En la aldea
06 diciembre 2024

Marcos Pérez Jiménez (1914-2001), “no escribió sus memorias, pero sí le concedió una larga entrevista a Agustín Blanco Muñoz en 1983, que sirve como testamento político”.

Marcos Pérez Jiménez y la negación de la libertad (y II Parte)

Incurrió en fraudes electorales para imponer su autoridad; y aunque durante su mandato construyó una parte de la infraestructura del país, fue mucho menor de lo que el imaginario colectivo cree. De lo que no cabe duda es que durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez la violación de los Derechos Humanos y la tortura estaban a la orden del día, porque fue un enemigo frontal de la libertad y de la democracia.

Lee y comparte
Rafael Arráiz Lucca | 18 diciembre 2022

El 1 de diciembre ya es evidente que URD ha ganado las elecciones, y que Jóvito Villalba es el diputado electo con mayor número de votos en la Asamblea Nacional Constituyente, lo que lo convierte de hecho y derecho en el venezolano de mayor respaldo popular, pero el Gobierno decide desconocer los resultados electorales. Se crea una crisis en el Consejo Supremo Electoral (CSE) en donde los honestos se niegan a alterar los resultados a favor del Gobierno y, su presidente, Vicente Grisanti, se refugia en la Embajada de Brasil. Once de los quince miembros del CSE renuncian junto a Grisanti, mientras el Gobierno designa un nuevo CSE que sí está dispuesto a falsificar el resultado.

El 2 de diciembre el nuevo CSE entrega unos resultados falsos, en los que gana por amplio margen el FEI. Marcos Pérez Jiménez asume la Presidencia Provisional de Venezuela el mismo día, mientras el Gobierno hace esfuerzos por lograr que URD acepte el resultado electoral. En vista de que no lo hacen, son montados en un avión y expulsados a Panamá el 15 de diciembre, mientras COPEI no forma parte de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando en enero condiciona su participación, y el Gobierno no responde sus peticiones.

“En perfecta sintonía con su proyecto político, el Gobierno se retira de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1955, luego de fricciones naturales entre dos instancias de poder tan disímiles”

Si la Junta Militar de Gobierno presidida por Carlos Delgado-Chalbaud llegó al poder infringiéndole un golpe de Estado a un Presidente electo por la mayoría, la Presidencia Provisional de Pérez Jiménez se impuso sobre un fraude electoral, perpetrado contra el mismo pueblo que veía burlada su voluntad. Habían pasado apenas cuatro años.

Dictadura del coronel Marcos Pérez Jiménez (1952-1958)

Una vez perpetrado el golpe de Estado por parte de Pérez Jiménez -ya que desconocer la voluntad popular expresada el 30 de noviembre lo era-, la Asamblea Constituyente se instala el 9 de enero de 1953. De inmediato, ratifica la provisionalidad de la Presidencia de Pérez Jiménez y se enfrasca en la redacción del nuevo texto constitucional. El 15 de abril el Presidente Provisional firma el Ejecútese de la nueva Carta Magna y el 17 la Asamblea Constituyente designa a Pérez Jiménez Presidente Constitucional para el período quinquenal que correría entre abril de 1953 y abril de 1958, con elecciones en diciembre de 1957.

La Constitución Nacional de 1953

En relación con el período presidencial la nueva Carta Magna, esta mantuvo el quinquenio y el sistema electoral de la Constitución de 1947, pero en otros aspectos regresó a lo pautado por la Constitución de 1936, en particular en lo relativo a los derechos de los ciudadanos. Cambió la denominación de Estados Unidos de Venezuela por República de Venezuela, con lo que se reconocía que el federalismo venezolano de la Constitución de 1864 no se había materializado.

Bajo el “Nuevo Ideal Nacional”

Al no más iniciar formalmente su mandato, que ya de hecho venía gobernando desde hace años, Pérez Jiménez habló de “El Nuevo Ideal Nacional”, suerte de espíritu programático que animaría a su gobierno, que colocaría especial énfasis en la “transformación del medio físico”. Esto es: obras de infraestructura.

En tal sentido, la obra de gobierno fue intensa en relación con Caracas. Veamos una lista de realizaciones: Avenida Bolívar (1949); Avenida Andrés Bello (1949); se decreta el Área Metropolitana de Caracas (1950); Urbanización Francisco de Miranda, Casalta (1950); Urbanización Carlos Delgado-Chalbaud (1950); el Plano Regulador de Caracas (1951-1952); Avenida Nueva Granada (1951); Avenida Abraham Lincoln (hoy Bulevar de Sabana Grande, 1951); Autopista del Este, tramo Puente Mohedano-La California (1951-1955); los espacios ceremoniales de la década de los años ‘50; Autopista Caracas-La Guaira (1953); Avenida Urdaneta (1953); Avenida Guzmán Blanco -Cota 905- (1953); Avenida Francisco de Miranda (1954); Avenida Morán (1954); Avenida San Martín (1954); Torres de El Silencio, Centro Simón Bolívar (1954); Viaducto Nueva República (1954); Autopista Valle-Coche (1955); Avenida Fuerzas Armadas (1955); Autopista Caracas-Valencia (1955-1965); Urbanización 2 de Diciembre, hoy 23 de Enero (1955-1957); Paseo Los Próceres (1956); Avenida Páez (1956); el Hotel Humboldt (1956) y el Teleférico de El Ávila; el Hipódromo La Rinconada (1956-1959); y buena parte de la Ciudad Universitaria de Caracas, entre otras obras.

En el interior del país construyó una serie de hoteles, como el del Lago, en Maracaibo; el Bella Vista en Porlamar; el Miranda; el Aguas Calientes; el Maracay; la Ciudad Vacacional Los Caracas; la represa de Guárico; el dique de Puerto Cabello, y el Teleférico de Mérida.

La situación nacional

Por otra parte, la persecución por parte de la Seguridad Nacional contra Acción Democrática (AD) recrudece notablemente. No solo es detenido Eligio Anzola Anzola, secretario general de AD en la resistencia, sino que Alberto Carnevali muere en la cárcel en mayo, mientras Antonio Pinto Salinas, es asesinado en junio de 1953. Quizá, ante el desconcierto de la población por la política de terror, el Gobierno decidió en enero de 1954 liberar a 400 presos políticos, dejando ir a la mayoría al exilio. Pero el hostigamiento no cesó, tampoco la censura severa. Para colmo, dentro del marco de la Guerra Fría, los Estados Unidos condecora en octubre de 1954 a Pérez Jiménez con la Legión del Mérito, entendiéndose que sus “méritos” se refieren a su anticomunismo militante.

“Con una población que no llegaba a los siete millones de habitantes y una producción petrolera de alrededor de 2.500.000 barriles diarios, Venezuela tenía uno de los 10 ingresos per cápita más altos del mundo”

En perfecta sintonía con su proyecto político, el Gobierno se retira de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1955, luego de fricciones naturales entre dos instancias de poder tan disímiles. Como vemos, en estos años las tensiones entre el Gobierno y la oposición siguen creciendo, así como las persecuciones y las violaciones de los Derechos Humanos en contra de los presos políticos. Las torturas que muchos dirigentes de la oposición padecieron están suficientemente documentadas como para que el tema no esté en discusión.

El ingreso per cápita venezolano en 1956 llegó a estar entre los primeros del mundo. Los recursos provenientes de la explotación petrolera eran cuantiosos para una población que no llegaba a los siete millones de habitantes. Esta fue una de las causas por las que los flujos migratorios hacia Venezuela, después de la Segunda Guerra Mundial, fuesen notables, en particular los provenientes de Portugal, España e Italia.

Venezuela, más allá de la represión política, era una tierra de oportunidades para el extranjero que venía a reconstruir su vida, después de que sus países habían quedado devastados por la guerra. Este mismo año de 1956 el Gobierno otorga nuevas concesiones a las compañías petroleras, que presionaban para que ello ocurriese, haciendo grandes inversiones en la industria petrolera en el país.

Las elecciones de 1957

El año comenzó con agitaciones, dado que sería electoral. El primer síntoma de que la dictadura no tenía a todos los factores de poder a su favor fue la Pastoral del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco, el 1 de mayo. A ella la antecedían las reiteradas protestas estudiantiles durante los meses de febrero y marzo. La Pastoral de Arias Blanco se detiene en la reivindicación del movimiento obrero, de la necesidad de la sindicalización, muy a contracorriente de lo que pensaba la dictadura. De tal modo que el hecho fue interpretado como una delimitación franca entre el Gobierno y la Iglesia católica y, siendo esta la institución con más tradición en el país, significó mucho para la disidencia, y para el gobierno mismo, al constatar que no contaba con el respaldo de la Iglesia. La Pastoral merece ser leída en su totalidad, ya que constituye una pieza doctrinal importante por el significado político coyuntural que tuvo. Además del tema sindical, toca el de los altísimos ingresos per cápita del venezolano, pero la pésima distribución de la riqueza y las enormes desigualdades existentes, hacían todavía más lacerantes las diferencias. El punto es importante, ya que la deficiencia de ingresos fiscales no fue lo que llevó a la dictadura a una crisis, sino factores políticos, sumados a los sociales. Otro aspecto importante señalado por Arias Blanco es el tema del cambio poblacional súbito, en la relación de los habitantes en el campo y la ciudad, variando notablemente hacia esta última.

Al mes siguiente, en junio, se constituyó la Junta Patriótica. Por iniciativa de tres dirigentes de URD, José Vicente Rangel, Fabricio Ojeda y AmílcarGómez, se reúnen con Guillermo García Ponce, del PCV, para formar la agrupación que se propone luchar por un “gobierno democrático, mediante elecciones libres, y el logro de una amnistía general en el país”. Luego, en agosto, se suman a la organización clandestina Moisés Gamero, por AD, y Enrique Aristeguieta Gramcko, por COPEI. Meses después es sustituido Gamero por Silvestre Ortiz Bucarán. Desde el comienzo se valen de la publicación de boletines y manifiestos que van marcando la pauta de la resistencia al régimen. En ellos hicieron énfasis en la fractura interna en las Fuerzas Armadas en relación con el apoyo al régimen dictatorial.

“En 1973, buscó su respaldo el candidato Pedro Tinoco, pero no lo logró. Tampoco alcanzaron su apoyo en las elecciones de 1998 los candidatos Hugo Chávez y Henrique Salas Römer, por citar otros ejemplos”

Esta separación entre Pérez Jiménez y los militares vino dándose marcadamente a partir de 1952, cuando el dictador comenzó a confiar particularmente en su jefe de policía y director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, y su ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla-Lanz Planchart, ambos civiles, a quienes cierto estamento militar veía con recelo. Además, los jóvenes militares venían formándose sin la influencia de Pérez Jiménez y su generación, con lo que no podían señalarse vínculos particulares entre el Alto Mando Militar y la tropa. Como vemos, es casi una circunstancia de “manual de historia política” la de la relación estrecha que se da entre el jefe de policía y el tirano, que fundamenta parte sustancial de su apoyo en la represión y el espionaje. Esta relación fue determinante en la trama de poder de la dictadura perezjimenista. En lo personal, Pérez Jiménez es ascendido a general de Brigada en 1955 y a general de División en 1957.

Hacia el 23 de enero de 1958

En noviembre de 1957 anunció el Gobierno que las elecciones tendrían lugar bajo la modalidad de un plebiscito, en el que los electores optarían por la continuación del gobierno de Marcos Pérez Jiménez o no. Por supuesto, el resultado de los comicios del 15 de diciembre fue abrumadoramente favorable a Pérez Jiménez, cosa que la resistencia denunció, de la manera que pudo en medio de la censura, como un fraude. El 21 de diciembre el Consejo Supremo Electoral proclama a Pérez Jiménez como Presidente de la República, y el 29 la Junta Patriótica llama a las Fuerzas Armadas a manifestarse a favor de la Constitución Nacional.

El 1 de enero de 1958 se alza la Fuerza Aérea acantonada en Maracay, con el coronel Hugo Trejo a la cabeza, mientras el 7 los estudiantes manifiestan en contra del Gobierno. Trejo venía, desde 1955, tejiendo una red de conjurados que llegaba a casi 400 oficiales en contra de la dictadura. Es hecho preso, y sofocada la rebelión maracayera. Sectores de la Armada se suman a la protesta. La crisis está en marcha. El Gabinete Ejecutivo renuncia el 9 de enero, y el 13 Pérez Jiménez asume personalmente el Ministerio de la Defensa. Un sector importante de las Fuerzas Armadas le impone condiciones al Gobierno, entre otras la salida de funcionarios públicos a quienes consideran inconvenientes. Salen del Gobierno, y del país, Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. A partir del 10 de enero en las cárceles no hay sitio para más nadie.

“Construyó un palacete en La Moraleja, una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, en un terreno de grandes dimensiones que en el año 2017 estaba en venta en 10 millones euros”

Los gremios profesionales, los intelectuales, y otros sectores de la vida nacional van manifestándose públicamente, reclamando el regreso de las formas democráticas de convivencia. El 21 de enero comienza una huelga de prensa y de inmediato una huelga general. El Gobierno responde con un toque de queda. La crisis se precipita hacia su final. El 22, sectores mayoritarios de las Fuerzas Armadas se suman al clamor popular. Pérez Jiménez ha perdido todo apoyo, de modo que en la madrugada del 23 se dirige al Aeropuerto de La Carlota, toma el avión que la conseja popular bautizó como “La vaca sagrada”, y alza vuelo hacia Santo Domingo, República Dominicana: allí lo recibiría el dictador Rafael Leónidas Trujillo.

Antes de partir, los pocos militares fieles a Pérez Jiménez le manifiestan que ellos permanecerán al mando, a lo que el tachirense responde que nombren una Junta de Gobierno presidida por el oficial de mayor antigüedad y más alto rango: el contralmirante Wolfgang Larrazábal. Así fue.

Exilio y cárcel

Recibido en República Dominicana por su homólogo Rafael Leónidas Trujillo, muy pronto se muda a Miami, donde el gobierno de Rómulo Betancourt logra su extradición a Venezuela. Es hecho preso en Coral Gables y trasladado a la Penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Morros en agosto de 1963. Se le siguió juicio por peculado y malversación de fondos públicos (no por violación de los Derechos Humanos) y fue sentenciado el 1 de agosto de 1968 a cuatro años, un mes y quince días de prisión. Entonces, fue liberado de inmediato por haber cumplido la pena. Se va a España.

Construyó un palacete en La Moraleja, una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, en un terreno de grandes dimensiones que en el año 2017 estaba en venta en 10 millones euros. Todavía se ignora de donde salieron los recursos para la compra, además del yate Guaicamacuto y dos apartamentos en Palma de Mallorca, entre otras propiedades donde Pérez Jiménez pasó un largo exilio que, sin embargo, fue interrumpido por él mismo en mayo de 1972, cuando regresó a Venezuela a presentarse como candidato presidencial.

Candidato fallido (1972)

Antes, su partido, la Cruzada Cívica Nacionalista (CCN), había obtenido 21 diputados y 4 senadores en las elecciones de 1968. Entre ellos, el senador Marcos Pérez Jiménez, cuya envestidura invalidó la Corte Suprema de Justicia en 1969. Algo de similar tenor y mayor profundidad ocurrió en abril de1973, cuando el Congreso Nacional aprobó la Enmienda Constitucional que impedía que personas condenadas por peculado y malversación de bienes públicos se presentaran a cargos de elección popular. Entonces, Pérez Jiménez salió del juego del poder y se dedicó durante varios años a recibir a candidatos presidenciales que buscaban su apoyo en el palacete de La Moraleja. En 1973, buscó su respaldo el candidato Pedro Tinoco, pero no lo logró. Tampoco alcanzaron su apoyo en las elecciones de 1998 los candidatos Hugo Chávez y Henrique Salas Römer, por citar otros ejemplos.

No escribió sus memorias, pero sí le concedió una larga entrevista a Agustín Blanco Muñoz en 1983, que sirve como testamento político. Sobrevivió muchos años más a este diálogo. Falleció el 20 de septiembre de 2001 a los 87 años. Ya para entonces se había creado un mito en Venezuela: pareciera que toda la infraestructura del país la hubiese construido durante su gobierno de facto, y no fue así. Es cierto que construyó mucho, pero también lo es que contaba con enormes recursos provenientes de las regalías que pagaban las empresas petroleras norteamericanas e inglesa-holandesa que trabajaban en el país. Entonces, con una población que no llegaba a los siete millones de habitantes y una producción petrolera de alrededor de 2.500.000 barriles diarios, Venezuela tenía uno de los 10 ingresos per cápita más altos del mundo.

No niego su obra infraestructural, pero señalo con fundamento que fue mucho menor de lo que el imaginario colectivo cree. Lo que no cabe la menor duda es sobre la violación de los Derechos Humanos, la tortura (documentada por el editor José Agustín Catalá) y la corrupción de Pérez Jiménez y de algunos (no todos) de sus colaboradores más cercanos. Tampoco cabe la menor duda de que fue un enemigo de la libertad y la democracia, que las dañó cuanto pudo, que no creía en ellas, que incurrió en fraudes electorales, que afectó gravemente las libertades políticas (entre ellas la de expresión, la de asociación) y en menor medida las libertades económicas. Por supuesto, el balance no le es favorable.


Bibliografía:
-Arráiz Lucca, Rafael (2012). El trienio adeco (1945-1948) y las conquistas de la ciudadanía. Caracas editorial Alfa.
–Venezuela 1830 a nuestros días (2006). Caracas, Editorial Alfa.
-Blanco Múñoz, Agustín (1983). Habla el general. Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Castillo D’imperio, Ocarina (1990). Los años del Buldozer. Ideología política 1948-1958. Caracas, Fondo Editorial Tropycos-CENDES.
-Catalá, José Agustín. (1977). La resistencia en el régimen de Pérez Jiménez 1948-1952, Vol I. Caracas, ediciones El Centauro.
-Gómez, Carlos Alarico (2007). Marcos Pérez Jiménez. El último dictador. Caracas, Los Libros de El Nacional.
-Sierra, Manuel Felipe (2009). Marcos Pérez Jiménez. Caracas BBV N° 112, El Nacional-Banco del Caribe.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Contexto