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19 abril 2024

Carlos Raúl Villanueva (1900-1975), máximo exponente e impulsor de la arquitectura moderna en Venezuela.

Carlos Raúl Villanueva se fue a Las Nubes hace 45 años

La cúspide de Villanueva es la Ciudad Universitaria de Caracas, inaugurada parcialmente en 1954 y nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2000. “Él sabía que su obra enfrentaría cambios, alteraciones, incluso incomprensión de sus valores fundamentales. Pero creo que, aún en sus momentos de mayor pesimismo, nunca pudo imaginar la situación que hoy se vive en la UCV y la suerte que le esperaba a la Ciudad Universitaria”, dice Paulina Villanueva, su hija.

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Milagros Socorro | 16 agosto 2020

“Yo tenía 25 años cuando mi padre murió”, dice Paulina Villanueva Arismendi. “Siempre trato de recordarlo como era cuando tenía salud, porque la enfermedad se ensañó con él durante sus últimos años de vida y lo vapuleó físicamente. Era un hombre excepcional. Arquitecto hasta la médula, siempre fue ‘mi padre el arquitecto’, trabajador, estudioso, cariñoso, afable, generoso, recto y, sobre todo, con un excelente sentido del humor, cosa que siempre llamaba la atención. Siempre usaba el mismo tipo de traje, las mismas camisas, los mismos zapatos. Le gustaba cenar en su casa, siempre a la misma hora, tomarse un whisky antes de la cena, compartir con sus hijos sus lápices y papeles. Amaba a los perros y los perros lo amaban a él. Le gustaba estar entre gente joven”.

Vista externa de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela.

Paulina es la tercera de los cuatro hijos de Carlos Raúl Villanueva Astoul, el arquitecto más célebre de Venezuela, de cuya muerte se cumplen 45 años este 16 de agosto. Uno de los arquitectos más influyentes e impulsor de la arquitectura moderna en Venezuela, pisó el país, sin embargo, por primera vez cuando tenía 28 años.

Carlos Raúl Villanueva había nacido el 30 de mayo de 1900, en el Consulado de Venezuela en Londres, donde su padre, el ingeniero Carlos Antonio Villanueva, era diplomático. Oriunda de Valencia, España, la familia Villanueva emigró en el siglo XVIII y se estableció en San Carlos, estado Cojedes. Y su madre, Paulina Astoul, era francesa. La pareja tuvo cinco hijos y el único que hizo vida venezolana fue Carlos Raúl.

“Además de Caracas, las creaciones modernistas de Villanueva están en San Antonio de los Altos, Maracaibo, Ciudad Bolívar, Maracay, Coro y en otros países, como Nicaragua y Canadá”

Vivió sus primeros siete años en la capital británica. Entonces, la familia se mudó a París, donde el futuro creador de la Ciudad Universitaria haría el bachillerato en el Lycée Condorcet, para luego ingresar al École Nationale Supérieure des Beaux-Arts para estudiar Arquitectura. En 1928 se gradúa y viaja por primera vez a Venezuela. No se queda, de hecho, en Caracas; se pasa un tiempo en Cojedes. Pero esta vez no va a quedarse. Se va a los Estados Unidos por un año y trabaja en la oficina de proyectos arquitectónicos con fines educativos Guilbert and Betelle.

El Reloj de la Ciudad Universitaria de Caracas visto desde el Instituto Rodolfo Quintero.

Un año después, en 1929, regresa y se establece en Venezuela. Va a trabar en el Ministerio de Obras Públicas, con el cargo de director de Edificaciones y Obras de Ornato.

En enero de 1933 se casa con la joven caraqueña Margot Arismendi, hija de Juan Bernardo Arismendi, uno de los primeros urbanistas de Caracas. Por ella sabemos que, recién llegado de Francia, el novio hablaba muy poco español, por lo que se comunicaban en francés. A mediados de 1937, la pareja se va a Francia para que él siguiera estudios en el Instituto de Urbanismo de la Universidad de París. No tardaría en regresar para aceptar la oferta del presidente Isaías Medina Angarita, quien había pensado en él para la proyección y construcción de la nueva sede de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Entra a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas y se queda siempre al servicio del Estado. En 1940 comienza su importante labor en el Banco Obrero (que en 1975 se convertiría en el INAVI) y un año después es profesor fundador de la Escuela de Arquitectura de la UCV, a partir de su creación, el 13 de octubre de 1941.

La rutina del maestro

-Nunca perdió el acento -dice Paulina Villanueva-. Muchas veces no se entiende cómo es que era venezolano, si nació en Londres y no vino a Venezuela sino después de graduado de arquitecto. Pero era muy venezolano. No saben, por ejemplo, que era él quien hacía el mercado de su casa. Que le encantaba la comida criolla, tanto como la comida francesa. Que le encantaba nadar en la playa y aprendió a hacerlo ya viejo. Que nunca se trasnochaba. Que era de amistades profundas y con un ojo clínico para el arte. Que hacía unos ensamblajes maravillosos con todo lo que se cruzaba en su camino.

El Aula Magna de la UCV: Capacidad de la sala es 2.696 puestos, divididos así: Patio 1.722 puestos; Balcón Lateral Izquierdo 391 puestos; Balcón Lateral Derecho 390 puestos; Balcón Central 180 puestos; Palco de Honor 13 puestos.

Al preguntarle cómo era un día promedio de Carlos Raúl Villanueva, su hija dice:

“A las seis de la mañana ya estaba levantado y listo para un día de trabajo. Era nuestro despertador para el colegio. Iba abriendo puertas y gritando desde allí: ‘A levantarse los niños’. Su día transcurría en la Universidad, cuando ya dejó de trabajar en el Banco Obrero. Decíamos que su Ford funcionaba con piloto automático directo a la Ciudad Universitaria. Siempre almorzaba en casa, puntualmente, a la una. Le gustaba comer sabroso y sencillo. Pero no cocinaba. No sabía ni freír un huevo. En Venezuela no pisaba un restaurante. Y cuando viajábamos a París, hacíamos todas las comidas en el Hotel Lutetia, que era como nuestra casa. Después del almuerzo, hacía siesta, corta pero profunda. Si no era día de Taller de Diseño, se quedaba en casa trabajando en su taller del jardín hasta eso de las 6. Luego se sentaba en un sillón, viendo al jardín, contemplando el anochecer y a las siete en punto abría el bar, cuando llegaba su hermana Silvia, siempre precisa como un reloj. De 7 a 8, reunión familiar previa a la cena en el salón con whisky incluido. Cena a las 8 y luego algo de TV, noticiero más que todo, y antes de las 10 ya estaba en su cama roncando”.

“Cuando todo el mundo lo consideraba un loco por trabajar la acústica del Aula Magna no solo con el ingeniero acústico Robert Newman, sino también con el artista Alexander Calder (autor de Las Nubes), él sabía bien lo que estaba haciendo”

Paulina Villanueva Arismendi, su hija

-Los fines de semana -sigue Paulina- en su casa de playa “Sotavento”, en Caraballeda. El viernes se quitaba el traje y ya no se lo ponía otra vez hasta el lunes. Cuando éramos pequeños nos llevaba a pasear en carro a La Pastora, a las calles de mucha pendiente. Nos llevaba al cine, nos dejaba en la puerta y luego nos volvía a buscar. También nos llevaba y nos buscaba si teníamos un cumpleaños.

Arquitectura y naturaleza en cada rincón de la UCV.

“No era hombre de excesos ni rarezas. Sus excentricidades eran sus bromas, inesperadas y hechas como si nada. A veces encontrábamos a algún amigo en la puerta, porque le había pedido pasaporte para dejarlo entrar. Cuando le daban el precio de algo, preguntaba cándidamente si era por la docena. Si tenía un rasgo excepcional era su ojo para el arte. Los críticos de arte que visitaban la casa y veían las obras, quedaban maravillados. Nunca se equivocó con ningún artista y, cuando todo el mundo lo consideraba un loco por trabajar la acústica del Aula Magna no solo con el ingeniero acústico Robert Newman, sino también con el artista Alexander Calder (autor de Las Nubes), él sabía bien lo que estaba haciendo. Resulta increíble que tuviera esa sensibilidad, porque en su familia nadie más la tuvo. Creo que su arquitectura tiene más influencias del arte de su tiempo que de la misma arquitectura. En ese sentido, fue plenamente un arquitecto moderno. En su biblioteca hay más libros de arte que de arquitectura.

La fiesta de quince años de Paulina mereció una reseña de El Universal, fechada el sábado 4 de septiembre de 1965. La nota destaca que la “cena bailable”, realizada “el pasado jueves por la noche”, había tenido lugar en “‘Caomita’, residencia del doctor Francisco Raúl Villanueva Arismendi y su señora esposa Mitzi Guevara de Villanueva, hermanos de la quinceañera, en El Pedregal”; que había estado amenizada por la Orquesta Billo’s y el conjunto Los Impala; y que se había iniciado con el vals “Geranios”, de Pedro Elías Gutiérrez… lo que no sabía el reportero de Sociales es que el padre de la quinceañera no bailaba nada. “El día de mis quince años”, recuerda la hija, “tuvimos que practicar el vals en el garaje, mientras llegaban los invitados, para resolver el trance”.

La Plaza Central, junto al Aula Magna, constituye el mejor ejemplo de la integración de las artes a la arquitectura.

La cúspide de Villanueva es la Ciudad Universitaria de Caracas, inaugurada parcialmente en 1954 y nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2000. Al preguntarle si ella cree que su padre, Carlos Raúl Villanueva, habría previsto que su obra sería sometida al castigo que estamos viendo en la Ciudad Universitaria, Paulina dice: “Él sabía que su obra enfrentaría cambios, alteraciones, incluso incomprensión de sus valores fundamentales. Pero creo que, aún en sus momentos de mayor pesimismo, nunca pudo imaginar la situación que hoy se vive en la UCV y la suerte que le esperaba a la Ciudad Universitaria, cuyo estado es difícil de describir. En el pasado hubo agresiones de todo tipo y provenientes de muchos lados. Pero en la actualidad enfrenta el cerco económico que le ha impuesto el régimen a la UCV. La Ciudad Universitaria está ya en un punto de mantenimiento cero. No hay dinero para cambiar ni un bombillo o para limpiar un piso; y pese a ello, sigue funcionando. Pero las autoridades universitarias no están exentas de culpas y me temo que del tema de conservación no saben nada, aunque creen que saben, que es lo peor”.

La Ciudad Universitaria de Caracas es el campus principal de la UCV, posee un área construida de 164,22 hectáreas (1,64 km²) y terrenos que alcanzan 202,53 hectáreas.

Además de Caracas, las creaciones modernistas de Villanueva están en San Antonio de los Altos, Maracaibo, Ciudad Bolívar, Maracay, Coro y en otros países, como Nicaragua y Canadá. Entre otros honores, en 1963 recibió el Premio Nacional de Arquitectura y en 1971 fue nombrado Presidente Honorario del Colegio de Ingenieros de Venezuela.

Carlos Raúl Villanueva murió en Caracas, el 16 de agosto de 1975.

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