En la aldea
17 mayo 2024

El Béisbol en Venezuela: Teolindo Acosta, el loquito que inventó el hit

Teolindo Acosta se retiró del béisbol extranjero en 1976. En Venezuela jugó hasta la temporada 78-79, cuando dijo el adiós definitivo como pelotero profesional. Para ese momento vestía el uniforme de los Cardenales de Lara, tenía 41 años y había participado en 23 temporadas en la LVBP, 10 en los Estados Unidos y 9 en México. Hasta el presente, solo seis jugadores, aparte de Teolindo, han logrado unirse al prestigioso club de los mil hits. La marca de Acosta permaneció como la mayor cifra por un criollo (en una misma temporada) durante 64 años; es decir, hasta hace tan solo ocho meses.

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Si en estos días alguien dice “julio”, la mayoría piensa en memes de Iglesias. Hoy los invito a pensar en béisbol. ¿Habrá un mes más productivo para el béisbol venezolano que el séptimo mes del año? Difícil. Al menos cuando se trata de imparables. Todos sabemos que las temporadas de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) se celebran entre octubre y enero. Es decir, julio está retirado de esos días. Entonces, ¿por qué relacionar ese mes con béisbol en el país, y de manera específica con imparables? Tres nombres lo hacen inevitable: Teolindo Acosta, Víctor Davalillo y César Tovar. Ellos ocupan tres de los primeros cuatro lugares en los registros de mayor número de hits conectados de por vida en nuestra pelota. Y sí: todos nacieron en julio.

El mayor del trío era Teolindo Acosta, nacido en Maracaibo el 23 de julio de 1937. Le sigue Davalillo, que vino al mundo en Cabimas el 31 de julio de 1939; mientras que el chamo del grupo era César Tovar, caraqueño del 3 de julio de 1940. Al béisbol profesional llegaron en el mismo orden: Teolindo en 1956, Vitico en 1957 y César en 1959. Entre los tres acumularon en su paso por la LVBP nada más y nada menos que la suma de 4.163 imparables en 13.728 turnos legales al bate, para un promedio conjunto de .303.

“En México Teolindo se convirtió en una superestrella ganando tres títulos de bateo y coleccionando números memorables (…) la popularidad del venezolano en aquellas tierras fue tal que aún hay personas que piensan que el marabino era mexicano”

Los fanáticos de la época se dieron el lujo de ver en acción a estos tres fenómenos del bateo nacional que debutaron uno tras otro, y que coincidieron en el terreno de juego por décadas. El Caracas quizás fue el más beneficiado, ya que tuvo a Davalillo y a Tovar haciendo dupla con la camisa del equipo durante 16 temporadas.

De Davalillo hablamos algunas entregas atrás, y de Tovar por supuesto que ocuparemos una más adelante, mientras que la línea del tiempo que llevamos en estas crónicas invita a recordar hoy a Teolindo.

Estamos en 1958. La dictadura de Marcos Pérez Jiménez cayó y el país respira aires de libertad. En diciembre habría elecciones y Rómulo Betancourt resultaría electo presidente. Dos meses antes la temporada 1958-1959 de la pelota local había empezado. Davalillo entraba en su segundo año en la Liga, aún con el rol principal de lanzador. Teolindo, con 21 años, comenzaba la tercera zafra como profesional, todas con Licoreros de Pampero. Había debutado dos años antes, en diciembre de 1956. Aquella temporada solo tomó 42 turnos y dejó un promedio discreto de .238. El año siguiente, en la temporada 57-58, Acosta regresó con el equipo y empezó a ver más acción. Y vaya que lo aprovechó. ¿Cómo sentar a un muchacho al que cada vez que le ponías un bate en las manos repartía palo por todos lados? Durante esa zafra Teolindo tomó 148 turnos y conectó 57 inatrapables para montar el astronómico promedio de .385 y, con tan solo 20 años, conquistar su primer título de bateo. El sello de primer bate de lujo se empezó a imprimir en la piel del marabino.

Por supuesto que el trabajo de Teolindo llamó la atención del sistema de las Grandes Ligas. Al finalizar la temporada de la LVBP en 1958, Teolindo viajó al norte para unirse a Dothan, equipo filial clase D de los Cardenales de San Luis. Ahí se consolidó en poco tiempo como uno de los principales toleteros del club. Con el Dothan consumió 520 turnos legales y despachó 163 imparables para dejar un promedio de .314.

“Para la temporada 59-60 fue cambiado a Industriales de Valencia para reforzar a la franquicia más exitosa de la época. Los imparables no dejaron de salir del bate del zuliano y en la zafra 65-66 consigue su segundo título de bateo en la Liga, al conectar .348”

Al regresar a Venezuela Teolindo se incorporó de nuevo a Pamperos para la 58-59. Como dijimos, aquella era tan solo su tercera incursión en la Liga, pero ya tenía en su haber un título de bateo y un año exitoso en las menores de la MLB. Otro nuevo logro estaba por venir. El muchacho arrancó una vez más regando batazos por doquier, y ya el 31 de octubre había iniciado una seguidilla de juegos conectando inatrapables que se convirtió en la nueva marca para criollos en la Liga. Ni las elecciones ni la euforia de la democracia naciente alteraron la concentración del marabino: entre ese 31 de octubre y el 27 de diciembre Teolindo conectó hits en 26 juegos consecutivos, quedando a solo uno del récord de la Liga que estaba en poder del norteamericano Sam Hairston, que ligó en 27 juegos al hilo en la zafra 50-51 con Sabios del Vargas.

Sin embargo, la marca de Acosta permaneció como la mayor cifra por un criollo (en una misma temporada) durante 64 años; es decir, hasta hace tan solo ocho meses. El 18 de diciembre de 2021 Ildemaro Vargas, vistiendo la camisa de los Cardenales de Lara, derribó la marca de Acosta al conectar un imparable en el juego consecutivo número 27. El día siguiente, Ildemaro se fue de 6-0 ante el Magallanes poniendo fin a la racha que lo dejó a tan solo uno de la actual marca absoluta (28) impuesta en la temporada 76-77 por el norteamericano Adrian Garrett, uniformado con los colores de los Leones del Caracas.

¿Quiénes hasta entonces le habían llegado cerca a la marca de Teolindo? No es de extrañar que los nombres sean Víctor Davalillo con 25 y César Tovar con 24, ambos con la camisa del Caracas. Luis Raven acompaña a Tovar con la cifra de 24 juegos conectando inatrapables cuando formaba filas en el Magallanes.

“Entre Teolindo Acosta, Víctor Davalillo y César Tovar acumularon en su paso por la LVBP nada más y nada menos que la suma de 4.163 imparables en 13.728 turnos legales al bate, para un promedio conjunto de .303”

El prestigio como bateador de Teolindo creció como la espuma, y por su comportamiento particular dentro y fuera del terreno de juego, Herman “Chiquitín” Ettedgui lo bautizó de manera cariñosa con el mote: “El loquito que inventó el hit”, apodo que se extendió rápido entre la fanaticada. En 1959 el zuliano regresó a las menores en los Estados Unidos. Aunque su temporada anterior con el Dothan en clase D había sido exitosa, y con todo lo logrado en Venezuela, Teolindo no fue promovido aquel año a una liga superior. El venezolano volvió a montar un promedio excepcional (.337) y entonces, a partir del siguiente año, comenzó un ascenso lento por el sistema ahora en la organización de Cincinnati.

En Venezuela Teolindo siguió cosechando éxitos a punta de batazos. Para la temporada 59-60 fue cambiado a Industriales de Valencia para reforzar a la franquicia más exitosa de la época. Los imparables no dejaron de salir del bate del zuliano y en la zafra 65-66 consigue su segundo título de bateo en la Liga, al conectar .348. En 1973, jugando con los Tigres de Aragua, se convirtió en el segundo pelotero de la Liga en alcanzar los 1.000 incogibles, ocho años después de que “Camaleón” García lo consiguiera. Hasta el presente, solo seis otros jugadores han logrado unirse al prestigioso club de los mil hits.

En el norte llego a triple A, pero jamás hizo el grado en Las Mayores. En 1968 Cincinnati lo traspasó a los Pericos de Puebla, en la liga mexicana, donde comenzó una historia de nueve años en la que también vistió los uniformes de los Leones de Yucatán, los Cardenales de Tabasco y por último los Tecolotes de Nuevo Laredo. En México Teolindo se convirtió en una superestrella ganando tres títulos de bateo y coleccionando números memorables. De las nueve temporadas terminó ocho con promedios que no bajaron de .320, y aún hoy se mantiene como el pelotero con el cuarto mejor promedio en la historia de la Liga. La popularidad del venezolano en aquellas tierras fue tal que aún hay personas que piensan que el marabino era mexicano.

“Teolindo Acosta falleció el 2 de agosto de 2004. Su carrera lo convirtió en una de las leyendas de nuestro béisbol. Zurdo y pequeño de estatura como ‘Vitico’, grande en el terreno como su paisano”

Teolindo se retiró del béisbol extranjero en 1976. En Venezuela jugó hasta la temporada 78-79, cuando dijo el adiós definitivo como pelotero profesional. Para ese momento vestía el uniforme de los Cardenales de Lara, tenía 41 años y había participado en 23 temporadas en la LVBP, 10 en los Estados Unidos y 9 en México. En conjunto, su promedio fue de .313. En Venezuela se retiró con .298. Su nombre está presente en varios renglones de por vida en nuestra Liga. Es quinto junto al “Rey David” (David Concepción) en temporadas jugadas con 23; tercero en hits conectados con 1.289; tercero en turnos legales con 4.327; tercero en juegos jugados con 1.130; cuarto en carreras empujadas con 606; primero en triples conectados junto a Oswaldo Olivares con 57, y cuarto en bases estafadas con 121.

Teolindo Acosta falleció el 2 de agosto de 2004. Su carrera lo convirtió en una de las leyendas de nuestro béisbol. Zurdo y pequeño de estatura como Vitico, grande en el terreno como su paisano. Ellos dos y César Tovar coincidieron una sola temporada en el mismo equipo. Eso sucedió en la 76-77, cuando los tres vistieron el uniforme de los Tigres de Aragua. Hoy comparten también casa en el Salón de la Fama del Béisbol Venezolano.

Cierro este pequeño homenaje a Teolindo Acosta reproduciendo el decálogo de un buen bateador que el zuliano dictó al periodista mexicano Luis Alfonso Félix. Lo hace lucir tan fácil que cualquiera se confunde:

    1. Una de las cosas que más atormentan a los bateadores, y sobre todo a los jóvenes, son los nervios a la hora de ir al plato. Así que cálmese y procure ir al cajón de bateo y procure que esos nervios trabajen a su favor convirtiéndolos en entusiasmo.
    2. No trate de jalar nunca hacia su lado o su banda las pitcheadas que vienen hacia afuera, por el contrario, trate de chocarlas hacia el lado del lanzamiento, o sea, al lado derecho.
    3. El bat no debe tomarse rígidamente, sino en una forma suave, y sobre las yemas de los dedos para darle vuelta adecuadamente al momento de conectar el lanzamiento. Es entonces que casi por inercia se aprieta el bat al momento del contacto.
    4. Un error común es el de tratar de conectar largo, o sea buscar el jonrón, nunca olvidar que estos salen solos, como producto de un swing educado. Y el que tiene el poder los dará, y el que no tiene simplemente nunca los dará.
    5. Después de dar un batazo, nunca se detenga en su camino siguiendo el curso y los efectos de la pelota bateada, siempre corra lo más duro que se pueda y deje que los coachs le señalen la base hasta dónde puede llegar.
    6. El bateo es una coordinación de todos los músculos del cuerpo, desde los pies hasta el cuello. La posición del bateador es algo fundamental y se recomienda que haya una distancia de 10 a 12 pulgadas entre sus pies mientras espera el lanzamiento.
    7. Al soltar el batazo sobre la pelota los brazos van hacia el frente, acompañados de un giro de la cadera y de la espalda, haciéndose en el último momento lo más importante: el giro de las muñecas. Esto tiene que ser algo muy rápido y que controle completamente el bat para un swing parejo.
    8. Es recomendable que el peso de bateador mientras espera el lanzamiento esté sobre la pierna de atrás, la pierna derecha si es zurdo solamente se invierte después se va sobre la bola.
    9. Estudie bien a los lanzadores contrarios, aprenda bien cuáles son sus mejores pitcheadas, y cuando o con qué conteo las utiliza. Esto nos dará cierta ventaja como bateadores.
    10. Cuide su condición física, duerma bien una noche anterior si juega al día siguiente. Una mala noche, si se desvela, otro día será presa fácil del lanzador contrario y nunca podrá ayudar a su equipo.
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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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