En la aldea
05 octubre 2024

El oscuro negocio de llamarse Claudio Fermín

Hasta el sol de hoy, nadie sabe de qué vive el candidato eterno. Cómo paga los afiches, la oficina de su partido, los sueldos de sus seguidores, cifra que se abulta año tras año porque ahora hay que agregarle community manager, choferes y escoltas. Sueldo que además debe incluir -su “retiro de invierno” entre campaña y campaña, donde el hombre desaparece sigilosamente pero, como todos, necesita de unas ganancias considerables para sobrevivir mientras tanto. “Ayuda” que seguramente calculará con el ritmo inflacionario a futuro porque -debe argumentar a su patrocinante- nunca se sabe cuándo habrá una nueva elección.

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Elizabeth Fuentes | 14 enero 2022

Cada vez que es derrotado -el adjetivo que mejor lo define- a Claudio Fermín se le multiplica la desvergüenza. No se disculpa con los cuatro gatos que votaron por él y mucho menos se resguarda en el silencio de cualquier perdedor: apostando a la próxima elección (cualquiera que sea, el año que sea, donde sea), repite su vieja y obviamente exitosa estrategia de seguir cobrando al inversor de turno las ganancias que presuntamente significa atravesar su candidatura en cuanta contienda se realice, solo con la intención de restarle votos al adversario que menos le convenga al dadivoso socio que tan puntualmente alimenta las aspiraciones de Fermín.

Porque, hasta el sol de hoy, nadie sabe de qué vive Claudio. Cómo paga no digamos los afiches, la oficina de su partido, los sueldos de sus seguidores, los celulares, cifra que se abulta año tras año porque ahora hay que agregarle community manager, choferes y escoltas. Sueldo que además debe incluir -¿cómo llamarlo?- su “retiro de invierno” entre campaña y campaña, donde el hombre desaparece sigilosamente pero, como todos, necesita de unas ganancias considerables para sobrevivir mientras tanto. “Ayuda” que seguramente calculará con el ritmo inflacionario a futuro porque -debe argumentar a su patrocinante- nunca se sabe cuándo habrá una nueva elección.

Y aunque su mala fama en relación a cómo ha hecho de las campañas electorales su modus vivendi ya no es noticia para nadie, su más reciente aparición y derrota en las elecciones de Barinas superó al mismísimo Claudio Fermín que fracasó cuando aspiró a ser reelecto como Alcalde de Caracas y perdió. Cuando quiso convertirse en outsider en las presidenciales de 1998 y se retiró. Cuando se enfrentó a Hugo Chávez en el 2000 y salió con menos de 3% de los votos y cuando quiso regresar, dos veces, en dos elecciones distintas, a la Alcaldía de Caracas y en ambas volvió a perder.

Batiendo su propio récord de ir en picada, su 3% de votación bajó a 1,77% en Barinas, donde la irrupción de Claudio fue algo más que la del asomao electoral de siempre. Porque han pasado muchos dólares bajo los puentes desde que sufrió su última debacle como para ignorar que lo de Barinas había sido convertido en un plebiscito contra el chavismo y el gobierno de Nicolás Maduro, donde la trampa inicial y el abuso oficialista posterior produjo la rabia necesaria para que los votantes salieran en masa a combatirlos con votos. ¿Y qué hace Claudio Fermín? Se vuelve a sumergir en su segura derrota pagado quien sabe por quién, con el único interés de dividir el voto opositor en el estado llanero y asegurarle a Maduro la gobernación de Barinas con un candidato peor que sí mismo.

Y, como si Sergio Garrido lo necesitara después de semejante victoria, lo único que se le ocurre a Claudio a los pocos días de su descalabro es salir a aconsejarle a Sergio Garrido lo que tiene que hacer. Y peor aún, poniéndose a la orden para cualquier chamba que su merced tenga a bien ofrecerle: 

Garrido debe deslindarse de la política sucia por el bien de Barinas así le digan alacrán”, disparó con su tono de yo-no-fui, como si eso de la política sucia le provocara alergia. Sin vergüenza ninguna le puso a la orden sus planteamientos de campaña, que “siguen vigentes”, y aprovechó para lamer la bota oficialista repitiendo los mismos argumentos de Miraflores sobre el bloqueo económico, los terrorista de la oposición, y fiel a su lenguaje florido de siempre, le emprendió contra Juan Guaidó a quien llamó “una fantasía que solo pretende legitimar, con un marco legal ficticio, acciones que atentan contra Venezuela como el saqueo de Citgo y Monómeros… Garrido debe deslindarse de la política sucia que busca descalificar a todo venezolano que no se someta sumisamente a lo que el cogollo de turno aspira”, dijo con un cinismo del tamaño de su cuenta bancaria, transmitido por supuesto desde todos los canales del Gobierno.

Y de allí en adelante, se volverá a enconchar. Hasta la próxima elección y sus beneficios, porque a medida que pasan los años sus patrocinantes habituales bien podrían ser sustituidos por algún neo burgués de bodegón y ya veremos a Fermín en el 2024 -o antes, cuando se produzca la noticia- resucitando de su cripta clandestina con más años y agallas para exigir un ajuste en sus ambiciones. Preferiblemente en cash y al cambio del día.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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