La expectativa en el país se hacía más grande a medida que progresaba la primera Serie Mundial de Béisbol Amateur realizada en Venezuela. El Estadio Cerveza Caracas era el escenario de estos encuentros que ya en su primera ronda habían dejado un primer episodio de controversias. Durante el encuentro en el que el equipo local enfrentaba a los dominicanos, los de Quisqueya utilizaron tácticas dilatorias excesivas que fueron permitidas por los umpires y que permitieron que la llegada del atardecer obligara a suspender el juego en el noveno inning, lo que dejó sin efecto las carreras que los criollos habían fabricado en la entrada. De esta manera, por reglas del torneo, la pizarra regresó a como se encontraba al inicio del inning y la victoria se adjudicó a República Dominicana.
La selección venezolana pudo reponerse de un mal inicio y logró una serie de victorias que la clasificaron a la siguiente ronda junto a México, Panamá y Cuba. En el camino se despidieron del torneo las selecciones de Nicaragua, Puerto Rico, Dominicana y la debutante Colombia.
La segunda ronda se jugó también en un formato todos contra todos. Cuba, México y Venezuela, terminaron esa fase igualados con dos victorias y una derrota cada uno; mientras que Panamá perdió sus tres encuentros. Dado el número de carreras anotadas y recibidas, Venezuela y México -divisa que contaba entre sus filas con “Beto” Ávila, jugador que diez años después se convertiría en el primer pelotero latino en conquistar el liderato de bateo en las Grandes Ligas– pasarían a jugar la ronda final.
Sin embargo, la selección de Cuba había anunciado ya su retiro del torneo al finalizar el juego contra la selección criolla, luego de producirse el segundo y más controvertido incidente del torneo. La puerta para el desastre en ese encuentro quedó abierta desde incluso antes de darse la voz de play ball. Cuando poco antes de la hora pautada para el inicio del juego el umpire principal del choque no se presentó, ambas novenas aceptaron que un coach del equipo venezolano tomara su lugar. Vaya situación la que crearon ambas selecciones: Una vez empezado el duelo toda sentencia cerrada dictada en contra del equipo cubano terminó siendo juzgada por estos como un fallo sesgado.
El clímax delencuentro llegó en sus postrimerías, cuando un bateador cubano conectó un rolling entre primera y segunda y el inicialista criollo se movió hacia su derecha, atrapó la bola y lanzó al pícher que corría a cubrir la almohadilla. El tiro del inicialista resultó desviado y la pelota terminó en la zona de foul, que estaba invadida por la prensa. El corredor, aprovechando la pifia de la defensa venezolana, continuó la carrera hacia la segunda y luego hacia la tercera. En la confusión, un fotógrafo tomó la pelota y se la acercó al fildeador local quien de inmediato lanzó a tercera. El corredor fue puesto out y el reclamo de los cubanos se produjo de manera inmediata. El mánager de la isla, Pipo de la Noval, discutió de manera aireada con los jueces del encuentro, pero la decisión no fue revertida. Hay una frase que, a manera de leyenda, se cree que el principal del encuentro le dijo al dirigente cubano: “Es que usted no entiende que los fotógrafos son también hombres de béisbol”. Resulta imposible saber si estas palabras se dijeron o no; tampoco sabremos, en el caso de que en efecto hayan sido pronunciadas, en qué contexto dentro de la discusión e insultos se dijeron. Lo cierto es que la decisión se mantuvo y, como resultado, la selección cubana decidió retirarse del juego y posteriormente del torneo.
México y Venezuela disputaron entonces la final. En esta fase sucedió el tercer y último episodio gris de este campeonato. El Estadio Cerveza Caracas estaba repleto de fanáticos que animaban a la selección venezolana. Los criollos cerraban la octava entrada con las acciones igualadas a tres carreras. Luego de un out, Héctor Benítez “Redondo” conectó un imparable hacia el jardín derecho seguido de otro del “Ovejo” Finol hacia el jardín izquierdo. Con corredores en primera y segunda, Ramón “Dumbo” Fernández rueda la bola por la primera base, es puesto out, y en la jugada los corredores avanzaron a segunda y tercera. El turno le llegó al pícher Julio Bracho, que conectó un rolling fuerte hacia el mexicano Kilo Cruz en el short stop, quien atrapa la bola en dos tiempos y lanza a primera base con dificultad. En una jugada cerrada, Bracho es decretado a salvo y los locales anotaron la carrera de la ventaja en las piernas de Benítez. La cueva azteca explotó y salió en pleno a reclamar a los umpires. Luego de algunos empujones a las autoridades, la selección del norte decidió retirarse del encuentro y del campeonato, lo que de manera automática adjudicó el juego y el torneo a la selección venezolana.
El periodista Abelardo Raidi relató el abandono del equipo mexicano para el diario El Nacional:
“Los mexicanos protestaron airadamente y agredieron físicamente a los árbitros antes de abandonar el campo… Los players aztecas olvidaron razonamientos y emocionados llamados de los parroquianos a seguir en la lucha, para encerrarse en una postura de intransigencia desde todo punto de vista criticable”.
Más allá de la controversia, aquel 18 de noviembre de 1944 las tribunas del Estadio Cerveza Caracas y las calles del país estallaron en algarabía: Venezuela había conquistado su segunda Serie Mundial. Sin embargo, aún faltaba un inning más, uno que no sería escenificado en el terreno de juego ni sería reflejado en alguna hoja de anotación oficial: Según algunas reseñas, ambos equipos coincidieron esa noche en un local nocturno, y como en esas situaciones las duchas no enfrían los ánimos, la faena terminó en un intercambio de golpes.
Los juegos ante Cuba y México podrían dejar la sensación de un torneo inmerecido para los criollos. Sin embargo, esto está lejos de ser así. Al menos no al ver los números producidos por la selección local que dejaron testimonio de la calidad de su desempeño: El equipo venezolanolideró el Mundial del ‘44 en promedio de bateo colectivo (315); hits conectados (111); carreras anotadas (70); carrearas impulsadas (64); dobles (14); jonrones (5); y fue segundo en efectividad (2.30) y en promedio de fildeo (968).
Merecida victoria para los de casa, que levantaron la Copa Simón Bolívar bajo el manto protector de su reina, Yolanda Leal. Y, por qué no, bajo la bendición de un bebé caraqueño que para el inicio del torneo contaba con apenas dos días de nacido: El Cardenal Baltazar Porras.
A continuación, presentamos la nómina de los campeones del ‘44, en el que Venezuela contó con siete integrantes de los héroes del Mundial Amateur del ‘41: Ramón “Dumbo” Fernández; Enrique “Conejo” Fonseca; Guillermo Vento; Dalmiro “El Ovejo” Finol; Luis Romero Petit; Héctor Benítez “Redondo”, y Julio Bracho. Debutaron en estas lides: Adolfredo González; Luis “El Mono” Zuloaga; Eduardo “Churupa” Pérez; Valentín Arévalo; Víctor García; Placido Delgado; Juan de Mata García; Jorge “Tuerto” Arrieta; León Díaz; Félix Machado; Rafael Olivares, y Antonio “Camello” Briñez, quien no formó parte de los héroes del ‘41 por una lesión en el tobillo que se produjo poco antes de viajar a Cuba. El estratega venezolano fue el joven mánager-jugador de 26 años de edad, y la octava figura del selecto club de los héroes del ‘41 en este roster: José Antonio Casanova.