñuda, equivale a pactar con quien ha burlado la soberanía popular, demostrada con las actas de votación que el mundo conoce (y Capriles también); y con quien ha asesinado a decenas de venezolanos y enviado a la cárcel a centenares de inocentes —por defender lo que esas actas representan—, entre quienes se cuentan políticos de carrera, como él, insospechables de los crímenes que se les imputan. Por mucha que sea su sobriedad al tomar la mano de Amoroso, no es posible desconocer que esta chorrea la sangre de los torturados y de los muertos.
Está claro que la imagen ha resultado ofensiva, incluso dolorosa, para muchos. Muchísimos. Y que constituye un trofeo para el álbum del régimen, que con ella proyecta «normalidad institucional», así como la idea de que «la oposición reconocida, la que está de siquiatra», está interactuando con sus instituciones, con lo que debilita el discurso internacional de fraude y dictadura.
También está claro que a Capriles no le importa la sensibilidad de quienes ven en esto una claudicación intolerable, una traición al pueblo que persiste en defender los resultados del 28 de julio. Su pragmatismo, de donde emana tal indiferencia, apunta que, ante la aparente imposibilidad de un cambio total, lo que conviene es negociar parcelas y, bueno, ahí está él recogiendo de las manos de Amoroso las escrituras de la suya, de su parcela. Es la constatación de que «la política es el arte de lo posible»… incluso con adversarios… incluso con adversarios que se robaron en nuestras caras las elecciones y han reprimido, a quienes denuncian el fraude, con balas, tortura, persecución, cárcel, exilio y clandestinidad.
Cuál es el proyecto
Está bien, admitamos que se trata de agarrar aunque sea fallo, y que, al subir los escalones para llegar al estrado donde estaban los rectores del CNE de Maduro, Capriles estaba pisoteando las cabezas de las víctimas, en la idea de que los presos políticos y la represión son males menores en comparación con su proyecto. Pero, ¿cuál proyecto? ¿Es esta foto el inicio de una nueva estrategia de un sector opositor o un acto aislado? ¿Significa que lo que viene es cara seria, pero ánimo rochelero, puesto que despeja un canal de comunicación con el régimen y con un ente desprovisto de legitimidad?
El dilema es evidente. ¿Es posible «negociar» o «dialogar» con un régimen sin encubrir sus prácticas autoritarias o desmoralizar a quienes luchan por un cambio verdadero, que pasa por la salida de Nicolás Maduro y sus cómplices del poder?
Son patéticos los alegatos de quienes pretenden colar esta conducta de Henrique Capriles como una expresión de realpolitik, como Barack Obama al partir un confite con Raúl Castro en la Cumbre de las Américas, 2015, y su posterior visita a Cuba, en 2016. Olvidan que el acercamiento a Raúl Castro no logró nada para la castigada isla, que después de eso ha acentuado su desbarrar hacia la miseria y la esclavitud ante el régimen. Podrían equipararlo a las reuniones del Primer Ministro británico, Neville Chamberlain, con Hitler, ingenuo acto de apaciguamiento ante un tirano expansionista, cuya cosecha fue envalentonar a Hitler y llevar a Europa a la Segunda Guerra Mundial.
El punto es que los ejemplos históricos de confraternización con contrarios suelen involucrar a actores con un poder más o menos horizontal (jefes de Estado, líderes de grandes potencias o movimientos con una base de poder clara), que pulsean con otros líderes de Estados para evitar guerras o establecer nuevos equilibrios geopolíticos.
Aquí lo que vemos es una asimetría patética: Capriles Radonski vuelve a la casilla de salida; otra vez es diputado, como lo fue a los 24 años, y como entonces, su rol es insignificante. Por lo menos, en sus inicios, como todo joven, era una promesa. Ahora es una figura opositora sin poder institucional, que hace carantoñas a un régimen que se ha cansado de usar y tirar aliados, amigos, secuaces, testaferros, lacayos, tontos útiles y, en fin, todo el que ya no sirva a sus fines. Maduro y el CNE son el poder autoritario, consolidado por las armas, que usan la fuerza y el fraude para mantenerse. Estrechar su mano, en esta asimetría, puede ser percibido como una subordinación o una implícita validación del poder del régimen. Y es así como muchos lo ven. Muchísimos.
Sería muy triste
El video, por lo demás, no ocurre en un contexto de negociación de paz tras una guerra civil declarada (como ocurrió en Sudáfrica). Ocurre horas después de unas elecciones que la mayoría del país rechazó porque se ha determinado a no concurrir a comicios hasta tanto no se honre la voluntad que expresó en julio del año pasado.
Para una base nacional que ha puesto esperanza, esfuerzo y mucho riesgo en la lucha contra la tiranía, ver a uno de sus líderes de manitas con los cómplices de Maduro es un golpe muy duro. Podría generar desilusión, sensación de abandono o gran rechazo hacia él, lo que no deja de ser una pérdida para todos, puesto que es innegable lo mucho que Capriles ha luchado en la arena política y la conexión que llegó a tener con esas masas que ahora resienten verlo en esas lides con Amoroso, a quien le aporta una pátina de legitimidad y normalidad que dista de tener.
Algunos confiamos en que Capriles no se ha convertido en un extraño y, como decíamos antes, que lo impulsa alguna estrategia noble. Pero si lo que vemos en el video no se traduce en un beneficio tangible, como la liberación de presos políticos o condiciones electorales verificables para el futuro.
Sería muy triste que su estrella, en tantos momentos luminosa, se apagara así, como con toses mustias y a los pies de una dictadura violadora de derechos humanos. En ese caso, lo que recibió de Maduro habría sido el acta de defunción de su carrera. Insisto: una lástima.
En la aldea
29 mayo 2025

El video de Capriles y las manos de Amoroso
Capriles le dio la mano al hombre que falsificó los resultados del 28J. No hubo sonrisa, pero sí un gesto: el de la subordinación frente al verdugo. La imagen ya es un trofeo en el álbum del régimen.
Milagros Socorro | 28 mayo 2025
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