La temporada 1955-1956 vio debutar a Licoreros de Pampero y a Industriales de Valencia, dos nuevas franquicias en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP). Con ello desaparecieron para siempre la cofundadora de la Liga, Patriotas de Venezuela, y la franquicia debutante Santa Marta. Esta última había reemplazado a su vez en la zafra 1954-1955 a otra cofundadora, Sabios del Vargas.
Los asuntos financieros venían golpeando las arcas de los equipos y los de menor músculo sucumbieron. El Venezuela y el Vargas no contaban con el volumen de seguidores del que gozaban Caracas y Magallanes y al final terminaron doblegados. Todos los juegos se realizaban en la capital y, quizás, cuatro equipos para la ciudad fue demasiado. Eran, pues, tiempos de cambios en la pelota nacional, y los aficionados se estaban haciendo la idea de ell o. Sin embargo, nada podía prepararlos para lo que estaba por ocurrir.
En el torneo 1954-1955 el Magallanes alzó el trofeo de la Liga por tercera ocasión, ganado así el derecho a representar a la LVBP en la VII Serie del Caribe que se disputaría por segunda vez en la ciudad de Caracas. Los de Catia finalizaron en el segundo puesto del certamen detrás del campeón Cangrejeros de Santurce, liderado nada más y nada menos que por Don Zimmer, Willie Mays y Roberto Clemente. El equipo boricua podía considerarse una especie de bicampeón en territorio nacional, ya que también se había alzado con la corona en la primera Serie disputada en Caracas en 1951.
Al terminar la cita caribeña, el propietario del Magallanes, Don Carlos Lavaud, decidió que ya era suficiente para él en el ajetreo que supone estar al frente de una divisa en el negocio del béisbol y anunció su retiro. Sí, las finanzas resultaban un dolor de cabeza, y el romanticismo que mantuvo a Don Carlos bregando por largo tiempo en mar picada al final cedió. El empresario llevaba 24 años ligado de manera directa al béisbol de primera línea en el país, y 13 años como propietario de los Turcos, divisa que rescató de la tumba en 1941.
Llegado el momento Don Lavaud no se presentó en las reuniones de la Liga y la franquicia fue excluida de la LVBP. Sin embargo, un grupo de empresarios liderados por Damián Gaubeka, vino al rescate. Gaubeka era un inmigrante vasco que luchó en la Guerra Civil Española donde cayó prisionero y fue sentenciado a muerte. La pena de Damian fue conmutada para ser confinado en un campo de concentración en Francia. Al salir de aquel infierno, para entonces siendo un joven de 23 años decidió, como tantos españoles en la década de los ‘40, tomar un barco rumbo al Puerto de La Guaira. Pues este muchacho empezó su nueva vida arreglando jardines y terminó aliado con otros paisanos en el negocio de la construcción. Como buen español, Gaubeka sentía pasión por el fútbol, lo que le hizo involucrarse con la organización de la disciplina en el país, llegando a ser uno de los promotores de la Pequeña Copa del Mundo, un torneo considerado como el primer campeonato intercontinental de fútbol en el planeta, y que reunió entre 1952 y 1957 a clubes como Real Madrid, F.C. Barcelona, Valencia C.F., A.S. Roma, River Plate, São Paulo F.C., entre otros. Pues, bien, en 1955 Damián y un grupo de socios decidieron incursionar en el mundo del béisbol adquiriendo no otra cosa sino la franquicia del Magallanes.
El acuerdo entre el grupo de Gaubeka, Carlos Lavaud y la Liga prosperó y los Turcos de Catia sobrevivieron para disputar la temporada 1955-1956 que, como ya comentamos, estrenaba dos nuevas franquicias y que, como ahora sabemos, estrenaba también nuevos dueños en la divisa magallanera. El Caracas era entonces la única organización que se mantenía sin “novedad”, aunque ya había experimentado cambio de propietarios y nombre comercial apenas tres años antes. Como ya debe haberlo notado, mi estimado lector, el torneo iniciado en 1955 fue el primero disputado sin la participación de ninguno de los dueños que en 1942 fundaron la Liga Venezolana de Béisbol Profesional.
La nueva directiva de los Turcos ratifica al mánager campeón reinante, Lázaro Salazar, en el timón del equipo. El Magallanes contaba con una sólida nómina criolla que recién le había llevado a la conquista del título. Esta era liderada por “Camaleón” García, Pantaleón Espinoza, Dalmiro “El Ovejo” Finol y Ramón Monzant. Además de los importados Jack Lohrke, Bill Hall, John Andre y Glenn Mickens. A esta lista de campeones se le unieron piezas como el Grandes Ligas de los Cachorros de Chicago, Gale Wade, el prospecto de Cleveland, Rocky Colavito, así como Larry Jackson, y el novato caraqueño Leopoldo “Chingo” Tovar.
Al empezar el campeonato se hizo evidente que algo no estaba funcionando. El bajo rendimiento de Rocky Colavito llevaron a la directiva a sustituirlo por el prospecto de Los Ángeles, Norm Laker. Más tarde sucedió lo mismo con Bill Hall, que fue sustituido por el Grandes Ligas de Cleveland, Hank Folies. Sin embargo, el tormento no cesó para la directiva debutante que no pudo impedir que el Magallanes pasara de flamante campeón de la zafra anterior a sotanero de la nueva campaña.
No todo fue negativo para los Eléctricos. El importado Norm Laker terminó conquistando el título de bateo con un promedio de .340, seguido de Gale Wade con .337. Eso sí, durante esa temporada el Magallanes fue víctima, cortesía de los Leones del Caracas, del primer juego sin hits ni carreras en la historia de la LVBP.
No fue aquella una buena temporada para el Magallanes. Inmerecida despedida para una luminaria de nuestra pelota, actual miembro del Salón de la Fama del Béisbol en Venezuela, miembro de los Héroes del ‘41, segundo venezolano en jugar en La Gran Carpa, y quien defendió durante los once años que jugó en la LVBP el uniforme del equipo de Catia. Brindemos por Jesús “Chucho” Ramos, que colgó los spikes al culminar el torneo 1955-1956, agradezcamos su trabajo por el béisbol venezolano, y recordemos sus hazañas.
Las consecuencias de la temporada debut para el grupo liderado por Damian Gaubeka no se hicieron esperar. La tierra temblaría aún más fuerte en los estadios del país. De ello hablaremos en la siguiente entrega.