En la aldea
25 abril 2024

El régimen de Maduro no le perdió el pulso a la “Operación Gedeón”.

Gedeón, origen y destino

Desde sus inicios, la “Operación Gedeón” con la que se quería cambiar el curso político del país estuvo signada por las divisiones y las delaciones. Tanto Maduro como Diosdado Cabello han presumido de que disponían de información privilegiada sobre lo que se planificaba en Colombia. El propio gobernador de La Guaira, Jorge García Carneiro, dijo el 3 de mayo que habían sido alertados. No había sorpresa ni respaldo logístico.

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La historia de Gedeón, el primero, es contada en el libro de los Jueces de la Biblia. El hijo de Joás recibió la encomienda de liberar al pueblo de Israel del yugo de los madianitas. Gedeón logró su cometido con apenas 300 guerreros, carentes de todo conocimiento militar. El único mecanismo para seleccionarlos fue la forma como bebieron agua de un río, haciendo un cuenco con sus manos. Este hombre no solo pudo contra los seguidores de Madián, sino también contra los llamados amalecitas y los “hijos del oriente”, que sumaban unos 22 mil hombres.

Al consultar con prelados de la actualidad, el mensaje queda claro: Gedeón simboliza al líder que, mediante el uso de una violencia considerada justa, reimplanta el orden, aún si se encuentra en inferioridad de condiciones, tal y como lo relata la escritura. Lo que marca la diferencia no es la fuerza de las armas, sino el impulso divino, que hace imbatible a una pequeña montonera.

Gedeón fue la figura invocada por el grupo que lideró el inspector jefe del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Óscar Pérez, ultimado por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) en enero de 2018. Lo mataron a golpes de cohete y con tiros de gracia. También ha dado nombre a una operación que, hasta el momento de escribir esta nota, tiene un saldo parcial de ocho muertos (fuentes extraoficiales indican que en realidad fueron seis) y 51 detenidos. Contrario a lo que relata el Antiguo Testamento, en el Gedeón del presente no ha ocurrido ninguna victoria.

“‘Al principio, (Guaidó) tenía un apoyo y no lo supo aprovechar cuando era su momento’, reflexionó un oficial subalterno de la Armada que permaneció durante meses en Cúcuta”

Gedeón es el resultado de un proceso que tenía poco más de un año de gestación. Para entender lo sucedido hay que remontarse, por lo menos, hasta febrero de 2019, cuando el presidente del Parlamento, Juan Guaidó, exhortó a los militares para que se unieran a la iniciativa de llevar ayuda humanitaria a Venezuela, desde Cúcuta.

Ese llamado aceleró la frecuencia de las deserciones que, hasta entonces, era un simple “goteo”. Llegó a tal punto que, para mayo de 2019, el director de Migración Colombia, Christian Krüger Sarmiento, afirmaba que casi 1.400 uniformados venezolanos buscaban refugio en el país vecino.

Cuando la iniciativa de la ayuda humanitaria no tuvo éxito, Guaidó se fue de Cúcuta. Según militares que estaban allá -consultados en noviembre de 2019 mediante entrevistas presenciales- solo se comunicó con ellos posteriormente vía teleconferencia en dos oportunidades.

Los ex integrantes de la Fuerza Armada Nacional y algunos policías refugiados en Colombia, hastiados de Maduro, también se decepcionaron progresivamente de Guaidó. Este sentimiento se reafirmó luego de los sucesos del 30 de abril, conocidos bajo el rótulo de “Operación Libertad”.

“Al principio, (Guaidó) tenía un apoyo y no lo supo aprovechar cuando era su momento”, reflexionó un oficial subalterno de la Armada que permaneció durante meses en Cúcuta.

El contingente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana fue desinflándose. Para finales de 2019, solo quedaban en Norte de Santander unos 400 militares y policías, sobreviviendo a duras penas. Un sargento de la Guardia Nacional (GN) trabajaba como payaso de fiestas infantiles; otra efectiva de tropa de la GN se unió a las redes de gestores que pululan por el sector La Parada; otro militar era vigilante en un estacionamiento privado; otros vivían de la caridad. A pesar de todo, no querían aventurarse hasta Ecuador, Perú o Chile, como lo hicieron parte de la diáspora de la FAN, por considerar que la vuelta al país era más sencilla desde Colombia.

Un grupo de activistas exiliados, en el que participaban Villca Fernández y Gaby Arellano, entre otros, consideraba que era necesario aglutinar a los militares, darles cierta organización y propósito. Fernández incluso llegó a hablar de una “fuerza armada en el exilio”, con Guaidó a la cabeza. Pero el líder opositor no podía dar un respaldo formal y abierto a esa iniciativa, pues la mayor parte de la manutención de estos uniformados corría por cuenta de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y el gobierno colombiano, y ambas instancias negaban de plano tal posibilidad.

“Desde el propio momento en que se produjo la oleada de deserciones, los oficiales y tropas se creían espiados, pues al tratarse de una agrupación amorfa, sin protocolos de admisión, el riesgo de que se colara algún delator era evidente”

De acuerdo con un relato enviado por uno de los policías disidentes, luego del 30 de abril se produjo un reagrupamiento entre los oficiales y tropas que manifestaban su deseo de quedarse en suelo colombiano, y aquellos que iban llegando producto de las distintas iniciativas anti-Maduro, que surgían en forma aislada en la Fuerza Armada.

En junio empezó a conformarse un estado mayor, que tenía en el tope al ex comandante de la Cuarta División Blindada del Ejército y de las guarniciones del Zulia y de Carabobo, el mayor general Clíver Alcalá. La sola presencia de Alcalá fue un primer punto de fractura. Muchos en Cúcuta desconfiaban de él por su pasado chavista.

“No podía ser la solución alguien que formó parte del problema”, resumió el oficial de la Armada.

Según el referido recuento, la iniciativa militar que dio origen a la “Operación Gedeón” se congeló hasta noviembre de 2019, cuando entró en escena el representante de Silvercorp, Jordan Goudreau. El documento indica que el nexo entre Goudreau y Alcalá fue posible gracias a la gestión del dirigente de Voluntad Popular en el exilio Lester Toledo.

Toledo no quiso emitir comentario sobre esta información.

El régimen de Maduro hacía esfuerzos por mantenerse al tanto sobre los movimientos de la disidencia militar, al otro lado de la frontera. Desde el propio momento en que se produjo la oleada de deserciones, los oficiales y tropas se creían espiados, pues al tratarse de una agrupación amorfa, sin protocolos de admisión, el riesgo de que se colara algún delator era evidente.

Fuerza de tarea

Al principio, no se llamó Gedeón. Los militares que se unieron a la iniciativa encabezada por Alcalá, con la asesoría de Goudreau, querían constituir lo que llamaban una “fuerza de tarea”, a la que luego le asignarían el nombre de alguna figura emblemática.

En esa entidad participaban, además del general, un coronel experto en operaciones especiales, Félix Mata Sanguinetti, que luego sería el líder de uno de los tres campamentos donde se desarrolló el entrenamiento para la incursión. Su imagen aparece en uno de los videos suministrados por el contratista estadounidense a la periodista Patricia Poleo.

Otro de los líderes de campamentos era el capitán de la GN Antonio Sequea Torres, un oficial que había desarrollado su carrera en el área de inteligencia. Mientras Alcalá permaneció al frente de la iniciativa, las diferencias entre los demás integrantes del grupo quedaban en segundo plano. Pero al producirse el decomiso de parte de los fusiles AR-15 que serían utilizados por el contingente, el 24 de marzo, se desató una sucesión de hechos que amenazó con tumbar definitivamente todo el proyecto.

Alcalá, como se recordará, optó por entregarse a las autoridades colombianas y estadounidenses, por considerar que sería presa fácil de los cazadores de recompensas. El gobierno de Donald Trump ofrecía la suma de 10 millones de dólares por su cabeza, y esto lo obligó a abandonar el comando de la “fuerza de tarea”. En los videos que colgó en víspera de su rendición, reveló por primera vez la existencia de un contrato de servicios, que él consideraba como un aval de Guaidó a todas sus gestiones para la adquisición de los referidos fusiles.

Al salir el mayor general, el lógico al mando debía ser Mata Sanguinetti. Sin embargo, de acuerdo con policías que participaron en ese proyecto, Sequea no lo aceptaba.

“El régimen no le perdió el pulso a esta operación. (…) El propio gobernador de La Guaira, Jorge García Carneiro, dijo el 3 de mayo que habían sido alertados”

“A Sequea nadie lo mandaba, por más superior que fuera. Pero él había desarrollado toda su carrera en el área de inteligencia y contrainteligencia. Te podrás imaginar, contacto directo con Miguel Domínguez, ‘Miguelito’, jefe de la FAES”, afirmó.

Mata, indican los relatos, era partidario de posponer y reevaluar el proyecto. Pero Sequea y otro capitán, Javier Nieto Quintero, querían seguir adelante, y con ello se hicieron partícipes de la desesperación de los militares y agentes de cuerpos policiales que sobrevivían a duras penas desde febrero de 2019.

Este factor -la desesperación- hizo que fuesen descuidados muchos aspectos de la operación. Por ejemplo, lo relacionado con el apoyo logístico. La ausencia de un respaldo en tierra ha dejado expuestos a varios participantes. Es el caso del sargento Rafael Castro Sandoval (alias ‘Niche’), ex integrante de los comandos rurales de la GN, quien zarpó de Maicao en esta aventura junto a otras 54 personas. Luego de desembarcar en Puerto Cruz (Aragua), se separó de su grupo y fue detenido.

“Vi que había comida aquí, y no aguanté el hambre. Ya teníamos ocho días sin comer”, explicó.

“¿Dónde beben agua?”, le preguntó uno de sus captores.

“En el río”, contestó.

El régimen no le perdió el pulso a esta operación. Tanto Maduro como Diosdado Cabello han presumido de que disponían de información privilegiada sobre lo que se planificaba en Colombia. El propio gobernador de La Guaira, Jorge García Carneiro, dijo el 3 de mayo que habían sido alertados.

Esto explica por qué se tomaron ciertas decisiones en los días previos al intento de desembarco en Macuto. El 29 de abril, por ejemplo, la Armada informaba que habían llevado hasta el comando de Guardacostas de La Guaira dos lanchas rápidas interceptoras que antes estaban en las costas de Sucre. La operación se realizó con el buque de transporte T-91.

No había sorpresa ni respaldo logístico. Pero, al momento de la redacción de esta nota, la “Operación Gedeón” continúa su curso. De aquellos 60 hombres, aún quedan por lo menos nueve, quienes en su mayoría han sido plenamente identificados durante los interrogatorios a sus compañeros ya presos. Es por eso que la FAN ha ordenado proseguir el “escudriñamiento” en las montañas de La Guaira y de Aragua, así como en el centro del país.

@javiermayorca

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