Esta colección de breves y corrosivas biografías nace de un programa de radio en la emisora española RAC-1. Allí, Malcolm Otero y Santi Giménez se han encargado de acabar con la buena reputación de muchos personajes célebres. Lo hacen con saña, con maldad y sin compasión alguna. También con humor y una buena dosis de investigación. Esa fórmula les funcionó, de modo que decidieron compilar en formato libro 50 de los casos más notables de su colección de execrables.
La leyenda dice que se conocieron en un bar gracias al cineasta Fernando Trueba -quien hace el prólogo del libro- y que el click entre ambos fue inmediato: rápidamente se dedicaron a emborracharse y a hablar pestes de otras personas y de esa “química” chismosa surgió la idea del programa.
Ese tono chismoso y bromista está plasmado en estos textos. Si leíste “Intelectuales”, del historiador inglés Paul Johnson, debo decirte que no tiene nada que ver: Johnson es un erudito serio que cuando quiere deja salir su fina y muy británica ironía. Otero y Giménez ciertamente investigan a sus biografiados, pero hacen bromas tontas y el rigor lo ponen en encontrar los peores rasgos con la intención de tumbar pedestales y recordarle al lector que nadie es tan bueno ni tan malo, ni tan limpio, ni tan noble. En fin, aquello de las dos -o muchas- caras de la moneda.
“Hay algunos sobre los cuales hasta se lamentan por tener que enfocarse en lo peor de sus personalidades, porque en realidad ellos también admiran a los execrables”
En un tono “juguetón”, los autores van directo al grano. O a explotar los granos. La lista de famosos es amplia e incluye -hay que decirlo- a algunos cuyo historial oscuro es más o menos conocido, con la ventaja para tu sed de chisme de que aquí encuentras todo eso bien resumido y con datos precisos.
Los autores reconocen que se permiten juicios tramposos porque utilizan criterios contemporáneos aunque traten -sin mucho esfuerzo- de contextualizar. La intención es obvia: divertirse y dejar establecido que puedes admirar hechos y obras de personas que en otros aspectos resultan aborrecibles.
“El club de los execrables” (Ediciones B, 2018) arranca sin miramientos con un modelo de la humanidad -de quien Johnson dio buena cuenta también- conocido como Mahatma Gandhi, al que señalan de racista, belicista y pederasta, alguien que denostaba de las personas de raza negra, era violento con su familia, se carteaba amistosamente con Hitler y dormía con adolescentes desnudas para “poner a prueba su castidad”.
De Teresa de Calcuta dicen que era clasista, fanática y farsante: “una ultracatólica retrógrada que creía necesario el sufrimiento de los pobres, solo aceptaba el divorcio en las casas reales, consideraba que el aborto era el principal problema de la humanidad y adoraba el dinero de los ricos”. Y pasan a citar investigaciones sobre los manejos financieros de las Hermanas de la Caridad, además de apuntar -por supuesto- que los refugios para enfermos pobres de su misión eran en realidad lugares para ir a morir, no a sanar; algo que otros han dicho antes. Otra sobre un santo moderno, Juan Pablo II: “corrupto, retrógrado y protector de pedófilos”.
El abanico de personajes es amplio. Hay algunos sobre los cuales hasta se lamentan por tener que enfocarse en lo peor de sus personalidades, porque en realidad ellos también admiran a los execrables: Steve McQueen; James Joyce (coprolífico); Hemingway; Patricia Highsmith; Jim Morrison; Albert Einstein; el político español Adolfo Suárez; Elvis; Chaplin; Cantinflas; Dalí; Eisenhower; Pablo Neruda; Lady Di… y hasta el famoso Jacques Cousteau, quien es desnudado aquí como colaboracionista de los nazis, antisemita, maltratador de animales, farsante y terrorista medioambiental.
Esto es un “amiga date cuenta” devastador.