Falta menos de un mes para las elecciones presidenciales del 28 de julio, y aunque la campaña electoral apenas inicia oficialmente el 4 de julio, la estrategia de las fuerzas democráticas para sembrar esperanza en el país y hacer conocer al candidato Edmundo González Urrutia ha dado en el clavo.
Por primera vez, el chavismo comete decenas de errores y, aunque parecieran obstáculos, más bien han abierto aún más el camino para que la ciudadanía se exprese y manifieste su apoyo al cambio, pero sobre todo a lo que representa el liderazgo de María Corina Machado. Los mensajes, símbolos y estética utilizada por su comando de campaña han sido, a mi juicio, completamente acertados para el momento político que estamos viviendo.
Aunado a ello, y más importante aún, hay tres elementos de la manifestación espontánea de la ciudadanía que han marcado e impulsado los recorridos de Machado. Ellos no solo han dado un valor incalculable a la campaña por la democracia en Venezuela: también son expresión del estado de ánimo, los valores, convicciones y necesidades de los venezolanos. Aprovecho para complementar con ideas de personas a quienes admiro, porque han analizado de manera excepcional y de frente el contexto venezolano:
1. Se le ha dado un nuevo significado a la migración y el reencuentro: no es casualidad que cientos de personas se acerquen al carro en donde viaja María Corina, o a las pequeñas tarimas donde da sus discursos, para mostrarle su apoyo “resteao” y reiterarle que tienen toda su fe puesta en que sus familiares regresen a Venezuela. Decir que estos videos son una sencilla “estrategia de marketing” banaliza el sufrimiento de tantos venezolanos que tuvieron que irse, de quienes vieron partir a una persona cercana, y de quienes fueron dejados atrás (según Cecodap, más de 1 millón de niños, niñas y adolescentes están afectados por la migración de alguno de sus padres para el 2024).
Más allá de una estrategia electoral, es un sentimiento nacional: al menos 8 millones de personas huyeron de esta tragedia, lo cual ha generado marcas importantes en nuestra cultura. Sí, los venezolanos “somos familiares” y muy arraigados a prácticas cotidianas vinculadas al compartir. Eso también nos lo quitaron. Las consecuencias psicológicas, colectivas e identitarias de la separación de millones de familias y amigos nunca pueden ser subestimadas. Como escribió el colega Rafael Uzcátegui en su artículo, María Corina ha legitimado hablar de la migración y los dolores que nos ha causado. Llegó el momento de convertir esa causa en acciones.
2. Las ideas de libertad y dignidad: Machado ha sido reconocida por su coherencia y estas banderas lo reflejan muy bien. Como lo ha venido explicando la profesora Mirla Pérez, la gente ha roto con la idea del Estado comunal que empobrece, que regala y no produce, que somete a la población. Las ideas de dignidad (no aceptar migajas) y libertad (no someterse ante el Estado o incluso a los consejos comunales) son elementos que rompen con el miedo impuesto por el autoritarismo y siembran la idea, indirectamente, de una democracia plena.
A ello se le suma la proclama por la “Venezuela decente” y la “lucha espiritual del bien contra el mal” de Machado. Ambos conceptos han sido criticados por algunos “janalistas” (a mi juicio, tergiversando adrede su significado). La Venezuela decente justamente tiene que ver con trabajo y vida digna, transparencia (lo contrario a la corrupción del chavismo); mientras que la lucha espiritual la interpreto como la democracia imponiéndose al autoritarismo, la libertad contra la opresión, contra las violaciones sistemáticas de derechos humanos, el hambre y la miseria. Y es espiritual porque, como explica Paola de Alemán, hemos sido tan sometidos, humillados y despojados, que aferrarnos a la motivación que nos da la esperanza es el único camino a pesar del miedo.
3. Nuevas formas de comunicación: en un contexto de medios de comunicación tradicionales completamente censurados, con fuertes restricciones a la libertad de expresión y el válido miedo de quienes no se atreven a levantar la voz, la ciudadanía ha utilizado las redes sociales, grupos de WhatsApp y otras herramientas comunitarias como medios para difundir no solo información, sino además los recorridos de Machado y, más importante, reflejar el sentimiento que allí se manifiesta.
Pero además, los símbolos y mensajes que la gente expresa espontáneamente durante cada visita de Machado a distintos lugares del país, retratados también en videos y fotografías, son una nueva manera de comunicar y reencontrarnos con una identidad que nos arrebataron. Banderas, el tricolor y pancartas de cartulina escritas o dibujadas a mano con mensajes espectaculares, demuestran que la campaña la está haciendo principalmente la gente a través del impulso que ha dado el hartazgo.
Hasta ahora las visitas se han dado estratégicamente fuera de la capital. Las regiones han demostrado ser catalizadoras de esperanza y estoy segura de que gracias a ellas muchísima gente que no estaba motivada podrá acompañar el 25 de julio al cierre de campaña en Caracas. En eso también se han equivocado lojanalistas, subestimando la importancia de la emocionalidad, sobre todo en medio de esta debacle. Uno pensaría que en contextos más adversos donde la población sufre incalculablemente peor la crisis de todos los servicios públicos (apagones de horas o días, sin agua, con pocos recursos económicos), la gente se ocuparía en resolver sus necesidades inmediatas para sobrevivir. Ha sido todo lo contrario.
Mientras María Corina motiva, Edmundo une, y lo hace a través de su discurso a sectores más formales que posiblemente no estaban convencidos con la figura de la líder opositora. Además, se reúne con grupos y asociaciones para escuchar sus ideas y llevar el mensaje del cambio. Un dúo perfecto que ha sabido aprovechar cada obstáculo del chavismo para convertirlo en oportunidad.
Somos un país roto en alma y sueños, y esta campaña hecha por la gente lo ha manifestado, pero también utilizado para motivar. No es “triunfalismo”, no es “mística” o “fantasía”. Es que son 25 años de miseria y ahora que estamos renaciendo nuevamente, nos dimos cuenta de que nunca nos quitaron nuestra autonomía: tenemos un espíritu intacto que espera el 28 de julio para lograr la libertad.