En la aldea
10 diciembre 2024

¿Es sostenible la desaceleración de la inflación?

2024 es un año complejo desde muchos puntos de vista. Es un año en el que, supuestamente, tendremos elecciones presidenciales y de más está destacar el conflicto que esto conlleva.

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Henkel García U. | 21 febrero 2024

Cuando a comienzos de marzo el BCV publique las cifras de inflación del mes de febrero de 2024, se hará público y notorio que vamos a cumplir 12 meses consecutivos con tasa de inflación de un solo dígito. También será un mes emblemático, y con mucha propaganda, ya que será el primer mes, desde 2015, con inflación interanual de dos dígitos.

La inflación es un fenómeno multicausal, dicho esto me atreveré a mencionar las principales razones que pueden explicar la particular desaceleración de la inflación en Venezuela. La primera medida evidente dista de hace unos cuantos años. Tendríamos que ir hasta 2018 para definir un comienzo. Ese año, dentro del marco de lo que se llamó el “Plan de recuperación económica”, el gobierno dictó una serie de medidas, entre las que se encontraba una elevadísima tasa de encaje, en aquel momento solo aplicable a la modalidad marginal. Esa decisión representó el comienzo de la desaparición del crédito como fuente de financiamiento de empresas y hogares.

La ausencia de crédito bancario iba en línea con uno de sus objetivos, que era frenar el crecimiento de la masa monetaria, esto sin importar las consecuencias que ello traería a la economía real. Lo que sí no se recortó en un principio, fue el crecimiento del gasto público, de hecho, a finales de 2018 y en todo 2019, este creció de manera abrupta debido al descomunal aumento de salario mínimo anunciado en el plan. Voy más allá, por un tiempo, el Estado venezolano pagó parte de la nómina del sector privado. Al no tener los recursos para dichos pagos, lo que ocurrió fue una emisión de dinero, sin precedentes en magnitud, por parte del BCV, lo cual nos metió de lleno en hiperinflación. Posteriormente, el gobierno sí empezó a recortar el gasto público en términos reales, que junto con las restricciones al crédito bancario, desembocó en una desaceleración significativa de la inflación, lo que implicó, además, salir del ciclo hiperinflacionario.

Pasar de millones a centenas de puntos porcentuales fue relativamente rápido. Desde diciembre de 2021 tenemos inflación de 3 dígitos. Bajarla a dos dígitos ha tomado más tiempo y un recorte aún más profundo del gasto público, a tal punto, que ya no hay aumentos de salario mínimo, sino que ahora lo que ajustan es el “ingreso mínimo” a través de bonos. Así que los grandes sacrificados de esta última etapa de desaceleración de la inflación han sido los pensionados y jubilados, y los trabajadores de la administración pública. El costo ha sido alto.

A lo mencionado anteriormente, habría que sumar la mayor oferta de divisas en estos últimos meses, en buena medida de la mano de las operaciones de Chevron. El papel protagónico que tiene el dólar en la fijación de precios, hace que una contención del tipo de cambio, se traduzca, a su vez, en tasas de inflación más bajas.

Describir este contexto es importante para abordar la inquietud del título del artículo. ¿Esto va a continuar? ¿Es sostenible esta desaceleración?. Voy con una respuesta típica de economistas: Depende.

2024 es un año complejo desde muchos puntos de vista. Es un año en el que, supuestamente, tendremos elecciones presidenciales y de más está destacar el conflicto que esto conlleva. Un gobierno con muy baja popularidad, que después de la destrucción de la economía, cuenta con muy pocos recursos. Si bien su intención es tratar de estabilizar las variables nominales de la economía, esto podría cambiar por decisiones políticas, si lo considerasen necesario. 

Un buen ejemplo de esto que escribo ocurrió en agosto de 2022. Durante la primera mitad de ese año, tanto el tipo de cambio como la inflación se mantuvieron estables. Las proyecciones eran que el dólar cerraría el año en un sólo dígito (era comienzos de agosto y todavía estaba en 6 Bs/US$) y que la inflación anual culminaría en dos dígitos. Ese mes se anunció una reducción en el pago de las vacaciones de los maestros, lo que fue un disparador para protestas de ese sector, las cuales fueron escalando. El gobierno decidió pagar como estaba estipulado en un comienzo, pero al no tener los recursos, recurrió al viejo instrumento de hacerlo a través de emisión del BCV. El resultado: el tipo de cambio pasó de 6 Bs/US$ a 9 Bs/US$, un incremento de 50% en tan solo un mes. Una dinámica parecida vimos para el pago de aguinaldos y otros beneficios de fin de año, lo cual llevó la cotización del dólar a 27 bolívares al cierre de año.

Dada toda la incertidumbre que hay hoy en el país, quizás abril-mayo serán meses oportunos para retomar esta inquietud. Este año el tiempo se hará perruno, cada mes pasarán cosas que en otros países pasan en 7. Todo será vertiginoso, y la Venezuela de ese momento será, probablemente, muy diferente a esta. Por lo pronto, febrero terminará tranquilo a lo que inflación y tipo de cambio respecta, igual pasará con marzo por ser mes de pago de ISLR, lo que implica menor demanda de dólares por parte de las empresas.

Así que, por ahora estabilidad de precios, en abril veremos.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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