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20 abril 2024

Transporte y gasolina, lecciones aprendidas en la Venezuela en cuarentena (III Parte)

De las lecciones aprendidas con todo lo que nos ha pasado en Venezuela en los últimos años, y muy especialmente en esta pandemia, diseñar un tablero con la visión de movilidad sostenible del país tiene que valernos de fuente de inspiración para darnos claridad y ayudarnos a focalizar cómo nos queremos mover en los próximos 30, 40 o 50 años. Lo primero que parece quedar claro, es que el modelo tiene que cambiar y ello conlleva a prepararse para atender a la demanda.

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Celia Herrera | 23 abril 2020

El 18 de abril de 2020, tras unos 32 días de la declaración oficial de cuarentena en Venezuela por el coronavirus, el problema de suministro de combustible ya era severo. Aumentan las colas en las pocas estaciones de servicio en las que aún trabajan, bajo el control militar, en el marco del “plan especial de suministro de combustible”, que actualmente se administra bajo un esquema “pico y placa”. A la fecha, el Gobierno anunció la reactivación de operaciones en la refinería El Palito en el estado Carabobo, con la promesa de iniciar la producción de gasolina; hasta ahora no hay novedad al respecto y a decir de los expertos en materia petrolera, la regularización del suministro de gasolina en el país llevará un buen tiempo. 

Y como suele pasar en las fiestas decembrinas, la cuarentena ha dado lugar a un período de reflexión profunda, entre otras cosas, sobre el modelo de movilidad que queremos, particularmente en las ciudades. Así que como no hay mayor cosa que hacer y ningún lugar a donde ir, cada quien puede armar su propio “Vision Board” de movilidad, en el que seguramente van a coincidir ideas de muchas personas. De las lecciones aprendidas con todo lo que nos ha pasado en Venezuela en los últimos años, y muy especialmente en esta pandemia, diseñar un tablero con la visión de movilidad sostenible del país tiene que valernos de fuente de inspiración para darnos claridad y ayudarnos a focalizar cómo nos queremos mover en los próximos 30, 40 o 50 años.

“En plena cuarentena no hay capacidad de suministrar combustible para las unidades de vehículos que aún funcionan”

Lo primero que parece quedar claro, es que el modelo tiene que cambiar y ello conlleva a prepararse para atender a la demanda. Si en plena cuarentena no hay capacidad de suministrar combustible para las unidades de vehículos que aún funcionan con éste, en medio de una caída abrupta de la demanda de transporte público superficial por ejemplo, por prohibiciones de viajes, escasez de combustible, enclaustramiento voluntario de los ciudadanos para evitar aglomeraciones y otra razones, menos aún en condiciones habituales, y me temo que será peor cuando cese el Estado de Alarma nacional, si no se programa con anticipación un retorno progresivo a las actividades y por sectores, alternando incluso horarios de jornadas laborales. Cabe notar que según comentan algunos usuarios del sistema Metro de Caracas, éste opera bien (sin retrasos, ni fallas recurrentes) y está más limpio que nunca; puede de allí presumirse que alcanzaría a prestar servicio de calidad, si el número de usuarios es menor al que atendía en condiciones normales, y como se desprende de ello, entonces la ciudad de Caracas necesita una red más profusa de vías del sistema, y la empresa C.A. Metro de Caracas (Cametro) debe retomar la gestión de mantenimiento y conservación que la hizo referencia de calidad; se requiere limpieza, orden y seguridad.

Volvemos a retomar la idea de mover más personas en menos vehículos, pero ello no significa aglomeración (sino incrementar la frecuencia del transporte por ejemplo), ni desaseo. Aún no sabemos qué pasará con el transporte público, pero hay que mejorar notablemente el servicio: Descongestionar los vagones de Metro y Metrobús, las unidades de transporte público superficial de empresas privadas, terminales de pasajeros, paradas de transporte, por lo cual es necesario ampliar la oferta, contar con más y mejor infraestructura, y de nuevo aparece la gestión del mantenimiento, pues la limpieza ha sido fundamental para evitar la propagación del coronavirus y proteger a los operadores y usuarios. Si algo hemos aprendido a apreciar, es el capital humano de todos los sectores, y en este caso nos toca abogar por la protección del personal que atiende el transporte público (gerentes, directores, operadores, supervisores, personal de limpieza), incluyendo capacitación y provisión de vestimenta y equipos adecuados.

El pago del pasaje en papel moneda y la venta manual de boletos, ha sido objeto de debate a nivel internacional; más allá del problema operativo que ello representa por las indeseadas demoras, en esta época aprendimos que bajo este esquema se pone en riesgo la salud de operadores y usuarios, y como hemos venido insistiendo, es necesario migrar a un sistema de pagos electrónicos sin contacto, una circunstancia que favorecería alcanzar la tan deseada boletería integrada para todos los modos; una misma tarjeta electrónica o un código QR bastaría para pagar la tarifa de bus, Metro, Metrobús, Metrocable, o hasta de un sistema de alquiler de bicis o monopatines.

“La infraestructura de servicio de transporte público requiere mejoras; (…) demandan servicios regulares de electricidad, aguas blancas, recolección de desechos”

La infraestructura de servicio de transporte público requiere mejoras; componentes como las salas sanitarias en terminales para el aseo de personal y usuarios es primordial, que además demandan servicios regulares de electricidad, aguas blancas, recolección de desechos; y hoy deberían contar con sistemas de información y conexión a internet, para la generación de información oportuna como el horario de funcionamiento, así como para la conformación de data, inclusive georeferenciada, vital para la gestión y toma de decisiones en la materia, de la mano con la planificación y ordenación del territorio en las ciudades. No olvidemos las campañas de información en los sistemas, para difundir e insistir en las normas más elementales de ciudadanía; en póster, redes sociales, radio, televisión, los mensajes de cortesía y los buenos modales deben llevar a romper con esta anomia social, donde priva la anarquía.

Hoy cobra más fuerza la importancia de las facilidades para peatones y ciclistas. A nivel mundial una de las recomendaciones para mantener el distanciamiento social, fue emplear bicicletas o caminar, evitando las aglomeraciones que suponen el uso del transporte público. En la Venezuela en cuarentena, hemos visto como ante la escasez de gasolina y la necesidad de viajes por alimentos o medicinas, o por razones de trabajo como la entrega de encomiendas; las personas retomaron sus traslados en bicicleta o a pie. Hagamos de esta la oportunidad para dar cabida a más y mejores espacios para la circulación segura de ciclistas y viandantes, en pro de los procesos de disuasión del uso de vehículos particulares, con las consecuentes mejoras en la calidad del aire y disminución en los niveles de ruido, y como alternativa para hacer actividades físicas favorables a la salud y cumplir con las ocupaciones diarias. Con todo ello estaremos apoyando la movilidad sostenible.

“Es necesario migrar a un sistema de pagos electrónicos sin contacto, una circunstancia que favorecería alcanzar la tan deseada boletería integrada”

También hemos visto el auge del uso de la motocicleta en el país, como transporte individual y como medio de trabajo en la entrega de artículos solicitados a distancia. Sin embargo, aún carecemos de infraestructura y marco institucional para garantizar los traslados seguros a quienes se desplazan en estos vehículos, donde la exposición de conductor y pasajero es muy alta. Abramos el compás para agregar efectivamente este modo en el diseño y operación de la infraestructura de servicio de transporte; es justo y necesario.

No dejemos fuera de las lecciones la posibilidad de la movilidad compartida, con el uso de bicicletas y taxis compartidos, los Buses de Tránsito Rápido, los trenes de cercanía, y la micromovilidad, con el alquiler de scooters eléctricos, que además utilizan otra forma de energía menos contaminante que el combustible fósil. La innovación tecnológica, soluciones digitales, la automatización, la calidad de las infraestructuras y los más altos estándares en los niveles de servicio, serán parte de las estrategias para garantizar condiciones de movilidad atractivas y seguras a largo plazo, avanzando progresivamente hacia el modelo de movilidad anhelado.

A ver si andamos con las acciones, para que no nos pase como en ocasiones durante el mes de enero, que luego de Año Nuevo, la rutina acelerada del día a día nos lleva atropellados y terminamos con una lista de deseos no realizados y promesas incumplidas. Vamos… que sí se puede.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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