El “Delcygate”, el caso que hace cuatro años tuvo como protagonista en España a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, podría ser reabierto como parte de una trama movida por millones, mentiras y videos, ingredientes -junto con el sexo, faltaba más- que no deben ser desestimados en cualquier película con aspiraciones de ser taquillera.
Pero esto no es cinematográfico ni mucho menos merecedor de un Oscar. El escándalo que puso a Delcy en la mira de las autoridades europeas es muy real y ha sido retomado por el opositor Partido Popular debido a que, por el lado que lo mira, aparece entrelazado con el denominado “caso Koldo”, un enredo de corrupción que salpica las entrañas del gobierno de Pedro Sánchez, que ya bastante tiene con la presión de sus aliados independentistas.
Los puntos de convergencia del caso Koldo -ahora mismo en plena ebullición- con el Delcygate son varios.
El más notable es que en el reparto de ambos escándalos destacan en plan estelar las mismas figuras: en primer lugar, José Luis Ábalos, hoy puesto al margen de las filas del PSOE, el principal partido de gobierno, y como pieza secundaria, pero clave, su asesor, Koldo García Aguirre.
“La trama Koldo se ha cruzado con el Delcygate al saberse que en ambos casos el propio Koldo acompañó a Ábalos y también estuvo con ellos el comisionista Víctor de Aldama (presidente del Zamora CF), para, presuntamente, cobrar a Venezuela una deuda en nombre de Air Europa”, dijo este martes Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, durante una entrevista con el periodista Carlos Alsina.
Como dato no tan al margen de la relación que percibe el dirigente opositor, vale agregar la reciente detención en el aeropuerto Adolfo Suárez Barajas-Madrid de un guardia civil destinado como diplomático en la Agregaduría de Interior de España en Caracas. El efectivo, identificado como “R” en los expedientes -probablemente de nombre Rubén- es señalado por hacer gestiones para Aldama, quien le pagaba en efectivo. Koldo García ha referido que, a través de la Guardia Civil, había abierto un par de puertas en Venezuela.
El encuentro con Delcy
Ábalos, ahora diputado del Grupo Mixto al ser excluido del PSOE, es el mismo que el 19 de enero de 2020 puso en juego su permanencia en la vida política al reunirse en el aeropuerto de Madrid-Barajas con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, quien tenía prohibido poner pie en territorio de cualquiera de los 28 estados miembros de la Unión Europea. El nombre de Delcy fue incluido en 2018 entre la lista de altos cargos sancionados por la violación de derechos humanos en Venezuela.
En aquel momento, Ábalos sobrevivió. La principal acusación que se le hizo al entonces ministro de Fomento -vulnerar la prohibición de la Unión Europea que pesa sobre Delcy- la sorteó con explicaciones, justificaciones y silencios que todavía hoy lucen absurdos.
La vicepresidenta Rodríguez viajaba procedente de Caracas con destino a Turquía en compañía de Félix Plascencia quien en ese momento ocupaba el cargo de ministro de Turismo de Venezuela. En principio, Ábalos aseguró que solo acudió para reunirse con su amigo Plascencia y que su encuentro con Rodríguez había sido apenas una casualidad.
Luego, desde el propio PSOE confirmaron que aunque hubo una conversación entre ambos, no fue formal, sino fruto de esa aparición fortuita. Y hasta afirmaron que Delcy no se había bajado del avión, que el intercambio se había producido a bordo de la aeronave.
Esta explicación buscaba desvirtuar la sospecha de que Delcy había pisado territorio español, lo cual ya había alterado los ánimos de Josep Borrell, compañero de partido de Ábalos y comisario europeo de Exteriores. El conflicto diplomático estaba en puertas.
La pregunta peligrosa
¿Entró la vicepresidenta venezolana en territorio español? Esa era la pregunta que, entonces, ponía en aprietos al Gobierno. Las respuestas, en principio, giraron entre la picaresca y el drama –“fue un saludo forzado, casual y de cortesía”, “un encuentro de 25 minutos”, “evité una crisis diplomática”-, pero luego el Gobierno tuvo que dejar las evasivas y se centró en demostrar que no violó el artículo 6 de la decisión adoptada en 2017 por el Consejo Europeo, según el cual, ante el continuo deterioro de la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos en Venezuela, “hay que tomar las medidas necesarias para impedir que los sancionados entren o transiten por territorio europeo”.
A este punto se aferró el Ministerio del Interior Español. Transitar es entrar al país -argumentó- y Delcy no lo hizo. Explicó que la funcionaria pasó la madrugada del 20 de enero de 2020 en una sala VIP, que estuvo bajo custodia de la Policía Nacional, que no llegó a sellar el pasaporte y que luego, en una furgoneta privada, fue trasladada a la T4, donde abordó un vuelo comercial a Doha (Qatar). La sala donde estuvo -dijeron- no es territorio español
En noviembre de 2020, el Tribunal Supremo archivó la investigación contra Ábalos. Consideró que el ingreso de la vicepresidenta en territorio español vulneró los acuerdos de la Unión Europea, pero no lo calificó como delito.
Una decisión parecida tomó la Audiencia de Madrid en abril del 2021, al considerar que no se dio el presunto delito de prevaricación en los casos de los funcionarios por la escala de la vicepresidenta.
Un año y diez meses después del Delcygate, el diario ABC refirió que la vicepresidenta venezolana no estaba enterada de que no podía acceder al espacio Schengen -zona de libre circulación entre los miembros de la UE- y que tenía prevista una apretada agenda para su estancia en Madrid.
Según la nota, ella aseguró que estaba invitada por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, con quien tenía una reunión pautada. Además, acudiría a una cita con un médico de una clínica madrileña que le habían recomendado, y también quería aprovechar para irse de compras por el barrio de Salamanca, un sector muy pijo -sifrino- de la ciudad que es frecuentado por muchos venezolanos de todas las tendencias.
Videos y euros
Aunque la investigación fue cerrada por el Tribunal Supremo, hay que decir que el juzgado del Delcygate decidió conservar bajo llave las imágenes de Ábalos con ella en Barajas. Los videos, al contrario que las mentiras, fueron declarados piezas de convicción y seguirán guardadas hasta que prescriban los delitos, ya que el sobreseimiento fue provisional.
Ahora con el caso Koldo, esas imágenes inéditas pueden cobrar un valor inestimable. Para el PP, lo tienen. Y así lo ha hecho saber este martes el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.
“Todavía no sabemos qué había en las maletas que trajo Delcy ni qué se hizo para pagar la deuda que tenía el gobierno venezolano con Air Europa. Todo está entrelazado”, declaró
Versiones de prensa de esos días coinciden en que se llenaron dos carros con maletas -algunos dan la cifra de 40- que no pasaron por ningún control de seguridad. En todo momento, Koldo estuvo acompañado a los venezolanos. “No se sabe dónde fueron ni qué contenían”.
El caso Koldo debe su llamativo nombre a Koldo García Aguirre, mano derecha de Ábalos durante todo este tiempo y que al estallar la pandemia de Covid se desempeñó con bastante éxito como mediador de empresas extranjeras -algunas chinas- fabricantes de mascarillas, muchas de mala calidad. Las cifras de ventas son millonarias. Y las de las comisiones también.
Las oscuras relaciones y los negocios fraudulentos de este estrecho asesor durante la pandemia provocaron la caída en desgracia de Ábalos y un auténtico terremoto en el gobierno de Sánchez. Las salpicaduras alcanzan a la actual presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, quien como presidenta de la Comunidad de Baleares autorizó la compra -vía Koldo- de millones de euros en mascarillas que nunca fueron utilizadas por inservibles.
Feijóo ha dicho que a medida que avance el sumario plantearán abrir el caso de las maletas venezolanas en el aeropuerto de Barajas. “Es evidente la vinculación del caso Koldo con Delcy. Se debe reabrir el caso de las maletas venezolanas. Es evidente que hay una relación directa entre la compra de las mascarillas, la forma y las condiciones del rescate de la aerolínea Air Europa y las maletas venezolanas que todavía no sabemos qué contenían”, dijo.