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09 octubre 2024

Juan José Flores (1800-1864) fue presidente de Ecuador en dos períodos
(1830-1834 y 1839-1843). Sus restos reposan en la Catedral Metropolitana de
Quito.

Juan José Flores: el venezolano que fundó la República del Ecuador

Se unió a las filas patriotas desde adolescente, y sus logros en el campo de batalla hizo que en ese mismo ambiente fuera ascendido más de una vez. Luchó junto a Bolívar, Páez y Urdaneta, y aunque era muy jovencito estuvo presente en la Batalla de Carabobo. Pero sin duda la trayectoria de Juan José Flores fue develando lo que quizá sería el eje de su accionar en gran parte de su vida adulta: La ambición y los delirios de poder. Pero en la historia tiene la distinción de haber sido uno de los cuatro que, siendo venezolanos, fueron presidentes de otras naciones; y Flores no solo ocupó este cargo en dos oportunidades, sino que fundó la República del Ecuador.

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Rafael Arráiz Lucca | 05 diciembre 2021

Venezolanos presidentes de Repúblicas distintas a Venezuela ha habido cuatro. Simón Bolívar, presidente de Colombia (1819-1830); Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia (1826-1828); Rafael Urdaneta, presidente de Colombia (1830-1831) y Juan José Flores, presidente de Ecuador (1830-1834 y 1839-1843), y fundador de esta nueva república. Veamos cómo fue que un muchacho de Puerto Cabello logró este cometido, tan lejano de su lugar de origen.

Su padre era un adinerado comerciante vasco, Juan José Aramburu, avecindado en Puerto Cabello, y su madre una porteña denominada Rita Flores. Es evidente que su padre no lo reconoció. Juan José Flores nació el 19 de julio de 1800 en Puerto Cabello y falleció el 1 de octubre de 1864 en Ecuador, después de haber cumplido un destino totalmente previsible. ¿Cómo fue que un zagaletón porteño llegó a fundar la república de Ecuador, ya desecha Colombia, y a ejercer la presidencia en dos oportunidades? Intentaremos responderlo.

Juan José Flores (1800-1864) fue presidente de Ecuador en dos períodos (1830-1834 y 1839-1843). Sus restos reposan en la Catedral Metropolitana de Quito.

“Siempre será asombroso que un muchacho de Puerto Cabello haya sido el eje en un país montañoso, costeño y relativamente lejano, como Ecuador”


Casó en 1824 con una aristócrata otavaleña que le abrió las puertas de su nuevo país: Mercedes Jijón de Vivanco, con quien tuvo trece hijos. La esposa niña tenía trece años cuando contrajo matrimonio, y su padre era acreedor del condado de Casa Jijón. Sus descendientes fueron: Elvira (1826); Mercedes (1828); Juan José (1831); José Federico (1832); Antonio (1833); Virginia (1835); Victoria (1838); Timoleón (1839); Reinaldo (1840); Amalia (1841); Matilde (1842); Josefina (1844), e Isabel (1845). Como vemos, una prole numerosa. Volvamos al adolescente de Puerto Cabello.

Dos años en los ejércitos del rey (1814-1815)

Cuando tiene doce años se incorpora a la defensa de Valencia ante el asedio realista y, según sus biógrafos Aguado y Álvarez: “Participó en su defensa trayendo agua del río para sus sedientos compañeros de armas” (Aguado, 1988: 10). Estamos en 1812, cuando Monteverde le está dando la batalla a las tropas de Francisco de Miranda y venciéndolas.

Dos años después, en 1814, cuando el episodio de José Tomás Boves en Valencia, el adolescente Flores también está presente, y afirma en un texto donde refiere los hechos, citado por sus biógrafos: “Sufrí el segundo sitio de la propia ciudad más funesto que el primero por el hambre y por los resultados. Después de habernos alimentado con carne de burro y de haber opuesto una resistencia heroica, tuvimos que rendir la plaza al sanguinario Boves, quien violó la capitulación jurada y pasó a cuchillo sin misericordia a todos los vencidos. Pocos, poquísimos fuimos los que tuvimos la dicha de escapar de tal acto de barbarie que hará época en los anales del crimen. Los señores J. M. Romero, Domingo Cordero y yo fuimos acogidos bajo la inmediata protección del coronel del ejército español don Remigio Ramos, el cual puso a salvo nuestras vidas y nos incorporó al cuartel de guardia, como ayudantes” (Aguado, 1988: 12).

Simón Bolívar Palacios: “El hombre de las dificultades” (I Parte)
Simón Bolívar, El Libertador (1783-1830).

Como vemos, se salvó de la tropelía de Boves gracias a un coronel realista, y comenzó a formar parte del ejército español a partir de 1814, por fuerza de las circunstancias. De hecho, el 31 de diciembre de 1815 tuvo lugar el combate de Chire, encabezado por José Antonio Páez y padecido por Sebastián de la Calzada, y el propio Páez refiere en su Autobiografía cómo Flores pasó a integrar las tropas republicanas. Afirma: “Al otro lado del río Casanare se dispersaron por el bosque como veinte y cinco hombres que iban delante de mí, entre ellos el joven Juan José Flores, general después y presidente del Ecuador, quien hallándose con los patriotas en el sitio de Valencia, donde fue hecho prisionero por los españoles, fue agregado al cuerpo de sanidad militar. A los cuatro o cinco días de estar huyendo por los bosques de las orillas del río se nos presentó voluntariamente, militando desde entonces en las filas de la patria, bajo mis inmediatas órdenes hasta principios del año de 1821 que fue a incorporarse al ejército formado en Nueva Granada para obrar sobre Venezuela” (Páez, 1946: 73-74). Recordemos, es un imberbe de quince años en este momento.

En el ejército de Páez (1816-1820)

Con Páez vamos a hallarlo en las batallas de Arauca, Paso del Frío, Palmarito y la significativa victoria de Mata de Miel el 16 de febrero de 1816, en un combate nocturno contra las fuerzas de Francisco López, donde Páez es ascendido a teniente coronel y se hace de un conjunto importante de pertrechos de guerra y de cerca de tres mil caballos de los realistas. Estará en los combates de El Yagual, Mantecal, Banco Largo y Achaguas; como también el 16 de septiembre en el motín de Arichuna, cuando la tropa elige a Páez para comandarla.

En 1817, combatirá con Paéz en la batalla de Mucuritas, el 28 de enero; ya entonces Flores es teniente, y luego estará presente en los combates de Caracoles, Apurito y San Antonio. El 30 de enero de 1818 presenciará en Cañafístola el primer encuentro de Bolívar y Páez, y luego batallará en Cojedes el 2 de mayo contra las fuerzas comandadas por Miguel de la Torre. Entonces, Flores encabeza el regimiento de “Valientes” y conoce la derrota. Páez reconoce su valor y lo ascienden a capitán en junio, además de que Bolívar lo condecora con la Cruz de los Libertadores. Fue en ese momento en el que se conocieron Bolívar y Flores, y a partir de entonces, casi todo su destino es deuda con el Libertador.

Juan José Flores (1800-1864) fue presidente de Ecuador en dos períodos (1830-1834 y 1839-1843). Sus restos reposan en la Catedral Metropolitana de Quito.

“Logra la aprobación de la Constitución de 1843 donde queda establecido el período presidencial en ocho años con posibilidad de reelección inmediata (…) Por supuesto, estalló una rebelión en su contra en enfrentamiento a su descarado continuismo”


Este año de 1818 tuvieron lugar las batallas de Mijagual, Araure y Nutrias y en 1819 las de Paso Marrereño, Gamarra y Trapiche de Alejo. En 1820, Flores pasa a las órdenes de Rafael Urdaneta en la Campaña de Occidente en Mérida y Trujillo. Y ya en 1821 combate en Matícora y en la Batalla de Carabobo del 24 de junio, con grado de teniente coronel y jefe del estado mayor de la división comandada por Manuel Cedeño, y sigue con Páez en persecución de los restos del ejército realista hacia Puerto Cabello. Pero, Bolívar lo quería consigo en la campaña del sur y le ordena avanzar hacia allá a finales de 1821. Venía una nueva etapa de su vida.

Con Bolívar en las campañas del sur (1821-1824)

Sale de Bogotá en el ejército que comanda Bolívar hacia el sur de Colombia en la campaña, cuando ya se ha adelantado el general Sucre. El 7 de abril de 1822 tiene lugar la no buscada Batalla de Bomboná, cerca de Pasto, en ella está Flores. Con cerca de 2.000 hombres cada ejército no puede decirse que uno de los dos factores se impuso sobre el otro, aunque la retirada la dan los realistas al mando de Basilio García. Los daños sufridos por el ejército patriota no son menores, y esto le impide a Bolívar seguir hacia Quito y participar en la Batalla de Pichincha, que la da el general Sucre, el 24 de mayo de este año.

En la Batalla de Bomboná está Flores al mando del batallón “Cazadores montados” y luego queda en Pasto, designado por Bolívar como Gobernador de la Provincia (jefe civil y militar). Tiene 23 años, no cuenta con la madurez requerida, pero sus desempeños en el campo de batalla le han ganado el favor del Libertador. Le estaban dando una oportunidad: o vencía o caía en el empeño, y no le fue muy bien. Enfrentó los desafíos, fusiló prisioneros y fue derrotado. Esto obligó a Bolívar a regresar de Quito a destituirlo y entregarle el mando a Bartolomé Salom. No obstante, Flores siguió insistiendo al frente de un ejército de cerca de 600 hombres y se movió hacia el sur.

José Antonio Páez (1790-1873).

Bolívar lo designa comandante general del Departamento del Sur y lo asciende a coronel el 25 de abril de 1824 en Cuenca. Desde 1824 iba y venía de Pasto a Quito en la tarea. Allí va a comenzar otra etapa de la vida de este joven de 24 años. Vuelve Flores a Pasto y finalmente domina la situación insurreccional en 1825, y Bolívar lo designa Comandante General del Departamento de Quito.

El 21 de octubre de 1824 se casa con Mercedes Jijón de Vivanco, en la Iglesia de El Sagrario en Quito. La jovencita de la aristocracia quiteña era hija de Antonio Jijón y Chiriboga y Mariana Vivanco y Calisto, una familia sin grandes recursos económicos, pero con mucho linaje, lo que entroncaba a Flores con la élite quiteña, como dijimos antes.

En Quito como jefe máximo (1824-1830)

Establecido en Quito y con jurisdicción en Pasto, Flores va tejiendo su red de influencias en la capital del Departamento de Quito de la República de Colombia. Se había ganado el respeto de Bolívar, de hecho, en la célebre clasificación que le refiere a Luis Perú de Lacroix en el Diario de Bucaramanga, en 1828, Flores queda muy bien ubicado: lo encontramos de segundo, después de Sucre, antes de Montilla y Urdaneta. Es notable el lugar que le asigna.

Páginas antes, ha dicho de él: “Yo conozco a Flores: en astucia, sutilezas de guerra y de política, en el arte de la intriga y en ambición, pocos lo aventajan en Colombia. Tiene un gran talento natural, que está desarrollando él mismo por medio del estudio y la reflexión; sólo han faltado a Flores el nacimiento y la educación. A todo esto une un gran valor, y el modo de hacerse querer, es generoso y sabe gastar a tiempo; pero su ambición sobresale sobre todas las cualidades y defectos, y es el móvil de todas sus acciones” (Bolívar, 2010: 193).

Con el apoyo de Bolívar y sus propias facultades, el ascenso de Flores en la sociedad quiteña es vertiginoso. Sus biógrafos afirman: “Prestigio, honores, fama e influencias a cualquier nivel. Es lógico que Flores, ya desde 1825, se convirtiera en un próspero terrateniente con posesiones en la Sierra y en el Litoral; en la zona de Babahoyo poseía una hacienda con 750 cabezas de ganado, 28 caballos y 100 mulas, además de una plantación de azúcar y una destilería. Tan solo los cuatro edificios de sus dos propiedades habían sido evaluados en 6.000 pesos” (Aguado, 1988:29).

Juan José Flores (1800-1864) fue presidente de Ecuador en dos períodos (1830-1834 y 1839-1843). Sus restos reposan en la Catedral Metropolitana de Quito.

“Flores está presente en la Convención de Ocaña, a partir del 7 de abril de 1828, en las filas bolivarianas. Al terminar la convención por aborto de los propios seguidores de Bolívar, Flores regresa a Quito”


Al año siguiente, 1826, Bolívar lo asciende a general de Brigada. Tiene 26 años y entonces le pide que vaya con él a Venezuela en 1827, pero Flores responde con evasivas; era evidente que había hecho de Quito su destino, que Venezuela era una remembranza que ya no quería frecuentar. Recordemos que la crisis bolivariana está in crescendo a partir de 1826 con la redacción de la Constitución de Bolivia y la instauración de la presidencia vitalicia y hereditaria, y que los antibolivarianos están a la orden del día. Innecesario recordar que Flores milita en las filas del bolivarianismo más fiel y, además, dadas sus tendencias monárquicas (que veremos más adelante), está de acuerdo con lo propuesto en la Constitución de Bolivia: “A mí no me disgusta este modo de pensar; y si fuese del agrado de V.E. trabajaré por él cuando llegue la ocasión” (Aguado, 1988: 32).

Flores está presente en la Convención de Ocaña, a partir del 7 de abril de 1828, en las filas bolivarianas. Al terminar la convención por aborto de los propios seguidores de Bolívar, Flores regresa a Quito a preparar el ejército con el que van a enfrentar a los facciosos peruanos. No obstante, al saber Bolívar que Sucre va en camino de Quito, una vez transferida la presidencia de Bolivia, en 1828, le entrega el mando supremo del ejército a él, y designa a Flores como su segundo. Esto, para Flores ha debido ser un “golpe duro”, ya que sentía, con buenas razones, que el ejército era suyo, formado y dirigido por él durante ya varios años. Pero aún así, Flores “tragó grueso” y siguió a Sucre en la Batalla del Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829, cuando derrotaron a José de La Mar y Agustín Gamarra, cerca de Cuenca.

Sucre asciende a Flores a General de División en el propio campo de batalla, después de la victoria. Desde Quito, el 18 de marzo de 1829 Bolívar le escribe a Flores, respondiéndole una carta: “Estoy lleno de gratitud por Ud., pues sus servicios en esta ocasión han sido incomparables. Todo el mundo está lleno de gratitud por Ud.; pero la mía creo no tiene otra igual. Estoy encantado con Ud. Pero también estoy enfadado; porque es Ud. es más bueno que lo que debe ser un militar y un político” (Bolívar, 1950: 609). Como vemos, no se guardó elogios El Libertador.

La disolución de Colombia era cuestión de poco tiempo. Bolívar hacía esfuerzos por conjurar la crisis. Convoca el llamado Congreso Admirable en julio de 1829 para que tenga lugar en enero de 1830. Lo preside Sucre. Bolívar, severamente aquejado de salud, presenta su renuncia y se va hacia la costa caribeña colombiana. Viene el gobierno de facto de Rafael Urdaneta. Desde el 13 de enero la Asamblea de Valencia le solicita a Páez que dé los pasos necesarios para la separación de Venezuela de Colombia. El 12 de mayo el procurador general de Quito exponía que, en vista de la disolución de Colombia, debía procederse a crear un Estado independiente.

El fundador de la República de Ecuador y Presidente de la República (1830-1834)

Reunida una Asamblea formada por la élite de la ciudad en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, acuerdan siete artículos donde se pronuncian por la creación de un Estado independiente y, mientras eso se articula y se logra, la Asamblea deja encargado del mando supremo, civil y militar, al general de división Juan José Flores. El 31 de mayo de 1830 se publicó el reglamento electoral y se convocó a un congreso constituyente, y el 4 de junio ocurrió el asesinato de Sucre en Berruecos. Los rumores involucraban a Flores, naturalmente. Muchos pensaban que si alguien podía discutirle el liderazgo en Quito a Flores, era Sucre. Los hechos se esclarecieron a partir de 1839, cuando las confesiones de uno de los autores materiales, señalaba a José María Obando. No obstante, las cartas entre este y Flores sembraban sospechas importantes sobre el general nacido en Puerto Cabello. Por supuesto, Flores jamás aceptó su participación en el hecho.

Bolívar tampoco sospechó de Flores. De hecho, le escribe una carta desde Cartagena el 1ro. de julio, cuando no ha pasado ni un mes del asesinato de Sucre, afirmando: “Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío y dejar a Ud. en el Sur solo en la arena, para que todos los golpes y todos los conatos se dirijan únicamente a Ud. Destruido que Ud. sea, conquistarán el país con los pastusos y patianos, y los infernales serán los conquistadores de ese buen país que tanto amo” (Bolívar, 1950:891).

Rafael José Urdaneta Farías (1788-1845).
Rafael Urdaneta (1788-1845).

En esa misma carta Bolívar, aturdido de dolor, afirma: “Yo no serviré a país tan infame, a hombres tan ingratos y tan execrables! Yo me iré a Venezuela y serviré a mi país nativo, como ciudadano y como patriota honrado, con la intención bien decidida de no admitir mando alguno aun cuando se me quiera forzar a ello. Ud. será víctima, mi querido Flores. Sucre fue llamado el hombre de la fortuna. La de Ud. pues, no lo salvará a Ud., por lo mismo, es necesario que Ud. se cuide tanto como una niña bonita” (Bolívar, 1950: 891).

La Asamblea aprobó una Constitución para el Estado del Ecuador el 11 de septiembre de 1830. Dejaba abierta la puerta para que el nuevo Estado se confederara con Colombia y Venezuela. Esa Asamblea eligió como presidente de Ecuador al general Juan José Flores y como vicepresidente a José Joaquín Olmedo. Esta Constitución tuvo vigencia hasta 1835, cuando otra Asamblea creó la República del Ecuador y Flores dejó la presidencia en manos de Vicente Rocafuerte, y salió con su ejército a combatir a los sediciosos.

Vuelta al servicio militar (1835-1839)

Flores se dedica estos años en que gobierna Rocafuerte a combatir las pretensiones de caudillos locales de alcanzar el poder por la vía de las armas, y triunfa en varias oportunidades. En la Batalle de Miñarica, el 19 de enero de 1835, derrota a las fuerzas del general Isidoro Barriga y se logra la pacificación del país. Su prestigio se recupera durante el gobierno de Rocafuerte y es elegido de nuevo presidente de la República para el período 1839-1843.

Otra vez Presidente de la República (1839-1843)

Una vez reelecto Flores debe enfrentar un nuevo desafío bélico, esta vez en Pasto, por parte de las fuerzas de Obando, y en asociación con Pedro Alcántara Herrán, vencen en Huilquipamba. Regresa Flores a Quito, pero Obando los desafía de nuevo y tiene que regresar al campo de batalla en 1841. Entonces, Flores decreta la incorporación de Pasto a territorio ecuatoriano, una vez derrotado Obando. Los neogranadinos, por su parte, no aceptan la anexión de Pasto a Ecuador. Flores ahora la enfila contra Perú, con el sueño de recuperar territorios de tiempos coloniales por la vía de las armas. Nuevo fracaso.

Juan José Flores (1800-1864) fue presidente de Ecuador en dos períodos (1830-1834 y 1839-1843). Sus restos reposan en la Catedral Metropolitana de Quito.

“Regresa momentáneamente a Venezuela, donde se le rinden honores y se le designa general en jefe en 1858. Vuelve a Perú y su suerte cambia a partir del gobierno en Ecuador de Gabriel García Moreno, en 1860”


Por otra parte, Flores trabaja en un nuevo texto constitucional, y logra la aprobación de la Constitución de 1843 donde queda establecido el período presidencial en ocho años con posibilidad de reelección inmediata. Obviamente, Flores no quería abandonar el poder. Por supuesto, estalló una rebelión en su contra en enfrentamiento a su descarado continuismo. El 6 de marzo de 1845 se alzan Vicente Roca, José Olmedo y Diego Noboa en Guayaquil. Hacia allá sale Flores con su ejército hasta que se convence de que es imposible que alcance una victoria militar y se alcanza el Convenio de “La Virginia”, la hacienda donde tuvo lugar la negociación y el acuerdo de paz. Flores sale de escena y se va al exilio el 24 de junio de 1845, y los vencedores forman un gobierno provisional.

Un largo exilio (1845-1860)

Zarpa en el bergantín “Seis de Marzo” con destino a Panamá. Es un hombre inmensamente rico que, muy pronto, comienza a padecer la nostalgia del poder. En septiembre llega a Londres, luego va a París, se deslumbra con ambas metrópolis, y pasa a Madrid. Allí teje un disparatado proyecto: Entregarle la corona del Ecuador a Juan, el hijo de la Reina Madre, María Cristina de Borbón. Esta le da cuerda y Flores se va a Londres y compra tres barcos para la invasión armada.

Pronto se enteran en España del proyecto por la prensa y comienza la oposición. Rafael María Baralt encabeza con sus artículos la denuncia de este delirio floreano. Luego, se extiende a la prensa americana, donde califican a Flores de traidor y a España de su cómplice. La diatriba llega a las cortes y luego a Londres, a donde había ido Flores a intentar validar el apoyo inglés perdido, pero no lo logra y se tiene que ir corriendo de las islas británicas. Las cortes españolas hallan a Flores culpable y a la Reina Madre también. Es 1847, y el delirio imperial de Flores ha concluido.

Antonio José de Sucre (1795-1830), el “Gran Mariscal de Ayacucho”.
Antonio José de Sucre (1795-1830).

Sale de Londres rumbo a Nueva York, luego a Jamaica, y llega en visita a Venezuela en 1847. Está pocas semanas y se va a Panamá y luego a Costa Rica, donde se establece. Allí busca consolidar un protectorado inglés y tiene que irse corriendo a Chile ante la oposición a este nuevo intento imperial. Nuevo delirio. Llega en 1851 a Chile y luego pasa a Lima, desde donde planeará una invasión a Ecuador para retomar el poder en 1858.

La invasión ocurre con Flores al frente de una escuadra. Desembarcan en Guayaquil y espera adhesiones populares que no ocurren y se ve en la necesidad de volver a Perú, habiendo fracasado. Regresa momentáneamente a Venezuela, donde se le rinden honores y se le designa general en jefe en 1858. Vuelve a Perú y su suerte cambia a partir del gobierno en Ecuador de Gabriel García Moreno, en 1860.

Regreso a Ecuador y muerte (1860-1864)

El 27 de mayo de 1860 regresa a Quito donde es recibido con una apoteosis y es nombrado general en jefe del Ejército. El fundador ha vuelto por sus fueros y le reintegran todas sus propiedades, sobre todo después de que al frente del ejército recupere Guayaquil junto con García Moreno. Muy pronto se activan nuevos delirios cuando Flores (respaldado por García Moreno) quiere restaurar la República de Colombia e invaden el vecino país. Son derrotados por Tomás Cipriano de Mosquera en la Batalla de Cuaspud a finales de 1863. Nuevo desastre.

Flores regresa a Ecuador y se pone a las órdenes de García Moreno y muy pronto tiene que salir a enfrentar otro alzamiento militar. Esta vez será con el general Urbina en septiembre de 1864. Sale Flores de Guayaquil con rumbo a la isla Puná a derrotar a Urbina, cosa que logra, pero es herido, y de regreso a Guayaquil a la medianoche fallece el 1ro. de octubre de 1864 a bordo del barco que lo llevaba.

No cabe la menor duda de que estamos ante un personaje controversial, que no se distinguió por sus convicciones republicanas, y sí por un amor denodado por el poder. Para el Ecuador es un factor esencial durante muchos años; desde 1822 hasta 1864 (42 años) sus actuaciones fueron determinantes. De tal modo que su larga influencia lo emparenta con José Antonio Páez, Tomás Cipriano de Mosquera y Antonio Guzmán Blanco. Con Páez el paralelismo temporal es notable. Siempre será asombroso que un muchacho de Puerto Cabello haya sido el eje en un país montañoso, costeño y relativamente lejano, como Ecuador. Sus restos reposan desde su muerte en la Catedral Metropolitana de Quito.

Sus años finales, de fracaso en fracaso, abrigando delirios imperiales, desdicen sus años iniciales, cuando batalla por la República al lado del Libertador. No se distinguió por su claridad de criterios, evidentemente, ni por la pulcritud en el manejo de los recursos públicos.

Vista del altar mayor de la Catedral Metropolitana de Quito, en Ecuador; templo donde reposan los restos de Juan José Flores, desde el momento de su muerte hasta nuestros días.

Bibliografía:
-Aguado Cantero, Rodolfo y Álvarez Fernández, Jorge (1988). Juan
José Flores, el fundador de Ecuador
. Madrid, Anaya.
-Bolívar, Simón (2010). Bolívar esencial. Bogotá, ediciones de la revista Número.
Obras Completas (1947). La Habana, editorial Lex. Compilación y prólogo Vicente Lecuna.
-Lara, Jorge Salvador (1994). Historia contemporánea del Ecuador. México, Fondo de Cultura Económica.
-Páez, José Antonio (1946). Autobiografía del general José Antonio Páez. Caracas, Ministerio de Educación Nacional.
-Velásquez, Ramón J. (1983). Juan José Flores en Los libertadores de
Venezuela
. Caracas, ediciones Meneven.

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