En la aldea
11 noviembre 2024

Entrevista con un viejo sacristán (II)

El sacristán, personaje cercano para la comunidad católica y para la actividad diaria de todo lo que ocurre dentro de los templos: “He sido testigo de lo que ha pasado en la institución a través del tiempo. Por mi sacristía han desfilado muchos secretos”; y agrega: “Como la sociedad toda, la Iglesia se empobreció hasta extremos jamás vistos desde el período colonial. Casi tuvo que empezar de cero para levantar cabeza”, y cierra argumentando: “Ahora volvemos a la época de los seminaristas bien prepararos y de los curas cultos de verdad”.

Lee y comparte

-Las guerras de Independencia provocaron un enfrentamiento en la iglesia venezolana, para que dejara de ser lo que fue, sobre todo por meterse en política, decía usted. ¿Estoy exagerando?

-No está exagerando. Más bien se queda corto, porque no solo sufrió las consecuencias de una incursión profunda en la política, sino algo bien serio: La pérdida de su poder material.

-Desarrolle ese punto, por favor.

-La Iglesia que era rica se volvió pobre, sus propiedades menguaron en los ríos de sangre para que los inmuebles, las fincas, las llamadas obras pías y las rentas no fueran sino un remedo de lo que fueron. Como la sociedad toda, la Iglesia se empobreció hasta extremos jamás vistos desde el período colonial. Casi tuvo que empezar de cero para levantar cabeza.

-¿Una Iglesia pobre, cómo levanta cabeza?

-No puede, o no pudo, situación que produce la calamidad de la dependencia absoluta del poder político. Así sucede durante el siglo XIX y también en los principios del siglo XX. Pero hay algo más grave: La formación de los seminaristas llega a niveles muy pobres, la educación de los nuevos sacerdotes es muy rudimentaria. Por lo tanto, es poco lo que puede influir en política, o en temas sociales.

-Pero esa situación cambia. Le pido que trate el punto en la siguiente cita.

Continuará el viernes 8 de mayo…

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión