En la aldea
16 septiembre 2024

La república saabiana de Venezuela

¿Será que pronto se conocerá el mapa completo, con cifras y nombres, que lleva a la gruta donde se oculta el tesoro? El régimen de Maduro ha demostrado que está dispuesto a todo para proteger a Alex Saab y evitar que ofrezca declaraciones ante un tribunal independiente. La autora enfatiza: “En el último año, ningún venezolano vivo o muerto ha recibido tanta atención, mimos y recursos como Alex Saab, en cuyo tiempo de reclusión han fallecido casi veinte niños venezolanos solamente por falta de trasplantes”. Y cierra: “Cualquier día bajan a Bolívar de los altares para poner en su lugar a Saab, el nuevo genio de la raza”.

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Milagros Socorro | 17 septiembre 2021

El cuento de Alex Saab y los cuarenta ladrones ha tenido una progresión que ha cursado entre los extremos. Antes de su arresto, el 22 de junio de 2020, cuando su avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional Amílcar Cabral, en la Isla de Sal, Cabo Verde, para recargar combustible (no deja de ser llamativo que Saab tenga su cuota de calvario al ir a poner gasolina); en fin, hasta el momento en que Interpol asomó la cabeza en su avión particular y le pidió los documentos, Alex Saab era como el amante escondido en un apartamentico discreto. Él mismo negaba sus relaciones con el chavismo, su cercanía con Nicolás Maduro e incluso sus negocios, que iban desde la importación de “alimentos” (en muchos casos se demostró que lo que vendía a precio de oro era bazofia indigesta) hasta el “suministro” de casas prefabricadas (¿usted las ve en el paisaje de Venezuela?).

Tan intensa era su negativa de que tuviera algo que ver con Nicolás Maduro y formara parte de su maraña de negocios que cuando el portal informativo Armando.info publicó el reportaje donde documentaba que era Saab quien estaba detrás del fraude de los CLAP, él aseguró que no tenía nada que ver con eso. Y emprendió una persecución judicial que lanzó al exilio a los periodistas venezolanos autores de la investigación.

Eran los tiempos, anteriores a Cabo Verde, en que el chavismo, el régimen en pleno, lo mantenía escondido como un secreto de familia. Nadie lo mencionada. Mucho menos, se informaba acerca de sus negocios, los montos de los que disponía para rubros que tampoco se especificaban. Alex Saab se movía en la sombra y entre susurros.

“Declararlo venezolano y decir que era enviado especial del gobierno de Maduro, el 29 de diciembre de 2020, (…) “embajador extraordinario y plenipotenciario” en la misión de Venezuela ante la Unión Africana”

Hasta que lo sacaron esposado de su avión. Entonces, emprendió su camino a reemplazar al Mariscal Antonio José de Sucre en el Panteón. De pronto, Alex Saab no solo sí existía, sino que no era colombiano. O no solamente. También era venezolano. Como si fuera una novedad el uso instrumental que el chavismo ha hecho de la nacionalidad, concedida a expuertas cada vez que lo ha considerado conveniente para sus propósitos. La nacionalidad venezolana y los documentos asociados a ella son una cuesta empinada para los nacidos en el territorio o hijos de nacionales nacidos fuera de este, pero para los panas del chavismo hay un multígrafo que los imprime a toda velocidad.

Una vez detenido, decíamos, Alex Saab resultó “venezolano”. Pero no cualquier veneco, esos apátridas, como nos llamaba Hugo Chávez, que no merecen nada ni tienen derecho a nada. No. Alex Saab era un venezolano nacido en un pesebre, al que corren a regalar los tres Reyes Magos (también la mula y el buey, que todo hay que decirlo). Entonces, se replegaron las gestiones que vinieron a confirmar que Maduro y Cilia Flores están dispuestos a todo para proteger a Saab y evitar que ofrezca declaraciones ante un tribunal independiente.

Tras declararlo venezolano y decir que era enviado especial del gobierno de Maduro, el 29 de diciembre de 2020, el régimen intentó designar al colombiano -que también es antiguano- “embajador extraordinario y plenipotenciario” en la misión de Venezuela ante la Unión Africana. El documento, que pide la libertad de Saab, lleva la firma de Jorge Arreaza.

No podía ser más evidente la desesperada treta de cubrirlo con un manto de inmunidad diplomática. Con cada movimiento de Maduro, Saab se hacía más sospechoso.

Hace unos días, Jorge Rodríguez anunció, en México, que el régimen quería incorporar a su tótem a la comitiva de la dictadura en la mesa de diálogo en México. En cada nuevo episodio, Saab tiene más méritos para ser ministro de Alimentación y de Vivienda, venezolano casi que por nacimiento, político de carrera, representante de los venezolanos… a este paso, van a cambiar la ley para ponerle su nombre a la República. Total, a Bolívar hace rato que lo aparcaron, sus retratos en las oficinas públicas se han ido destiñendo (incluso su versión de Cromañón, la que mandaron a hacer para que no fuera el que siempre habíamos visto en las aulas y libros escolares, basado en retratos de la época, sino otro, distinto, desconocido). Para el chavismo, El Libertador parece haber pasado de moda; a veces, lo desempolvan los militares, cuando dan ruedas de prensa para defenderse de los señalamientos de violaciones masivas de derechos humanos. A Zamora lo soltaron para que regresara a la chatarrería de la historia. Ya los héroes no hacen milagros y han quedado mustios, confundidos en los altares de los babalaos. Pero no es porque las atenciones del “gobierno” se hayan concentrado en el presente, en las mil penurias de los venezolanos. Al contrario. Esas son negadas. Según Maduro, el país que pasó de petrolero a mendigo, del que han huido más de seis millones de nacionales, cuyos pensionados están condenados al hambre, que tiene la peor gestión de la pandemia del mundo, donde las familias comiendo de la basura son una visión cotidiana, ese no existe.

En el último año, ningún venezolano vivo o muerto ha recibido tanta atención, mimos y recursos como Alex Saab, en cuyo tiempo de reclusión han fallecido casi veinte niños venezolanos solamente por falta de trasplantes sin que hayan merecido ni una sola palabra de los mismos que cantan las alabanzas de Saab y proclaman al mundo su disposición de rescatarlo y traerlo a Venezuela.

El contraste es grotesco. Mientras el país languidece, abrumado por mil flagelos desatados por el chavismo, Maduro demuestra estar dispuesto a todo por Saab. La inminencia de la extradición parece haber llevado al borde del colapso a la pareja presidencial y a Tareck El Aissami, los grandes perdedores en una eventual caída de Saab, a juzgar por las carreras que han dado para evitarlo.

“No podía ser más evidente la desesperada treta de cubrirlo con un manto de inmunidad diplomática. Con cada movimiento de Maduro, Saab se hacía más sospechoso”

Y mientras unos se desgañitan, hay silencios elocuentes… Diosdado Cabello, por ejemplo, quien perora de todo con ejemplar ignorancia; y entre cuyas muchas especialidades cuenta la de “las agresiones extranjeras” contra el régimen, jamás ha mencionado de Alex Saab ni aludido a su prontuario.

Mientras estuvo Jorge Arreaza en la Cancillería, hacía pronunciamientos para replicar las decisiones de la justicia de Cabo Verde. Daba la impresión de que tenían equipos e ingente presupuesto dedicados a apoyar a su “venezolano” de oro (mientras cientos de miles pasaban trabajos sin cuento en las carreteras a las que se arrojan a pie, en las fronteras donde los detienen, extorsionan y maltratan, en los caminos donde son secuestrados y violados). No dejaban pasar una oportunidad para confirmar que estaban allí para apoyar a su muchacho. Arreaza se mostraba muy activo en cumplir las ́órdenes de Maduro de no descuidar esto ni un instante. Pero la semana pasada, cuando se conoció la última decisión del Tribunal Constitucional de Cabo Verde -la que da sabana a la extradición-, la Cancillería no reaccionó. El nuevo titular, Félix Plasencia, ficha de los Rodríguez, no dijo nada. De hecho, quienes saltaron a decir que esa decisión de la justicia de Cabo Verde afectaría el diálogo en México fueron los abogados de Saab y luego los rusos.

El silencio de ciertos voceros contribuye a evidenciar quiénes son los más asustados ante la posibilidad de que el genio salga de la botella y, en vez de conceder deseos, como había hecho hasta que le echaron ganchos en África, empiece a cantar con voz estentórea y quede en evidencia la maraña de negocios ilegales, que según afirman los expertos, comprende más de noventa empresas conducidas por testaferros, que ya no son el cuñado o el amigo de infancia sino auténticos tigres de las finanzas, conocedores de los vericuetos jurídicos de cada país donde actúan y preparados para mutar al ritmo de los acontecimientos. Lo que ha quedado claro es que tiene que ser mucho lo que Alex Saab conoce de Maduro, de Cilia Flores y de sus socios en movidas multimillonarias, porque nunca han disimulado que serían capaces de hacer cualquier cosa para garantizar su silencio. En serio. Cualquier día bajan a Bolívar de los altares para poner en su lugar a Saab, el nuevo genio de la raza. Desde luego, este no morirá pobre, con casa y camisa prestada. Son muchos los millones de dólares que el chavismo arrebató al pueblo venezolano para forrarlo por varias generaciones. Ojalá lográramos recuperar algo. Eso no está tan seguro, como si lo está que pronto tendremos el mapa completo, con cifras y nombres, que lleva a la gruta donde se oculta el tesoro.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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