Transcurre el año 1938. En una vieja casa de Carmen a Quinta Crespo, en la ciudad de Caracas, un joven margariteño de 30 años, Alejandro Hernández, inicia junto a su socio Luis Manuel Toro la producción de ron y vinos de frutas. En un principio llaman al negocio “Licorería Venezolana”, luego “Licorería El Llano”, para entonces aterrizar en “Industrias Pampero”. Luis Manuel dejaría el negocio en poco tiempo, pero Alejandro insistiría y haría de su empresa una de las más importantes del país. La aventura de estos muchachos le dio a Venezuela su primer ron añejado de manera legal. Alejandro, además, se convertiría en poco tiempo en uno de los personajes más relevantes de su época en el mundo empresarial, además de llegar a ser gobernador del Estado Nueva Esparta (1970-1971) e incluso candidato presidencial en 1968.
Ya en 1955, La Guaira, representada desde el día uno de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) por Sabios del Vargas, enfrentaba de nuevo la posibilidad de quedar sin equipo en la máxima justa del país. En 1954, la región había salvado su presencia en la Liga gracias al Santa Marta que sustituyó al Vargas, cuando aquel año Juan Rafael Reguetti decidió ponerle fin a la franquicia. La historia del Santa Marta, no obstante, sería breve. Luego de culminar en el sótano en su temporada debut 1954-1955, el equipo anunció su retiro del circuito. ¿Correría el Litoral Central la suerte de quedarse por primera vez sin equipo profesional?
Ese mismo año, para agitar aún más las aguas de la LVBP, otra franquicia decidió cerrar sus puertas. Se trata de Patriotas de Venezuela, el orgullo de Juan Antonio Yanes. Y como la historia está llena de guiños curiosos, es el mismo Yanes quien ayuda a que una nueva divisa del Litoral ingrese a la Liga, cuando un empresario del ron, el mismo que diecisiete años atrás había invertido sus ahorros para montar un alambique en “una cueva” en Quinta Crespo -como él mismo llamó a la vieja casona-, decidió incursionar con su marca en el principal deporte del país.
Así nace el equipo Licoreros de Pampero. Alejandro Hernández, consciente de que el Santa Marta dejaba al Litoral huérfano de representante en la LVBP, decidió que su nueva franquicia representara a La Guaira en un intento por iniciar con el impulso de su fanaticada. La decisión tenía mucho sentido. Cualquier intento de penetrar Caracas y posicionar un equipo era suicida.
La capital contaba con el Caracas y el Magallanes, dos divisas de tradición, que además gozaban de una rivalidad de esas que no son inventadas, sino verdaderas, que hacía que los fanáticos de la ciudad estuviesen ocupados. Todo aquel que pensara siquiera entrar en ese mercado encontraba un cartel grandote con la inscripción: “Lo siento, no hay vacantes”. El mismo Patriotas de Venezuela terminó de alguna manera siendo víctima de aquello. Nadie más cabía en casa, y donde comen dos, en este caso, no comen tres.
Por tercer año consecutivo los fanáticos de la capital verían uniformes nuevos en la Liga (en 1953 con los equipos de Maracaibo en el Torneo Rotatorio, y luego en 1954 con la despedida del Vargas y la llegada del Santa Marta).
El Pampero debutó en la temporada 1955-1956 con una nómina respetable y bien balanceada. En ella combinaban una buena base de talento criollo como Aureliano Patiño, Miguel Carrasquel y una buena lista de importados con experiencia de Grandes Ligas y otros próximos a iniciarse. Entre los importados destacaba Bob Hale, que venía de debutar con los Orioles de Baltimore en lo que fue su primer año de siete en los que destacó en las mayores. El roster de los Licoreros contaba también con nativos de experiencia que aportaban su veteranía y cuyos nombres añadían a su vez atractivo al equipo ante los seguidores de la pelota. Entre ellos se encontraban tres miembros de los “Héroes del 41”, Héctor Benítez “Redondo”, Luis Romero Petit y Guillermo Vento, así como el único pelotero venezolano en participar en las Ligas Negras de los Estados Unidos, Carlos “Terremoto” Ascanio, quien en 1946 había militado con los New York Black Yankees.
Esa temporada debut del Pampero vio nacer a una figura estelar en la pelota venezolana, miembro además de una familia que ha nutrido nuestro béisbol a lo largo de su historia. Se trata del muchacho de diecisiete años Domingo Carrasquel, hermano del “Chico” y sobrino del “Patón” que, aunque ese año había tomado un turno con los Leones fue negociado al Pampero, iniciando una carrera de dieciséis temporadas en la LVBP como jugador y luego otros ocho como mánager en los que logró un título, el primero en la vitrina de los Cardenales del Lara.
Otra pieza criolla que incorporó el Pampero fue Miguel “El Caribe” Sanabria, todo un personaje del deporte venezolano y en especial de la Universidad Central de Venezuela. Sanabria jugó doce temporadas en la LVBP en los jardines y el infield del Caracas, Pampero y Oriente. Luego estudió en la universidad. Sí, en la Central. Durante su época de estudiante combinó la pelota de costuras con el balón de fútbol. Miguel había jugado balompié de Primera División con el Club Unión en los años ‘40, cuando por cierto algunos partidos de la liga se celebraban en el Estadio de béisbol Cerveza Caracas de San Agustín. De esos años con el Unión nace el apodo de “El Pez Volador” por sus lances al aire para tapar la portería. No era raro entonces ver a Miguel saltando del Universitario de béisbol al Olímpico de futbol a cubrir los tres postes del equipo de la UCV. Sanabria terminó graduándose de ingeniero en el Aula Magna y después no salió más de esa casa de estudio, en la que fue profesor y también director de Deportes.
El debut de Licoreros de Pampero terminó siendo exitoso. En esa temporada inaugural el equipo se quedó con el subcampeonato por delante del Caracas y el Magallanes. La tarea estaba hecha, la nueva franquicia se establecía en la LVBP instancia en la que, sin embargo, no permanecería por mucho tiempo -siete temporadas-, pero que sentaría las bases para la aparición de una divisa que pasó a ser una institución en la pelota local, y que mantuvo al Litoral Central en la arena profesional: Los Tiburones de La Guaira.
¿El campeón de esa temporada 1955-1956? El otro debutante, los Industriales de Valencia. De ellos hablaremos en la próxima entrega.