Por años fue un referente para la opinión pública en Venezuela, en buena medida porque por su programa semanal de televisión pasaban los principales actores de la vida nacional. Pero Marcel Granier no solo era el conductor de “Primer Plano” sino que estaba al frente de las Empresas 1BC y fue presidente de Radio Caracas Televisión (RCTV), el canal de televisión cuyo cierre, a manos de la administración de Hugo Chávez que se negó a renovarle la concesión para seguir al aire, evidenció el talante del chavismo ante la libertad de expresión y lo que sería su estrategia para imponer una hegemonía comunicacional del Estado. Granier observa la evolución política del país y afirma que mientras más apretado se vea Nicolás Maduro, más va a ceder a los intereses de los países que lo apoyan, como Cuba y Rusia; y es precisamente ese círculo, con aliados y socios, el que lo sostiene, porque sabe el precio que va a pagar si sale del poder. A su juicio, en Venezuela lo único que hace falta es que la gente se vaya a la calle.
-¿Cuál es su balance del año 2020 tanto para el régimen como para la oposición?
-El régimen indudablemente se ha fortalecido y se ha anclado más a sus soportes principales, que son Cuba y Rusia, y algunos aliados menores como China, Turquía e Irán. Por supuesto, se ha hecho mucho más corrupto de lo que ya era y el saqueo de Venezuela está institucionalizado por la supuesta “Ley Antibloqueo”, aprobada por la supuesta constituyente. Desde el punto de vista de la oposición, creo que lamentablemente nos hemos debilitado y no termino de entender cómo es que el presidente Juan Guaidó, teniendo un apoyo tan importante y existiendo un repudio tan marcado al gobierno espurio de Nicolás Maduro, no ha logrado tener éxito en sus propósitos. La única explicación que encuentro es que en esa conexión que debería existir entre el pueblo y Juan Guaidó, hay muchas interferencias; la mayoría de ellas producto de la compra de conciencias por parte de representantes de la dictadura en sectores importantes de la oposición. Existe una cantidad de gente que se dice de opositora y está comprada, eso es un factor muy perturbador.
-¿Cuáles son esos sectores que están dentro de la oposición y han sido sobornados por el régimen?
-Es obvio que militantes de los partidos Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática han sido tentados y comprados por el régimen o pseudoempresarios afines a él, ejemplos como el de Alex Saab con los llamados “Diputados CLAP”, el de Raúl Gorrín y sus vinculaciones evidentes con distintos sectores de la oposición, y el de los bolichicos con sus sobornos, abundan; y, lamentablemente, es muy claro que aquí ni siquiera está la mano cubana, como vemos en la corrupción militar. En el caso de la corrupción civil, salta a la vista que hay mucha gente que se dice opositora, viviendo de las dádivas, sobornos y chantajes de boliburgueses connotados. Es sorprendente cómo dirigentes se han dejado comprar por corruptos, que no quieren un cambio político sin antes asegurarse de que ellos van a mantener todos sus privilegios; y en ese sentido es como debemos entender la ley saqueo o Ley Antibloqueo, que sólo busca amarrar los beneficios que ciertos personajes han obtenido de la corrupción del régimen y ampliarlos. Esto ya se vio en Rusia, cuando los oligarcas que se enriquecieron con el comunismo se apoderaron de toda la economía de ese país, al caer el Muro de Berlín.
-¿Por qué usted cree que Maduro ha aguantado tanto en el poder? Resulta difícil asimilar que a estas alturas ni siquiera sienta presión para negociar unas condiciones electorales mínimas.
-Porque él sabe el precio que va a pagar si sale del poder. Si Maduro se pone blando, pierde el apoyo de los cubanos, lo cual le puede costar la vida; pierde el apoyo de los militares corruptos que están con él, lo cual le puede costar la vida; pierde el apoyo de la boliburguesía, lo cual le puede costar la vida. Mientras más apretado se vea Maduro, más va a ceder a los intereses de los países que lo apoyan, como Cuba y Rusia; y más calamidades padecerá el pueblo venezolano.
-¿Qué considera que le falta por hacer a los venezolanos para salir del chavismo?
-Yo creo que el pueblo venezolano ha tenido una actitud muy digna de protesta y rechazo contra el régimen, antes faltaba el apoyo internacional, pero ahora eso también lo tenemos. El presidente Guaidó tiene el apoyo de casi 60 países democráticos, que ahora, luego de los informes de la alta comisionada Michelle Bachelet y de la Misión de Determinación de Hechos de las Naciones Unidas, tienen la convicción de que en Venezuela se violan derechos humanos fundamentales todos los días; entonces, lo único que hace falta es que la gente se vaya a la calle, como ha ocurrido en otros lados del mundo, y no regrese hasta no conseguir la salida de la dictadura. Yo sé que suena dolorosísimo y tristísimo, y que ha costado muchas vidas, pero creo que esa es la única opción que queda en este momento.
-El problema ahí es la represión cada vez más cruel contra la población.
-Tienes razón, son miles de muertos los que ha costado esta lucha. Yo lo reconozco, pero la rebelión popular es el camino que queda y una vez que ocurra la opinión pública internacional se verá forzada a fijarse de verdad en lo que está ocurriendo en Venezuela. Hay que hacer una manifestación de voluntad que impida a las democracias del mundo dejar de ver a nuestro país. Estamos viviendo una guerra sorda y escondida, es una fórmula que ha encontrado el régimen para infundir el terror y mantenerse en el poder, por eso vemos que siguen los escuadrones de la muerte, la represión a las protestas estudiantiles, el hostigamiento a las familias de quienes apoyan al presidente Guaidó… Si quieren asustar a los concejales, hacen preso a Fernando Albán y lo tiran de un piso décimo; si hay incomodidad en los militares institucionales, entonces los agarran y los torturan; y así todo, por eso digo que padecemos es una guerra soterrada.
-¿Qué rol le ve a los militares a la hora de una salida política o negociada para el régimen?
-Los militares son indispensables en cualquier sociedad para mantener el orden público. En Venezuela, cuando se sustituyan los mandos corruptos, van a poder cumplir sus funciones de forma correcta y constitucional. El problema es que hoy la corrupción y las violaciones de Derechos Humanos tanto las policías como en la Fuerza Armada están muy generalizadas y se deben hacer revisiones adicionales. Sin embargo, también estoy convencido de que en esas instituciones hay miles de hombres decentes con vocación de servicio, pero que no tienen la fuerza para hacerse sentir; por eso cuando hablo de la rebelión popular, es también con la idea de que estos oficiales van a salir a decir basta y se le van a unir a la ciudadanía en las calles. Es como el caso de los empresarios, hay muchos que son corruptos; en estos días no sé si leí bien, pero me pareció ver al presidente de Fedecámaras encontrándole aspectos positivos a la ley saqueo, eso no representa el pensamiento empresarial de verdad, pero ese señor es la cabeza del gremio. En algún momento debe haber un levantamiento contra eso, porque no son empresarios, sino agentes del régimen que están buscando cómo lucrarse.
-¿Usted descarta cualquier salida negociada con representantes del régimen?
-Yo creo que toda posibilidad de negociar en este momento ha sido agotada por la actitud del régimen, por sus engaños y trampas; por eso hoy no tiene un interlocutor válido, sus representantes han perdido toda su credibilidad. Una vez que la gente salga a la calle el régimen se pudiera ver obligado a buscar una salida y ahí se podría evaluar quiénes serán sus voceros, pero en este momento nadie tiene la representatividad para emprender esas negociaciones.
-¿Qué lectura tiene de las venideras elecciones en Estados Unidos y que escenarios ve para Venezuela si gana Joe Biden o si Donald Trump queda reelecto?
-Hay una decadencia obvia de la democracia y los principios y valores en el mundo entero; ya el Papa no es Juan Pablo II, ni Benedicto XVI; el presidente de Estados Unidos no es Ronald Reagan; el jefe del gobierno español ya no es Felipe González, y lo mismo se puede aplicar en el resto de Europa. En cuanto a América Latina, sus grandes países están viviendo crisis profundas, en el caso de los Estados Unidos la situación es muy delicada, pero se debe entender que ellos no van a intervenir en Venezuela, así como lo hicieron en Panamá, Granada o República Dominicana años atrás. Eso no va a ocurrir, porque la opinión pública no le permitiría a un presidente americano ejecutar acciones armadas en la región, ya que no ven a Venezuela como una amenaza o peligro real, sino como una nación pequeña del tercer mundo con vocación de atraso permanente. Así que esa no es la vía por dónde debemos esperar que ocurra algo, porque no existe ni la convicción moral ni la fibra ética para impedir que en nuestro territorio siga pasando lo que vemos todos los días. De la boca para afuera harán declaraciones institucionales, pero de acciones reales no veo ninguna posibilidad. Lo que sí puede pasar es que la ola migratoria afecte a Colombia hasta el punto de cambiar su situación política y el resto del Continente se desmorone y caiga en manos del Foro de São Paulo, de repente así sí actúen los norteamericanos; pero en este momento no siento ningún optimismo en ese sentido y por eso reitero que para mí la solución está en manos de nosotros los venezolanos, por costosa que sea.
-¿Por qué si es evidente que no hay disposición internacional para una opción de fuerza, hay un sector político que sigue empeñado en generar falsas expectativas al respecto?
-Detrás de eso está la Constitución, que da pie para que algunas personas sostengan esa opinión. En ese mamotreto que tenemos por Carta Magna, está garantizado que de haber un estado de emergencia de total gravedad, se pueda solicitar la intervención extranjera. Además Venezuela es firmante del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que también contempla opciones similares; lo que quiero decir es que hay los instrumentos legales para solicitar, buscar y luchar activamente por la intervención, pero creo que eso no se va a lograr, porque los miembros del TIAR no tienen la suficiente mentalidad democrática ni la fortaleza moral necesaria para aplicar ese documento, sin embargo existe y por eso entiendo perfectamente que hay quienes aboguen por esa salida.
-A dos años del interinato, ¿cuál es su balance?
-Mi balance es positivo, creo que hoy estamos mejor que el 5 de enero de 2019, cuando se juramentó Juan Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional, en este momento hay más conciencia, esperanza y unidad. Hay casi 60 países que reconocen al Gobierno interino, está el informe de Naciones Unidas sobre las violaciones de Maduro. Pudiésemos estar mucho mejor, sí, pero como te dije al principio, hace falta más coherencia entre el rechazo hacia el régimen y el apoyo que tiene el presidente Guaidó; entonces lo que nos queda es aclarar cuáles son esas interferencias para descartarlas. Yo espero que el respaldo al presidente Guaidó siga, eso no debemos perderlo ni desperdiciarlo, si él fuese capaz de convocar a las fuerzas populares a salir a la calle a desmontar el régimen, creo que lo logra.
-¿Usted cree que el presidente Juan Guaidó sigue teniendo respaldo mayoritario y que hay unidad política y esperanza en la gente? No es lo que se percibe.
–Esperanza siempre hay, porque es una necesidad vital de salir de Maduro y su régimen. Hay la oportunidad de reconstruir a Venezuela y volverla un gran país, hay una generación de jóvenes que está dispuesta a luchar para tener una nación digna. El presidente Guaidó ha perdido mucho apoyo, por lo que hemos descrito, pero sigue siendo el liderazgo más importante y en la medida de que la gente lo vea regresar al ideal inicial, recuperará mucho de su popularidad. En Venezuela durante mucho tiempo se pensó que todos los ex presidentes de la democracia habían sido corruptos, pero la vida ha demostrado que, como decía Carlos Andrés Pérez, “la tos y los reales no se pueden ocultar”, por eso hemos visto como ninguno de ellos murió con la fortuna que la izquierda, con sus críticas malignas y destructivas, había dicho. Hoy estos líderes han recuperado mucho prestigio y la gente se da cuenta de que la experiencia breve, pero real, de democracia que tuvimos fue mucho mejor que lo vivido en los últimos 22 años de chavismo. De manera que yo sí creo que el presidente Guaidó puede repuntar porque conserva un apoyo importante. La política no es para débiles.
-Hablando de esa manipulación del pasado, ¿cuánta responsabilidad tienen los medios, RCTV incluido, en minar el sistema democrático que hubo hasta 1998? Hay voces que les asignan una participación muy importante.
-En primer lugar hay que entender que los medios no tienen como misión estar alabando a los gobiernos de turno, el papel de los medios es exponer lo que ocurre y abrir una discusión sobre eso. La democracia venezolana fue una gran conquista, pero no llegó a estar tan arraigada como en otros países; recordemos que hasta 1958 no habíamos vivido una experiencia democrática y en los 40 años subsiguientes se hizo un esfuerzo muy exitoso en los primeros quince, pero luego empezó a decaer y comenzamos a ver vicios como manipulaciones a la policía y tráfico de influencias en temas económicos que fueron criticados por los medios. Lo que correspondía en ese momento era que la dirigencia reaccionara, pero lamentablemente no sucedió. El descrédito contra Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez vino de denuncias de sus propios partidarios. Hubo un momento en que la democracia perdió el olfato político y la conciencia de su propia responsabilidad; pero es mucho más fácil acusar a los medios. ¡No! Esas noticias salieron de adentro de los partidos. Toda la guerra que hubo contra el programa económico de Pérez, en su segundo gobierno, vino de los propios miembros de Acción Democrática, eso no fue invento de los medios, ni siquiera de la oposición, porque Eduardo Fernández compartía gran parte de las medidas.
-¿Considera que el apoyo dado por una parte de la élite venezolana a Chávez fue decisivo para su victoria en 1998?
-En política nadie está exento de dejarse convencer por las habilidades retóricas o simpatías de una persona, sin embargo, la actitud de Acción Democrática y Copei con respecto a la candidatura de Henrique Salas Römer no tiene justificación de ningún tipo, por eso no creo que los principales responsables fueran las elites, aunque muchas veces se han equivocado. Te puedo asegurar que lo fundamental para que Chávez ganara, fue la actitud de los adecos y los copeyanos, que no entendieron cuál era la naturaleza política de Chávez y el peligro que representaba, por eso mantuvieron, tercamente, sus candidaturas hasta último momento. La campaña de descrédito del partido blanco contra la candidatura de Salas Römer entre octubre y noviembre de 1998 fue lo que acabó con cualquier posibilidad.
-¿La novela “Por estas calles” no tuvo un rol protagónico en el proceso de desarticulación de la democracia venezolana, que ya venía muy golpeada?
–“Por estas calles” fue el programa más popular de la historia de la televisión venezolana, una novela que no tenía truculencias de sexo o violencia; sólo era una crónica de lo que estaba pasando en el país. Fue un fenómeno muy interesante, lástima que no se ha hecho un análisis más a fondo sobre ella. Casos como el de la ruina del Seguro Social, abusos policiales o el deterioro de la moneda eran parte de lo que se veía en la telenovela. “Por estas calles” sí contribuyó deliberadamente a exponer esos problemas para ver si había una actuación, pero la respuesta fue decir que era un espacio conspirativo que buscaba el descrédito del Gobierno. Chávez cuando sale de la cárcel tenía popularidad de 1% o 2%, según las encuestas, y fueron muy pocos los medios que le hicieron propaganda. Es muy fácil echarle la culpa a los demás y eludir la responsabilidad que se tiene; te pongo un ejemplo, con el caso de la deuda externa, yo creía que había que negar su reconocimiento y fui a ver al presidente Jaime Lusinchi para presentarle un memorando explicándole mis razones, por supuesto no hubo manera de que lo aceptara y continuó con su plan, que luego se cayó porque era imposible de cumplir.
-¿El “a mí tú no me jodes, ni tú ni tu jefe” que le dijo el ex presidente Lusinchi al reportero de RCTV, tuvo que ver con ese tema de la deuda?
-(Risas) No lo recuerdo, porque en esa época se sumaron varias cosas: El descubrimiento de lo que se llamó “Los pozos de la muerte”, que molestó mucho al presidente Lusinchi aunque él no tenía nada que ver con eso; luego hubo un problema con la leche, donde él tampoco tenía nada que ver y también estaba el tema de la deuda. Al final las cosas terminaron muy mal entre el presidente Lusinchi y yo, por eso estuve fuera de la televisión más de un año; pero luego Simón Alberto Consalvi nos reunió y reanudamos nuestra vieja amistad. Sin embargo, lo del dedito fue muy divertido y lo recuerdo mucho, la historia no va a ser muy generosa con él porque no se lució como presidente, pero fue una persona con un sentido del humor maravilloso, una gran pluma y una enorme simpatía personal. Fue mucho más que aquella anécdota del dedo, fue un buen hombre, tenía ese toque humano que caracteriza a los médicos y son diversas las cosas que el país debe reconocerle. Pero creo que la historia será mucho más benévola con ex presidentes como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez.