En la aldea
03 diciembre 2024

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

El general Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): un servidor ejemplar (y III Parte)

Ningún otro venezolano en toda nuestra historia tuvo la posibilidad de fundar un sistema hidroeléctrico nacional, una ciudad, un conglomerado industrial y una empresa petrolera estatal. Fue un visionario, un ejemplo de continuidad administrativa, que pasó de presidir PDVSA, una de las petroleras que otrora fue de las más grandes del mundo, a ejercer como Senador y presidente de la compañía fundada por su padre en 1910. Rafael Alfonzo Ravard, el ideal de gerente al que los venezolanos le debemos tanto.

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Rafael Arráiz Lucca | 29 enero 2023

En 1961 culminó la construcción de Macagua I con la puesta en marcha de la sexta unidad de producción, inaugurada su primera etapa en 1959, como vimos antes, cuando comenzó a generar energía la primera unidad. De modo que mientras se terminaba la primera central avanzaban los estudios de la segunda y, ya en 1963, comenzaron los trabajos de construcción de la represa de Guri. La culminación de su primera etapa va a tener lugar cinco años después, el 8 de noviembre de 1968, cuando el presidente Raúl Leoni inaugure la central hidroeléctrica de Guri. Entonces, dijo Leoni Otero: “No puedo terminar estas emocionadas palabras sin agradecer a los estimables invitados del exterior y del país su honrosa compañía y sin rendir testimonio del reconocimiento del gobierno que presido al general Rafael Alfonzo Ravard y a todo el personal de funcionarios y técnicos de la Corporación Venezolana de Guayana, bajo cuya responsabilidad ha estado la supervisión de los trabajos, a las empresas contratistas que han afrontado la gigantesca tarea y que lograron superar no pocos obstáculos, y al abnegado personal de profesionales, técnicos y obreros venezolanos y extranjeros que dejan aquí una señal formidable de su capacidad y de su esfuerzo” (Leoni, 1968: 37).

Volvamos a 1963. El coronel Alfonzo Ravard cuenta con un mapa todavía más claro que  en 1960. No solo preside el organismo rector del desarrollo integral de Guayana, la CVG, sino que ahora dirige una empresa que coordina todo el desarrollo y las operaciones del aprovechamiento energético del río Caroní. Lo acompañan en la Junta Directiva de EDELCA Néstor Pérez Leboff, Armando Vegas y Fernando Álvarez Manosalva, entre otros.

Cambio de frecuencia (CAFRECA), a partir de 1963

Tres años de diálogos entre tres factores que formaban el sistema eléctrico nacional (EDELCA, CADAFE y Electricidad de Caracas) dieron lugar a la creación de CAFRECA (Cambio de Frecuencia, C.A.), cuando ya las partes habían convenido la unificación de le frecuencia eléctrica en una sola, para todo el territorio de la República. Lo anterior se dice fácil, pero los testimonios dejados por las partes interesadas en el tema son abundantes acerca de lo dificultoso que fue llegar a un acuerdo. En todo caso, además de los ingenieros y técnicos que formaron parte de las comisiones donde se discutía la conveniencia o no de la unificación de la frecuencia en 60 ciclos, las cabezas de Alfonzo Ravard y Oscar Machado Zuloaga, por la EDC, llevaron el proceso con prudencia, además de la concepción jurídica de la materia, que llevó personalmente el Consultor Jurídico de la Electricidad de Caracas, Nicomedes Zuloaga Ramírez, en conjunto con los abogados de EDELCA.

El contrato se firmó, finalmente, el 3 de marzo de 1966, y se inició entonces el proceso de cambio de frecuencia que culminó en 1970, en Caracas. Como vemos, se trató de un proceso complejo que supuso años de negociaciones hasta que se llegó a la firma del contrato y la ejecución satisfactoria de lo pautado en sus cláusulas. Veía entonces Alfonzo Ravard cómo su trabajo, iniciado en 1953 en la CEEC, iba dando sus frutos al irse tejiendo un sistema eléctrico nacional, con base en la fuente de energía primordial de su proyecto: la hidroelectricidad.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“El 9 de julio de 1962 se inauguró la Planta Siderúrgica de SIDOR con asistencia del presidente de la República, dándose así inicio a la producción de acero en la planta en los hornos Siemens-Martin. Aquella primera colada fue un momento de gran alegría para Betancourt y Alfonzo Ravard”

Hasta la fecha (1963), el Ingeniero Alfonzo Ravard que había comenzado su trabajo en Guayana durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en la CEEC (1953), continuó con los gobiernos interinos de Wolfgang Larrazábal y Edgard Sanabria (1958), el quinquenio del gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964) y ahora seguía al frente del proyecto con el gobierno que comenzaba de Raúl Leoni (1964-1969). Todo un ejemplo de continuidad administrativa.

La fundación de SIDOR (1964)

Recordemos que la primera planta siderúrgica que hubo en Venezuela fue la de SIVENSA, en Antímano (Caracas), fundada en 1948 por empresarios privados visionarios (Miles Sherover, Warren Smith, Robert Bringsmade y Oscar Augusto Machado), para procesar chatarra de acero, no mineral de hierro. Luego, un conjunto de empresarios crea el Sindicato Venezolano del Hierro y el Acero, en 1950, con el objeto de explotar el mineral de hierro de Guayana a la par que el Estado. Luis Alberto Roncajolo, Gustavo Zingg, Eugenio Mendoza Goiticoa, Alberto Vollmer, Antonio Álamo, Henry Lord Boulton, Andrés Germán Otero, entre otros, trabajan en este proyecto hasta 1954, cuando el gobierno de Marcos Pérez Jiménez toma la decisión de reservar para el Estado el hierro de Guayana, dejando de lado a la empresa privada y dando una vuelta de tuerca más en el capitalismo de Estado que ha padecido Venezuela durante años.

Recordemos, también, que fue la OEE, como señalamos antes, primero presidida por Luis Felipe Llovera Páez y luego por Víctor Maldonado Michelena, la oficina que se encargaba del desarrollo industrial del hierro de Guayana. Luego, el 22 de febrero de 1958 el Gobierno Nacional crea el IVHA (Instituto Venezolano del Hierro y el Acero) y lo preside el capitán Remigio Elías Pérez, mientras en la OEE el presidente Wolfgang Larrazábal designa al capitán José Vicente Azopardo. Esta colisión de intereses en cuanto al tema del hierro, donde se produjo una duplicidad de funciones, condujo a la renuncia del capitán Elías Pérez y al debilitamiento del proyecto siderúrgico del Estado durante 1958 que, además, fue un año de transición política donde quedó muy poco espacio para estas realizaciones.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“La CVG presidida por Alfonzo durante 8 años, período en que el crecimiento de SIDOR fue sostenido y constante”

Recordemos que el presidente Betancourt ratifica al coronel Alfonzo Ravard en la presidencia de la CVF en 1959, con miras a la creación de la CVG, de modo que en este interregno el IVHA lo presidió Alfonzo, pero a sabiendas que todo el tema siderúrgico pasaría a ser materia de la CVG como en efecto lo fue. La CVG creó su División Siderúrgica al no más constituirse como corporación. Entre las primeras tareas que enfrentó el gobierno de Betancourt en esta materia estuvo la revisión del contrato con la Innocenti, la empresa italiana que había contratado el gobierno de Pérez Jiménez para la construcción de la siderúrgica. Betancourt nombró una comisión que revisó el contrato y comenzó la ejecución. La supervisión va a estar en manos de la CVG, en cabeza de Antonio Álamo, jefe de la División Siderúrgica de la corporación.

El 9 de julio de 1962 se inauguró la Planta Siderúrgica de SIDOR con asistencia del presidente de la República, dándose así inicio a la producción de acero en la planta en los hornos Siemens-Martin. Aquella primera colada fue un momento de gran alegría para Betancourt y Alfonzo Ravard. El sueño de crear un polo industrial importante en el sur de Venezuela comenzaba a ser realidad. En agosto de 1963 se presenta una huelga en la planta y Álamo renuncia, Alfonzo Ravard asume la jefatura de la División temporalmente, hasta que se decide la creación de la empresa SIDOR (Siderúrgica del Orinoco, C.A.) en abril de 1964. Su primer presidente fue Guillermo Machado González, acompañado en el Directorio por Isaac Pérez Alfonzo, Argenis Gamboa, Néstor Pérez Leboff, Héctor Alcalá, Fernando Álvarez Manosalva, Eloy Anzola Montauban y Luis Wannoni.

Luego, en 1966, la CVG designa a Argenis Gamboa como presidente de SIDOR y allí estará hasta 1974, cuando sea quien sustituya a Alfonzo Ravard en la presidencia de la CVG, cuando el general de sus primeros pasos hacia el sector petrolero, siendo designado por el presidente Carlos Andrés Pérez para supervisar el proceso de reversión petrolera en la Creole Petroleum Corporation, antes de la creación de PDVSA. Pero no nos adelantemos, estos hechos serán historiados más adelante. En todo caso, Gamboa trabajará bajo las directrices de la CVG presidida por Alfonzo durante 8 años, período en que el crecimiento de SIDOR fue sostenido y constante.

Ascendido a General de Brigada (1964)

Para este año de 1964 al coronel Alfonzo Ravard le correspondía ser ascendido a General de Brigada, de acuerdo con los tiempos establecidos para los ascensos en la carrera militar. Con este grado pasó a retiro el 31 de diciembre de 1971. Entonces, recibió un telegrama del director de Gabinete del Ministerio de la Defensa, General de Brigada Luis Ferrero Tamayo, invitándolo al ceremonial especial en el patio de la Academia Militar de Venezuela, con presencia del presidente de la República, Rafael Caldera.  Habían transcurrido más de 30 años desde que el joven Alfonzo había egresado de la Escuela Militar. Tenía 52 años y estaba en la plenitud de sus facultades gerenciales. Concluía una etapa central de la hoja de servicios del general Alfonzo, pero estaba muy lejos de pasar a retiro.

La siembra de Uverito (1966)

De acuerdo con lo dicho por José Joaquín Cabrera-Malo a Rafael Díaz Casanova, y reproducido luego en artículo del segundo, la siembra de pinos caribe de Uverito comenzó el 6 de junio de 1966, con el respaldo decidido de la CVG y el general Alfonzo. Refiere el Ingeniero Agrónomo Cabrera-Malo que se había intentado antes sin suerte la siembra de la especie en tierras del Delta del Orinoco, pero que el nivel de hierro que transmitía el río a la tierra lo hizo improcedente. Por otra parte, la zona de Uverito (al sur de los estados Monagas y Anzoátegui) estaba condenada a convertirse en un desierto, hecho que advertían tanto él como el presidente de la CVG. De allí que después de las investigaciones necesarias dieran con el pino indicado, el Pinus caribaea var. hondurensis para sembrar, en un programa ininterrumpido, 500 mil hectáreas. Al día de hoy, se estima que el Bosque de Uverito es el más grande sembrado por el hombre en todo el planeta. Por parte de Cabrera-Malo la siembra tenía un sentido más forestal, mientras que el general Alfonzo también buscaba que los pinos fuesen fuente para una fábrica de pulpa de papel que abasteciera el mercado nacional y con miras a la exportación.

El sueño del general Alfonzo se tradujo en alianzas entre la CVG y CONARE (Compañía Nacional de Reforestación), presidida por Cabrera-Malo y la implementación de un plan de siembra a 15 años, entre 1969 y 1984. Contemporáneamente, se preveía la instalación de las fábricas de pulpa de papel y de utilización de la madera para muebles y la construcción. Se trataba de un proyecto a largo plazo que el general no pudo ver cristalizado más allá del inmenso bosque que, por otra parte, ha modificado el clima y la fauna de la región; elevándose el nivel pluviométrico en el oriente del país e incorporándose especies desconocidas para aquellos desiertos anteriores a la siembra. Casi 50 años después de haber comenzado a sembrar pinos caribe no pasan en vano.

Se crea Aluminios del Caroní (ALCASA) en 1967

Alfonzo Ravard tuvo claro desde un principio que el desarrollo económico que coordinaba la CVG no era exclusivamente estatal. Por lo contrario, la empresa privada tenía un papel estelar que cumplir en aquel polo industrial que estaba comenzando con las enormes ventajas comparativas que suponía contar con fuentes de energía hidroeléctrica confiables y de grandes dimensiones, como se había planificado con Guri. En la celebración de los 15 años de la fundación de la CVF Alfonzo afirmó: “La Corporación Venezolana de Guayana no pretende convertirse en un súper monopolio estatal. Se mantendrá el control sobre la siderúrgica y sobre las obras hidroeléctricas del Caroní. Todas las industrias subsidiarias podrán ser desarrolladas por el capital privado, o bien mediante asociación en forma de empresa mixta, como se ha hecho con la Reynolds Metal, para producir aluminio, en que se ha asociado a la Corporación Venezolana de Guayana con empresas manufactureras de Estados Unidos” (Martínez Guarda, 2010: 146).

Recordemos que la Venezuela de estos años no había experimentado el crecimiento inusitado de los precios del petróleo, que trajo aquel caudal inimaginable de ingresos a partir de finales de 1973. De tal modo que el Estado venezolano solo no podía emprender estas empresas que demandaban tantos recursos. Por la vía del financiamiento internacional se estaba construyendo la central hidroeléctrica de Guri, pero lo que llamaba Alfonzo “las industrias subsidiarias” se debían construirse bajo el modelo de las empresas mixtas. Así fue como las conversaciones con la Reynolds Metal decantaron en la creación de una empresa mixta, con capital accionario igual, y se construyó la planta de ALCASA, puesta en servicio en 1967. Entonces, la Junta Directiva de la empresa la presidía Louis Reynolds, mientras que el vicepresidente Ejecutivo era el general Rafael Alfonzo Ravard. Los acompañaban en el Directorio personeros de la Reynolds y de la CVG en forma paritaria. Se previó una producción anual de 10 mil toneladas, pero para 1972 ya estaba la producción en 50 mil toneladas al año, constituyéndose entonces en la planta de aluminio más grande de América Latina.

Cementos Guayana (1967)

Valida del mismo esquema de empresa mixta enunciado por Alfonzo, la CVG creó en este mismo año de 1967 la empresa Cementos Guayana con cuatros socios con el 25% del capital cada uno. CVG, C.A. Fábrica Nacional de Cementos, C.A. Venezolana de Cementos y Consolidada de Cementos, C.A. Entonces, la empresa la presidió Carlos Delfino, mientras el Directorio lo integraron Alfonzo Ravard, Robert Bottome y Eduardo Pantin en calidad de principales, y como suplentes Rodolfo Aristeguieta, Juan Delfino, José Ignacio de Ibarguen y Carlos Meneses. La empresa inició operaciones en 1970 y muy pronto llegó a contar con cerca del 75% del mercado de cemento en el sur del país.

Colegio Loyola-Gumilla (1967)

El fundador del Colegio Loyola fue el Padre Palacios de Borao S.J. en 1965, a orillas del Caroní en el Parque Cachamay. Al año siguiente, ante la arremetida del río el Colegio se muda a la Urbanización ChileMex de manera provisional, a unos galpones que la CVG le cedió temporalmente para que los alumnos no perdieran el año escolar. Finalmente, era interés de la CVG que se establecieran colegios de alta calidad académica en Ciudad Guayana y es por eso que Alfonzo Ravard llega a un acuerdo con la Compañía de Jesús. Mediante este acuerdo la CVG dona 22 hectáreas de terreno y construye las instalaciones del Colegio Loyola-Gumilla. Por su parte, los jesuitas se comprometieron a becar a un número considerable de alumnos de bajos recursos durante 50 años, y así se viene cumpliendo, según afirma Luis Ugalde S.J. en un texto homenaje acerca del general Alfonzo Ravard publicado en el libro que la UCAB editó sobre nuestro biografiado.

Años después, en 1998, en los terrenos donados por la CVG se inició la construcción de la UCAB-Guayana, y hoy en día es una realidad con varios módulos de aulas y un número de alumnos que el general Alfonzo jamás imaginó posible cuando tomó la decisión de favorecer el establecimiento de los jesuitas en Ciudad Guayana.

Se inaugura Guri (1968)

El contrato de inicio de la presa se formalizó el 8 de agosto de 1963 y los primeros vaciados de concreto son de 1965; para el año siguiente ya se está construyendo la sala de máquinas, mientras siguen los trabajos de excavación. Entonces, se reportan dificultades no previstas y la obra presenta un retraso de 13 meses de acuerdo con el cronograma original. No obstante, para 1968 todo estaba de acuerdo con lo previsto y se inició el plan rescate de la fauna. Se salvaron, según la Memoria Técnica (inédita) de Roo, 18.160 especímenes que fueron ubicados en zonas aledañas al embalse y en otros parques de Guayana. También se rescataron y trajeron al Museo de Bellas Artes de Caracas los petroglifos precolombinos tallados en rocas por los indígenas en el Cañón de Necuima que, de no haberlo hecho, estarían bajos las aguas.

Finalmente, el 8 de noviembre de 1968, con presencia del presidente de la República, Raúl Leoni, se inauguró la primera etapa de la central hidroeléctrica Guri, poniendo en funcionamiento dos unidades generadoras con capacidad de 350 MW. A partir de 1970 se inició la fase dos con la ampliación de la sala de máquinas con miras a instalar siete unidades generadoras más, con capacidad de producción de 230 MW cada una. La inauguración de la segunda y última etapa tuvo lugar el 8 de noviembre de 1986, con la presencia del presidente de la República, Jaime Lusinchi.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“La siembra de pinos caribe de Uverito comenzó el 6 de junio de 1966, con el respaldo decidido de la CVG y el general Alfonzo Ravard. (…) Al día de hoy, se estima que el Bosque de Uverito es el más grande sembrado por el hombre en todo el planeta”

Terminado el trabajo, Guri estuvo en capacidad de producir 10.000 MW, constituyéndose en el momento de su terminación en la segunda más grande del mundo. Hoy en día es la tercera central hidroeléctrica del planeta. La primera es la Presa de las Tres Gargantas, en China, con capacidad de 22.000 MW; la segunda es la de Itaipú, entre Brasil y Paraguay, con capacidad de 14.000 MW. El lago que generó la represa es el segundo de Venezuela y el séptimo lago artificial del mundo por su tamaño.

Por otra parte, el proyecto que inició Alfonzo Ravard en 1953 en la CEEC, el de aprovechar al máximo las aguas del río Caroní no se ha detenido. A mediados de la década de los años ochenta se aceleraron los trabajos para la construcción de Macagua II. Estos trabajos concluyeron en 1997, cuando se inauguró la central denominándose 23 de Enero, luego el nombre cambió a Antonio José de Sucre. A comienzos de la década de los años noventa comenzaron los trabajos para la construcción de la Central Hidroeléctrica de Caruachi. Culminaron en 2006 y al inaugurarse se le denominó Francisco de Miranda. La Central Hidroeléctrica de Tocoma, que se denominará Manuel Piar está en obras adelantadas, pero lamentablemente inconclusas. Con esta última central hidroeléctrica concluye el trabajo que el Estado venezolano se propuso en 1953: el aprovechamiento de las aguas del río Caroní. Una auténtica siembra de los recursos petroleros. Se calcula que al día de hoy la energía generada con agua le ahorra al país cerca de 300 mil barriles diarios de petróleo.

En 1988, cuando EDELCA cumplió 25 años de fundada, la empresa colocó una placa en las instalaciones de Macagua I. En ella se lee: “CVG-EDELCA. En su XXV aniversario. A Rafael Alfonzo Ravard y al grupo de pioneros quienes con su visión, estrategia y esfuerzo concibieron y dieron vida al programa de desarrollo del Río Caroní. Macagua. 23 de julio de 1988”. Volvamos ahora a 1969.

En diciembre de 1968 tuvieron lugar las elecciones presidenciales y las ganó Rafael Caldera por escaso margen. Asumió la Presidencia de la República el 11 de marzo de 1969 y en los días sucesivos ratificó al general Alfonzo Ravard en la presidencia de la CVG, sumándose así otro eslabón más en la continuidad administrativa de nuestro biografiado, una de las más dilatadas en toda la historia republicana del país.

Se crea VENALUM (1973)

La CVG continúa con su política de formación de empresas mixtas y en 1971 comenzaron las conversaciones con los japoneses para la instalación de otra planta de aluminio. Finalmente, el 31 de agosto de 1973 se constituyó la Industria Venezolana de Aluminio, S.A. (VENALUM) entre las empresas japonesas Showa Denko, con el 35% de las acciones, Kobe Steel, Ltd., 35% del capital, y Marubeni, 10%, participando la CVG con el 20% del capital accionario. No obstante, la presidencia de la empresa estuvo en manos del presidente de la CVG, el general Alfonzo, integrando el directorio un conjunto significativo de gerentes japoneses. La planta fue inaugurada en 1978 y, como fue concebida desde un principio, la mayor parte de su producción estuvo destinada para la exportación.

Otras empresas mixtas

La CVG decide participar con SIVENSA en la instalación de una planta de pre-reducción de hierro en 1973, este proceso es comúnmente conocido como FIOR (Fluidized Iron Ore Reduction). También se anima a participar en VENBOZEL, una fábrica de ferroaleaciones (Venezolana de Ferroaleaciones, C.A.) con la empresa francesa Nobel Bozel. La CVG promueve la creación de METALMEG, S.A., una compañía cuyo objeto es la fabricación de piezas de metal destinadas a la industria petrolera y petroquímica: tuberías, conexiones, válvulas, mechas para perforación, etc. Fue constituía por un grupo venezolano, Promociones Industriales, S.A., Gulf & Western Industries y la CVG. La CVG promovió y construyó el Hotel Guyana, enfrente del Salto La Llovizna, en conjunto con la empresa IHC, pero muy pronto, ese mismo año de 1973, el Hotel fue transferido a la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo. Como vemos, el esquema adoptado por la CVG presidida por Alfonzo Ravard fue siempre el de las empresas mixtas, y en la mayoría de los casos la participación de la corporación estatal fue minoritaria.

Se acercaba un cambio en la vida del general Alfonzo. Quizá él lo intuía, ya que en 1973 cumplió 20 años al mando de un proceso de desarrollo energético e industrial como no ha habido otro en toda nuestra historia. Las elecciones de 1973 las ganó Carlos Andrés Pérez y al no más asumir la Presidencia de la República, el 12 de marzo de 1974, comenzó una serie de cambios vertiginosos en Venezuela.

Imposible dejar de señalar que el cambio en la vida del general era también el cambio en la vida de Venezuela, ya que a finales de 1973 ocurrió el boom de los precios petroleros y la administración que se iniciaba contaría con una montaña de recursos que nadie había imaginado jamás. A su vez, sería la primera administración donde el sueño del Estado empresario tendría recursos para ser ejecutado. También, estaba en el ambiente la estatización de la industria petrolera y, con toda seguridad, el general Alfonzo celebró las Navidades de 1973 sin imaginar que año y medio después sería designado para la tarea más compleja y delicada de su vida gerencial pública: la creación de PDVSA. Veamos cómo fue el proceso en sus aspectos esenciales.

Primer presidente de PDVSA (1975-1983)

El largo y tumultuoso proceso que desemboca en la estatización, el 1 de enero de 1976, comienza con la iniciativa del presidente Pérez de crear una Comisión mediante decreto del 22 de marzo de 1974, apenas diez días después de asumir el mando. La Comisión estuvo presidida por el ministro de Minas e Hidrocarburos, Valentín Hernández Acosta, y compuesta por una larga lista que no dejaba fuera a ningún sector vinculado con el tema petrolero. Se le daba a la Comisión seis meses para entregar resultados. El 23 de diciembre la Comisión entrega su Informe y una Exposición de Motivos y un Proyecto de Ley Orgánica que reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. El 11 de marzo de 1975 el ministro de Minas e Hidrocarburos presenta al Congreso Nacional para su discusión el Proyecto de Ley. Entonces, comienza el debate parlamentario, acaso el último debate a fondo que sobre el tema petrolero hubo en Venezuela. No era para menos, dada su radical importancia.

El 2 de abril el Congreso Nacional crea una Subcomisión Especial de Nacionalización Petrolera que convocó a un período de consultas entre el 15 de abril y el 8 de mayo. Por aquella agenda pasaron todos los actores a dar sus opiniones. El artículo álgido fue el 5, y en menor medida el 1 y el 12. El ponente final fue el diputado Celestino Armas, ya que el titular de la Comisión permanente de Minas e Hidrocarburos, Arturo Hernández Grisanti, no quiso participar en el debate y se ausentó del Congreso. En la Cámara de Diputados se introdujeron cambios en el artículo 5 y, cuando llegó el texto de Ley a la Cámara del Senado, pidieron la palabra los senadores vitalicios Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, así como el presidente del Congreso Nacional de entonces: Gonzalo Barrios. Las tres intervenciones constituyen documentos históricos sobre el debate petrolero, ya que los tres enmarcaron los hechos en la historia nacional, recordando el largo proceso que condujo a esta decisión.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“Se construyó la planta de ALCASA, puesta en servicio en 1967. (…) Se previó una producción anual de 10 mil toneladas, pero para 1972 ya estaba la producción en 50 mil toneladas al año, constituyéndose entonces en la planta de aluminio más grande de América Latina”

Además del Proyecto de Ley presentado por la Comisión, se sometieron a discusión otros dos proyectos: el del MEP y el de COPEI, todos en el seno de la Subcomisión, para luego llegar a la Cámara de Diputados y la de Senadores. Hoy sabemos gracias a confesión de parte que el redactor del artículo 5 fue el propio presidente Pérez. Así lo afirma en el libro Carlos Andrés Pérez: Memorias Proscritas. Dice: “Mi mentalidad fue tan clara para el momento de la nacionalización del petróleo, que impusimos el artículo 5 de la Ley Petrolera, que hizo decir a Juan Pablo Pérez Alfonzo que era una nacionalización chucuta y a Caldera que esa no era nacionalización del petróleo sino ‘entrega del petróleo’. Sin embargo, Caldera quiso quitarse el yugo del artículo 5, modificar la ley. El artículo 5 fue idea mía. No fue fácil introducirlo en la ley. Convencí de su necesidad a Rómulo Betancourt, pero mucha gente del partido no estaba de acuerdo, encabezados por Arturo Hernández Grisanti, quien se retiró del Congreso. Pidió permiso para no votar la Ley de Nacionalización por el artículo 5. Eso es historia” (Hernández-Giusti, 2006: 228).

Finalmente, examinadas todas las proposiciones, el 9 de julio se aprobó el artículo 5 con 104 votos de AD y 2 de la Cruzada Cívica Nacionalista, contra 94 de la oposición. Reproducimos el texto final del polémico artículo 5:

“Artículo 5°. El Estado ejercerá las actividades señaladas en el artículo 1° de la presente ley directamente por el Ejecutivo Nacional o por medio de entes de su propiedad, pudiendo celebrar los convenios operativos necesarios para la mejor realización de sus funciones, sin que en ningún caso estas gestiones afecten la esencia misma de las actividades atribuidas. En casos especiales y cuando así convenga al interés público, el Ejecutivo Nacional o los referidos entes podrán, en el ejercicio de cualquiera de las señaladas actividades, celebrar convenios de asociación con entes privados, con una participación tal que garantice el control por parte del Estado y con una duración determinada. Para la celebración de tales convenios se requerirá la previa autorización de las Cámaras en sesión conjunta, dentro de las condiciones que fijen, una vez hayan sido debidamente informadas por el Ejecutivo Nacional de todas las circunstancias pertinentes” (Catalá, 1975: 288-289).

El proceso de creación de la ley concluyó con su promulgación y aparición en la Gaceta Oficial el 29 de agosto de 1975 con el título definitivo de “Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos”. Terminaba una larga etapa y se iniciaba otra en Venezuela. El 31 de diciembre de 1975 se extinguían todas las concesiones, y entonces asumía el control de la actividad petrolera nacional la empresa creada por el presidente Pérez el 30 de agosto de 1975: Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

La conformación de la Junta Directiva de PDVSA estaba en consonancia con lo predicado por Pérez en cuanto a la no injerencia política en la conducción de la industria estatizada. Recordemos que entonces había mucha prevención en la opinión pública sobre este tema. Se creía, con fundadas razones, que lo que tocaba la trama interpartidista se deterioraba, y no se quería ese destino para la empresa naciente. Escogió para presidente de la empresa a un ciudadano con una hoja gerencial pública ejemplar, intachable, reconocido por tirios y troyanos: el general Rafael Alfonzo Ravard. La verdad es que para aquel momento no había otro venezolano con las credenciales gerenciales públicas, y éticas, del general Alfonzo. El presidente Pérez escogió bien y así lo sintió el país nacional y lo reconoció abiertamente.

En el Directorio acompañaron al general Alfonzo Ravard: Julio César Arreaza, Julio Sosa Rodríguez, Carlos Guillermo Rangel, Alirio Parra, Benito Raúl Losada, Edgar Leal y José Domingo Casanova, todos como directores principales junto con el Representante de los Trabajadores: Manuel Peñalver. Los suplentes, con voz activa pero sin voto, fueron Luis Plaz Bruzual, José Martorano y Gustavo Coronel. Se estableció que la Junta Directiva duraba 4 años en sus funciones.

¿Por qué el presidente Pérez no escogió un hombre de la industria petrolera y sí a un gerente ajeno a ella? Él mismo lo explica en sus Memorias Proscritas. Afirma: “Siempre consideré que, aunque había que respetar la meritocracia petrolera y mantenerla incontaminada políticamente, era necesaria su vinculación con el resto de la economía nacional, que al lado de los gerentes petroleros estuvieran representados los sectores de la empresa privada; y, desde luego, que la presidencia no fuera ejercida por un gerente petrolero” (Hernández-Giusti, 2006: 230).

La presidencia del general Alfonzo Ravard se estructuró sobre la base de cinco puntos que él mismo enunció para PDVSA: “1) Normalidad operativa; 2) Autosuficiencia financiera;  3) Gerencia profesional; 4) Apoliticismo; 5) Meritocracia”. Este pentágono gerencial lo asistió entre agosto de 1975 y agosto de 1979, cuando se venció el primer período de la primera Junta Directiva de PDVSA, y continuó en el segundo de dos años, vencido en agosto de 1981, seguido de otro de dos años más, vencido en agosto de 1983, cuando el general Alfonzo Ravard abandonó el cargo después de 8 años al frente de la empresa.

La organización de la empresa: de 14 a 4 filiales

El primer gran desafío que enfrentó la nueva empresa conducida por Alfonzo Ravard fue el de racionalizar el legado que dejaban las concesionarias. Era evidente que no podía el Estado administrar a través de su holding un conglomerado de catorce empresas. Se diseñó, entonces, un proceso paulatino, pero a la vez acelerado de simplificación de aquel universo. Lo primero que enfrentaron fue el cambio de denominación, que fue de la siguiente manera:

También de inmediato se fueron calibrando las fusiones necesarias durante 1976, con miras a lograr una primera simplificación para el año siguiente. En 1977, el proceso fue como sigue:

1) Lagoven y Amoven: Lagoven                      

2) Maraven y Roqueven: Maraven

3) Meneven, Taloven, Vistaven y Guariven: Meneven

4) Palmaven, Llanoven y Bariven: Llanoven

5) Boscanven, CVP y Deltaven: CVP.

Y, finalmente, en 1978 concluyó la primera parte del proceso, quedando cuatro filiales de PDVSA, cuando desaparece Llanoven y se subsume en CVP:

1) Lagoven; 2) Maraven; 3) Meneven; 4) Corpoven

Luego, en junio de 1986, Meneven se subsume dentro de Corpoven y pasan a ser tres las filiales: 1) Lagoven; 2) Maraven; 3) Corpoven.

Años después se da otra vuelta de tuerca en la integración simplificadora de las filiales, en enero de 1997, y se crea la marca de productos petroleros PDV, que sustituye las marcas de Lagoven, Maraven y Corpoven en las estaciones de servicios, ahora bajo la coordinación de una sola empresa: Deltaven. Y, finalmente, en septiembre de 1997 el Ministerio de Energía y Minas ordena la reorganización de PDVSA en sus aspectos funcionales y se fija el 1 de enero de 1998 para tener listo el nuevo esquema.

Desaparecen las filiales y PDVSA asume la totalidad del negocio petrolero. Se adoptó el esquema de cuatro grandes empresas funcionales. Estas fueron: PDVSA Petróleo y Gas; PDVSA Exploración y Producción; PDVSA Manufactura y Mercadeo; y PDVSA Servicios. Además, el 15 de enero de 1998 se crea una nueva filial que completa el cuadro PDVSA Gas, dándole mayor especificidad al tema gasífero.

En 1976, mientras se avanzaba en esta reestructuración, PDVSA creó dos empresas, llamadas “de inteligencia de mercado” en la jerga petrolera, en los Estados Unidos (PDVSA USA) y en el Reino Unido (PDVSA UK). Por otra parte, en aquellas primeras catorce empresas concesionarias devenidas en empresas venezolanas, se respetó la meritocracia de los venezolanos que habiendo trabajado en concesionarias extranjeras, ya habían alcanzado altísimas posiciones. Los casos más notorios fueron las nuevas juntas directivas de Lagoven (antigua Creole), presidida por Guillermo Rodríguez Eraso, e integrada por Ernesto Sugar, Nicanor García, Renato Urdaneta y Jack R. Tarbes. Maraven (antigua Shell), presidida por Alberto Quirós Corradi, e integrada por José R. Domínguez, Carlos Castillo, Ricardo Irving Jahn, Rafael Pardo, Paul Reimpell, José L. Carrillo, Ramón Cornielles y Hugo Finol. Meneven, presidida por Bernardo Díaz Lyon, e integrada por Carlos Romero Zuloaga, Luis Guillermo Arcay, Antonio Franchi, Francisco Guédez, Lorenzo Monti, Héctor Rivero y Néstor Ramírez. CVP, presidida por Juan Chacín Guzmán, e integrada por Juan José Navarrete, Luis Olivares, Rafael Macías y Félix Morreo. De acuerdo con las consultas orales que he podido hacer para esta biografía, que son muchas, es unánime el señalamiento: en ese momento se respetaron las jerarquías profesionales petroleras, ya después se abrió un espacio lamentable, aunque pequeño, para las designaciones no profesionales.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“Era interés de la CVG que se establecieran colegios de alta calidad académica en Ciudad Guayana, y es por eso que Alfonzo Ravard llega a un acuerdo con la Compañía de Jesús. Mediante este acuerdo la CVG dona 22 hectáreas de terreno y construye las instalaciones del Colegio Loyola-Gumilla”

Por otra parte, apenas se formó la casa matriz PDVSA su presidente tuvo que atender un viejo dolor de cabeza nacional: el IVP (Instituto Venezolano de Petroquímica), creado en 1956 y reformado en 1960. Lo cierto es que las dos plantas petroquímicas del país (Morón y El Tablazo) producían pérdidas y, naturalmente, esto no era tolerable. En enero de 1977 el Ministerio de Energía y Minas decretó al IVP en reorganización, en julio se ordenó la conversión del Instituto en Sociedad Anónima y el 1 de diciembre se nombra la primera Junta Directiva de Pequiven, integrada por Renato Urdaneta (presidente), Rómulo Quintero Valera (Vicepresidente), y los directores José T. Mavárez, Héctor Riquezes, Hernán Anzola y Agustín González. Entonces, se inicia un proceso de racionalización y modernización de la empresa con criterios gerenciales modernos que condujo a que en 1984, por primera vez en su historia, la empresa arrojara resultados positivos, pagando por primera vez, en 28 años, Impuesto sobre la Renta.

En estos primeros años de PDVSA se presentó un asunto a decidir de manera perentoria. Entre 1970 y 1977 un proyecto conjunto entre el Ministerio de Minas e Hidrocarburos y la CVP había adelantado las investigaciones, ahora se imponía una decisión sobre cuál organismo debía continuar: ¿el Ministerio o PDVSA? El presidente Pérez se inclinó por PDVSA y en octubre de 1977 se le entregó a la empresa todo lo concerniente a los estudios de la Faja Petrolífera del Orinoco. En 1978 se designó un grupo formado por las filiales para iniciar los trabajos y al año siguiente, en 1979, ya estaban listas las áreas y las asignaciones de cada una de ellas a las filiales. Nos referimos a las áreas: Cerro Negro, Hamaca, Zuata y Machete. Cuatro años después, en 1983, concluyó el trabajo en el que: “se levantaron 15.000 Km. de líneas sísmicas y se perforó un total de 662 pozos exploratorios con una inversión global de 2.030 millones de bolívares. En 1984 se completó la integración de la información exploratoria obtenida con anterioridad y la evaluación geológica correspondiente, la cual comprobó la existencia en la Faja de 1,2 billones de barriles de petróleo en sitio, con reservas estimadas conservadoramente de unos 200.000 millones de barriles…” (Rodríguez Eraso, 1986:130). En otras palabras, para 1984 se supo con base científica que las mayores reservas de petróleo del planeta estaban en Venezuela, en la Faja Petrolífera del Orinoco.

El primer gobierno de Pérez va a concluir sin cambios en los Estatutos de la nueva empresa y con el proceso de simplificación de sus filiales concluido en lo esencial. No obstante, no todo fue “coser y cantar”. Por lo contrario, hemos de señalar que la tensión entre el ministro de Minas e Hidrocarburos y el presidente de PDVSA se presentó desde el inicio del nuevo esquema petrolero venezolano. Era de esperarse. Tanto a uno como al otro lo designa el presidente de la República, y seguramente el presidente de PDVSA, fuese quien fuese, buscaría la mayor autonomía, apoyándose en el respaldo del Presidente de la República; mientras el titular del ministerio, sea quien sea, buscaría no quedar en medio de una relación pintado en la pared. Contamos con el testimonio del presidente Pérez acerca de esta situación en sus Memorias Proscritas. Afirma: “Al comienzo, cuando nacionalicé el petróleo, se produjo una fricción entre Valentín Hernández y el general Alfonzo Ravard. Ninguno quería aceptar la codirección de la industria petrolera. Una situación muy difícil. Entonces le pedí al ministro de Minas que me redactara un reglamento de las relaciones entre el Ministerio de Minas y PDVSA. Lo mismo le pedí al presidente de PDVSA. Con los dos proyectos identifiqué las diferencias y dicté un instructivo. Siguieron apareciendo problemas y, entonces, le dije a Valentín Hernández que iba a nombrar Ministro de Estado a Ravard. Eso permitió que se equipararan las cosas. Tanto para satisfacer la posición del presidente de PDVSA como para tener control sobre la industria, establecí que el ministro de minas recibía sus cuentas normales de PDVSA, pero que el presidente de la República recibía cada dos semanas al presidente de PDVSA… Cuando vuelvo al gobierno, encuentro el mismo problema: que el presidente de PDVSA quería tener relación directa conmigo, no con el ministro de minas, quien sentía el rechazo del presidente de PDVSA a subordinarse a sus instrucciones” (Hernández-Giusti, 2006: 231).

Esta larga cita que nos hemos permitido se explica por lo elocuente para dar cuenta de un problema que siempre ha estado allí, y que no fue fácil de resolver, como el mismo Carlos Andrés Pérez denota al confesar la solución que halló a la tirantez entre un funcionario y otro. En el período presidencial de Pérez, si bien “la procesión iba por dentro”, como vemos claramente, la “sangre no llegó al río”. Es decir, los cinco puntos del general Alfonzo Ravard no fueron vulnerados y las definiciones de funciones tanto del Ministerio como de PDVSA contribuyeron a despejar el panorama.

En tres años (1976,1977 y 1978) el Directorio de PDVSA redujo las filiales a cinco, incorporó a Intevep, reorganizó la industria petroquímica creando Pequiven y formó dos empresas de “inteligencia de mercado” en los Estados Unidos y Gran Bretaña. La percepción general en el país era entonces que el tránsito de las concesionarias a una casa matriz con filiales venezolanas había sido un éxito. Se le atribuía este éxito a una clave: la no politización de la industria petrolera, la escogencia acertada del general Alfonzo Ravard y un directorio calificado. Venezuela había pasado a salvo “El Rubicón”.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“Terminado el trabajo, Guri estuvo en capacidad de producir 10.000 MW, constituyéndose en el momento de su terminación en la segunda más grande del mundo. Hoy en día es la tercera central hidroeléctrica del planeta”

Luis Herrera Campíns asume la Presidencia de la República el 12 de marzo de 1979 y designa ministro de Energía y Minas al geólogo (UCV) Humberto Calderón Berti, quien para entonces era presidente de Intevep y militaba abiertamente en el socialcristianismo venezolano reunido en COPEI. Calderón había completado su formación con una Maestría en Petróleo en la Universidad de Tulsa (Oklahoma) y para el momento de su designación era sumamente joven, contaba con 38 años. Su nombramiento era político, por la naturaleza del cargo, pero era un hombre formado en el mundo del petróleo.

El presidente Herrera tuvo el acierto de ratificar al general Alfonzo Ravard en la presidencia de PDVSA, pero cometió un error (desde el punto de vista de la industria petrolera) al modificar los Estatutos de la casa matriz con el objeto de reducir de cuatro a dos años el período de la Junta Directiva. Se buscaba, evidentemente, tener un control más estricto, reduciéndoles a los directores el horizonte de trabajo. Esto no fue bien recibido en la industria petrolera nacional: no era una buena señal. Causó un ruido innecesario en comparación con lo que se lograba. No obstante, las designaciones, en su mayoría, eran pertinentes. En la Vicepresidencia seguía Julio César Arreaza, los directores principales fueron Alirio Parra, Edgard Leal, Hugo Finol, Wolf Petzall, Paul Reimpell, Antonio Casas González, Humberto Peñaloza y los suplentes Gustavo Gabaldón, Luis Plaz Bruzual y Manuel Pulido, los representantes laborales siguieron siendo Manuel Peñalver y Raúl Henríquez. Esta Junta Directiva designada el 29 de agosto de 1979 concluiría en igual fecha de 1981. Paradójicamente, hay que señalar que esta Junta Directiva tomaba más en cuenta a la gente que había hecho carrera en la industria petrolera que la anterior, cuando solo un gerente provenía de la industria pre-estatización. De modo que por una parte el presidente Herrera les reducía el período a dos años, pero por otra incluía mayor número de petroleros genuinos.

Los primeros pasos en la internacionalización de PDVSA (1980)

En 1980 comienza a articularse un proyecto que se ha discutido ampliamente en distintos estadios gerenciales de PDVSA: la necesidad de buscarle mercados internacionales a nuestros crudos pesados. Esta estrategia contemplaba diversas modalidades que no descartaban la compra de refinerías en el extranjero o la participación accionaria en porcentajes significativos en refinerías y sistemas de comercialización en el exterior. Por ello, PDVSA firma con la Veba Oel de Alemania Occidental un programa de cooperación técnica el 28 de agosto de 1980. Este convenio inicial se va a traducir en el tiempo en una asociación entre ambas empresas para crear la Ruhr Oel el 21 de abril de 1983. Esto le permitió a PDVSA colocar para su refinación cerca de 150 mil barriles diarios en Alemania, en su mayoría se trataba de crudos pesados, que alcanzaban a ocupar el 50% de capacidad de refinación de la empresa. Con esta asociación comenzaba el proceso de internacionalización de PDVSA.

Vencido en agosto de 1981 el período de dos años del Directorio de PDVSA el presidente Herrera ratificó por dos años más al general Alfonzo Ravard y al vicepresidente Arreaza. Aparece entonces la figura del segundo vicepresidente y es designado un hombre de la industria petrolera Wolf Petzall. Se ratifican como directores principales a Alirio Parra, Antonio Casas González, Paul Reimpell, Humberto Peñaloza y los representantes laborales Manuel Peñalver y Raúl Henríquez. Edgard Leal y Hugo Finol del Directorio anterior son sustituidos por Enrique Daboín y Nelson Vásquez, mientras Gabaldón pasaba de suplente a principal. Los suplentes fueron Manuel Pulido, Francisco Guédez, el ya mencionado Henríquez y Edgard Leal, que pasó de principal a suplente, con motivo de su traslado a Londres como jefe de la oficina de PDVSA en la capital británica.

La crisis de las Reservas Internacionales y PDVSA (1982)

A este Directorio le tocará enfrentar una verdadera tormenta, como veremos de inmediato. El 27 de septiembre de 1982 el Directorio de PDVSA fue convocado para informarle la decisión tomada en Consejo de Ministros del día anterior acerca de un nuevo convenio cambiario entre la petrolera y el Banco Central de Venezuela. De acuerdo con este convenio, PDVSA estaba obligada a venderle al Banco Central de Venezuela todas las divisas que generara en su actividad comercial y de colocación de recursos en bancos extranjeros. Por supuesto, el origen de la medida estribaba en la difícil situación financiera por la que atravesaba la República y esta se veía en la necesidad de centralizar fondos en divisas en el ente emisor. Por otra parte, era evidente que la medida perjudicaba severamente varios principios operativos de PDVSA; a saber: el de autonomía financiera, el de autonomía administrativa y el de flexibilidad de gestión.

Obviamente, el Directorio de PDVSA no se iba a quedar de brazos cruzados, tampoco lo hizo la bancada parlamentaria de AD, tomando la decisión de proponer una reforma a la Ley Orgánica del Banco Central de Venezuela que preservara la autonomía financiera de PDVSA. Herrera Campíns, por su parte, reconoció la magnitud del problema generado con la decisión intempestiva y creó una comisión ad hoc avocada a resolver el impasse. Esta comisión integrada por miembros de la industria petrolera y del Ejecutivo Nacional buscó soluciones salomónicas, mientras la reforma de la Ley avanzaba en el Congreso Nacional. La comisión Gobierno-PDVSA llegó a soluciones que el Directorio consideró convenientes para la industria petrolera y en el Directorio se afirmó textualmente que el Acta Convenio Final “significaba un giro positivo del asunto al compararla con el convenio original”. La sangre no llegaba completamente al río. Cabe preguntarse entonces: ¿era necesario este período convulso de reuniones y profundo malestar?, ¿no hubiera sido preferible llegar al mismo avenimiento antes de dictar la medida de manera inconsulta con PDVSA, refrendada, no obstante, por el ministro Calderón Berti? Todo indica que se procedió de espaldas a PDVSA porque se temía que si se consultaba con su Directorio se opondría desde el principio. Sin embargo, esta suposición con fundamento no eximió a la industria petrolera nacional de un capítulo ingrato en sus relaciones con el Poder Ejecutivo. El trato que se le prodigó fue, por decir lo menos, inconveniente. No dejó un buen ambiente la situación planteada. Finalmente, el Gobierno hubo de transigir en no vulnerar la autonomía financiera de PDVSA aceptando mecanismos compensatorios y esta última sintió sobre sí misma el peso de los intereses financieros de la República, entonces seriamente comprometidos por la situación petrolera mundial, que llevaba a Venezuela a respaldar la política de precios de la OPEP, sobre la base de la reducción de la producción. Recordemos que la producción nacional petrolera había descendido de 3.370.000 b/d en 1973 a 1.900.000 en 1982, una caída estrepitosa, evidentemente fundada en los lineamientos de la OPEP que Venezuela estaba obligada a seguir para impedir una caída de los precios, reduciendo la producción. Recordemos que la insolvencia de México para afrontar su deuda externa encendió las alarmas en la banca internacional y Venezuela comenzó a hallar las puertas cerradas de los financiamientos y, en consecuencia, necesitaba divisas para mejorar sus Reservas Internacionales y ¿dónde había recursos? En PDVSA.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“El aprovechamiento de las aguas del río Caroní. Una auténtica siembra de los recursos petroleros. Se calcula que al día de hoy la energía generada con agua le ahorra al país cerca de 300 mil barriles diarios de petróleo”

Gracias a una entrevista del periodista Víctor Salmerón con el ministro de Hacienda de entonces, Luis Ugueto Arismendi, contamos con un testimonio directo de los hechos. Afirma Ugueto, refiriéndose a la crisis interna que capeaba el Gobierno: “En ese momento, el presidente me llama. Se hacían gabinetes a las once o doce de la noche para que la prensa no se enterara. Propone el presidente que, como el Banco Central se quedaba sin reservas, quieren quitarle los dólares a PDVSA. Obligar a PDVSA a colocar sus divisas propias en el Banco Central para que el Banco Central pudiera utilizarlas… Yo me opongo a lo de PDVSA bajo la suposición de que el ministro de Energía y Minas me iba a apoyar y resulta que se cayó la boca. Entonces, Luis Herrera me pregunta: “¿Quiere decir que usted no firma, que sale del gabinete?”. Le digo: yo salgo del gabinete” (Salmerón, 2013: 66-67).

Ugueto renunció y lo sustituyó Arturo Sosa, a quien le tocó lidiar con el presidente del Banco Central de Venezuela, Leopoldo Díaz Bruzual, a quien apodaban “El Búfalo”, dado su carácter intemperante. Es evidente que la crisis económica del gobierno de Herrera Campíns en 1982 y 1983, cocinada por los factores que ya hemos señalado, condujo a echar mano de los ingresos de PDVSA para paliar la insuficiencia, afectando severamente principios administrativos cardinales de la empresa.

En aquellos momentos críticos el general Alfonzo asistió al programa Primer Plano que conducía Marcel Granier en RCTV. Contamos con la transcripción del programa emitido al aire el 6 de septiembre de 1982. Allí, el presidente de PDVSA sentó posición sobre este tema de las reservas de la empresa y la necesidad del Estado de disponer de ellas. Respondió ante una pregunta de Granier: “Nosotros administramos recursos para garantizar por medio de la administración de ellos tres elementos esenciales… ellos son liquidez, seguridad y rendimiento… trasladar nuestro capital de trabajo a la jurisdicción de otro es como si a una persona le quisieran quitar su sangre para que la manejara el Banco de Sangre porque supuestamente allí estaría mejor cuidada que en la circulación natural del organismo…” (Granier, 1982, Primer Plano).

La metáfora sanguínea utilizada por el general Rafael Alfonzo Ravard fue elocuente en relación con la situación que estaba planteada. Finalmente, el Gobierno Central echó mano de los recursos de PDVSA pero, como advertimos antes, buscó un mecanismo para no perjudicar los principios esenciales enunciados por el presidente de la empresa. No obstante, fue una señal muy perjudicial la que emitió el Poder Ejecutivo ante su empresa reina: la industria petrolera, que venía siendo manejada con los mejores criterios de administración, con los criterios que pondría en práctica un empresario privado para la preservación y crecimiento de su empresa, pero aplicados en una compañía de todos los venezolanos.

El General entrega la segunda empresa petrolera del mundo (1983)

Por otra parte, PDVSA el 29 de julio de 1983 toma una decisión racional: liquida FONINVES (Fondo de Investigación) y el INAPET (Instituto de Adiestramiento Petrolero y Petroquímico), para consolidar la actividad de ambos en un solo ente: el Cepet (Centro de Formación y Adiestramiento de Petróleos de Venezuela y sus filiales). Esto ocurre pocos días antes de que el presidente Herrera incurra en otra decisión polémica. Esta tuvo lugar el 31 de agosto de 1983, cuando nombró nueva Junta Directiva para PDVSA. El general Alfonzo Ravard culminaba una gestión de 8 años al frente de la empresa estatal y el presidente de la República decidió que su etapa había concluido. Nombró a su ministro de Energía y Minas, Calderón Berti, presidente de PDVSA. No cabe duda de que estaba en su derecho de hacerlo, pero violentaba la meritocracia severamente, ya que la trayectoria gerencial de Calderón era de menor antigüedad que otras, como la de Guillermo Rodríguez Eraso o la de Alberto Quirós Corradi, por citar solo dos ejemplos. De modo que si el nombramiento era político, era inexplicable e inconveniente, y si el nombramiento era con base en la experticia petrolera, violentaba la meritocracia. No obstante el dilema, Herrera cometió el error de nombrar a Calderón y este el de aceptar el nombramiento. Era un error por donde se le viera, y así lo percibió el país con señalada molestia.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“El esquema adoptado por la CVG presidida por Alfonzo Ravard fue siempre el de las empresas mixtas, y en la mayoría de los casos la participación de la corporación estatal fue minoritaria”

El objetivo principal que se había propuesto el general Alfonzo al frente de PDVSA, y que el país esperaba de él, fue logrado plenamente. Nos referimos al objetivo de hacer una transición no traumática entre las empresas concesionarias y la empresa petrolera estatal. Es decir, que la nueva empresa fuera capaz de manejar la industria petrolera con iguales o superiores niveles de eficiencia que los demostrados históricamente por las concesionarias. Este objetivo-rey fue alcanzado por el general Alfonzo Ravard y el equipo que lo acompañó en el cumplimiento del encargo.

Presidente de Fe y Alegría (1976-1990)

En paralelo a su desempeño como presidente de PDVSA el general Alfonzo asumió en 1976 la presidencia de Fe y Alegría, el programa popular educativo de la Compañía de Jesús en Venezuela, que habiendo nacido aquí de manos del Padre José María Vélaz S.J. se ha extendido por todo el mundo. En verdad, la historia de Fe y Alegría es de las más hermosas que se han escrito en nuestro país y la familia Alfonzo Rivas y Alfonzo Ravard estuvieron vinculadas desde los inicios de Vélaz en Catia, en 1954, con esta obra pedagógica para los sectores menos favorecidos de la sociedad.

La relación de Santiago Alfonzo Rivas con los jesuitas es de larga data, y la explica perfectamente el Padre Luis Ugalde S.J. en texto dedicado al tema en el libro homenaje Un hombre, una historia: El General Rafael Alfonzo Ravard, publicado por la UCAB el año 2004. Este apoyo del padre continuó en los hijos Isabel Alfonzo de Itriago, Jorge Alfonzo Ravard, nuestro biografiado y su esposa Corina Wallis de Alfonzo. Añadamos que no solo el general Alfonzo fue presidente de Fe y Alegría en 1976 y 1990 sino que también fue integrante del Consejo de Fomento de la Universidad Católica Andrés Bello durante muchos años y, como vimos antes, propició la construcción del Colegio Loyola-Gumilla en Ciudad Guayana y, al hacerlo, sentó las bases de la futura UCAB-Guayana.

Es electo Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (1981)

Como suele suceder en las academias nacionales, una vez fallecido un Individuo de Número se presentan candidaturas a ocupar el Sillón que ha quedado vacío. El Ingeniero Rafael Alfonzo Ravard fue electo para ocupar el Sillón No. VIII que dejó vacío al morir el doctor Francisco José Duarte. Leyó Alfonzo Ravard su Discurso de Incorporación el 22 de julio de 1981 desde la Cátedra Santo Tomás de Aquino del Paraninfo del Palacio de las Academias. Después de hacer el elogio de Duarte, se escuchó el trabajo “Venezuela y la energía. Agente de transformación”; un tema al que el nuevo Individuo de Número había consagrado su vida profesional.

El Discurso de Alfonzo es respondido por Santiago Vera Izquierdo. Entonces, afirmó: “Ingeniero General Rafael Alfonzo Ravard: sea usted bienvenido al seno de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales y acceda al Sillón Número VIII que ocupó con tanto brillo su antecesor el Dr. Francisco J. Duarte. Tenga en cuenta al hacerlo que la Academia considera que el honor de haber sido designado su Individuo de Número, no es solo el premio que la nación otorga a quienes la han servido, sino también un estímulo para que su labor continúe, crezca y florezca” (Alfonzo Ravard, 1981: 31).

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“El general Alfonzo celebró las Navidades de 1973 sin imaginar que año y medio después sería designado para la tarea más compleja y delicada de su vida gerencial pública: la creación de PDVSA”

Luego, el 15 de julio de 2009, tiene lugar la incorporación de doctor Carlo Caputo al Sillón VIII que ha quedado vacío con motivo de la muerte de Alfonzo Ravard. Entonces, Caputo hace el elogio de la vida y obra de su antecesor. También hace mención al general Alfonzo el doctor Jaime Requena, quien contesta el discurso de Caputo en nombre de la Academia que lo recibe. Caputo afirma: “En el espacio de estos treinta años, se desempeñó como administrador y gerente de la cosa pública, la Res Publica de los romanos. La capacidad gerencial del General se manifiesta no solo por el éxito de las empresas que dirigió, sino también por la calidad de sus colaboradores” (Caputo, 2009: 77).

Este aspecto que señala Caputo es digno de acentuarlo: el general Alfonzo obtuvo resonantes éxitos en su vida pública, entre otros factores, porque buscaba a los mejores en cada área, sin importarle la filiación política o la procedencia social o el credo religioso. De esto que afirma Caputo abundan testimonios que reafirman esta conducta.

Recibe el “Premio de las Américas” (1983)

La Fundación de las Américas, con sede en Nueva York, otorgaba cada año el Premio de las Américas a un destacado personaje del Continente que se hubiera destacado por su trabajo a favor de la comunidad. El primer venezolano en recibirlo fue Eugenio Mendoza Goiticoa, en 1973. Diez años después se le confería a otro venezolano: Rafael Alfonzo Ravard.

En el momento de recibir la distinción hablaron el presidente de la Cámara de Comercio de Caracas, Enrique Sánchez; el presidente del Dividendo Voluntario para la Comunidad, Luis Augusto Vegas Benedetti, y el presidente de Fedecámaras, Adán Celis. Como vemos, a partir de sus 60 años el general Alfonzo comenzó a recibir el reconocimiento unánime de sus pares académicos y empresariales. El Premio de las Américas coincide con la conclusión de su tarea de 8 años al frente de PDVSA. Coincide con sus treinta años al frente de empresas del Estado, ya que estas propiamente comenzaron en 1953, cuando fue designado presidente de la CEEC. Pero por otra parte, se inicia otra etapa de servicio: la del Senador de la República durante el período 1984-1989, cinco años más que se suman a los 44 anteriores y llevan su prestación de servicios al Estado hasta el medio siglo.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“En paralelo a su desempeño como presidente de PDVSA el general Alfonzo asumió en 1976 la presidencia de Fe y Alegría, el programa popular educativo de la Compañía de Jesús en Venezuela, que habiendo nacido aquí de manos del Padre José María Vélaz S.J. se ha extendido por todo el mundo”

Se dice fácil, pero con seguridad se trata de una de las hojas de vida más dilatadas y luminosas en toda la historia de la República de Venezuela. Ningún otro venezolano en toda nuestra historia tuvo la posibilidad de fundar y orquestar un sistema hidroeléctrico nacional, una ciudad, un conglomerado industrial y una empresa petrolera estatal. Esta circunstancia es irrepetible en cualquier sentido que se le analice, de allí la radical singularidad de la vida del general Rafael Alfonzo Ravard. Comienza ahora una etapa inédita para Alfonzo: el manejo de una empresa privada familiar, dedicada al ramo de alimentos y la faena del Senador. Sigamos este nuevo y último período de su vida.

Presidente de Alfonzo Rivas y Compañía (1984-1998) y Senador de la República (1984-1989)

Los ocho años en la presidencia de PDVSA del general Alfonzo Ravard más los 20 al frente del desarrollo de Guayana sellaron una unanimidad nacional: se trataba del más exitoso y honesto gerente público con el que había contado el país en los últimos años. Por lo anterior, seguramente, el candidato de COPEI para las elecciones de 1983, Rafael Caldera, propuso a Alfonzo como candidato a Senador por el Distrito Federal, encabezando la lista y, naturalmente, fue electo.

Senador de la República (1984-1989)

Se desempeñó como Senador en el período constitucional de 1984 a 1989, cumpliendo con sus tareas parlamentarias con eficiencia en las comisiones que integró. No sobresalió como orador porque no estaba el discurso público entre los elementos descollantes de su personalidad. Por lo contrario, todos los testimonios señalan que hablaba cuando tenía que hacerlo y lo hacía con una autoridad excepcional. Asistió puntualmente a su trabajo parlamentario: una nueva experiencia en su dilatada vida laboral.

Antes de ser designado presidente de Alfonzo Rivas y Compañía consultó con la Junta Directiva de la empresa si advertían sus miembros alguna incongruencia entre la tarea de presidir la empresa y ser Senador de la República, y al Directorio de la corporación no le pareció que había ninguna contradicción entre ambas tareas. Así fue como el general Alfonzo pasó de presidir la empresa petrolera estatal venezolana, una de las petroleras más grandes del mundo, a ejercer como Senador y presidente de la compañía fundada por su padre en 1910. Entonces, según refiere Rafael Alfonzo Hernández, el general Alfonzo puso dos condiciones a su familia para presidir la empresa. La primera: que la gerencia fuera profesional, no familiar. Dicho de otra manera: si algún miembro de la familia Alfonzo ingresaba a la compañía se debía a sus calificaciones profesionales, no al parentesco. Y la segunda condición fue que en la Gerencia General de la corporación lo acompañara Rafael Alfonzo Hernández, quien ya trabajaba en la compañía y gozaba de toda su confianza profesional.

Dos años después (1986) el general Alfonzo es designado miembro de la Junta Directiva de la Electricidad de Caracas, y allí estuvo contribuyendo al desarrollo de la empresa caraqueña hasta 1995, año en que deja de integrar el Directorio de la corporación. Ha debido ser muy interesante para el general Alfonzo ver los hechos desde una empresa privada de generación y administración eléctrica, después de haberlos visto desde la empresa estatal fundada por él mismo: EDELCA. Recordemos que para 1984, cuando comienza a presidir Alfonzo Rivas y Compañía, el general Alfonzo cuenta con 65 años y no ha tenido experiencia en grandes corporaciones privadas, sí en pequeñas como cuando lo vimos al frente de una empresa de ingeniería de construcción, en su juventud.

Este mismo año de 1995, cuando dejaba la Junta Directiva de la Electricidad de Caracas, le trajo al general Alfonzo una alegría que no pudo prever cuando sembró la semilla de ella. Nos referimos a que este año abre sus puertas la UCAB-Guayana en parte de los terrenos que Alfonzo había ofrecido a los jesuitas a principios de los años sesenta para que en la nueva urbe, Ciudad Guayana, se ofreciera educación de alta calidad y pudiera construirse el Colegio Loyola-Gumilla, que abrió sus puertas en su nueva sede, en 1967.

Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006): “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.

“En el siglo XX no hubo ningún otro venezolano dirigiendo las obras mayores de la Nación como lo hizo Alfonzo, de manera tan prolongada y eficiente”

La empresa que recibe Alfonzo Ravard en 1984 contaba con 150 empleados, la que entrega en 1998 cuenta con 600. Fue un período de gran crecimiento para la corporación. Se mejoró enfáticamente la distribución de los productos, bajándose los lapsos de entrega de 27 días a un margen entre 24 horas y 4 días, dependiendo del lugar del país. Se estableció un sistema de remuneración sobre la base de resultados, estableciéndose un 30% de salario fijo y un 70% variable, dependiendo de los logros alcanzados. Se colocó el acento en disponer de la mejor tecnología, la más avanzada en el mundo, así como se atendieron los temas ecológicos con sumo cuidado. La meritocracia en cuanto a la promoción del personal se impuso, en paralelo con un programa de estímulo permanente para el desarrollo de los recursos humanos en su faceta educativa y de adiestramiento. La ética se consolidó como un pilar esencial de la corporación.

Sabía el general Alfonzo que estaba prestando sus últimos servicios desde comienzos de la década de los años ‘90, ya que al llegar por segunda vez a la Presidencia de la República Rafael Caldera, en 1994, le ofreció una responsabilidad de altísima significación, pero el general Alfonzo declinó, aduciendo que no contaba con la fuerza de la juventud para emprender una tarea de esa magnitud. Por otra parte, ya para finales de la década era evidente que la empresa que había recibido en 1984 era otra, que había crecido ostensiblemente, y que el encargo que recibió de la Junta Directiva familiar se había cumplido más allá de lo imaginable. Pasaba entonces el testigo a su sobrino, Rafael Alfonzo Hernández, con quien había hecho un tándem gerencial formidable durante 14 años de crecimiento. Era el relevo natural.

El gerente pasa a retiro (1998-2006)

En 1998 Rafael Alfonzo Ravard pasa a retiro después de una larga hoja de servicios que comenzó en 1939, cuando egresó de la Academia Militar de Venezuela en la Promoción Simón Bolívar. Esos años finales fueron dulces y amargos para Alfonzo Ravard. Dulces porque lo acompañaba la certeza del deber cumplido, amargos porque algunos de los proyectos que emprendió cambiaron de signo o no prosperaron en manos distintas a las suyas. De sus grandes satisfacciones, todavía en pie y prestando servicios, el aprovechamiento de las aguas del Caroní, proyecto comenzado por él en 1953, sigue siendo la principal fuente de energía con que cuenta el país. No así SIDOR, ALCASA y VENALUM que han pasado por todo tipo de inconvenientes y, al día de hoy, trabajan muy por debajo de sus capacidades. En cuanto a PDVSA para el año 2006, año de su muerte, el daño que se le había hecho a la industria petrolera estatal ya era de proporciones incalculables.

El Bosque de Uverito, sembrado por su iniciativa, está en pie, pero subutilizado en sus dimensiones posibles. Por otra parte, la UCAB-Guayana inauguró un formidable módulo de aulas en 2004 y lo bautizó con su nombre, haciendo justicia con el respaldo esencial que recibió la Compañía de Jesús del general Alfonzo en Ciudad Guayana. Esta última ha cambiado mucho en relación con lo que soñaron sus fundadores, pero allí están los parques y las avenidas y las industrias, y sobre todo el sentido ecológico que Alfonzo le dio a toda la gesta del sur, con la colaboración de Rafael Mendoza Olavarría, su eficiente colaborador desde el comienzo de la aventura guayanesa. Inolvidable en la memoria colectiva es la Operación Rescate que encabezó la CVG de toda la fauna que se pudo salvar en el periplo que luego las aguas de Guri cubrieron. Entonces, la campaña contó con el fervor de Renny Ottolina y se hizo un documental que todavía emociona verlo. Aquella Operación fue un ejemplo de lo bien que podíamos hacer los trabajos los venezolanos.

El general se fue de este mundo gozando del reconocimiento unánime de sus compatriotas. De hecho, su viuda, días después de su muerte publicó un discreto folleto donde se recogen palabras de despedida, cartas, artículos de prensa que retratan de cuerpo entero la personalidad del general Alfonzo. Entre estos textos, uno de Rafael Baquedano S.J. viene como anillo al dedo. Dice el jesuita: “En estos momentos creo que expreso el sentimiento de todos al manifestar nuestra cercanía, solidaridad y admiración por quien ha sido para tantos de ustedes un verdadero esposo, un hijo, un amigo, un modelo entrañable. Su recuerdo se nos hace vivo en esta Eucaristía para encomendarlo al Padre. No lo olvidamos. Le debemos tanto. Deja un recuerdo profundo y grato de humanidad. De una manera sencilla, siendo un gran señor y un caballero sin tacha, vivió los valores más humanos y evangélicos, los que llegan al corazón y quedan grabados en un recuerdo agradecido”.

Y más adelante Baquedano aclara aún más la personalidad del general Alfonzo. Afirma: “Era un auténtico soldado y caballero cristiano. Transparente en su vida familiar, en su amor a su esposa, a sus padres, a su familia, a sus amigos. En él la coherencia entre sus ideas, sus palabras y sus enormes realizaciones se convertía en una realidad asombrosa y transparente”.

Quien quiera estudiar el desarrollo de la energía eléctrica en el país la figura del general Rafael Alfonzo Ravard le aparecerá en todos los caminos; quien quiera historiar la industria petrolera en Venezuela se topará muchas veces con Alfonzo; quien quiera seguirle el paso a la Compañía de Jesús en el país hallará la huella benefactora del general en muchos recodos. En suma, estamos ante uno de los gerentes públicos más importantes de toda nuestra historia republicana. En el siglo XIX nos viene a la memoria el nombre de Jesús Muñoz Tébar, un Alfonzo Ravard de su tiempo, fundador del legendario MOP (Ministerio de Obras Públicas), entre muchas otras realizaciones. En el siglo XX no hubo ningún otro venezolano dirigiendo las obras mayores de la Nación como lo hizo Alfonzo, de manera tan prolongada y eficiente.

Su viuda, Corina Wallis de Alfonzo, recuerda siempre los versos que su esposo le recitaba todos los días, unos versos que retratan de cuerpo entero a uno de los compatriotas más útiles de toda la historia republicanade Venezuela: “Uno debe caminar sin hacer ruido. / La palabra es de plata y el silencio es de oro”.


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Entrevistas:
-Corina Wallis de Alfonzo, Rafael Alfonzo Hernández, Rodolfo Wallis Corao, el 23 de febrero de 2015.
-Corina Wallis de Alfonzo, Rafael Alfonzo Hernández, Rodolfo Wallis Corao y Edgardo Tenreiro Degwitz el 16 de marzo de 2015.
-Edgar Leal, 17 de abril de 2015.
-Fernando Falcón Veloz, 25 de abril 2015.
-Pedro Mario Burelli, 3 de abril 2015.
-Gustavo Coronel, 29 de abril 2015.
-Corina Wallis de Alfonzo, 1 de junio de 2015.
-Efraín Carrera Saúd, 12 de junio 2015.
-Marcel Granier Haydon, 23 de junio de 2015.
-Rafael Mendoza Olavarría, 26 de junio de 2015.
-Luis Xavier Grisanti, 14 de julio de 2015.
-Enrique Tejera París, 17 de julio de 2015.
-Rafael Alfonzo Hernández, 27 de julio de 2015.
-Mercedes López de Acosta, 27 de julio de 2015.
-Enrique Itriago Alfonzo, 30 de julio de 2015.
-Santiago Alfonzo Madrid, 31 de julio de 2015.
-Guido Conterno Bugini, 31 de julio de 2015.
-Francisco Abascal, 10 de septiembre de 2015.
-Guillermo Machado Mendoza, 22 de septiembre de 2015.

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