Bogotá.- Parte de la vida y desempeño económico de miles de personas en Latinoamérica y el mundo se detuvieron esta semana por la caída de las plataformasFacebook, Instagram y WhatsApp, que suelen ser vehículos para atraer y concretar clientes. El incidente que duró unas seis horas también golpeó a la compañía estadounidense Facebook que perdió cerca de 6.000 millones de dólares de capital por la caída de sus acciones el lunes 4 de octubre.
Alejandro Useche, economista de la Universidad del Rosario de Colombia, explicó a la Voz de América que el apagón tecnológico tuvo repercusión negativa para la compañía propietaria de WhatsApp e Instagram al caer 4,99%, lo que se tradujo en una pérdida para Mark Zuckerberg, por la desvalorización de sus acciones.
El experto señaló que a la pérdida del lunes se suma el 7,74% en los últimos cinco días y de 13% en el último mes, por problemas de la compañía, entre estos, el uso de la información. El efecto de este apagón de las redes sociales se sintió con más fuerza en las bolsas de México, Brasil y Chile, de acuerdo con el análisis de Useche.
En el mercado bursátil mexicano el índice Mexbol cayó 0,42%, mientras que en la Bolsa de Sao Paulo el índice Bovespa retrocedió 2,22%, y en Santiago de Chile el índice Ipsa descendió 2,11%; entre tanto, en Colombia el impacto no fue negativo y eso obedece a que en la Bolsa de Valores de Colombia no hay empresas de tecnología listadas.
“La bolsa de Colombia va muy orientada a empresas de hidrocarburos, sector financiero y compañías de alimentos, la nuestra no es una bolsa tecnológica, ese es uno de los grandes motivos por los que no hubo gran impacto”, aseguró.
Por su parte la presidente de la Cámara de Comercio Electrónico, María Fernanda Quiñones, indicó que la caída de las redes sociales impactó el desarrollo del comercio electrónico, porque es una herramienta que ha sido fundamental en todo el proceso de reactivación económica en Colombia, para el emprendimiento de la pequeña y mediana empresa. “Es una ruta a través de la cual se desarrolla el comercio electrónico, porque hacemos de esa interacción social la posibilidad de convertirla en una transacción comercial”, agregó.
“Como ecosistema tuvimos un impacto muy fuerte, porque justo el lunes empezábamos la jornada de activación de ventas, de CyberLunes, que es un programa para activar el desarrollo de todo el ecosistema y, por supuesto, no tener a disposición la red supuso acudir a otro tipo de herramientas para poder promocionar la jornada y hacerla extensiva”, subrayó.
La caída de redes ¿un aviso?
Pero la caída de las redes también implica un llamado de atención sociológico. De acuerdo con Carlos Charry, director de la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, “lo que evidencia el bloqueo de las redes sociales es la fuerte dependencia que hemos construido alrededor de ellas. No solo en términos económicos, sino en cuánto a decisiones políticas, económicas, empresariales o incluso familiares pasan a diario a través de estas redes”.
“Casi que hay tipos de relación, o tipos de trabajo, tipo de interacciones que solamente fluyen a través de las redes sociales, y prácticamente se vuelven como si fueran una extensión de nosotros, y si ocurriera algo más grave y definitivo, pareciera como si la sociedad no pudiera funcionar sin estas plataformas”, indicó el experto.
El impacto se sintió en los bolsillos
La emprendedora colombiana Samara Yepes, dueña de S&Y Entertainment Group, en Los Ángeles, California, narró a la Voz de América cómo la caída de las redes sociales mandó al traste un día de trabajo que no se recuperará, que ocasionó pérdidas cercanas a los 10.000 dólares y que la obligará a buscar nuevos permisos de la ciudad, que ya tenía para hacer su trabajo de televisión.
“A raíz de la pandemia tuvimos que reinventarnos y para grabar un comercial de televisión nos tocó modificar los procesos. Los interesados deben grabar un video y enviarlo por WhatsApp, nosotros seleccionamos a los elegidos, y luego viene otra etapa con un nuevo video, y esa tarea fue la que no pudimos realizar, porque no tuvimos comunicación para recibirlos; había varias personas de otros estados, pero con la caída de las redes, ahora hay que coordinar nuevas fechas. Ya se había contratado el set de grabación, el alquiler del club, los maquillistas, y eso genera pérdidas cercanas a los 10.000 dólares”, señaló.
En Colombia, Laura Acosta, propietaria de Ediciones Laura Acosta no pudo vender el producto estrella de su empresa, la Sagrada Biblia, porque cuando justo trataba de cerrar el negocio con un cliente de un pueblito del Meta, se cayeron las redes sociales y la transacción quedó suspendida. Con este negocio Laura ha sacado adelante a su familia y sabe que afortunadamente solo fue un rato que quedó incomunicada con sus clientes, pero cree que debe buscar otra red social que no sea del mismo dueño.
“No hice nada. Me vi obligada a tomarme un día de vacaciones, porque no solo no puede vender, sino que no pude cobrar y tampoco supe quien me pagó o quien no, porque a través del WhatsApp es que me envían la foto del recibo de pago”, señaló. El lunes se dedicó a su hija, María José, y a la espera de que vendrá otro día para recuperar la venta de 15 o 20 biblias diarias, lo que le representa una facturación de dos millones de pesos.
Nayiber Pérez es otra de las personas afectadas por el apagón tecnológico, en el Departamento del Meta, que la obligaron a cambiar de actividad durante la jornada sin redes sociales. “Normalmente me dedico a la venta de ropa por catálogo, perfumes y de Immunocal, un producto dietario para ayudar a subir el sistema inmune. Las ventas por catálogo pueden alcanzar los 200.000 pesos (unos 52,5 dólares) y una caja de Immunocal está en 300.000 pesos (equivalentes a unos 78,8 dólares), pero ayer me tocó vender de vitrina, y aproveché para compartir más con mis hijos y mi mascota”, añadió.
Jorge Fernández es un empresario que tiene un negocio que le permite personalizar objetos como camisas, gorras, vasos y otra clase de materiales POP, pero que con la caída de la señala no obtuvo ingresos. Su taller está en la ciudad de Villavicencio, ubicada a una hora de Bogotá. “Durante la caída de las redes sociales mi empresa Serendipia, que es de productos personalizados registró pérdidas porque es una tienda virtual, entonces todo se maneja por Instagram y Facebook, y al no tener estas dos plataformas fue difícil y no generamos ningún tipo de ingreso, un día totalmente perdido”, explicó al señalar que no tuvo pérdidas, pero tampoco ingresos.