El Festival Internacional de Cine de Cannes arriba a sus primeros tres cuartos de siglo. Son 75 años de historia cinematográfica, pero también política, cultural, social y económica. El certamen que se detuvo durante la explosión de la Covid-19 en 2020 y regresó a la presencialidad por todo lo alto el pasado 2021. Antes, durante el “año cero” de la producción cinematográfica y audiovisual, la programación no desmerecía en lo absoluto. Los organizadores decidieron entonces suspender el certamen y posponer el estreno de aquellas películas para próximas ediciones, o bien, viajar con ellas a través de otros festivales. Another Round del danés Thomas Vinterberg fue una de esas películas. Unos cuantos meses después conseguiría dos nominaciones a los premios de la Academia: Mejor Film Internacional y Mejor Dirección. Finalmente acabaría llevándose el Oscar en la primera de estas dos categorías.
Para 2021, las vacunas consiguieron que la alfombra roja se desplegara en La Croisette. El desfile de estrellas no defraudó. Pero sí aquella selección flotante fue estupenda, la de 2021 fue extraordinaria. Sabedores de su capacidad de convocatoria, Cannes construyó una de sus selecciones más poderosas. Histórica sin duda. Alentados por el retorno, y prestos a ponerse a tono con los reclamos del nuevo tiempo, el jurado presidido por Spike Lee otorgó la Palma de Oro a Titane de Julia Ducournau. Fue la segunda palma otorgada a una mujer en siete décadas, pero la primera en solitario (la recibida en 1993 por Jane Campion por The Piano se entregó ex aequo junto a Chen Kaige por Adiós a mi concubina).
Pero hubo más. Fue el año de Annette de Léos Carax. De Benedetta de Paul Verhoeven. De Compartimento Nº6 de Juho Kuosmanen y La peor persona del mundo de JoachimTrier. También fue el año de -la controvertida- A Hero de Asghar Farhadi y Tres pisos de Nanni Moretti. De Memoria de Apichatpong Weerasethakul y París Distrito 13 de Jacques Audiard. De La crónica francesa de Wes Anderson y Red Rocket de Sean Baker. Pero por sobre todo fue el año de Drive My Car de Ryüsuke Hamaguchi. Probablemente, la mejor película de 2021. Premio al Mejor guion en Cannes y Mejor película internacional en los Oscar.
La generación 2022 recupera a viejos amigos, algunos ganadores de la Palma, pero también a nuevos convidados. James Gray (Armageddon Time); Hirokazu Kore-Eda (Broker); Lukas Dhont (Close); David Cronenberg (Crimes of the future); Jerzy Skolimowski (Eo); Arnaud Desplechin (Brother and Sister); Park Chan-Wook (Decision to leave); Ali Abbasi (Holy Spider); Felix van Groenningen y Charlotte Vandermeersch (Le ottomontagne); Saeed Roustaee (Leila’s Brothers); Valeria Bruni Tedeschi (Les Amandiers); Mario Martone (Nostalgia); Albert Serra (Pacifiction); Cristian Mungiu (R.M.N.); Kelly Reitchard (Showing Up); Claire Denis (Stars at Noon); Jean-Pierre y Luc Dardenne (Tori y Lokita); Ruben ÖStlund (Triángulo de tristezas); LéonorSerraille (Madre e hijo); Tarik Saleh (Boy from heaven), y Zhena Chaikovskogo (La esposa de Tchaikovsky).
En su primera y vibrante semana, Cannes ya ha dejado ver el tono de su selección. Si 2021 fue una apuesta por subrayar el talento y las historias femeninas, incluidas aquellas dirigidas por directores tan subversivos como el incombustible Paul Verhoeven (Bendetta). O bien aquéllas historias de hombres en crisis dirigidas por mujeres: Bergman Island de Mia Hansen-Loveo la inclasificable mirada sobre la paternidad de la ganadora Julia Ducournau; la muestra de 2022 apuesta por un acento político que no parece querer dejar a nadie indemne. Acaso, entendiendo lo que estaba por juzgar, el actor y director Vincent Lindon, presidente del Jurado se preguntó la noche inaugural:
“¿No deberíamos más bien, desde este escenario, en el que, por un breve momento, los ojos del mundo están enfocados, denunciar los tormentos de un planeta que está sangrando y sufriendo, un planeta que se está sofocando y ardiendo como los poderes fácticos?, ¿mirar con indiferencia? Sí, probablemente deberíamos. Pero, ¿qué podemos decir que no se haya dicho ya? Eso al menos podría ser útil”.
Esta vez, la guerra, el racismo, la violencia, las tiranías se miran las caras desde la pantalla. No en balde han coincidido fuera de concurso dos films que reflexionan sobre la guerra, la de Ucrania, en caliente. Incluso aquella que mira desde la reconstrucción histórica como The Natural History of Destruction del cineasta ucraniano -nacido en Bielorrusia- Sergei Loznitsa; a partir de la obra de W. G. Sebald.
“Esta lectura me inspiró porque formula cuestiones relevantes que al día de hoy siguen sin respuesta. Basta con observar la actualidad para constatar que los ejércitos de varios países consideran posible, incluso razonable, atacar a la población, destruir ciudades y acabar con infraestructuras civiles como arma de guerra”, ha dicho el realizador, según lo reseñado por el certamen.
Su mirada dialoga directamente con la cinta póstuma del director lituano Mantas Kvedaravičius, asesinado a comienzos de abril por tropas rusas mientras rodaba las imágenes que construyen Mariupolis 2.
Y esto, apenas comienza. El norteamericano James Gray ya habría fuegos con un título que ya lo dice todo de esta edición Armageddon Time; film donde se cruzan los talentos de Anthony Hopkins, Anne Hathaway y Jeremy Strong para revolver las bases -y el ensueño-, del sueño americano. Una bofetada a las intenciones de su protagonista. Un joven que ve esfumarse todo aquello que su infancia presagiaba.
Si la melancolía de Gray puede resultar sobrecogedora, pero tibia para hablar sobre el racismo; el rumano Cristian Mungiu -una vez más-, no parece cortarse de nada. En R.M.N. el regreso del protagonista a su pueblo de origen en Transilvania genera un golpe de timón que rompe la tranquilidad del lugar. La contratación de empleados extranjeros para la única fábrica que sostiene su economía, despierta los monstruos internos.
“Para crear R.M.N., documenté y narré un acontecimiento que tuvo lugar en Rumanía a principios de 2020. A medida que iba descubriendo los detalles de los hechos, me di cuenta de lo frágiles que son las nociones de empatía y humanidad. No obstante, no hace falta demasiado para que un ser humano despierte el lado oscuro que alberga en su interior”, ha dicho Mungiu a Cannes.
Los senderos previos también los transitan el realizador sueco Tarik Saleh, por primera vez en la competencia oficial con Boy from Heaven; un thriller político que coloca al joven Adam, el hijo de un pescador recién admitido en la Universidad Al-Azhar de El Cairo, atrapado en las diatribas de poder cuando el rectorado de la misma queda vacío tras la muerte del Gran Imán.
Desde el norte también, Ali Abbasi (Border) ha llegado con un film que arropa la mirada de toda una sociedad. Su thriller Holy Spider está inspirado en un hecho real ocurrido en Irán: los crímenes competidos por Saeed Hanei, homicida al punto de un serial killer que cegó la vida de 16 prostitutas, consideradas impuras por él. Abbasi no se queda en la mirada sobre Hanei, sino que extiende su manto sobre una sociedad que no parecía horrorizarse ante los hechos. “Un film sobre la mugre”, ha descrito el director.
“No trataba de reconstruir el caso: mi intención iba mucho más allá. Con el paso del tiempo me permití alejarme de los hechos, porque tenía la sensación de que este caso no concernía únicamente a Saeed. Hablaba de misoginia”.
Las bombas sin embargo, parecen caer desde otro creador sueco, envueltas por un carrusel de comedia negra: Ruben Östlund -Palma de Oro por The Square-, quien aterriza con otra sátira sobre la sociedad contemporánea y el capitalismo más rancio en El triángulo de la tristeza; film que se apunta en línea directa con el máximo galardón. Protagonizado por Woody Harrelson, Dolly De Leon y Zlatko Buric; el film se nutre de aquella célebre fábula de La nave de los locos, la de El Bosco, Sebastian Brant y por qué no, de Erasmo. La divina comedia toda encerrada en una nave en el corazón de la tormenta.
Y aunque no solo la Sección Oficial retrata oscuros nubarrones -hay que echar mucho y buen ojo a las secciones Una cierta mirada y la Quincena de los realizadores-, en Cannes también hay espacio para la locura delirante de George Miller: Three Thousand Years of Longing, historia de amor entre Tilda Swinton e Idris Elba fuera de competencia. O bien, la historia de desamor fraternal de Arnaud Desplechin: Brother and Sister con Melvil Poupaud y Marion Cotillard. O bien, esa aproximación al mundo desde los ojos de un asno: Eo, homenaje a Robert Bresson y su Al azar de Baltasar (1966) de Jerzy Skolimowski, ha decir del octogenario director polaco, el film que más le ha emocionado.
Se cuela también, la obsesión romántica de Antonina Miliukova, esposa enajenada por la pasión que siente por su marido, el compositor Piotr Tchaikovsky. Dirigida por el realizador ruso Kirill Serebrennikov, La esposa de Tchaikovsky cuenta con el trabajo de la actriz Alyona Mikhailova quien ya se apunta como la primera en lista para el galardón a la mejor intérprete del festival.
El amor entre las oscuras aguas de un asesinato, también forma parte de las apuestas, y viene de la mano del realizador coreano Park Chan-wook (Oldboy) y su Decision to leave donde explora con el aroma de los mejores clásicos, al detective enamorado de su femme fatale.
Este tono oscuro, da un nuevo viraje con el thriller de ciencia ficción presentado por uno de los grandes realizadores del presente: David Cronenberg. Sus Crímenes del futuro cuentan con tres iconos del cine: Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart. En lo que evidentemente es una huida hacia adelante, Cronenberg revisita sus sueños sangrantes y aquélla nueva carne en un relato sobre la evolución humana. Un cambio de cuerpo e intenciones que le permitan reparar todo aquello que ha sido destruido, aunque para ello deba ingerir plástico como posibilidad.
“¿Puede el cuerpo humano evolucionar para resolver los problemas que hemos creado?, ¿puede generar un sistema que le permita digerir los materiales plásticos y sintéticos, no solo con el objetivo de aportar una solución a la cuestión del cambio climático, sino para crecer, prosperar y sobrevivir?”, resalta el festival entre las palabras del director que ganó hace ya 26 años del Premio Especial del Jurado.
El Cannes de 2022 es también el Cannes que ha rendido homenajes a Tom Cruise (con aviones surcando el cielo de La Croisette) y Forest Whitaker. El de una red carpet por donde desfilan actrices como Sharon Stone o feministas militantes. Estrellas de Hollywood sí, pero de todo el planeta cinematográfico también. Es el festival que hoy recuerda a Glauber Rocha, Satyajit Ray y Romy Schneider. O aplaude la resurrección de Irma Vep de Olivier Assayas, esta vez sin Maggie Cheung pero sí con Alicia Vikander. La fiesta absoluta del Cine.
*Las fotografías y el video fueron facilitados por el autor, Robert Andrés Gómez, al editor de La Gran Aldea.