En la aldea
10 diciembre 2024

“Vamos a la realidad no para reproducirla sino para componerla”

Las artistas Gabriela García Carrero y Nicole Crespo, diseñadoras de “Roca Tarpeya”, hacen modelos sofisticados a partir de imágenes sacadas de la basura y de rumas de escombros en ciertos recodos de Caracas. Sus creaciones han ido ganando popularidad en las redes sociales, donde @Rocatarpeya_ exhibe su catálogo y envía pedidos a cualquier lugar del planeta.

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Milagros Socorro | 19 julio 2020

Parece conocido. Ya va. Qué es eso. ¡Planchas de zinc! El vestido es sencillo, de líneas puras, sin adornos ni faralaes. Toda la gracia está en el estampado, que resultan ser imágenes tomadas de los barrios de Caracas.

El traje tiene la firma de Roca Tarpeya. Con ese nombre, @Rocatarpeya_ está en Instagram y en Facebook. Fue creada por dos artistas venezolanas que tienen mucho en común y unas cuantas diferencias. Esa es la clave del éxito de su sociedad, sus afinidades y sus divergencias. Tienen en común ser jóvenes venezolanas que crecieron en una crisis pocas veces vista en el mundo. Son artistas plásticas las dos, rebosan de creatividad, tienen los ojos bien abiertos, trabajan duro, son ambiciosas, tercas y estudiosas. Las dos fracasaron en su propósito de emigrar, decidieron quedarse, sondearon diversos proyectos que no tardaron en diluirse; insistieron, se plantearon la idea de descubrir la belleza allí donde todo parece deleznable, decidieron llevar sus descubrimientos no al lienzo ni a la escultura, sino al cuerpo ajeno, a la moda. Crearon una línea de diseño alternativo. Todavía piensan en marcharse de Venezuela.

roca tarpeya

Vamos ahora con lo que las distingue. Gabriela García Carrero (1993) es tachirense. Hace tres años llegó a Caracas a hacer pasantías y se quedó. A sus 27 años es una artista plástica con voz propia. Pinta, esculpe, hace grabado y serigrafía, y se aventura en los medios mixtos. Sus lienzos reproducen escenas callejeras, memes políticos y paisajes urbanos, con un lenguaje, una composición y un sentido del color que sorprende, dada su juventud. En enero del año pasado viajó a Mérida para recibir su título de licenciada en Artes Visuales, de la Universidad de Los Andes (ULA), y volvió a Caracas con la idea de apostillar sus documentos y emprender la emigración, pero, en vez de eso, persistió en sus exploraciones de los barrios caraqueños e impulsó su firma de diseño de telas y de ropa.

Las texturas del barrio

Nicole Crespo (1999) es caraqueña. En 2016 entró en Prodiseño con la idea de hacerse comunicadora visual. Tenía también el deseo de estudiar Artes, en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Y por un tiempo hizo los dos programas. Un día los puso en pausa a los dos y se fue a España. Quería estudiar allá. Por tres años hizo el intento, fue y vino, pero no lo logró. “No tenía documentos” -explica-. “No he podido completar muchas cosas. Las circunstancias no me lo han permitido”. Ahora estudia Diseño de Modas en el Instituto Brivil, acaba de comenzar. Trabaja con material digital, fotografía, collage digital, fanzines. Es modelo.

Las dos creadoras se conocieron hace tres años, periodo en que su colaboración artística se hizo solida y profunda. Compartían el fecundo terreno de las artes gráficas, la serigrafía, “el aparato textil”, como ellas dicen, y esto les facilitó aplicar su quehacer artístico en algo utilitario, “más allá de un print sobre una tela”.

-Hacemos buena dupla -dice Gabriela García Carrero-. Nicole es modelo. Está empapada del mundo de la moda en Venezuela. Yo hago el trabajo fotográfico y ella hace los collages. Yo soy manual y ella aporta la perspectiva tecnológica.

-Nos compaginamos muy bien -apoya Nicole Crespo-. Ella trabaja la antropología visual de Caracas, cómo luce Caracas, como se convive en ella, como se combinan las personas y el paisaje. Ella hace el archivo digital. Y con esas fotografías, yo extraigo los detalles. Por ejemplo, ahora partimos del barrio, qué predomina en el barrio, el zinc, los jergones, las manchas en las paredes por el deterioro y la basura regada. Hicimos una taxonomía de los elementos más distintivos de las texturas del barrio.

Gabriela vive en Propatria. “La basura es mi paisaje cotidiano”, explica. “En la entrada de mi calle hay un albañal. Lo que pudo ser un río bellísimo es una cloaca horrible. No tengo, pues, más opción que sacar elementos estéticos de ese deterioro. Encontrar en él colores y texturas bellas”.

Para Nicole, esa insistencia en detectar lo hermoso en el caos es “trabajar con lo evidente”. “Cuando pasas ese objeto cotidiano por un filtro, le das un valor estético. Nosotras hacemos el trabajo fotográfico no para reproducir la realidad, sino para componerla. De hecho, un collage es una composición resultante de diferentes materiales. Somos curiosas, observadoras y sensibles frente a lo que la ciudad nos quiere comunicar. Como somos muy buenas amigas, mucha de esa sensibilidad la hemos compartido. Una a otra nos hemos enseñado e influido. La obra de ambas trata de la reproducción y de la sobre reproducción en diferentes medios.

“Nos gusta imprimir, escanear, hacer la foto del escaneo”, completa Gabriela.

Cómo lo hacen

Sentadas en un café, con los primeros bocetos y hablando las dos casi a la vez, arrebatadas por el entusiasmo, todo parecía fácil. O, bueno, no tan difícil como resultó ser. Gabriela hizo las fotos, Nicole hizo los collages. Y, tras comprobar que en Caracas no había quedado nadie que hiciera impresión en tela, fueron con sus imágenes a Petare, a casa del señor Heriberto, quien tiene una Calandra en el patio de una casa. No tiene aviso ni un logo comercial. Lo que tiene es un rodillo caliente por donde pasa la tela con la impresión.

A solicitud nuestra, las artistas exponen el proceso: Se toma la foto; se extraen los elementos; se hace el collage; se lleva a imprimir en plotter, en papel para sublimar (es que actúa como transportador de la tinta a la superficie del objeto sublimable, que puede ser madera, porcelana, aluminio o tela, como en este caso); se sublima la tela, esto es, se pasa el arte a la tela con un rodillo; en este caso, a través de un método caliente, que es el administrado por la máquina Calandra.

“La primera vez que lo hicimos fue y que guao”, dice Nicole. Pero en siguientes ocasiones vieron con horror cómo se pasaban de temperatura o de tiempo de exposición y la tela se derretía ante sus ojos. Estuvieron un año haciendo pruebas en retazos hasta establecer qué hace que el estampado sea más vívido o más saturado. “Un año cometiendo errores, porque ninguna de las dos tenía idea”.

Una vez dominado el proceso de impresión, se dedicaron al corte y la confección.

Empezaron con vestidos. Buscaron patrones, cortaron la tela… y quedó mal. Nada. A volver a empezar. En la actualidad hacen también camisas, guayaberas, tres modelos de tops y pantalones.

Caracas es bella

Escogieron el nombre de Roca Tarpeya por su sonoridad. “Las dos vivimos fascinadas con la fisonomía de Caracas”, dice Nicole. “Nos fascina la arquitectura de Caracas, su eclecticismo. Casi todos los nombres nos sonaban bonitos, pero Roca Tarpeya era espectacular. Está el hecho de que en esa zona está El Helicoide, donde están los presos políticos. Y, aunque no tenemos un propósito político, es imposible desvincularse del medio…”.

La paleta de Roca Tarpeya, la del diseño, la de la libertad, tiene el color del colorido del barrio. “Caracas ha sido mi motor de impulso para todo lo que he hecho”, dice Nicole. “Porque amo a Venezuela en toda su complejidad, pero Caracas es muy especial, muy particular. No sé cómo explicarlo. Caracas es lo más propio que tengo. Interactuar con ella es algo hermoso, estimulante. Con el contenido en las redes, referencias visuales y musicales, intentamos ser lo más fieles a Caracas, mostrar el resultado estético, las experimentaciones, lo que uno se puede encontrar en esta ciudad”.

La tienda virtual trabaja por pedido. A un año de actividades, los están recibiendo de muchas partes del mundo. Uno de sus primeros encargos fue de un hombre que quería una túnica.

-El proyecto piloto -dice Gabriela– es el de los escenarios del barrio, pero la idea es continuar con otras zonas de Caracas. Ahora viene el mismo proceso con Parque Central, ya hicimos el trabajo documental.

Como lo más álgido de la actividad las encontró en cuarentena, y no podían salir a hacer fotografías de moda en distintos puntos de Caracas, como habían planeado, no les quedó más que reclutar modelos entre sus familiares y ponerlos a posar sobre imágenes tomadas de Google Maps.

Esta no ha sido, ni de lejos, la única dificultad. Se las ven negras para conseguir telas e insumos de impresión.

-Es difícil negar que todo está mal -concede Gabriela– y que cuesta mucho llevar una vida cotidiana con tantas dificultades. Este proyecto es nuestra manera de sobrellevarlo. La vida continúa y uno tiene que convivir con la realidad. Nuestra opción ha sido la creación y la búsqueda de lo que la ciudad puede brindarnos.

Al preguntarles si dejaron de pensar en la emigración, las dos responden en forma negativa. Todavía piensan irse. Aseguran que Roca Tarpeya continuará cuando Nicole logre por fin instalarse en Europa y Gabriela se haya mudado a Medellín, donde tiene familia. Y juran que persistirán con las imágenes de Caracas.

*Las fotografías fueron facilitadas por la autora, Milagros Socorro, al editor de La Gran Aldea.

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