En la aldea
12 febrero 2025

Juan Guaidó en Miami: Un cielo tormentoso que aún no deja ver el sol

Larga la espera, no tan largas las colas de asistentes, aunque sí flanqueadas con la abundante presencia de funcionarios de seguridad, que sirvieron de marco al encuentro de Juan Guaidó con la diáspora venezolana en el Miami Airport Convention Center. Durante su discurso no dio mucho espacio para la autocrítica, aunque hizo un mea culpa por un año que pasó sin unas elecciones libres. “Vine a prometer victoria”, pero no sin batalla. “Si nos ayudan, que nos encuentren afuera luchando”

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Ocarina Espinoza | 02 febrero 2020

Miami es la ciudad del sol, pero esta vez el astro rey no brilló. Fue una jornada nublada y lluviosa. Hubo una alerta de tormenta, quizá una analogía climática de la coyuntura que vive Venezuela. Sí, hay esperanza como ocurre con cada amanecer, pero la realidad, a veces, también trae consigo nubarrones. Así fue este primero de febrero en Miami, Florida, día en el que Juan Guaidó, Presidente interino de Venezuela, hizo el cierre de su gira internacional, que lo llevó a Colombia, España, Inglaterra, Bélgica, Suiza y, por último, a Estados Unidos.

Desde las 9 de la mañana, con un espíritu madrugador que caracteriza a la gente trabajadora, venezolanos, algunos colombianos, cubanos y nicaragüenses sortearon las inclemencias del tiempo y empezaron a hacer fila para ser los primeros en entrar al Miami Airport Convention Center. La espera fue de unas dos horas y cuando se dio la luz verde para la apertura de las puertas, el ingreso se hizo de forma ordenada, con paso firme y entonando el “Gloria al Bravo Pueblo”. Fue el primer momento emotivo de una jornada que los asistentes tardarán en olvidar.

“Viva Venezuela libre. Estamos comprometidos y al lado de los venezolanos”

Donna Shalala, miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU.

El recinto no se desbordó, como sí ocurrió en la Puerta del Sol durante el paso de Guaidó por Madrid. En Miami hubo suficiente espacio para que invitados especiales, prensa nacional e internacional y la diáspora venezolana se apostaran a esperar sin tumultos. ¿Cuántos somos? ¿300? ¿400? “Yo creo que unas 500 personas”, dijo un maracucho ataviado con una gorra en la que exhibía su consigna: “Make Venezuela de pinga again”, una muestra de la mezcla de culturas que reunía el ingenio de su tierra y el idioma de su nuevo hogar.

Pasó más de una hora para que las sentidas notas del Himno Nacional dieran paso a la música llanera, que animó a algunos a bailar con el clásico ritmo de su terruño. Más tarde, la alegría subió de intensidad al ritmo de los tambores. Ya para entonces, el lugar estaba pintado de amarillo, azul y rojo.

El juego político

La espera estuvo marcada indefectiblemente por las charlas sobre la situación de Venezuela, pero también sobre el Super Bowl, que se realizaría el domingo 02 de febrero en el Hard Rock de Miami. La jugada política, advertían algunos, era hacer coincidir a Donald Trump con Guaidó antes de su regreso a Venezuela. Las dudas se multiplicaban y había quien especulaba si el hipotético encuentro sería en Mar-a-Lago, en la fiesta privada que Trump ofrecería con motivo del partido final del fútbol americano (NFL). Los más escépticos creían que sería un encuentro breve para la foto antes de subir al avión.

Diáspora venezolana en el Miami Airport Convention Center para acompañar a Juan Guaidó.

En este juego de preguntas entre los concurrentes, había quienes daban por sentada la visita de Trump. Si en Colombia lo recibió el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, durante la Cumbre Antiterrorista en el arranque de la gira, ¿por qué no esperar que se estrecharan las manos en este lugar? Otra razón para que los presentes esperaran la llegada del mandatario estadounidense era la seguridad que se desplegó en los alrededores del Miami Airport Convention Center. “Hay más funcionarios del servicio secreto aquí que cuando Trump se reunió con la diáspora en Doral”, dijo una invitada especial, sentada en uno de los palcos, en los cuales se situaron miembros de organizaciones no gubernamentales de Florida. La tarima estaba rodeada de funcionarios y hubo que sortear una exhaustiva revisión de bolsos y paso por detectores de metales. Era imposible no sentirse observado por los “counterterrorism”. El gobierno estadounidense se aseguró de que todo estuviera a buen resguardo.

A las 2:10pm empezó a llenarse la tarima principal y con ello los convocados volvieron a animarse: “¡Guaidoooo, Guaidoooo, Guaidooo!”, era el coro a voces. El escenario se fue colmando de diputados venezolanos, artistas como George Harris y Franklin Virgüez, senadores y autoridades locales estadounidenses. Se acercaba la hora.

Ocho sillas, como las ocho estrellas que luce la bandera venezolana y que la diáspora venezolana rechaza por ser autoría del chavismo, recibieron a quienes darían un discurso previo antes de ver al líder opositor. “Ahí está la mamá de Guaido”, se escuchó entre la multitud. Llegó ataviada de blanco y se acomodó junto a la silla que más tarde ocuparía su hijo, en el costado derecho de la tarima.

“La lucha de Venezuela es la misma de los pueblos latinoamericanos, tengo un compromiso con ustedes”

Debbie Mucarsel-Powell, miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU.

Uno tras otro, en discursos breves, hablaron los ocupantes de las ocho sillas. Carlos Jiménez, alcalde del Condado de Miami-Dade, fue el primero en dar la bienvenida al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela: “Lo apoyamos como presidente legítimo. Juntos vamos a restaurar la libertad y la democracia. Este es el lugar perfecto para terminar su gira y buscar apoyo. Como cubanoamericano siento de cerca el dolor de los venezolanos. Sabemos que el dictador no está seguro y depende casi en su totalidad de un país comunista y extranjero”.

A Jiménez lo sucedieron en su discurso la miembro de la Cámara de Representantes Donna Shalala y la congresista Debbie Mucarsel-Powell. Ambas pidieron a los congresistas presentes recibir la solicitud de TPS para los venezolanos como una vía de reconocer el estatus de refugiado, que por derecho corresponde a una diáspora que ya supera los 5 millones de personas en el mundo y más de 450 mil en Estados Unidos.

“La lucha de Venezuela es la misma de los pueblos latinoamericanos, tengo un compromiso con ustedes y con erradicar la dictadura en el mundo por ser la primera congresista elegida en la historia que nació en Latinoamérica. Hemos luchado por lograr 400 millones de dólares en ayuda para países que están recibiendo a los venezolanos y por el proyecto de ley del TPS, pero necesitamos que los congresistas hoy aquí sentados admitan el proyecto”, expresó la parlamentaria Mucarsel-Powell.

Shalala también pidió por el Estatus de Protección Temporal (TPS): “Viva Venezuela libre. Estamos comprometidos y al lado de los venezolanos”. Ambas instaron a seguir la movilización para apoyar a Guaidó y desplazar el gobierno de Nicolás Maduro.

El congresista Mario Díaz-Balart dijo que Florida era la capital de la diásporavenezolana en Estados Unidos, y que trabajarán para erradicar el cáncer que mantiene a varios países de América Latina sin libertad. “La libertad se aproxima, la justicia también. Nos veremos en Miraflores”, sostuvo.

Por su parte, el ex gobernador de Florida, el republicano Rick Scott, dijo que se deben seguir tomando acciones para sacar a Maduro del poder y presentó al encargado de negocios de Venezuela, ante Estados Unidos, Carlos Vecchio, quien señaló que la lucha de pueblos como el cubano también han allanado el camino para recibir apoyo en Venezuela: “No podemos solos, esta es una dictadura criminal, nuestra lucha es la misma lucha de estos pueblos”.

“La libertad se aproxima, la justicia también. Nos veremos en Miraflores”

Mario Díaz-Balart, miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU.

El senador Marco Rubio, tan vinculado a la lucha venezolana, no estuvo presente, pero mientras se desarrollaba el acto, se conoció la noticia de que sostendría una reunión privada con Guaidó.

Tiempo de tormentas

Fuera del Convention Center había tormenta y adentro estaba a punto de desatarse otro temporal. Guaidó se subió a la tarima a las 3:46 de la tarde, y para entonces, aunque sólo había unas 500 personas en el lugar, parecían miles. Llantos, gritos y un entusiasmo que hizo retumbar el auditorio. Finalmente, el acto había comenzado. Se oyó el himno estadounidense y luego el venezolano. Muchos lloraron y otros reclamaron la atención de Guaidó: “Más ayuda humanitaria” y “coge guáramo, Guaidó, mira que seguimos contigo”, fueron algunas de las voces que se escucharon.

Guaidó tenía entonces con su discurso de cierre que mover a la diáspora, ávida de verlo estrechar la mano con Trump. Hoy no fue el día para eso, pero la oportunidad si fue propicia para volver a insuflar ánimos a aquellos que aún resisten dentro y fuera de Venezuela.

Se quitó el saco, se recogió su camisa y comenzó: “Está bien que trabajemos en lo que podamos trabajar”, se refirió directamente a la diáspora, y dijo que eso era mejor que servir a una “dictadura cobarde”. No dio mucho espacio para la autocrítica, aunque hizo un mea culpa por un año que pasó sin unas elecciones libres.

La gente pedía a gritos una intervención militar. “Todas las cartas están sobre la mesa, pero también hay cartas debajo de ella”, dijo. “Todos tenemos un papel que jugar, incluso ustedes desde aquí o cuando regresen a casa. Yo tengo claro el mío: De servidor público”.

“Todos tenemos un papel que jugar, incluso ustedes desde aquí o cuando regresen a casa. Yo tengo claro el mío: De servidor público”

Juan Guaidó desde el Miami Airport Convention Center

Hizo una metáfora con la forma en que los diputados que se mantuvieron a su lado lograron ingresar al Hemiciclo, después del intento de “golpe legislativo” y el escándalo de compra de diputados por un millón de dólares por parte del régimen de Maduro. “Para entrar a la Asamblea todos empujamos la puerta en la misma dirección. No lo hubiéramos logrado si unos estuvieran saboteando. Así quiero que sea con todos, empujemos en la misma dirección. Necesitamos unidad, unidad y más unidad”.

Habló de los motivos que deben seguir impulsándonos a no abandonar la lucha: “¿Por qué insistimos? Porque todos añoramos la normalidad. Un fin de semana en Playa El Agua o reencontrarnos en Mérida. Quiero que mi hija Miranda un día pueda yo ponerla con la bicicleta en la calle, y no temer de dejarla jugar”.

Guaidó no se fue sin recordar a todos los venezolanos que lo oían y veían dentro y fuera que, aunque estamos a tiempo de recuperar a Venezuela, queda mucho por hacer. “Vine a prometer victoria”, pero no sin batalla. Para esa victoria, no hay por ahora fecha ni hora, todo dependerá de los venezolanos. “Si nos ayudan, que nos encuentren afuera luchando. Queremos regresar y tener una gran movilización en Caracas”. Así se marchó del Convention Center el Presidente interino de Venezuela. El cielo siguió nublado, pero el calor humano y la esperanza de la multitud hizo recordar que, pese a las tormentas, a la postre siempre sale el sol.

Palabras de Donna Shalala, miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU.
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